INTENTANDO VOLAR.
Hacia tiempo que no se sentia el mismo. Sabia muy bien cual era la causa de todo, vaya que lo sabía.
Desde el momento en que había regresado a Chicago como el jefe de las familias mas importantes de todas su vida había dado un giro impresionante. Nada de eso le gustaba, absolutamente nada.
El estaba acostumbrado a la libertad que antes tenia, poder ir y venir a donde quisiera, ganarse su propio sustento, cuidarse su propia espalda, no depender de nadie y que nadie dependiera de el.
- Maldita sea la hora en que volví. -Pensó para sus adentros al enfocarse en un documento que debía firmar tomando una vez mas las decisiones que a la familia convenían.
Cuantas veces no lo había hecho? Cerrar una empresa que ya no debía existir, hacer una inversión que a veces parecía mas que un negocio una obligación, autorizar, autorizar, firmar, decidir. Todo eso ya lo tenía harto, parecía que el era el único que podía hacer ese trabajo y lo peor era que no solo lo parecía. El puesto que albergaba era por demás demandante.
Había días que regresaba a casa solo a darse un baño, dormir un par de horas y volver a la oficina. Quien era capaz de tener una vida así?
Recordó a George quien no solo había manejado casi todo en su ausencia sino que ademas se había hecho cargo de cuidar a cada uno de sus miembros. La Tia Abuela tomaba decisiones pero solo las mas urgentes e importantes durante su ausencia. Si ellos podían porque no dejarlos nuevamente.
Se levanto, dejo los papeles en la mesa, camino hasta la ventana y la abrió. Una suave brisa se colo por la ventana trayendo el aroma de la primavera que ya estaba por terminar. Primavera que no había podido disfrutar. Miro al cielo y en lo alto vio una enorme ave que parecía ir hacia a él, un águila esplendorosa, un ave que si pensaba solo se preocupaba por vivir y sobrevivir.
Dio un paso atrás y extendió los brazos tan largos como las alas del águila, cerro los ojos mientras su rostro se alzaba hacia el cielo, aspiro profundo y pudo sentir que era uno con ella, era el quien volaba, quien intentaba cazar, quien disfrutaba de esa mañana esplendorosa en el aire, podía sentir el aroma, mirar el paisaje, sentirse libre.
Entonces un toque en la puerta lo despertó de su sueño.
- Ya están listos los papeles señor Andrew?
- Te he dicho que me llames Albert.
- Sabe que no es correcto. Están listos?
- Si, están listos, puedes llevártelos George.
- Entendido. Se le ofrece algo más?
- Nada, solo... -se quedo en silencio mirando el rostro inmutable del buen George...- nada, puedes retirarte. -termino por decirle mientras en sus pensamientos continuaba con la frase que no había terminado.
"Solo intentaba volar y si me dejaras en este momento podrías liberarme para hacerlo".
Tomo asiento nuevamente en la gran silla que coronaba su escritorio mientras su vista se perdía en el día y su mente en el deseo de volver a vivir como antes lo había hecho...
Desde el momento en que había regresado a Chicago como el jefe de las familias mas importantes de todas su vida había dado un giro impresionante. Nada de eso le gustaba, absolutamente nada.
El estaba acostumbrado a la libertad que antes tenia, poder ir y venir a donde quisiera, ganarse su propio sustento, cuidarse su propia espalda, no depender de nadie y que nadie dependiera de el.
- Maldita sea la hora en que volví. -Pensó para sus adentros al enfocarse en un documento que debía firmar tomando una vez mas las decisiones que a la familia convenían.
Cuantas veces no lo había hecho? Cerrar una empresa que ya no debía existir, hacer una inversión que a veces parecía mas que un negocio una obligación, autorizar, autorizar, firmar, decidir. Todo eso ya lo tenía harto, parecía que el era el único que podía hacer ese trabajo y lo peor era que no solo lo parecía. El puesto que albergaba era por demás demandante.
Había días que regresaba a casa solo a darse un baño, dormir un par de horas y volver a la oficina. Quien era capaz de tener una vida así?
Recordó a George quien no solo había manejado casi todo en su ausencia sino que ademas se había hecho cargo de cuidar a cada uno de sus miembros. La Tia Abuela tomaba decisiones pero solo las mas urgentes e importantes durante su ausencia. Si ellos podían porque no dejarlos nuevamente.
Se levanto, dejo los papeles en la mesa, camino hasta la ventana y la abrió. Una suave brisa se colo por la ventana trayendo el aroma de la primavera que ya estaba por terminar. Primavera que no había podido disfrutar. Miro al cielo y en lo alto vio una enorme ave que parecía ir hacia a él, un águila esplendorosa, un ave que si pensaba solo se preocupaba por vivir y sobrevivir.
Dio un paso atrás y extendió los brazos tan largos como las alas del águila, cerro los ojos mientras su rostro se alzaba hacia el cielo, aspiro profundo y pudo sentir que era uno con ella, era el quien volaba, quien intentaba cazar, quien disfrutaba de esa mañana esplendorosa en el aire, podía sentir el aroma, mirar el paisaje, sentirse libre.
Entonces un toque en la puerta lo despertó de su sueño.
- Ya están listos los papeles señor Andrew?
- Te he dicho que me llames Albert.
- Sabe que no es correcto. Están listos?
- Si, están listos, puedes llevártelos George.
- Entendido. Se le ofrece algo más?
- Nada, solo... -se quedo en silencio mirando el rostro inmutable del buen George...- nada, puedes retirarte. -termino por decirle mientras en sus pensamientos continuaba con la frase que no había terminado.
"Solo intentaba volar y si me dejaras en este momento podrías liberarme para hacerlo".
Tomo asiento nuevamente en la gran silla que coronaba su escritorio mientras su vista se perdía en el día y su mente en el deseo de volver a vivir como antes lo había hecho...