Dueña de mis Sueños
2 de abril de 1921
Terruce se ha recostó cómodamente en uno de los sillones orejeros que
había en la sala de Pall Mall, el exclusivo club de caballeros londinense.
Acababa de llegar de Gales y había pasado por allí principalmente para
informarse de lo que acontecía en la ciudad; había estado jugando un par
de partidas de bridge y ahora se disponía a coger el periódico. Durante los
tres años que había estado ausente las cosas no habían cambiado
demasiado, pensó mientras ojeaba las páginas de economía, y política,
decidió ir directamente a la sección de sociedad: A veces las informaciones
más relevantes se extraían de allí. En ese momento vio el anuncio y por un
terrible instante su mente se quedó en blanco, como si en ella se hubiese
hecho un enorme vacío.
Los caballeros que estaban a su lado lo oyeron contener el aliento y
observaron sorprendidos como se esfumaba la legendaria imperturbabilidad
de Lord Grandchester.
Éste volvió a leer el comunicado sintiendo como su corazón latía
enloquecido dentro del pecho: el 28 de abril.....tenía exactamente un mes.
impaciente y con más miedo del que había sentido nunca en su vida pidió
su abrigo y se dispuso a hacer de una vez por todas lo que
había venido a hacer.
Ainhoa bajó del caballo dando un ágil salto; siempre había sido una gran
amazona y además adoraba sentir la brisa acariciando su rostro y
despeinando su larga melena de color esmeralda ; ahora sabía que estaba desaliñada
pero se sentía feliz, purificada tras la larga cabalgada.
Nada más entrar en la acogedora casa de campo en que vivía la abordó la
señora Hamilton , su ama de llaves.
- Niña, tienes una visita —la familiaridad de la señora Hamilton no era extraña
teniendo en cuenta que ella la había criado y que allí, en esa bonita y
apartada casa vivían juntas sin más compañia que la cocinera, una criada y
eljardinero.
- ¿De quién se trata?
Antes de que la señora Hamilton pudiese responder una conocida y profunda
voz masculina respondió a su espalda:
- Hola Ainhoa, ¿Ya no me recuerdas ?
La joven cerró brevemente los ojos y el ama de llaves al observar la
repentina palidez de su rostro miró con furia a Terruce Grandchester ; este ni siquiera
percibió la iracunda mirada de la mujer, concentrando todos sus sentidos en
Ainhoa , con su espalda tensa y su larga melena color esmeralda que parecia a punto
de escaparse de un pequeño moño que traía. Lentamente Ainhoa se volvió y enfrentó sus
bellos ojos verdes con destellos dorados, a los ardientes pozos agua marina del hombre que, con
semblante impasible, la estudiaba.
- Me gustaría decir que no, pero desgraciadamente no tengo tanta suerte.
- ¡Vaya, vaya! ¡Cuanta animosidad! - él sonrió sin pizca de humor - me
sorprende, teniendo en cuenta....las circunstancias.
Sintiendo como la familiar ira se iba apoderando de ella apretó los puños;
cuando se dio cuenta de lo que hacia trató de controlarse a fin de no
proporcionar ni una sola victoria más a Terruce; respiro profundamente, unió
sus manos y lo miró tratando de que sus ojos solo transmitieran
indiferencia, pero la imagen de él llenó sus pupilas, seguia igual de atractivo
que siempre aunque ahora estaba un poco mas delgado y unas pequeñas ojeras enmarcaban sus ojos
azul marino seguro del cansancio .
- ¿A qué has venido?
Él la estudió sin atreverse a expresar sus pensamientos en voz alta, ¡qué
hermosa era! ¡y con cuánta intensidad la amaba él!
En lugar de responderle
preguntó:
- ¿No me ofreces nada?
Distraidamente Ainhoa pidió a la señora Hamilton que sirviera el té; ésta pareció
reacia a marcharse pero un brusco gesto de la joven la decidió; luego tomó
asiento e invitó a Terruce a que la imitase, felicitándose interiormente por ser
capaz de observar las normas de cortesia más elementales cuando dentro
de ella tenia lugar un cataclismo. Prácticamente todos sus sueños habían
estado poblado de imágenes de Terruce, había derramado tantas lágrimas
por su ausencia que creyó que acabaría secándose como una flor bajo un
inclemente sol, había enfermado y maldecido un destino que la hacía amar
a quien la había abandonado y cuando por fin había una esperanza para
ella, cuando había aceptado que él no merecía ni uno solo de sus
pensamientos, aparecía de nuevo, de la nada, mirándola con esos ojos
azules que siempre lograban aturdirla, pues bien, no le daría la satisfacción
de verla titubear.
- Y ahora ¿vas a decirme que te trae por aquí después de ..... ..Tres años? —
interiormente se maldijo por su torpeza, en su voz era perfectamente
evidente el rencor que sentía.
Terruce había dejado de lado la máscara de burlona cortesía con la que se
había presentado allí y ahora la miraba intensamente, con semblante
inescrutable, deseando más que ninguna otra cosa salvar la distancia que
los separaba y apoderarse de su boca, volver a sentir el calor de su aliento
y el sabor de los labios que no había podido olvidar, el contenerse le estaba
exigiendo un enorme esfuerzo y sus músculos permanecían tensos.
Se obligó a si mismo a relajarse y entonces, levantándose de la ridícula sillita
en la que se hallaba exclamó sin dejar de mirarla a los ojos:
- He venido a reclamar lo que me pertenece .... ..
- ¿Lo que te pertenece? — Ainhoa no daba crédito a sus oídos, presa del
estupor se levantó también - ¿y qué se supone que te pertenece? ¡¡D¡,
maldita sea!! ¿qué hay aquí que puedas considerar tuyo?
- ¡¡¡Tú!!!Y lo sabes muy bien .... ..
- Tu desfachatez no tiene límites, ¿cómo te atreves después de tres años
a reclamar nada? ¡tres años sin saber de ti!¡¡¡Ni una palabra!!!
En ese momento Terruce se pasó la mano por los ojos y Ainhoa se sorprendió a
si misma contemplando absorta el movimiento de esa mano de esos dedos
largos que con tanta dulzura y pasión la habían acariciado en el
pasado; sintiendo un nudo en el estómago se obligó a desechar esos
recuerdos.
- Tenía una buena razón, puedo asegurártelo....
- ¿An, si? — con exagerado sarcasmo ella continuó: - ¿Y qué razón era esa?
incómodo él apartó la mirada:
- No puedo decírtelo.
Ainhoa sintió como la desilusión, amarga como la hiel, subía por su garganta y
sólo entonces se dio cuenta de que realmente había esperado una
explicación, una razón que justificara esos tres largos años de pesadumbre y
soledad, añorándolo y llorando por él. Con cansancio se dio la vuelta y
exclamó:
- Por favor, vete. Dentro de un mes me casaré con Lord Devonshire .
- ¡¡¡NollliiiNo lo harás!!!¡¡¡¡No te lo permitiréllll
Sus rodillas flaquearon al oirle y por un loco instante deseó que realmente
lo impidiera, que se la llevase de alli y curase con sus besos las heridas que
su ausencia habian abierto en su alma. Pero recordando su indiferencia en
esos tres años se obligó a decir:
- ¿No lo comprendes? ¡¡¡Lo amo!!! Como nunca te amé a ti — la mentira
salio con la naturalidad de quien la ha repetido muchas veces.
Esas palabras tuvieron la virtud de enmudecer a Terruce, que apretó los puños
con fuerza y palideció ostensiblemente. La miro fijamente durante unos
segundos luego dio media vuelta y salió de la estancia.
Cuando Ainhoa sintió la puerta cerrarse cayó lentamente al suelo y dio rienda
suelta a las emociones que la repentina visita de Terruce había despertado en
ella en forma de incontroladas lágrimas.
Terruce montaba furioso de vuelta a la posada en la que había reservado
Una habitación, cercana a la residencia de Ainhoa. En su cabeza las ideas se
entremezclaban y las últimas palabras de Ainhoa volvían una y otra vez para
martirizarlo. Ella amaba a Lord Devonshire , y según sus propias palabras
más de lo que lo había amado a él.
Su mente se perdió en ensoñaciones antiguas, tres años atrás, en la forma en que ella se lansaba en sus
brazos, y suplicaba por sus besos....
se habian pertenecido como sepertenecen las almas gemelas: total y profundamente, pero ahora Ainhoa
decia que amaba a otro y la imagen de su adorado cuerpo entregado a
otros brazos estuvo a punto de volverlo loco.
Una horrible blasfemia escapó de sus labios y su grito ronco lanzado al
viento espanto a su caballo que se lanzó frenético a un ciego galope por el
sendero del bosque. Terruce agradeció la velocidad y el fuerte viento que
golpeaba su cara proporcionando una excusa que explicara las abundantes
lágrimas que rodaban por sus mejillas.
Algo más tarde, tumbado boca arriba sobre el duro colchón hecho de paja
de su habitación recordaba los sucesos que lo hicieron abandonar
londres tres años atrás. Por fin las pesquisas que tanto tiempo antes
habia iniciado habían dado sus frutos y el nombre del asesino de su
padre había estado en su poder aunque con horror comprobó que se
trataba de una persona de gran prominencia e influencia; este hecho no le
hizo desistir en su propósito de venganza aunque desde el principio supo
que no podria recurrir a la justicia, no lograría nada, el asesino que habia
matado a sangre fria a su padre para evitar que propagaran un oscuro
secreto que su progenitor conocia del que había sido amigo de su juventud
era demasiado importante y conocido, deberia hacer las cosas de otra
forma. No le había contado sus planes a nadie, ni a sus hermanos, ni a su
amada Ainhoa, en parte para protegerse y en mayor medida para
protegerlos a ellos. Pero todo se había complicado.
El asesino sabia que lo estaban buscando y él jamás pudo descubrir cómo
se enteró; el caso es que le llevó dos largos años dar con él y a pesar de
que jamás habia matado a nadie después de conocer las atrocidades que
ese hombre cometia contra niños y mujeres indefensas no tuvo ningún
escrúpulo en apretar el gatillo. Tal y como habia supuesto esta muerte fue
un escándalo, toda la sociedad se horrorizó y se desplegó un gran
dispositivo para encontrar a la persona que lo había matado. Terruce tardó un
años más en estar seguro de haber borrado su rastro y en encontrar
el momento de reaparecer sin despertar sospechas. Durante ese tiempo de
horrores e incertidumbres el recuerdo de Ainhoa como el
faro avistado en una negra noche mantiene la esperanza de los marineros,
pero ahora todo lo que alguna vez había deseado se escapaba de sus
manos y él no creía poder enfrentarse a toda una vida sin Ainhoa.
Ainhoa paseaba con Arthur , su prometido, ambos montaban a caballo e iban
al paso por el sendero del bosque que rodeaba la casa. Desde que Terruce
apareciera tan sorpresivamente dos días atrás Ainhoa apenas habia podido
conciliar el sueño y una extraña sensación de desánimo y pérdida se habia
instalado en ella; en ese mismo momento hacía de tripas corazón para
disimular la ansiedad y el decaimiento que la invadían, así que sonreía ante
los comentarios de Arthur a pesar de que apenas lo escuchaba.
En ese momento el sonido retumbante de unos cascos que se acercaban
los hizo sobresaltarse.
- ¿¡Qué es esol? - Arthur fruncia el ceño viendo acercarse un precioso
caballo cob galés de color negro.
Ainhoa también miró con una sensación de fatalidad recorriendo su espalda.
Efectivamente se trataba de Terruce, quien al llegar a su altura tiro de las
riendas y detuvo al jadeante animal.
- -Buenos días — se quitó el sombrero tricornio que llevaba para saludar
dejando su larga melena al descubierto y a pesar de que el saludo
iba dirigido a ambos sus ojos no se apartaban de la esbelta figura de Ainhoa.
- Buenos dias señor .... ..
- Terruce Grandchester .
- Encantado señor Grandchester , yo soy Devonshire y esta es mi prometida, la
señorita....
- Conozco a la señorita Bradley
Arthur lanzó una mirada interrogante a su prometida y esta se apresuró a
añadir nerviosamente:
- Lord Grandchester es un antiguo vecino aunque hace mucho que se trasladó a
otro lugar.
Ainhoa sentía latir su corazón con tanto apremio que estaba segura de que
podria oírse si se hiciese el silencio. La situación se era
extraordinaria: su prometido y el hombre que lo había sido todo para ella
juntos, y viéndolos asi ella no tenía ninguna duda de a quien pertenecía su
corazón y a quien perteneceria siempre, pero la desconfianza y el miedo
casi tanto como su sentido del honor la hicieron apartar esos pensamientos
e ignorando deliberadamente a Terruce se volvió a su prometido:
- ¿Continuamos Arthur? Se está haciendo tarde .... ..- éste asintió, algo
extrañado por el comportamiento descortés de Ainhoa y despidiéndose del
recién llegado exclamó mientras se alejaba: - ¡La semana que viene se
celebra una fiesta con motivo de nuestro futuro enlace en Devonshire ! ¡
Será un placer contar con su presencia!
A pesar de que ya se alejaban Terruce pudo percibir el estremecimiento que
las palabras de Lord Devonshire habían provocado en Ainhoa; y a si observó como se alejaban .
Continuara...