Paso número 1. Sacar cita en el ISSSTE para el conejillo. Ahí en Prevaloración, toman la presión arterial. Nota: No funcionó, debido a que por más que insistí en que el conejillo era hijo mío,
no me lo creyeron. Y como no está dado de alta en Hacienda, pues el conejillo no puede trabajar y por lo tanto, no es derechohabiente.
Paso número 2.- Llevar al conejillo a los consultores del doctor Simi, a fin de que le chequen la presión. Nota: no funcionó, ya que el doctor Simi dice que no es veterinario. Además,
no me pudo recomendar ningún buen veterinario que le checara la presión al conejillo.
Paso número 3.- Llevar al conejillo a un consultorio veterinario. Nota: el veterinario me preguntó que dónde demonios había yo sacado la idea de checarle la presión al conejillo con un baubanómetro. Ya mejo no digo lo que me respondió cuando le dije que estaba tomando un curso de cuidado de la salud.
Paso número 4.- Para evitar tanto chisme y relajo con tanto aparato, es decir, baubanómetro y estetoscopio incluído, saqué mi baubanómetro digital. Nota: resulta que el conejillo no tiene la muñeca del tamaña indicado para tomar la presión, así que se lo puse como cinturón y resulta que marca error. Una de dos, el conejillo está muerto o el aparato no sirve.
Paso número 5.- Llevar al conejillo a un mecánico automotriz, yo sabía que ahí checaban la presión. Nota: el mecánico, que vive en la Colonia La Nopalera, dijo que la presión que checan es la de los coches, no la de los conejillos. Esta es una interpretación libre, porque me lo dijo muy enojado y con lenguaje muy florido.
Profe, hice lo que pude, de veras! Así que espero tenga compasión de esta pobre estudiante, y de todas maneras tenga yo derecho al regalito. Gracias!