***CELTICS FAIRIES: ANDREW'S HEART***
VEINTE DE ENERO (Minific)
DISCLAIMER: Los personajes de Candy-Candy, pertenecen a sus autoras Misuki e Igarashi. La historia a continuación ha sido escrita sin fines de lucro y solo para entretenimiento.
Premisa: Trama basada en el manga, en la época previa al viaje de Candy a Broadway.
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PREVIAMENTE...CAPÍTULO 4 AQUÍ
No sé cómo describir lo que siento. ¿Es natural tener este tipo de contradicciones?
Por un lado, me siento un poco liberada y aliviada, pero si me detengo a pensar un poquito más, los sucesos de la noche anterior aún retumban sobre mi cabeza con pesar, al recordar el rostro desencajado de Terry y sus últimas palabras de despedida.
He tomado unas horas para mí misma antes de poder regresar a Chicago. Necesito serenarme y poder hablar con Albert sobre aquella conversación pendiente sin que sienta que me he visto forzada a terminar mi relación con Terry o como se pueda denominar a este romance por cartas.
La noche pasa de manera lenta y fría. El lugar donde me hospedo es acogedor y de una hermosa vista, sin embargo tengo el presentimiento que Nueva York pasará a la lista de ciudades menos visitada por mi parte, desde hoy.
Cuando por fin amanece, preparo mi equipaje sin llamar a las personas del servicio por ayuda.
¡Total! Mi maleta no es muy pesada.
El sonido suave de un toque tras la puerta detiene por un momento mi preparación logrando hacerme girar la cabeza hacia allá.
Silencio.
Me encojo de hombros creyendo que son ilusiones mías, pero el golpe vuelve a repetirse así que camino un poco intrigada preguntándome quién podría venir a mi dormitorio a esta hora de la mañana.
Giro el pestillo para abrir la puerta y el olor delicioso de perfume de rosas rojas invade mis sentidos.
— Buenos días. —escucho la voz de un jovencito extendiendo el ramillete hacia mí. —Entrega para la habitación 208, Srta. Candice White Andrew.
—Buenos días joven, ese es mi nombre— saludo con una sonrisa— ¿De verdad estas flores son para mí?
—Así es— responde el mensajero— Si firma esta hoja, daré por concluida la entrega.
Firmo de buena gana, le doy unos cuantos chelines antes de que vaya y cierro la puerta emocionada por la sorpresa.
Desato la cinta que protege la tarjeta para revelar el nombre de aquel regalo.
“A mi Julieta en liana de otras eras,
Sé por buena fuente que aún continúas en Chicago así que no he podido contenerme en enviarte estas rosas que me recuerdan mucho a ti.
T.G.”
Sonrío un momento comprendiendo de quien proviene el mensaje, es por eso que cruzo los dedos rogando por él además que también halle la felicidad y disfrute de un amor sin mancha.
Mientras voy de camino a la cafetería quiero ver alguna novedad en los periódicos de renombre, así que me las apaño en comprar un ejemplar y así leer con satisfacción las críticas de Broadway.
A la espera de mi taza de café y un croissant, desgloso las páginas del periódico y leo con avidez los titulares que resaltan la impecable actuación de Terry como una de las mejores de esta década, pronosticando en su muro a un prominente actor de futuro brillante.
—No creas todo lo que dice el New York times, por favor.
Levanto la mirada sorprendida al reconocer esa voz.
La persona que ha tomado asiento delante de mí, lleva una gorra, una bufanda y lentes oscuros.
Tan propio de Terry.
— ¡Vaya! Por más que me cueste creerlo, estás callada. —Dice mientras se afloja la bufanda un poco y se quita los lentes — ¿Sorprendida de verme?
— Sí. — Respondo mirando a ambos lados con precaución mientras inclino mi rostro hacia él— ¿Qué haces aquí?
—Pensé que te alegrarías de verme, Candy. ¿No es así?
—Sí, pero no es…
—Además, supe que aún no habías ido hacia Chicago y me pregunté si esa era una señal en la cual el destino ponía nuestros caminos cruzados nuevamente y me permitía reunir contigo. — Menciona queriendo coger una de mis manos sobre la mesa pero me aparto con suavidad. — En fin… aquí estamos, tomando desayuno como cualquier pareja normal.
—No. — Replico contrariada. — ¿He entendido mal? Creí que después de lo de anoche, no te volvería a ver.
— ¿No te gustaron las rosas?— pregunta enarcando una ceja arrogante.
—Sí, son preciosas gracias, pero…
— Entonces disfruta de este momento sin preocuparte demás. Así como te deleitaste con el ramo, esto es solo un desayuno, no estamos perjudicando a nadie.
—Te equivocas—rebato decidida. — Ni tú ni yo somos libres. Así que no podemos volver a reunirnos a solas en circunstancias así.
— ¿Qué has dicho?
—Que no podemos vernos más…— repito.
— ¿No somos libres? - mueve la cabeza y levanta la mano para hacer que deje de hablar mientras asimila mis palabras. — Espera. ¿Estás tratando de decirme que tú estás comprometida con alguien más?
— Aun no— admito con tranquilidad— Pero mis sentimientos han cambiado desde hace un tiempo atrás y…
— ¿Entonces por qué te molestaste en venir siquiera?— recrimina sin ocultar que se siente molesto.
—Tenía que hacerlo.
— ¡Por supuesto que no! — Expresa cerrando el puño sobre la mesa— Me habrías ahorrado toda la preocupación de estos días y el bochorno de anoche si me lo hubieses dado a conocer por carta.
— Creí que era lo mejor decírtelo personalmente—refuto mirándolo con intensidad—así que consideré que debía decirte la verdad cara a cara, sin una correspondencia de por medio con la esperanza de que nuestra amistad quedase intacta… — indico tratando de enderezar mi postura.
—No. — Revela con el rostro desencajado— No sé quién es él, pero no puedo admitirlo.
— Hasta anoche, yo no estaba al tanto de las circunstancias en las que te encontrabas porque tuviste el sutil detalle de ocultarme lo que había sucedido desde el accidente de Susana. —Menciono tratando de justificar mi silencio—También fue un shock enterarme de esa manera y por boca de otras personas.
—Así que pensabas irte sin decir nada. — afirma comprendiendo el rubor de mis mejillas y la mirada avergonzada.
—Por supuesto que no.
Menea la cabeza con incredulidad.
—Apuesto que saber lo de Susana te facilitó las cosas ¿verdad?
Vuelvo a negar rotundamente.
—Quise decirte todo después que la obra fuese estrenada—explico sin rehuir la mirada—pero luego me enteré de que Susana había sufrido el accidente lo cual me llevó enterarme de las implicancias de tu presencia y de su enfermedad por eso no quise añadir más dolor a lo que ya estás pasando y pensé que…
— ¿Pensaste que no te escucharía? ¿Qué me aferraría a ti como una lapa y te rogaría hasta tal punto que hubieras seguido conmigo por lástima? ¿Crees que no tengo orgullo propio?
—No. Estás mal interpretando las cosas…
— ¡Bah! ¡Qué más da! ... Ya no importa ¿Sabes? —Anuncia levantándose de la mesa—Esto ya no es un asunto que te incumba, Candy. Aunque debo reconocer que anoche fui sincero en todo lo que dije— musita arreglándose la gorra— Es mejor que atesoremos ese recuerdo y olvidemos esta con conversación. Porque entenderás que desde ahora en adelante en lo que respecta a mí, nada tienes que ver conmigo.
— ¡Terry!— Trato de detenerlo sin llamar la atención de los demás pero la figura de su espalda alejándose del café, se graba en mi memoria como un recuerdo de mal sabor.
No ha reaccionado como esperaba, es cierto. Pero tampoco iba a estar tranquila si no le decía la verdad.
Llamo un poco turbada al mozo para pedir la cuenta, pero este indica que todos los gastos ya han sido cancelados, por lo que no me queda más que agradecer, recoger mis cosas e ir a la estación con el rostro compungido.
Camino sintiéndome atontada pero más ligera hacia el andén, entrego mi boleto al guarda porque ya son las ocho de la mañana, y el tren que debo tomar está a punto de partir.
Ubico mi asiento al lado de una señora de mediana edad y a medida que el motor a vapor nos traslada, miro por la ventana como la nieve sigue danzando al ritmo del viento empañando la vista exterior.
Cierro los ojos un momento tratando de poner en perspectiva mis emociones. No estoy confundida, solo cansada.
El tren avanza bajo una estela de humo por el camino blanco, acomodo mi cabeza cerca del cristal cuando en eso creo ver el reflejo de un azul mirar en la ventana.
Debe ser que lo extraño mucho y por eso estoy viendo un espejismo. Froto mis ojos. No puede ser Albert.
Estoy a punto de entregarme al mundo de los sueños, deseando con todas mis fuerzas soñar que corro hacia él y me pierdo en su abrazo.
—Adiós Nueva York. — me despido mentalmente.
Dentro de unas horas, comenzaré una nueva etapa.
Chicago y Albert esperan por mí, es por eso que tengo la confianza de que todo saldrá bien.
CONTINUARÁ.... CAPÍTULO 6
Holis, muy buenas horas a cada una de vosotras. Os traigo la quinta parte de este corto minific, dedicado a mi hermana de trinchera, Lu de Andrew quien me dio el reto de escribir una historia con la canción Veinte de Enero ( Oreja de Van Gogh)
Espero que estéis teniendo una preciosa semanita. ¡Fin de semana otra vez! ¿Qué rápido se pasa el tiempo verdad? Ya falta poco para despedirnos del campo rosa
Si gustan firmita, anotarse por favor. Las entregas serán personalizadas. Gracias nuevamente.
Nos seguimos leyendo.
¡Hasta la próxima!
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