¡Bonjour hermosas guerreras! Es mi turno de presentarme en batalla, y congelaré el universo si es preciso para defender a Terry ¡ja, ja, ja!
Y así es que en este segundo día las amazonas traemos otro aporte, también es escritura; pero en esta ocasión queremos contarles cómo es que terminamos siendo la guardia personal del Marqués de Grandchester ¡je, je! Espero que se diviertan tanto como nuestro bello Liath y nosotras mismas.
Disclaimer, los personajes de CC y SS pertenecen a sus creadores y a quienes hayan pagado derechos sobre los mismos; nosotras nada más los tomamos prestados para convivir con ellos y pasarla en grande ¡ja, ja!
¡Saludos!
By Andreia Letellier (AyameDV)
- Adelante – se escuchó la suavidad de la voz de la señorita que se encontraba sentada frente a un antiguo escritorio de caoba, revisando su celular con una sonrisa bobalicona.
La puerta se cerró y enseguida unos pasos amortiguados por la alfombra se detuvieron frente a ella, el caballero que así llegaba carraspeó ligeramente, pues la joven seguía tecleando con rapidez en la pantalla de su teléfono sin prestar atención alguna al recién llegado. Con una sonrisa amable, y un poco apenada, ella levantó la vista al tiempo que dejaba el aparato en el escritorio y luego extendía la mano tímidamente, misma que era tomada y besada en el dorso con delicadeza y elegancia por su visitante.
- Su excelencia, aprecio mucho que haya aceptado venir a hablar conmigo, a pesar de la premura de la solicitud. – La chica hacía gala de la costosa educación que había recibido durante sus 20 años de vida, pues si bien era la encarnación actual de la gloriosa Palas Athena Parthenos, también era Saori Kido; una bella muchacha que muchas veces se comportaba como cualquier chica de su edad. Otras, claro está, cuando la situación así lo requería, Athena tomaba posesión en toda su majestad y era la diosa de la sabiduría y de la guerra inteligente en toda regla. Como ahora justamente, luego del lapsus “bobus” con su teléfono por supuesto.
- Descuide señorita, no ha sido ningún problema venir tan pronto recibí su llamado. – Respondió el caballero, tomando asiento pues la chica con un delicado gesto lo invitó a hacerlo.
Él era un personaje ampliamente conocido, tanto en el mundo de la política y relaciones internacionales, como en la muy prestigiosa Fundación Kido. Siendo que su familia de origen ha estado en constante y estrecho contacto y colaboración con el Santuario de Athena desde generaciones atrás, con toda la secrecía pertinente del caso; no era nada extraño que desde que Athena volvió a encarnar en una chiquilla que fue adoptada por un magnate japonés, nuestro distinguido visitante también participara activamente de las actividades de la fundación que la diosa de ojos garzos heredara de su abuelo adoptivo.
- ¿Le ofrezco algo de beber su gracia? – Preguntó ella. Le fue aceptado un té y cuando la bebida llegó a sus manos, entonces tornaron a hablar de asuntos importantes, que requerían del apoyo del hombre, y su absoluta discreción.
Una vez que él salió de esa oficina, se dispuso a realizar algunas llamadas, pues le había sido encomendada una misión muy delicada; misma que aceptó presto y orgulloso de ayudar a preservar la paz internacional. En esos momentos, la mítica lanza de Palas Athena Parthenos estaba siendo cuidadosamente embalada, para ser enviada con sumo cuidado y en absoluto silencio y secreto a resguardar a una ubicación conocida únicamente por su Excelencia Richard Graham Alexander, Duque de Grandchester.
El duque juró por su honor y el de la casa Grandchester, que el valiosísimo objeto sería custodiado por él y su familia, y protegería y cuidaría que no cayera en manos erróneas; pues al ser una reliquia tan antigua y con poderes otorgados por la misma diosa y su padre Zeus en persona, era un artículo que de ser mal empleado, podría provocar violentas guerras y otorgarle la gracia de ganarlas a quién la emplease. Normalmente estaba celosamente custodiada en las profundidades del Santuario de Athena, pero al estar este siendo remodelado y restaurado casi en su totalidad, temían que los empleados confundiesen la lanza con cualquier otra normal de las muchísimas que se guardaban en la armería; y era mejor evitar tentaciones o pérdidas por meros descuidos. Así, Saori pensó en otorgar el cuidado de tan delicado tesoro en las más capaces y honorables manos que conocía fuera de su orden; amén de que prácticamente nadie sabía que la casa Grandchester del Reino Unido, colaboraba con el Santuario de la deidad griega; así que ninguna persona sospecharía que justamente el duque podría tener bajo su cuidado semejante objeto. Su colaboración con la muy reconocida Fundación Kido sí era del conocimiento público, pero nadie relacionaba dicha fundación y su muy joven directora, con Athena y su orden; la cual cabe aclarar, tampoco era conocida públicamente.
Solamente el duque sabría la ubicación final de la lanza, nadie más. Richard estuvo además tratando otros asuntos de relevancia con Saori y tuvo oportunidad de instruirla un poco en las artes políticas y diplomáticas; ella consideraba al astuto noble como un magnífico maestro, además era ferviente admiradora del primogénito del aristócrata, el famoso, talentosísimo, e irremediablemente apuesto Terrence Graham. Tan así que ella ya había ido a ver la sublime actuación del joven en más de una ocasión y por supuesto, había conseguido conocerlo personalmente; quedando fascinada por completo gracias a la cautivadora y arrolladora personalidad del heredero al ducado más importante de su país.
Pasaron así algunos meses desde que aquélla visita sucediera, la vida continuaba normalmente para todos, hasta que un extraño mensaje llegó a manos del Duque de Grandchester. Un muy perturbador y críptico escrito que el previsor e inteligente caballero supo interpretar como una velada amenaza contra la vida de su amado hijo mayor, quien al ser una figura pública era muy sencillo de poder ser localizado. No hace falta mencionar que el aristócrata se alarmó en demasía, y que de inmediato se puso manos a la obra para tomar las precauciones pertinentes y protegerlo. No escatimaría recursos ni esfuerzos, pero de su cuenta corría que nadie tocara siquiera un solo cabello de su amado vástago. Inmediatamente solicitó una cita no con la Srta. Kido, si no con Athena; es decir, no vería a Saori como directora de su fundación, si no como la diosa que era; pues todo el meollo del asunto giraba en torno a la lanza que los autores del mensaje suponían, pues no aseguraban, que el duque tenía en su poder. Más valía prevenir que lamentar de todos modos.
Y de esa forma, tenía una audiencia a puerta cerrada con la diosa y su patriarca, el rejuvenecido Shion de Aries. El duque los puso al tanto de la complicada y peligrosa situación; para que le apoyaran en fraguar un plan para evitar que quien fuera que le enviara la amenaza, pudiese comprobar que efectivamente él custodiaba la muy codiciada y cacareada lanza. Y también ponerlos sobre aviso del peligro en el que estaba no él, si no Terrence; y les informó por mera cortesía que pensaba contratar guardaespaldas para él.
Tanto la diosa como su mano derecha y mentor se miraron preocupados uno al otro. Su preocupación era por supuesto por la reliquia, pero sobre todo por el hijo del duque; ya que si esas personas habían dado con la posibilidad de que Richard estuviera custodiando el arma mítica, guardaespaldas comunes no podrían hacerles frente y resguardar al joven heredero. Definitivamente necesitaban gente especialmente entrenada. Con una sola mirada se pusieron de acuerdo; claro, también porque podían comunicarse vía cosmo los muy tramposos ¬¬
Fue Shion quien tomó la palabra tratando con total familiaridad al noble, ya que lo conocía desde que era un niño, y de hecho incluso había sido su asesor en diversas materias. Tan era así que lo trataba igual de paternal que al resto de sus muchachos, como él llamaba a todos los caballeros y amazonas.
- Richard hijo, estamos de acuerdo contigo en que es urgente e indispensable que alguien se dedique a proteger a tu primogénito; pero tú sabes que estas personas que están tras la lanza de Athena no son gente cualquiera; por lo tanto consideramos prudente que sean unas chicas muy especiales quienes sean la guardia personal de Terrence. –
- ¿Chicas? – se sorprendió un poco el hombre de ojos grises. No es que fuera machista ni nada por el estilo, pero es que él ya se había hecho a la idea de que unos dos o tres musculosos sujetos fueran los protectores de Terry.
Tanto Athena como Shion lo observaron divertidos, y decidieron burlarse un poco de él.
- ¿Qué sucede su gracia? ¿Acaso no confía en la capacidad de las mujeres para cuidar su más valioso tesoro? – fue Saori quien habló, con un destello pícaro en sus ojos aguamarina. El aludido abrió los ojos más sorprendido todavía.
- No mi señora, no se trata de eso por supuesto… es sólo que, no era lo que esperaba. –
- Tal vez nuestro querido duque piensa que al ser muchachas en lugar de cuidar a su hijo se van a dedicar a ser sus fans, con eso de que el jovencito es toda una celebridad y encima asediado por las mujeres… - se burló un poco el patriarca. El pobre aristócrata casi cae en la provocación, si no fuera porque su recio carácter estaba habituado a mantener en control sus reacciones, no hubiese logrado permanecer estoico.
- ¿Es eso milord? – Siguió jugando Athena.
- No señora, no desconfío de ellas… es en Terrence en quien no confío ni un poco… - dijo, con tono bajo y casi suspirando.
Ya veía a su hijo haciéndoles la vida pesada a las pobres mujeres (¡Cuánta inocencia puede haber en aquél que desconoce de lo que le hablan! X-D), pues todo mundo sabía que siempre había sido rebelde e independiente, pendenciero y de indomable carácter. Sus anfitriones lo conocían, sobre todo Shion, y fue justamente por eso que sugirió a esas chicas en particular a Saori, y ella estuvo de acuerdo al 100%.
- Tranquilo Grandchester, te aseguramos que son las mejores y sabrán lidiar con el difícil carácter de Terry. – Lo tranquilizó el patriarca.
Acto seguido, encendió la PC que tenían en el despacho de la diosa y le mostró las fichas biográficas de las elegidas, quedando el duque impactado con lo que vio, para beneplácito de Saori. Por supuesto se dio cuenta de que, efectivamente, ellas eran las más adecuadas y preparadas para tal misión. Eran nada menos que la élite de las espías de la Fundación Kido.
Ellas serían a partir de ese momento, la guardia personal de Terrence Graham, Marqués de Grandchester.
Tres jóvenes entrenadas como amazonas de Athena que servían en el plano civil y no en la orden de caballeros atenienses, pero siempre a las órdenes de la diosa y del patriarca; fueron así mismo entrenadas como espías y tenían en su haber diversas misiones resueltas, tanto en equipo como de forma individual, y que en su momento fueron consideradas como imposibles.
Maia Moretti, la amazona del veneno; italiana de madre mexicana. Entrenada en Grecia como amazona de plata, junto con Shaina de Ofiuco. Combina sus habilidades de guerrera con las de espía, aunque por sus estudios en informática no está tanto en campo sino como espía cibernética, apoyando a sus compañeras en acción. Sabe hablar italiano, español, inglés y griego, con conocimientos de francés y ruso. Todas sus técnicas de ataques son directo a los nervios, como lo hace el veneno de las serpientes, pero sólo una de ellas es completamente mortal. Maia es el cerebro del equipo, posee también la habilidad de la curación.
Luana Hoffman, la amazona del trueno; alemana de madre griega. Prima segunda de Aioros de Sagitario y Aioria de Leo por parte de la madre de ella; entrenada también como amazona de plata en Grecia. Técnicas mortales de poder eléctrico y sensorial; habla alemán, griego, español e inglés. Ataque frontal y directo del equipo. Trabaja en la extensa red y centro de investigaciones en la Fundación. Si es necesario también está dispuesta a utilizar sus habilidades de amazona y sus técnicas en caso de que sirvan de ayuda a sus compañeras de acción.
Andreia Letellier, la amazona del hielo; francesa. Fue entrenada en Siberia como amazona dorada o guardiana de Zeus. Sus técnicas se basan en el manejo del hielo y el agua. Es la defensa y contención, así como la estratega del equipo. Idiomas nativos español (su familia vivió en México una temporada) y francés; domina el ruso e inglés; así como griego y japonés. La Fundación Kido con sus contactos la envió a aprender de los mejores en la SVR (antes KGB, Rusia), y entrenada en técnicas militares con los Spetsnaz (élite militar rusa); de ese modo obtuvo sus habilidades de espionaje.
Las tres fueron llamadas ante la presencia de la diosa y su patriarca, para presentarlas con el Duque de Grandchester; el noble estuvo totalmente de acuerdo y encantado con ellas, agradeció profundamente la ayuda que le brindaban y puso a disposición de las tres, todo el poderío y recursos de su ducado, para que no escatimaran nada en la protección de Terry. Cuando él se hubo retirado, después de coordinarse para presentarles a su primogénito en un par de días en Londres; las amazonas miraron con dureza a sus jefes. Tanto Maia como Andreia tenían cara de circunstancias, pero fue Luana quien puso voz a sus opiniones; argumentando que para proteger a un “aristócrata mimado” no era necesario que fueran ellas tres, que con una persona debía ser suficiente e incluso alguno de los caballeros de acero estaría bien. Shion y Saori le permitieron desahogarse, pues a final de cuentas la decisión estaba tomada, y no cambiarían de opinión únicamente porque sus espías estrellas no consideraban a los nobles “esnobs”, dignos de ser protegidos personalmente por ellas. Además Athena sabía que cambiarían de opinión tan pronto conocieran al famoso Terrence; es decir, muy súper espías eran, pero no dejaban de ser chicas ¿cierto?
Andreia y Maia no decían nada; sin embargo la segunda, siempre con la tecnología en la palma de su mano, optó por hacer una rápida investigación; así que tecleó algo velozmente en su celular, (ese que podía usar para hackear la estación espacial internacional si se le antojaba o.O), apenas la información comenzó a aparecer arqueó una ceja casi imperceptiblemente; la francesa se dio cuenta y vía cosmo le preguntó a su compañera y amiga qué sucedía. “Tienes que ver esto” fue lo que la intelectual y dulce italiana le respondió por el mismo medio. La alta castaña se acercó y al ver las fotografías que Moretti le mostró sonrió divertida, de esa manera ambas sabían qué era lo que harían.
- Luana chère (querida), deja eso y ven aquí s’il te plaît (por favor) – Andreia le pidió a la más joven de las tres. La chica detuvo su perorata y la vio con cara de “no me interrumpas”, pero al darse cuenta de que sus compañeras la miraban sin darle derecho a réplica, guardó silencio y se acercó.
Por supuesto, se quedó muda al ver lo que sus amigas le mostraron; y siendo que hasta hacía treinta segundos se negaba en redondo a cuidar al marqués, ya no dijo nada pues su orgullo leonino le impedía retractarse. Fue así como la Letellier tomó la palabra para aceptar la misión.
- Excelencia, señora – se acercó e hizo la reverencia correspondiente – ofrezco una disculpa a nombre de Luana pues se dejó llevar momentáneamente; pero las tres estamos honradas de que hayan pensado en nosotras para esta importante misión y la aceptamos; es un privilegio para nosotras poder proteger a cualquier persona que ustedes consideren digna de ello. Tengan por seguro que haremos lo que mejor sabemos hacer para garantizar la seguridad del Marqués de Grandchester al 100%, y ofreceremos nuestra vida por él de ser necesario. – Maia sonrió de aquella manera dulce y pícara que sus compañeras conocían como señal de triunfo, mientras Luana fingió aceptar a regañadientes.
Tanto el patriarca como Athena sonrieron discretamente, sabían que sería así; estas tres mujeres eran las mejores, pero también tenían su carácter, así que era posible que no estuvieran tan contentas con ser las guardianas de un joven perteneciente a la nobleza, hasta que lo vieran claro… definitivamente la fama de irresistible de Terrence Graham estaba perfectamente ganada.
- “Te lo dije Shion, me debes 100 euros” – fue lo que Athena le dijo divertida y triunfante a su patriarca, vía cosmo; resultando esto en una cara de susto y ojos entornados por parte del antiguo caballero de Aries.
…
Mientras que en Londres, al día siguiente; una pequeña batalla verbal se llevaba a cabo entre el duque y su heredero.
- Padre… - fue la desesperada expresión del bellísimo marqués, cuando su progenitor le estaba explicando por enésima ocasión, y cada vez menos paciencia, los motivos por los cuales debía ser protegido por amazonas de Athena.
Terry insistía en que no necesitaba niñeras, que era perfectamente capaz de cuidarse solo, que ni siquiera cuando era acosado ferozmente por la prensa o sus más aguerridas fans se amilanó y demás argumentos. Afortunada o desafortunadamente, su obstinado y recio carácter era herencia justamente de Richard, por lo que evidentemente, no le ganó. Con todo y eso, seguía renuente y el mayor tuvo que recurrir a su última carta, que esperaba funcionara; de lo contrario tendría que emitir un decreto de la casa Grandchester que obligara a su impetuoso muchacho a aceptar la protección de su nueva guardia personal, o que fuese inminente que dejara su carrera profesional. Esta última carta era, por supuesto, mostrarle las biografías de sus nuevas guardianas, las cuales incluían fotografías de cada una.
- Hijo, por favor mira esto – lo llamó el duque a su escritorio, donde su elegante laptop mostraba la información confidencial que la fundación proporcionó al aristócrata. El joven estaba recargado en el marco de la ventana, cruzado de brazos y con los ojos cerrados, en negación total.
- Ya te dije que ni las necesito ni las quiero. ¡Encima son chicas! – Fue su terca respuesta.
- No sabía que fueras machista Terrence – fue la severa contestación del mayor; buscando precisamente provocar al muchacho.
- ¡No digas tonterías Richard! No se trata de eso, sabes bien a qué me refiero. No requiero más acosos de los que ya padezco. – El actor contestó airadamente.
- ¡Vamos Terry solamente te estoy pidiendo que veas sus biografías, no que las invites a salir! – y sonrió astuto.
Bufando, Terry se acercó lentamente; y solamente para evitar que su padre insistiera, según él. Lo hizo leer el resumen de las técnicas, habilidades y entrenamiento de cada una, a modo de impresionarlo de alguna manera. Por la expresión que mostró el maravilloso rostro del rebelde del San Pablo, supo que logró su cometido.
- ¿Ves que no son muchachitas cualquiera como esas fanáticas tuyas? Son jóvenes muy preparadas, y fueron entrenadas en las más duras circunstancias que puedas imaginarte, ¡tú mismo conoces las condiciones de entrenamiento del Santuario! Créeme hijo, con ellas estarás más que seguro. –
Terrence apretó los labios, seguía sin estar convencido; pero al menos creía que efectivamente no eran unas acosadoras (¡pobre muajaja!), pero…
- Padre, ¿te das cuenta de lo que significa el que tres terroríficas amazonas con esas feas máscaras estén pegadas de mí todo el tiempo? - Enfatizó eso de “feas máscaras” con singular ímpetu - ¡Ni siquiera voy a saber qué piensan cuando estén en silencio! Me van a espantar a mis fans aparte. – Empezó a caminar en círculos por el despacho, con las manos crispadas. - ¡No! Por muy poderosas que sean me rehúso terminantemente. – Dijo, con firmeza en su potente y profunda voz.
El mayor de los Grandchester, sabiendo que Terry diría algo como eso, se limitó a verlo caminar de un lado a otro; esperó pacientemente a que se detuviera para entonces girar su equipo de cómputo que mostraba en pantalla tres fotografías. Cuando Terrence se percató de ello, miró los grises ojos de su padre de manera por demás inquisitiva; pero un breve y refinado gesto del caballero le hizo comprender al actor que debía acercarse a ver o se atendría a las consecuencias; así que soltando un resoplido y rodando los ojos se acercó a mirar.
Arqueó una ceja y usó toda su fuerza de voluntad para no abrir la boca y los ojos a todo lo que le daban, nada más para no darle el gusto a Richard. Tragó seco y grueso, pues las “terroríficas amazonas” no eran aterradoras y mucho menos horribles o rudas como él pensaba; todo lo contrario, eran tres aparentemente encantadoras jóvenes que no usaban armadura; amén de muy bien proporcionadas, producto del arduo entrenamiento al que fueron y eran sometidas. El duque sonrió divertido al ver la cara que su niño puso; porque magnífico actor sería, pero él lo conocía a la perfección, y supo de inmediato que estaba impresionado. Entonces le explicó que simplemente ya estaba decidido, que mejor se hiciera a la idea y tratara de no complicarles su trabajo a las “pobres”.
Así, con aparente resignación, a Terry no le quedó más remedio que admitir que no tenía ya ninguna excusa para negarse; pues por mucho que la idea de traer tres amazonas tras él todo el tiempo no le atraía mucho que digamos, comprendía que sobre su preciosa vida pesaba una muy seria amenaza, y que las chicas elegidas eran perfectamente capaces de protegerlo. Pero la realidad era que cuando vio las fotografías de las susodichas, cambió de opinión en un santiamén (a pesar de que no se veían sus rostros), sólo que no quería dar su brazo a torcer frente a su papi :-P
El duque, con una sonrisa ladeada que se parecía sospechosamente a la de su hijo mayor, le informó que al día siguiente llegarían sus nuevas guardianas y que la cita para conocerse y organizarse ya estaba concertada. Terry suspiró y tomó nota…
Y de este modo fue que Maia, Luana y Andreia se convirtieron en la guardia personal de Terrence G. Grandchester; y formaron el equipo que sería conocido como: Las Amazonas de Terry.
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...
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Y bien, pues así fue como nació esta guardia personal para nuestro hermoso Liath como pueden leer, no podemos permitir que nadie toque ni una ceja de Terry ¿cierto? ¡gracias por su tiempo para leer, nos seguimos encontrando en el campo de batalla bellas combatientes! ¡Arde cosmo hasta el fin, por Terry!
Y así es que en este segundo día las amazonas traemos otro aporte, también es escritura; pero en esta ocasión queremos contarles cómo es que terminamos siendo la guardia personal del Marqués de Grandchester ¡je, je! Espero que se diviertan tanto como nuestro bello Liath y nosotras mismas.
Disclaimer, los personajes de CC y SS pertenecen a sus creadores y a quienes hayan pagado derechos sobre los mismos; nosotras nada más los tomamos prestados para convivir con ellos y pasarla en grande ¡ja, ja!
¡Saludos!
Una amenaza contra Terry…
By Andreia Letellier (AyameDV)
- Adelante – se escuchó la suavidad de la voz de la señorita que se encontraba sentada frente a un antiguo escritorio de caoba, revisando su celular con una sonrisa bobalicona.
La puerta se cerró y enseguida unos pasos amortiguados por la alfombra se detuvieron frente a ella, el caballero que así llegaba carraspeó ligeramente, pues la joven seguía tecleando con rapidez en la pantalla de su teléfono sin prestar atención alguna al recién llegado. Con una sonrisa amable, y un poco apenada, ella levantó la vista al tiempo que dejaba el aparato en el escritorio y luego extendía la mano tímidamente, misma que era tomada y besada en el dorso con delicadeza y elegancia por su visitante.
- Su excelencia, aprecio mucho que haya aceptado venir a hablar conmigo, a pesar de la premura de la solicitud. – La chica hacía gala de la costosa educación que había recibido durante sus 20 años de vida, pues si bien era la encarnación actual de la gloriosa Palas Athena Parthenos, también era Saori Kido; una bella muchacha que muchas veces se comportaba como cualquier chica de su edad. Otras, claro está, cuando la situación así lo requería, Athena tomaba posesión en toda su majestad y era la diosa de la sabiduría y de la guerra inteligente en toda regla. Como ahora justamente, luego del lapsus “bobus” con su teléfono por supuesto.
- Descuide señorita, no ha sido ningún problema venir tan pronto recibí su llamado. – Respondió el caballero, tomando asiento pues la chica con un delicado gesto lo invitó a hacerlo.
Él era un personaje ampliamente conocido, tanto en el mundo de la política y relaciones internacionales, como en la muy prestigiosa Fundación Kido. Siendo que su familia de origen ha estado en constante y estrecho contacto y colaboración con el Santuario de Athena desde generaciones atrás, con toda la secrecía pertinente del caso; no era nada extraño que desde que Athena volvió a encarnar en una chiquilla que fue adoptada por un magnate japonés, nuestro distinguido visitante también participara activamente de las actividades de la fundación que la diosa de ojos garzos heredara de su abuelo adoptivo.
- ¿Le ofrezco algo de beber su gracia? – Preguntó ella. Le fue aceptado un té y cuando la bebida llegó a sus manos, entonces tornaron a hablar de asuntos importantes, que requerían del apoyo del hombre, y su absoluta discreción.
Una vez que él salió de esa oficina, se dispuso a realizar algunas llamadas, pues le había sido encomendada una misión muy delicada; misma que aceptó presto y orgulloso de ayudar a preservar la paz internacional. En esos momentos, la mítica lanza de Palas Athena Parthenos estaba siendo cuidadosamente embalada, para ser enviada con sumo cuidado y en absoluto silencio y secreto a resguardar a una ubicación conocida únicamente por su Excelencia Richard Graham Alexander, Duque de Grandchester.
El duque juró por su honor y el de la casa Grandchester, que el valiosísimo objeto sería custodiado por él y su familia, y protegería y cuidaría que no cayera en manos erróneas; pues al ser una reliquia tan antigua y con poderes otorgados por la misma diosa y su padre Zeus en persona, era un artículo que de ser mal empleado, podría provocar violentas guerras y otorgarle la gracia de ganarlas a quién la emplease. Normalmente estaba celosamente custodiada en las profundidades del Santuario de Athena, pero al estar este siendo remodelado y restaurado casi en su totalidad, temían que los empleados confundiesen la lanza con cualquier otra normal de las muchísimas que se guardaban en la armería; y era mejor evitar tentaciones o pérdidas por meros descuidos. Así, Saori pensó en otorgar el cuidado de tan delicado tesoro en las más capaces y honorables manos que conocía fuera de su orden; amén de que prácticamente nadie sabía que la casa Grandchester del Reino Unido, colaboraba con el Santuario de la deidad griega; así que ninguna persona sospecharía que justamente el duque podría tener bajo su cuidado semejante objeto. Su colaboración con la muy reconocida Fundación Kido sí era del conocimiento público, pero nadie relacionaba dicha fundación y su muy joven directora, con Athena y su orden; la cual cabe aclarar, tampoco era conocida públicamente.
Solamente el duque sabría la ubicación final de la lanza, nadie más. Richard estuvo además tratando otros asuntos de relevancia con Saori y tuvo oportunidad de instruirla un poco en las artes políticas y diplomáticas; ella consideraba al astuto noble como un magnífico maestro, además era ferviente admiradora del primogénito del aristócrata, el famoso, talentosísimo, e irremediablemente apuesto Terrence Graham. Tan así que ella ya había ido a ver la sublime actuación del joven en más de una ocasión y por supuesto, había conseguido conocerlo personalmente; quedando fascinada por completo gracias a la cautivadora y arrolladora personalidad del heredero al ducado más importante de su país.
Pasaron así algunos meses desde que aquélla visita sucediera, la vida continuaba normalmente para todos, hasta que un extraño mensaje llegó a manos del Duque de Grandchester. Un muy perturbador y críptico escrito que el previsor e inteligente caballero supo interpretar como una velada amenaza contra la vida de su amado hijo mayor, quien al ser una figura pública era muy sencillo de poder ser localizado. No hace falta mencionar que el aristócrata se alarmó en demasía, y que de inmediato se puso manos a la obra para tomar las precauciones pertinentes y protegerlo. No escatimaría recursos ni esfuerzos, pero de su cuenta corría que nadie tocara siquiera un solo cabello de su amado vástago. Inmediatamente solicitó una cita no con la Srta. Kido, si no con Athena; es decir, no vería a Saori como directora de su fundación, si no como la diosa que era; pues todo el meollo del asunto giraba en torno a la lanza que los autores del mensaje suponían, pues no aseguraban, que el duque tenía en su poder. Más valía prevenir que lamentar de todos modos.
Y de esa forma, tenía una audiencia a puerta cerrada con la diosa y su patriarca, el rejuvenecido Shion de Aries. El duque los puso al tanto de la complicada y peligrosa situación; para que le apoyaran en fraguar un plan para evitar que quien fuera que le enviara la amenaza, pudiese comprobar que efectivamente él custodiaba la muy codiciada y cacareada lanza. Y también ponerlos sobre aviso del peligro en el que estaba no él, si no Terrence; y les informó por mera cortesía que pensaba contratar guardaespaldas para él.
Tanto la diosa como su mano derecha y mentor se miraron preocupados uno al otro. Su preocupación era por supuesto por la reliquia, pero sobre todo por el hijo del duque; ya que si esas personas habían dado con la posibilidad de que Richard estuviera custodiando el arma mítica, guardaespaldas comunes no podrían hacerles frente y resguardar al joven heredero. Definitivamente necesitaban gente especialmente entrenada. Con una sola mirada se pusieron de acuerdo; claro, también porque podían comunicarse vía cosmo los muy tramposos ¬¬
Fue Shion quien tomó la palabra tratando con total familiaridad al noble, ya que lo conocía desde que era un niño, y de hecho incluso había sido su asesor en diversas materias. Tan era así que lo trataba igual de paternal que al resto de sus muchachos, como él llamaba a todos los caballeros y amazonas.
- Richard hijo, estamos de acuerdo contigo en que es urgente e indispensable que alguien se dedique a proteger a tu primogénito; pero tú sabes que estas personas que están tras la lanza de Athena no son gente cualquiera; por lo tanto consideramos prudente que sean unas chicas muy especiales quienes sean la guardia personal de Terrence. –
- ¿Chicas? – se sorprendió un poco el hombre de ojos grises. No es que fuera machista ni nada por el estilo, pero es que él ya se había hecho a la idea de que unos dos o tres musculosos sujetos fueran los protectores de Terry.
Tanto Athena como Shion lo observaron divertidos, y decidieron burlarse un poco de él.
- ¿Qué sucede su gracia? ¿Acaso no confía en la capacidad de las mujeres para cuidar su más valioso tesoro? – fue Saori quien habló, con un destello pícaro en sus ojos aguamarina. El aludido abrió los ojos más sorprendido todavía.
- No mi señora, no se trata de eso por supuesto… es sólo que, no era lo que esperaba. –
- Tal vez nuestro querido duque piensa que al ser muchachas en lugar de cuidar a su hijo se van a dedicar a ser sus fans, con eso de que el jovencito es toda una celebridad y encima asediado por las mujeres… - se burló un poco el patriarca. El pobre aristócrata casi cae en la provocación, si no fuera porque su recio carácter estaba habituado a mantener en control sus reacciones, no hubiese logrado permanecer estoico.
- ¿Es eso milord? – Siguió jugando Athena.
- No señora, no desconfío de ellas… es en Terrence en quien no confío ni un poco… - dijo, con tono bajo y casi suspirando.
Ya veía a su hijo haciéndoles la vida pesada a las pobres mujeres (¡Cuánta inocencia puede haber en aquél que desconoce de lo que le hablan! X-D), pues todo mundo sabía que siempre había sido rebelde e independiente, pendenciero y de indomable carácter. Sus anfitriones lo conocían, sobre todo Shion, y fue justamente por eso que sugirió a esas chicas en particular a Saori, y ella estuvo de acuerdo al 100%.
- Tranquilo Grandchester, te aseguramos que son las mejores y sabrán lidiar con el difícil carácter de Terry. – Lo tranquilizó el patriarca.
Acto seguido, encendió la PC que tenían en el despacho de la diosa y le mostró las fichas biográficas de las elegidas, quedando el duque impactado con lo que vio, para beneplácito de Saori. Por supuesto se dio cuenta de que, efectivamente, ellas eran las más adecuadas y preparadas para tal misión. Eran nada menos que la élite de las espías de la Fundación Kido.
Ellas serían a partir de ese momento, la guardia personal de Terrence Graham, Marqués de Grandchester.
Tres jóvenes entrenadas como amazonas de Athena que servían en el plano civil y no en la orden de caballeros atenienses, pero siempre a las órdenes de la diosa y del patriarca; fueron así mismo entrenadas como espías y tenían en su haber diversas misiones resueltas, tanto en equipo como de forma individual, y que en su momento fueron consideradas como imposibles.
Maia Moretti, la amazona del veneno; italiana de madre mexicana. Entrenada en Grecia como amazona de plata, junto con Shaina de Ofiuco. Combina sus habilidades de guerrera con las de espía, aunque por sus estudios en informática no está tanto en campo sino como espía cibernética, apoyando a sus compañeras en acción. Sabe hablar italiano, español, inglés y griego, con conocimientos de francés y ruso. Todas sus técnicas de ataques son directo a los nervios, como lo hace el veneno de las serpientes, pero sólo una de ellas es completamente mortal. Maia es el cerebro del equipo, posee también la habilidad de la curación.
Luana Hoffman, la amazona del trueno; alemana de madre griega. Prima segunda de Aioros de Sagitario y Aioria de Leo por parte de la madre de ella; entrenada también como amazona de plata en Grecia. Técnicas mortales de poder eléctrico y sensorial; habla alemán, griego, español e inglés. Ataque frontal y directo del equipo. Trabaja en la extensa red y centro de investigaciones en la Fundación. Si es necesario también está dispuesta a utilizar sus habilidades de amazona y sus técnicas en caso de que sirvan de ayuda a sus compañeras de acción.
Andreia Letellier, la amazona del hielo; francesa. Fue entrenada en Siberia como amazona dorada o guardiana de Zeus. Sus técnicas se basan en el manejo del hielo y el agua. Es la defensa y contención, así como la estratega del equipo. Idiomas nativos español (su familia vivió en México una temporada) y francés; domina el ruso e inglés; así como griego y japonés. La Fundación Kido con sus contactos la envió a aprender de los mejores en la SVR (antes KGB, Rusia), y entrenada en técnicas militares con los Spetsnaz (élite militar rusa); de ese modo obtuvo sus habilidades de espionaje.
Las tres fueron llamadas ante la presencia de la diosa y su patriarca, para presentarlas con el Duque de Grandchester; el noble estuvo totalmente de acuerdo y encantado con ellas, agradeció profundamente la ayuda que le brindaban y puso a disposición de las tres, todo el poderío y recursos de su ducado, para que no escatimaran nada en la protección de Terry. Cuando él se hubo retirado, después de coordinarse para presentarles a su primogénito en un par de días en Londres; las amazonas miraron con dureza a sus jefes. Tanto Maia como Andreia tenían cara de circunstancias, pero fue Luana quien puso voz a sus opiniones; argumentando que para proteger a un “aristócrata mimado” no era necesario que fueran ellas tres, que con una persona debía ser suficiente e incluso alguno de los caballeros de acero estaría bien. Shion y Saori le permitieron desahogarse, pues a final de cuentas la decisión estaba tomada, y no cambiarían de opinión únicamente porque sus espías estrellas no consideraban a los nobles “esnobs”, dignos de ser protegidos personalmente por ellas. Además Athena sabía que cambiarían de opinión tan pronto conocieran al famoso Terrence; es decir, muy súper espías eran, pero no dejaban de ser chicas ¿cierto?
Andreia y Maia no decían nada; sin embargo la segunda, siempre con la tecnología en la palma de su mano, optó por hacer una rápida investigación; así que tecleó algo velozmente en su celular, (ese que podía usar para hackear la estación espacial internacional si se le antojaba o.O), apenas la información comenzó a aparecer arqueó una ceja casi imperceptiblemente; la francesa se dio cuenta y vía cosmo le preguntó a su compañera y amiga qué sucedía. “Tienes que ver esto” fue lo que la intelectual y dulce italiana le respondió por el mismo medio. La alta castaña se acercó y al ver las fotografías que Moretti le mostró sonrió divertida, de esa manera ambas sabían qué era lo que harían.
- Luana chère (querida), deja eso y ven aquí s’il te plaît (por favor) – Andreia le pidió a la más joven de las tres. La chica detuvo su perorata y la vio con cara de “no me interrumpas”, pero al darse cuenta de que sus compañeras la miraban sin darle derecho a réplica, guardó silencio y se acercó.
Por supuesto, se quedó muda al ver lo que sus amigas le mostraron; y siendo que hasta hacía treinta segundos se negaba en redondo a cuidar al marqués, ya no dijo nada pues su orgullo leonino le impedía retractarse. Fue así como la Letellier tomó la palabra para aceptar la misión.
- Excelencia, señora – se acercó e hizo la reverencia correspondiente – ofrezco una disculpa a nombre de Luana pues se dejó llevar momentáneamente; pero las tres estamos honradas de que hayan pensado en nosotras para esta importante misión y la aceptamos; es un privilegio para nosotras poder proteger a cualquier persona que ustedes consideren digna de ello. Tengan por seguro que haremos lo que mejor sabemos hacer para garantizar la seguridad del Marqués de Grandchester al 100%, y ofreceremos nuestra vida por él de ser necesario. – Maia sonrió de aquella manera dulce y pícara que sus compañeras conocían como señal de triunfo, mientras Luana fingió aceptar a regañadientes.
Tanto el patriarca como Athena sonrieron discretamente, sabían que sería así; estas tres mujeres eran las mejores, pero también tenían su carácter, así que era posible que no estuvieran tan contentas con ser las guardianas de un joven perteneciente a la nobleza, hasta que lo vieran claro… definitivamente la fama de irresistible de Terrence Graham estaba perfectamente ganada.
- “Te lo dije Shion, me debes 100 euros” – fue lo que Athena le dijo divertida y triunfante a su patriarca, vía cosmo; resultando esto en una cara de susto y ojos entornados por parte del antiguo caballero de Aries.
…
Mientras que en Londres, al día siguiente; una pequeña batalla verbal se llevaba a cabo entre el duque y su heredero.
- Padre… - fue la desesperada expresión del bellísimo marqués, cuando su progenitor le estaba explicando por enésima ocasión, y cada vez menos paciencia, los motivos por los cuales debía ser protegido por amazonas de Athena.
Terry insistía en que no necesitaba niñeras, que era perfectamente capaz de cuidarse solo, que ni siquiera cuando era acosado ferozmente por la prensa o sus más aguerridas fans se amilanó y demás argumentos. Afortunada o desafortunadamente, su obstinado y recio carácter era herencia justamente de Richard, por lo que evidentemente, no le ganó. Con todo y eso, seguía renuente y el mayor tuvo que recurrir a su última carta, que esperaba funcionara; de lo contrario tendría que emitir un decreto de la casa Grandchester que obligara a su impetuoso muchacho a aceptar la protección de su nueva guardia personal, o que fuese inminente que dejara su carrera profesional. Esta última carta era, por supuesto, mostrarle las biografías de sus nuevas guardianas, las cuales incluían fotografías de cada una.
- Hijo, por favor mira esto – lo llamó el duque a su escritorio, donde su elegante laptop mostraba la información confidencial que la fundación proporcionó al aristócrata. El joven estaba recargado en el marco de la ventana, cruzado de brazos y con los ojos cerrados, en negación total.
- Ya te dije que ni las necesito ni las quiero. ¡Encima son chicas! – Fue su terca respuesta.
- No sabía que fueras machista Terrence – fue la severa contestación del mayor; buscando precisamente provocar al muchacho.
- ¡No digas tonterías Richard! No se trata de eso, sabes bien a qué me refiero. No requiero más acosos de los que ya padezco. – El actor contestó airadamente.
- ¡Vamos Terry solamente te estoy pidiendo que veas sus biografías, no que las invites a salir! – y sonrió astuto.
Bufando, Terry se acercó lentamente; y solamente para evitar que su padre insistiera, según él. Lo hizo leer el resumen de las técnicas, habilidades y entrenamiento de cada una, a modo de impresionarlo de alguna manera. Por la expresión que mostró el maravilloso rostro del rebelde del San Pablo, supo que logró su cometido.
- ¿Ves que no son muchachitas cualquiera como esas fanáticas tuyas? Son jóvenes muy preparadas, y fueron entrenadas en las más duras circunstancias que puedas imaginarte, ¡tú mismo conoces las condiciones de entrenamiento del Santuario! Créeme hijo, con ellas estarás más que seguro. –
Terrence apretó los labios, seguía sin estar convencido; pero al menos creía que efectivamente no eran unas acosadoras (¡pobre muajaja!), pero…
- Padre, ¿te das cuenta de lo que significa el que tres terroríficas amazonas con esas feas máscaras estén pegadas de mí todo el tiempo? - Enfatizó eso de “feas máscaras” con singular ímpetu - ¡Ni siquiera voy a saber qué piensan cuando estén en silencio! Me van a espantar a mis fans aparte. – Empezó a caminar en círculos por el despacho, con las manos crispadas. - ¡No! Por muy poderosas que sean me rehúso terminantemente. – Dijo, con firmeza en su potente y profunda voz.
El mayor de los Grandchester, sabiendo que Terry diría algo como eso, se limitó a verlo caminar de un lado a otro; esperó pacientemente a que se detuviera para entonces girar su equipo de cómputo que mostraba en pantalla tres fotografías. Cuando Terrence se percató de ello, miró los grises ojos de su padre de manera por demás inquisitiva; pero un breve y refinado gesto del caballero le hizo comprender al actor que debía acercarse a ver o se atendría a las consecuencias; así que soltando un resoplido y rodando los ojos se acercó a mirar.
Arqueó una ceja y usó toda su fuerza de voluntad para no abrir la boca y los ojos a todo lo que le daban, nada más para no darle el gusto a Richard. Tragó seco y grueso, pues las “terroríficas amazonas” no eran aterradoras y mucho menos horribles o rudas como él pensaba; todo lo contrario, eran tres aparentemente encantadoras jóvenes que no usaban armadura; amén de muy bien proporcionadas, producto del arduo entrenamiento al que fueron y eran sometidas. El duque sonrió divertido al ver la cara que su niño puso; porque magnífico actor sería, pero él lo conocía a la perfección, y supo de inmediato que estaba impresionado. Entonces le explicó que simplemente ya estaba decidido, que mejor se hiciera a la idea y tratara de no complicarles su trabajo a las “pobres”.
Así, con aparente resignación, a Terry no le quedó más remedio que admitir que no tenía ya ninguna excusa para negarse; pues por mucho que la idea de traer tres amazonas tras él todo el tiempo no le atraía mucho que digamos, comprendía que sobre su preciosa vida pesaba una muy seria amenaza, y que las chicas elegidas eran perfectamente capaces de protegerlo. Pero la realidad era que cuando vio las fotografías de las susodichas, cambió de opinión en un santiamén (a pesar de que no se veían sus rostros), sólo que no quería dar su brazo a torcer frente a su papi :-P
El duque, con una sonrisa ladeada que se parecía sospechosamente a la de su hijo mayor, le informó que al día siguiente llegarían sus nuevas guardianas y que la cita para conocerse y organizarse ya estaba concertada. Terry suspiró y tomó nota…
Y de este modo fue que Maia, Luana y Andreia se convirtieron en la guardia personal de Terrence G. Grandchester; y formaron el equipo que sería conocido como: Las Amazonas de Terry.
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Y bien, pues así fue como nació esta guardia personal para nuestro hermoso Liath como pueden leer, no podemos permitir que nadie toque ni una ceja de Terry ¿cierto? ¡gracias por su tiempo para leer, nos seguimos encontrando en el campo de batalla bellas combatientes! ¡Arde cosmo hasta el fin, por Terry!