AMIGAS Y RIVALES **Asistente Ejecutivo*** Capítulo II -APORTE PARA ALBERT -

El mismo se sorprendía de su fuerza, sin duda el autocontrol estaba devaluado en estos tiempos donde ya uno de poco se abstenía, la fuerza de voluntad a su criterio era una palabra con demasiado peso y conocía pocas personas que la ejercían, él no se consideraba una de esas personas, pero en esa oficina, ¡por Dios! que la conoció más de lo que imagino.

Sentir esa piel suave entre la yema de sus dedos, la delicadeza de esos labios que de pronto parecían pedirle a gritos que los tomara y lamiera, y ese cuerpo que lo incitaba para hacer travesuras, infinidad de travesuras, en el escritorio, la alfombra, el sofá, contra la pared, una sonrisa se dibujó en sus labios con el simple hecho de imaginarlo.

Jamás había experimentado el deseo abrazador de poseer a una mujer como le sucedía con ella, no se consideraba un hombre excesivamente carnal, pero ella, sí que despertaba sus bajos instintos con ese pequeño cuerpo, proporcionado en su justa medida para pensar en cómo deleitarse con el, esas nalgas respingonas que lucían preciosas en su falda tubo que acostumbraba a llevar a la oficina.

Debía salir de inmediato de la oficina y llegar a su apartamento, sin duda su mano el día de hoy tendría una larga e intensa jornada.

Llego al estacionamiento y ubico su auto, se subió y condujo lo más rápido que pudo, debía resolver dos temas urgentes, llego y dejo las llaves en un pequeño recipiente de cristal, tomo su móvil y marco el número.

-George, ella ya sabe quién soy.

- ¿Cómo? -Todas las posibilidades de una situación así las teníamos contempladas, imposible que se nos escapara.

-Neal, últimamente esta por la oficina y es el único con posibilidades de identificarme, creo que ni mis visitas casi secretas ni la barba de aquel entonces me ayudo a ocultarme como quería.

-Ese chiquillo aún sigue intentando proteger a su hermana del lavado de dinero, pero no lo va a conseguir, solo unos días más y juntaremos las pruebas suficientes.

-George, es vital que no se nos salga de control esto, más cuando estamos tan cerca de atrapar a Elisa, definitivamente es una mujer demasiado astuta.

-William, de mi cuenta corre que eso no suceda, por lo pronto debes actuar como si nada hubiese sucedido, seguir asistiendo a la Srita. White….

Al escuchar sobre la Señorita White, perdió el hilo de la conversación y sus pensamientos fueron hacia la “señorita”, Albert en definitiva se imaginó ayudándole a quitarse ese estatus de señorita, por ello, aunque sabía muy bien que era una mujer soltera, sin compromiso y que compartía apartamento con su amiga Paty, prefería mantener la distancia y llamarla Señora White, por excesivo respeto y porque solo pensar en pronunciar su nombre le calentaba demasiado los sentidos.

-William, William, ¿sigues en la línea?

Los casi gritos de George lo sacaron de sus pensamientos y le sorprendieron pues raramente él levantaba la voz.

-Disculpa, me llego un correo y me distraje en leerlo.

Al otro lado de la línea se logró escuchar una risa, George ¿acaso se estaba riendo?, ¿dudaba de lo que estaba diciendo?

-Como te dije William, sigue asistiendo a la Señorita White con total normalidad, yo me ocupo de Neal.

-De acuerdo, te dejo.

Corto la llamada y se dispuso a resolver el otro tema urgente.