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Pasaban de las diez de la mañana cuando, el olor a café llegó a su olfato, olía a pan recién horneado y tocino, sin abrir los ojos extendió su brazo para buscarla y al no sentirla se levantó de golpe, se puso un albornoz y salió de la habitación directo a la cocina, allí estaba ella con su cabello suelto, se notaba que recién lo había lavado, estaba envuelta en una de las batas que él le compró cuando llegó, ella al sentirse observada se volteó y le regaló una amplia sonrisa.
Pasaban de las diez de la mañana cuando, el olor a café llegó a su olfato, olía a pan recién horneado y tocino, sin abrir los ojos extendió su brazo para buscarla y al no sentirla se levantó de golpe, se puso un albornoz y salió de la habitación directo a la cocina, allí estaba ella con su cabello suelto, se notaba que recién lo había lavado, estaba envuelta en una de las batas que él le compró cuando llegó, ella al sentirse observada se volteó y le regaló una amplia sonrisa.
-¿Ya estas despierto? Quería sorprenderte con el desayuno en la cama, con su boca hacia un gracioso puchero de desilusión.
-Aún estas a tiempo, en diez minutos estoy listo, te espero en la habitación, ella sonreía nuevamente, él casi corrió hasta el baño para darse una ducha rápida y cepillar sus dientes, al salir ella lo esperaba con dos charolas con el desayuno.
-Mira nada más que sorpresa, pan, tocino, huevo revuelto, café y jugo de naranja, todo se ve muy rico, gracias Candy.
-Ayer casi muero de hambre así que no me des las gracias.
-Pues no la escuche quejarse ni una vez señora mía,- diciendo aquello tomaba sus labios para darle un largo y profundo beso que la dejó temblando.
-Por cierto quiero que por favor al ir a la cama no te pongas la pijama Candy, tanta tela me incómoda,-le decía entre besos.
-¿Tu…me la quitaste anoche?.- Ella no recordada haberse quitado el pijama en la noche.
-Si, me tenía incómodo, después de quitarte ese estorbo por fin pude dormir a gusto, vamos a comer que estas delicias se enfrían,- ella solo parpadeaba, realmente había quedado exhausta de toda la actividad que habían tenido los dos.
Ambos se sentaron en la cama para tomar el desayuno, de cuando en cuando él acercaba su tenedor libre para darle la comida en la boca, ella sonreía apenada ante aquel gesto del moreno.
Al terminar cada uno llevó su charola a la cocina, estaban por lavar los platos cuando tocaron la puerta, Neil era muy reservado y ninguno de sus compañeros conocía su dirección, a excepción de su buen amigo el doctor, ambos se vieron y se sonrieron, ninguno de los dos tenía la menor intención de ir abrir la puerta, luego de unos minutos quien tocaba se dio por vencido y dejó de insistir.
-¿Vamos a ir a comprar lo que hace falta Neil?- Ella quería ayudarle en lo que fuera posible.
-No, estaba pensando que ya mucha gente conoce la existencia de este lugar, valoro mucho mi privacidad y no me gustaría que esa mujer venga a molestar, menos si debemos permanecer acá, quiero que me acompañes a ver un lugar, si nos agrada a ambos podríamos mudar nuestras cosas para allá.
-¿Piensas entregar este departamento? No quiero ocasionar molestias.
-No voy a entregar nada, este departamento es mío y a donde vamos a ir también, estaba pensando vender esa propiedad, porque es muy grande para mí solo, ahora contigo a mi lado todo cambia.
-¿Estás seguro de querer mudarte?, Neil, disculpa por venir a alterar tus planes.
-Ya basta, es molesto que te disculpes por todo, tú no tienes la culpa de que esa loca este obsesionada con meterse en mi cama, vamos a vestirnos para irnos, no sea que regrese la persona que tocó a la puerta.
Él fue directo a su habitación y se visto rápidamente, al ir por ella su semblante se endureció, sus vestidos estaban desgastados al igual que sus zapatos y su bolso.
-¿Por qué no te pones uno de los vestidos que compre para ti?- Ella se asustó y brinco al escucharlo llegar.
-Quiero que te cambies ese vestido,- al encontrar la bolsa se acercó a ella y la volteó sobre una silla, para tomar un hermoso vestido verde, que extendió hacia ella.
-Neil, con ese vestido me queda muy apretado del busto, -el paseaba su mirada de sus pechos al vestido, algo incrédulo.
-Póntelo para ver cómo se te vé,- ella sin chistar y delante de él se cambió, sus senos se veían mucho más grandes por que el vestido era una talla más chica, él sonreía al verla.
-Ese lo vamos a conservar me agrada como te lucen los senos así,- ella abrió desmesuradamente los ojos.
-No voy a salir con esto a la calle Neil,- ella estaba horrorizada solo de pensar en eso.
-ja ja ja ja, ni creas que te lo permitiría, ni loco Candy,-soy bastante celoso con mis cosas.
-¡Yo no soy una de tus posesiones!, ella estaba un tanto molesta por lo que le decía.
-Aun no, pero pronto será mí esposa,- antes de que ella dijera otra cosa la tomó de la cintura y la ajustó a su cuerpo, beso sus labios luego su cuello fue soltando los botones del vestido hasta que lo saco y es este cayó al suelo.
-Neil recuerda que vamos a salir,- con renuencia trataba de zafarse de su fuente abrazo.
-Tienes razón, debemos apresurarnos, si no nos agrada aquel lugar debemos buscar otro, mientras te vistes voy a cambiarme esto por algo menos elegante, en ese momento ella pudo ver que realmente su vestimenta estaba desgastada y lucía bastante discordante con la elegancia del traje que él portaba, así que escogío otro vestido, uno que realmente le quedó a su medida.
En menos de veinte minutos se encontraban rumbo a una de las zonas residenciales más lujosa de New York, La rubia abría los ojos asombrada.
-Neil no quiero ir a la misión Andrew,- él tenía la mirada fija en el camino.
-Ni yo, de eso puedes estar segura, Eliza suele venir con su esposo y lo último que quiero es toparme con ellos.
Al llegar a una amplia mansión, un vigilante les hacía señas de que debían retirarse, Neil apretó el volante de su coche molesto, no quería perder el control frente a ella.
-Neil ese señor no nos va a dejar entrar, mejor vámonos
-Esto es inaudito,- cuando ella reaccionó ya era tarde él había salido del auto y no pudo retenerlo.
Contrario a lo que ella pensaba él no levantó la voz, lo que sea que le dijo al hombre lo hizo palidecer y enseguida les dio el pase abriendo la verja, los jardines estaban bien cuidados, habían algunas flores, ella con la mirada trataba de encontrar algunas rosas pero no encontró ninguna.
-No hay Rosas,- dijo sin pensar, la rubia.
-No, encontrarás orquídeas y tulipanes, Candy no me agradan las Rosas,- ante aquello ella guardó silencio.
La entrada de la mansión era imponente, las escaleras eran de mármol igual que las columna, amplios ventanales, si solo la fachada impresionaba, no quería ni imaginar como seria por dentro.
-Espera una momento aquí, Neil salió del auto, con paso firme y entró sin tocar ni anunciarse, pasó un largo rato cuando vio que Eliza era escoltada por tres empleados, estos llevaban un sin fin de maletas, la acompañaba un hombre algo mayor que ella, alto y de cabellos castaños.
Después que acomodaron todo en el auto la pareja partió enseguida, Neil estaba parado en la puerta viendo cómo se alejaban y la verja se cerraba tras ellos, solo después de que se cerró se acercó y le abrió la puerta del coche.
-Bienvenida a su casa Señora Leagan,- Neil extendía su mano para ayudarle a salir.
-¿Esa era Eliza?.
-Si, y ese pobre hombre es su esposo.
-¿Entonces si se casó? Me alegro por ella ojalá sea muy Feliz,- la rubia hablaba con sinceridad.
-Nunca está conforme con nada así que dudo que llegué a ser feliz.
-Todos podemos cambiar Neil, -ella caminaba viendo hacia donde minutos antes había desaparecido el auto.
-Esperemos que cambien por su propio bienestar, ahora permítate señorita, en ese momento la levantó en brazos y con un puntapié abrió la puerta que tenía enfrente y cruzó el umbral de la puerta con ella en brazos, los empleados estaban alineados uno al lado del otro, esperando la entrada de la nueva señora para conocerla.
Neil fue hizo una señal al mayordomo y este fue presentado uno a unos a los demás indicando su nombre y su cargo, mientras él la tenía en brazos, los empleados estaban asombrados el Señor no era del tipo cariñoso y allí estaba con la señora cargada con el rostro sereno como pocas veces se le veía desde que la mansión pasara a sus manos.
-Javier, la señora y yo vamos a comer acá, manda a preparar algo especial por favor.
-Si señor, enseguida, al aplaudir dos veces todos desaparecieron como por arte de magia.
-Ya puedes bajarme, que vergüenza Neil…¿qué van a pensar todos?
-Que mi mujer es hermosa, que me tiene loco y que estoy profundamente enamorado, quiero que conozcas la casa y si te agrada nos quedaremos a vivir acá, así cuando me reincorpore a trabajar no estarás sola y yo estaré tranquilo.
-Gracias,- fue todo lo que ella pudo decir y se apoyó en su pecho, así subió las escaleras hasta llegar a la habitación principal, después de entrar la soltó, estaba disfrutando ver la cara que ponía con cada detalle de la casa.
Todo era hermoso y lleno de lujo, tenía un amplio ventanal con vista a uno de los jardines lleno de tulipanes de todos colores.
-Es hermoso Neil,- él solo podía imaginarse haciendo una vida en esa casa con ella.
-Espera ver el baño no tiene nada que ver con el del departamento, ella se ruborizaba al recordar lo que habían hecho en aquel baño.
El baño era amplio y elegante, poseía una ducha y una tina enorme en donde fácilmente cabían cuatro o cinco personas.
-Está tina parece una alberca Neil, es más grande que la de tu departamento.
-Si, a mi abuelo le gustaban las cosas lujosas y extravagantes, pero de buen gusto, espera ver el resto, la acompañó al vestidor que se dividía en dos secciones.
Esto es hermoso Neil, estoy maravillada de los detalles de los armarios, o sea que ¿esta mansíon era de tu abuelo?- seguía admirando todo a su alrededor.
-Asi es Candy y voy a mandar a unir los dos vestidores, no entiendo la manía de los hombres de querer mantener estos espacios divididos.
Uno a uno fue conociendo los espacios que más eran utilizados, dejando para después lo demás, el mayordomo les anunció que la comida estaba lista y ellos bajaron al comedor.
El almuerzo estuvo lleno de risas por parte de la pareja y los empleados estaban asombrados del cambio del señor, la última vez que lo habían visto tenía una actitud diferente a la de ahora, notaron que la señora era sencilla en sus sus modos.
-Después de terminar el almuerzo Neil la dejo solo por unos minutos, al regresar traía una pequeña caja en sus manos, sin importarle que los empleados estaban recogiendo el servicio de la mesa, se arrodilló frente a ella.
-Candy White Andrew ¿me harías el honor de aceptar ser mi esposa?
CONTINUARÁ............
Última edición por elsa de larios el Jue Mayo 04, 2017 10:17 am, editado 1 vez