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Algo irreal
Era una noche como cualquier otra,claro, para una persona que no extrañaba tanto como èl a su gata. Los recuerdos se le estrellaban a la cabeza cual copo de nieve, mientras esperaba con ansias aquella misiva que,desde hace unas semanas(dos días después de la muerte de su amiguita, para ser más exacto)les llegaban con regularidad.
Jugaba con las aguas que caían y, a segundo, se arremolinaban en la fuente, mientras seguía a la espera de aquella dulce e irreal remitente. Apenas si se lo podía creer, a segundo dudaba de su cordura, como era natural en aquellos tipos de situación ¿Aquellos tipos? ¿Acaso pensaba èl que otros podían comunicarse con… a través de…? ¿Cómo se le podía llamar? Ni siquiera podía darle un nombre, apenas si se lo podía creer.
Sus ojos dieron a parar a aquel gran astro plateado que se alzaba y se reflejaba imponente ante sus ojos de caramelo, y reia al solo pensar las mil y unas maravillas que podían existir en este mundo, y de las cuales apenas si se estaba enterando de una pequeña parte.
Su amiguita, aquella que había estado esperando se presentó una noche cualquiera como aquella, se había posado en sus hombros como ya era costumbre.
¡Oh, si! Esa pequeña criaturita, tan chiquita y hermosa, no solo le transmitía el mensaje de su ya fallecida gatita, sino que sabia emular a la perfección aquellos sonidos de esa traviesa y vieja amiga. Se podía pasar horas escuchando esos sonidos que, aunque no entendía a la perfección lo que decían, creía entender. Aquellos que s e escuchaban, a veces, tan llenos de melancolías, otros tan alegres y espontáneos, que tenían ese no se que para animarle.
La luna había cambiado de posición, eso le decía que ya era hora de despedirse de su revoloteante amiga, quien con su diminuto cuerpo cargaba no solo aquellas grandes y hermosas alas, sino los mensajes de cientos de almas.
Neal se despedía de ella con un ademan, sin ser consciente ni imaginarse siquiera, que quien enviaba los mensajes no era su gata, quien si permanecía en el mundo de los vivos, vieja y perezosa, sino que era èl que, mediante gestos y una confusión del mas allá, le transmitía el mensaje a los que en vida lo anhelaban a èl.
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Gracias por leer!!
primero me tienes llorando por la gatita, y al final me dejas llorando por tu señorito ¿Cómo que pasó a ser parte del otro mundo? 
Bueno, al menos pudieron despedirse, estos dos grandes amigos, gracias Igzell ¡Quiero otro!
BUABUABUA
yo que creí que era la gatita
