Aquel Aston Martin que los trajo cuando hubo iniciado la Guerra de Florida, hacía ahora su intempestivo arribo en el aeropuerto en el que los esperaba el avión que los llevaría de vuelta a Inglaterra. Descendiendo de él, las Amazonas de Terry junto con su hermoso Liath, bajaban apurados del vehículo después de todo ese viaje de montaña rusa de hacia unos instantes.
El precioso protegido respiraba agitadamente, controlando sus erráticos latidos producto de todo ese viaje para llegar ahí que le había parecido interminable. Después de eso no había nada fuera de ordinario en él, lucía tan hermoso y apetecible como de costumbre.
Aunque claro, nadie quita el hecho de que si sus amazonas hubieran estado usando lápiz labial, estaría ahora todo cubierto de marcas de besos en su bello rostro, ya que al parecer, alguien había estado aprovechándose de él, invadiendo su espacio personal, durante el viaje en el auto en el que había estado con los ojos cerrados.
Terry no sabía quién había sido hasta ahora que veía bien a su Nerd, quien lucía extrañamente contenta con esa sonrisita pícara y un brillo travieso en sus ojos, haciendo que ya no le quedara duda de quién había sido la que lo había estado besando todo el rato.
—No puedo creer que te dejé conducir de nuevo, Chispita. — por fin Terry pudo recuperar la voz, dirigiéndose perplejo a su amazona alemana.
Su Chispita rio, a lo que sus compañeras se le unieron y a su Liath sólo le quedó rodar sus ojos exasperado.
—Acepta que no me puedes negar nada, liebling (cariño).
Con la idea de que en cualquier momento la chispita se podía convertir en incendio, ¿quién no estaría preocupado de negarle algo? Es más, seguía inquieto todavía ante la posibilidad de que cualquier situación hiciera explotar a tremendo choque eléctrico que estaba parada tranquilamente a su lado.
—Con esto compruebo que estás más que recuperada. — expresó, haciendo referencia a ese resfriado que tenía hace unos días.
—Parece que tus cuidados surten el efecto deseado, Liath. — sonrió satisfecha, guiñándole un ojo.
Terry abrió la boca para responderle, pero justo ahí Andreia lo tomó del brazo, jalándolo a su lado para apegarlo muy cerquita de ella hasta que él podía sentir su respiración cerca de su cuello.
—Avancemos de una vez, mon cher. — la francesa miró con una sonrisa a su Liath. —El avión nos espera.
¡Otra vez invadiendo el espacio personal! ¡Qué manía que tenían sus amazonas para hacerlo, sobre todo su Bruja! Y no es que lo sorprendiera, estaba más que acostumbrado a estas muestras de las tendencias chiclosas de su amazona francesa.
Sólo que ahora que ella lo llevaba caminando, aferrándolo del brazo mientras iban en dirección al avión, se dio cuenta que ya estaba aprendiendo a que no lo tomaron desprevenido. La gran prueba se determinaría con su Nerd…
Por cierto, ¿qué es lo que hacía su Nerd ahora?
Desvió sus ojos a ella, y notó que Maia revisaba su celular con insistencia, frunciendo el ceño casi imperceptiblemente. Andreia también lo notó, eso junto al cambio en el cosmos de su amiga italiana, fueron hechos que la intrigaron haciendo que se detuviera un momento.
—¿Qué sucede, ma chére?
La italiana la miró con ansiedad ante lo que acababa de descubrir.
—Al parecer se ha corrido la voz de que el famosísimo Terrence Graham estaba por aquí y... bueno…
No puedo terminar de explicar porque la misma respuesta se presentó en la forma de los desesperados gritos que se oyeron de pronto.
—¡Es él! ¡Dios mío, es él! — las voces por doquier inundaron el lugar, haciendo que Terry se tensara, buscando con su mirada un lugar seguro por donde esconderse.
—¡El hermosísimo Terrence Graham! — más gritos histéricos comenzaron a llegar a sus oídos. —¿No es divinamente hermoso? ¡Sobre él, chicas!
Toda una turba de chicas desesperadas, corrían en dirección a ellos. ¿Cómo habían burlado la seguridad del aeropuerto? Nadie lo sabía, aunque eso era lo de menos, la única opción que Terry creyó tener era correr.
—¡Yo quiero uno de sus cabellos! — escuchaba decir a algunas.
—¡Yo, su ropa! Me muero por verlo sin ropa. — decían otras.
—¡Están locas! ¡Él es mío! — reclamó una de las que dirigían por delante.
¿Qué persona normal podría contra toda esa estampida de fanáticas? Terry tragó en seco. Sí, todo parecía indicar que hoy día se convertirá en maratonista profesional.
— ¡Luana! ¡Maia! — la voz de Andreia fue todo lo que captó Terry antes de que…
Sus amazonas se posicionaron dispuestas a atacar, y él abrió los ojos como platos, sobresaltado ante lo que estaban dispuestas a hacer.
—¡Alto! ¿Qué hacen? —exclamó cuando notó que sus chicas hacían una especie de muro humano entre él y las alborotadas fans que cada vez estaban más cerca.
Sin embargo, lo que más le inquietó fueron las miradas fieras de sus amazonas. ¿No irían atacar a esas fans con sus poderes, verdad?
—Te defenderemos, trésor. — su amazona francesa entornó sus ojos como si fuera muy obvio. —Si te tocan sólo uno de tus preciosos cabellos, estarán condenadas a un ice coffin al instante.
—Un Zanna Mortale si te atreven a lastimarte, caro mio. — expresó Maia con decisión
—¡Nada de ataques, Bruja y Nerd! — advirtió él. — Eso va también para ti, Chispita. — le dijo a Luana que ya tenía sus manos dispuesta a hacer su Leiser Blitz.
Todas se miraron, no esperando esa orden. Andreia le hizo una seña a Maia y Luana con los ojos, y acto seguido entraron en acción.
La Hoffman y la Moretti fueron el resguardo, su misión era detener el avance de las fans a como diera lugar, su Liath no podía caer en las manos de esas chicas.
En cuanto a la misión de Andreia, pues Terry ni siquiera fue consciente de cuál sería hasta el momento en que su Bruja ya lo llevaba de la mano, jalándolo tras de ella mientras corrían hacia el avión a unos metros de ahí.
Cuando Andreia y Terry hubieron llegado a su destino, recién volvieron la vista atrás para que ver que las otras amazonas seguían en su tarea de detener a las fans que veían al dueño de sus sueños huir lejos de ellas.
“Ya es suficiente, chicas.” — comunicó la Letellier vía cosmo. — “Me haré cargo, ahora. Sepárense lo más lejos posible de ellas en este mismo instante.”
Apenas la escucharon, Maia y Luana corrieron presurosas hacia el avión para abordarlo. No sabían que tenía planeado Andreia, pero lo mejor era alejarse.
Apenas vio a sus amigas resguardadas dentro del avión, la francesa vio de nuevo a las fans que al parecer no se querían dar por vencidas e iniciaban una nueva ofensiva, dispuestas a quedarse con el preciado premio que era su Liath listo para empaquetar. Estaban locas si creían que sus Amazonas se lo cederían, y ahora lo comprobarían.
Ninguna supo cómo pasó, las fans iban en nuevo ataque corriendo hacia el avión cuando de la nada el piso bajo ellas se volvió misteriosamente resbaladizo en el momento en que una capa de hielo se formara sobre el suelo. Todas patinaron sobre él, hubo numerosas caídas en las que todas las fans terminaron tiradas sobre el suelo sin saber ni como levantarse, ya que al hacerlo volvían a caerse otra vez.
Andreia sonrió satisfecha, esto era lo mejor no podrían detenerlos ni hasta que el avión despegara. Volviendo con sus compañeras y con su Liath, se preparó para escuchar los reproches de su precioso encargo.
—No soy un muñeco de trapo para que me anden jalando por todos lados. — reclamó Terry, molesto por ser tratado así.
—¿Qué dices, trésor? ¡Claro que eres un muñeco! Sólo que de carne y hueso, además de estar completamente a nuestra disposición, claro. — la francesa agregó lo último sonriendo endiabladamente.
—¡Me tratan como juguete! — vociferó más exasperado.
—Considerando que eres nuestro juguetito privado… —Andreia se encogió de hombros como si nada. —… pues yo diría que es normal.
Terry entreabrió los labios no sabiendo qué responder.
—Se pusieron muy intensas con mis fans. — hizo un nuevo reclamo, para tratar de mantener su control.
—¿Qué podíamos hacer, mio caro? — replicó Maia molesta por ese reproche.—¿Dejarte a la merced de esas chicas?
—Por un momento creí que en verdad las atacarían con sus poderes.
—Ganas no me faltaron. — repuso Luana, cruzándose de brazos. —Sabes lo que me pasa cada vez que… — en cuanto notó la mirada de Terry, decidió no seguir hablando. —Mejor me quedo callada…
—Deja de estar tan molesto, Liath. Esta Guerra de Florida fue un verdadero éxito. ¡Tienes que admitirlo, mon cher! — quiso animar la Letellier.
—Después de defenderte sin descanso todo el mes, cada día viniendo con ofensiva, merecemos algunas felicitaciones por lo menos. — aseguró Maia, cruzándose de brazos como Luana. —Nos faltó esta última prueba para demostrarte nuevamente nuestra capacidad.
—Está bien, si fueron excelentes combatientes. — aceptó Terry con sinceridad. —Me defendieron con garras y dientes.
Sus amazonas se irguieron orgullosas, sonriendo triunfantemente por haber recibida tal elogio de parte de su Liath.
—Con todo y que revelaron esas ocasiones en la que entraron en modo acosador conmigo… — su mirada se volvió acusadora para todas, cada una había revelado momentos privados que habían vivido con él y eso no terminaba por convencerlo.
—¡Por favor, Liath! Bien que adoras cuando nos ponemos así contigo. — la francesa agitó la mano restándole importancia. —No eres inmune a nosotras, mon amour. — acercando su rostro al de él, alzó sus manos para recorrer sus dedos sobre el cuello de él ante de añadir. —Lo sabes muy bien. — sonrió con suficiencia.
Terry liberó el aire que había estado conteniendo desde que notó que ella se acercaba a él.
—¿Te estoy poniendo nerviosito, ma vie? — bromeó Andreia, con otra sonrisa pícara.
El bello actor desvió la mirada, otra vez lo había tomado desprevenido, eso era todo. Sus pensamientos cambiaron de curso cuando le pareció escuchar un estornudo de parte de su Chispita.
—¡Qué raro! Juraría que ya te habías recuperado, te veías muy bien hace rato. — expuso con asombro.
—Creo que la gripe me quiere volver. Vas a tener que cuidarme de nuevo, schatz. — contestó Luana muy contenta, demasiado diría él. — ¿Más postre a la orden para mí, verdad, mein reizvoll?
La alemana esbozó una sonrisa endiablada no dejando lugar a dudas de que le encantaban las atenciones de su Liath.
Terry otra vez se quedó sin saber qué responder, inesperadamente vio a su nerd que había estado muy callada.
—¿Y ahora que dirás tú, Nerd? — la miró poniéndose a la defensiva.
—Por ahora nada. — Maia encogió los hombros tranquila.
El hermoso joven se relajó, al menos su Nerd no vendría con otra de sus intempestivas insinuaciones, o eso creía él.
En ese preciso momento, Chispita convenientemente, se iba a buscar pañuelos y Andreia miraba por la ventana del avión. ¿Acaso Maia desaprovecharía esa oportunidad?
—¿Quieres que repita lo del auto, bellissimo? — se acercó al él súbitamente, susurrándole en su oído. — ¿Te parece bien ir a un lugar más privado? ¿El baño?
Ahí sí Terry se tensó, parecía ser que sus amazonas habían acordado dejarlo sin palabras en este día. De pronto, el aviso de que el avión ya estaba por despegar los interrumpió.
—Más tarde, tú y yo terminaremos esta conversación pendiente. — le sonrió la italiana pícaramente.
Terry no podía creer que los siguieran sorprendiendo así, sacudió su cabeza burlándose de sí mismo.
Sentándose sobre uno de los asientos, el hermoso actor suspiró inconscientemente, pensando en todo lo que vivieron este mes, todo lleno de ofensivas.
—¿Por qué ese suspiro, schatz? — preguntó la alemana, recostada sobre su propio asiento.
—Es sólo que ya regresamos a Inglaterra, y bueno, ya todo terminó. — respondió pensativo.
—¿Pero, qué dices, ma vie? Estás muy equivocado. Esto recién empieza. — le refutó su Bruja muy segura de lo que le decía.
Terry la quedó mirando extrañado, ¿a qué se refería?
—Es cierto, ni siquiera te imaginas todo lo que nos falta por disfrutarte, cuore mio…
El bello joven enarcó una ceja, curvando sus perfectos labios en una irresistible sonrisa ladeada.
—Quiero decir, todo lo que te falta a ti por disfrutar de nuestra encantadora compañía. — agregó su Nerd, aleteando sus pestañas y esbozando un inocente sonrisa.
Terry agrandó su sonrisa, divertido con eso último. Había mucha razón en esas palabras, la vida al lado de sus chicas era una verdadera aventura, y si bien desconocía qué sucedería mañana, estaba muy seguro que junto a sus amazonas, no tenía nada que temer. Al contrario, los que debían de temer eran los otros que querían meterse con ellos, pues Terry bien sabía que no podía estar en mejores manos que en las de sus hermosas amazonas. “Las Amazonas de Terry.”
El precioso protegido respiraba agitadamente, controlando sus erráticos latidos producto de todo ese viaje para llegar ahí que le había parecido interminable. Después de eso no había nada fuera de ordinario en él, lucía tan hermoso y apetecible como de costumbre.
Aunque claro, nadie quita el hecho de que si sus amazonas hubieran estado usando lápiz labial, estaría ahora todo cubierto de marcas de besos en su bello rostro, ya que al parecer, alguien había estado aprovechándose de él, invadiendo su espacio personal, durante el viaje en el auto en el que había estado con los ojos cerrados.
Terry no sabía quién había sido hasta ahora que veía bien a su Nerd, quien lucía extrañamente contenta con esa sonrisita pícara y un brillo travieso en sus ojos, haciendo que ya no le quedara duda de quién había sido la que lo había estado besando todo el rato.
—No puedo creer que te dejé conducir de nuevo, Chispita. — por fin Terry pudo recuperar la voz, dirigiéndose perplejo a su amazona alemana.
Su Chispita rio, a lo que sus compañeras se le unieron y a su Liath sólo le quedó rodar sus ojos exasperado.
—Acepta que no me puedes negar nada, liebling (cariño).
Con la idea de que en cualquier momento la chispita se podía convertir en incendio, ¿quién no estaría preocupado de negarle algo? Es más, seguía inquieto todavía ante la posibilidad de que cualquier situación hiciera explotar a tremendo choque eléctrico que estaba parada tranquilamente a su lado.
—Con esto compruebo que estás más que recuperada. — expresó, haciendo referencia a ese resfriado que tenía hace unos días.
—Parece que tus cuidados surten el efecto deseado, Liath. — sonrió satisfecha, guiñándole un ojo.
Terry abrió la boca para responderle, pero justo ahí Andreia lo tomó del brazo, jalándolo a su lado para apegarlo muy cerquita de ella hasta que él podía sentir su respiración cerca de su cuello.
—Avancemos de una vez, mon cher. — la francesa miró con una sonrisa a su Liath. —El avión nos espera.
¡Otra vez invadiendo el espacio personal! ¡Qué manía que tenían sus amazonas para hacerlo, sobre todo su Bruja! Y no es que lo sorprendiera, estaba más que acostumbrado a estas muestras de las tendencias chiclosas de su amazona francesa.
Sólo que ahora que ella lo llevaba caminando, aferrándolo del brazo mientras iban en dirección al avión, se dio cuenta que ya estaba aprendiendo a que no lo tomaron desprevenido. La gran prueba se determinaría con su Nerd…
Por cierto, ¿qué es lo que hacía su Nerd ahora?
Desvió sus ojos a ella, y notó que Maia revisaba su celular con insistencia, frunciendo el ceño casi imperceptiblemente. Andreia también lo notó, eso junto al cambio en el cosmos de su amiga italiana, fueron hechos que la intrigaron haciendo que se detuviera un momento.
—¿Qué sucede, ma chére?
La italiana la miró con ansiedad ante lo que acababa de descubrir.
—Al parecer se ha corrido la voz de que el famosísimo Terrence Graham estaba por aquí y... bueno…
No puedo terminar de explicar porque la misma respuesta se presentó en la forma de los desesperados gritos que se oyeron de pronto.
—¡Es él! ¡Dios mío, es él! — las voces por doquier inundaron el lugar, haciendo que Terry se tensara, buscando con su mirada un lugar seguro por donde esconderse.
—¡El hermosísimo Terrence Graham! — más gritos histéricos comenzaron a llegar a sus oídos. —¿No es divinamente hermoso? ¡Sobre él, chicas!
Toda una turba de chicas desesperadas, corrían en dirección a ellos. ¿Cómo habían burlado la seguridad del aeropuerto? Nadie lo sabía, aunque eso era lo de menos, la única opción que Terry creyó tener era correr.
—¡Yo quiero uno de sus cabellos! — escuchaba decir a algunas.
—¡Yo, su ropa! Me muero por verlo sin ropa. — decían otras.
—¡Están locas! ¡Él es mío! — reclamó una de las que dirigían por delante.
¿Qué persona normal podría contra toda esa estampida de fanáticas? Terry tragó en seco. Sí, todo parecía indicar que hoy día se convertirá en maratonista profesional.
— ¡Luana! ¡Maia! — la voz de Andreia fue todo lo que captó Terry antes de que…
Sus amazonas se posicionaron dispuestas a atacar, y él abrió los ojos como platos, sobresaltado ante lo que estaban dispuestas a hacer.
—¡Alto! ¿Qué hacen? —exclamó cuando notó que sus chicas hacían una especie de muro humano entre él y las alborotadas fans que cada vez estaban más cerca.
Sin embargo, lo que más le inquietó fueron las miradas fieras de sus amazonas. ¿No irían atacar a esas fans con sus poderes, verdad?
—Te defenderemos, trésor. — su amazona francesa entornó sus ojos como si fuera muy obvio. —Si te tocan sólo uno de tus preciosos cabellos, estarán condenadas a un ice coffin al instante.
—Un Zanna Mortale si te atreven a lastimarte, caro mio. — expresó Maia con decisión
—¡Nada de ataques, Bruja y Nerd! — advirtió él. — Eso va también para ti, Chispita. — le dijo a Luana que ya tenía sus manos dispuesta a hacer su Leiser Blitz.
Todas se miraron, no esperando esa orden. Andreia le hizo una seña a Maia y Luana con los ojos, y acto seguido entraron en acción.
La Hoffman y la Moretti fueron el resguardo, su misión era detener el avance de las fans a como diera lugar, su Liath no podía caer en las manos de esas chicas.
En cuanto a la misión de Andreia, pues Terry ni siquiera fue consciente de cuál sería hasta el momento en que su Bruja ya lo llevaba de la mano, jalándolo tras de ella mientras corrían hacia el avión a unos metros de ahí.
Cuando Andreia y Terry hubieron llegado a su destino, recién volvieron la vista atrás para que ver que las otras amazonas seguían en su tarea de detener a las fans que veían al dueño de sus sueños huir lejos de ellas.
“Ya es suficiente, chicas.” — comunicó la Letellier vía cosmo. — “Me haré cargo, ahora. Sepárense lo más lejos posible de ellas en este mismo instante.”
Apenas la escucharon, Maia y Luana corrieron presurosas hacia el avión para abordarlo. No sabían que tenía planeado Andreia, pero lo mejor era alejarse.
Apenas vio a sus amigas resguardadas dentro del avión, la francesa vio de nuevo a las fans que al parecer no se querían dar por vencidas e iniciaban una nueva ofensiva, dispuestas a quedarse con el preciado premio que era su Liath listo para empaquetar. Estaban locas si creían que sus Amazonas se lo cederían, y ahora lo comprobarían.
Ninguna supo cómo pasó, las fans iban en nuevo ataque corriendo hacia el avión cuando de la nada el piso bajo ellas se volvió misteriosamente resbaladizo en el momento en que una capa de hielo se formara sobre el suelo. Todas patinaron sobre él, hubo numerosas caídas en las que todas las fans terminaron tiradas sobre el suelo sin saber ni como levantarse, ya que al hacerlo volvían a caerse otra vez.
Andreia sonrió satisfecha, esto era lo mejor no podrían detenerlos ni hasta que el avión despegara. Volviendo con sus compañeras y con su Liath, se preparó para escuchar los reproches de su precioso encargo.
—No soy un muñeco de trapo para que me anden jalando por todos lados. — reclamó Terry, molesto por ser tratado así.
—¿Qué dices, trésor? ¡Claro que eres un muñeco! Sólo que de carne y hueso, además de estar completamente a nuestra disposición, claro. — la francesa agregó lo último sonriendo endiabladamente.
—¡Me tratan como juguete! — vociferó más exasperado.
—Considerando que eres nuestro juguetito privado… —Andreia se encogió de hombros como si nada. —… pues yo diría que es normal.
Terry entreabrió los labios no sabiendo qué responder.
—Se pusieron muy intensas con mis fans. — hizo un nuevo reclamo, para tratar de mantener su control.
—¿Qué podíamos hacer, mio caro? — replicó Maia molesta por ese reproche.—¿Dejarte a la merced de esas chicas?
—Por un momento creí que en verdad las atacarían con sus poderes.
—Ganas no me faltaron. — repuso Luana, cruzándose de brazos. —Sabes lo que me pasa cada vez que… — en cuanto notó la mirada de Terry, decidió no seguir hablando. —Mejor me quedo callada…
—Deja de estar tan molesto, Liath. Esta Guerra de Florida fue un verdadero éxito. ¡Tienes que admitirlo, mon cher! — quiso animar la Letellier.
—Después de defenderte sin descanso todo el mes, cada día viniendo con ofensiva, merecemos algunas felicitaciones por lo menos. — aseguró Maia, cruzándose de brazos como Luana. —Nos faltó esta última prueba para demostrarte nuevamente nuestra capacidad.
—Está bien, si fueron excelentes combatientes. — aceptó Terry con sinceridad. —Me defendieron con garras y dientes.
Sus amazonas se irguieron orgullosas, sonriendo triunfantemente por haber recibida tal elogio de parte de su Liath.
—Con todo y que revelaron esas ocasiones en la que entraron en modo acosador conmigo… — su mirada se volvió acusadora para todas, cada una había revelado momentos privados que habían vivido con él y eso no terminaba por convencerlo.
—¡Por favor, Liath! Bien que adoras cuando nos ponemos así contigo. — la francesa agitó la mano restándole importancia. —No eres inmune a nosotras, mon amour. — acercando su rostro al de él, alzó sus manos para recorrer sus dedos sobre el cuello de él ante de añadir. —Lo sabes muy bien. — sonrió con suficiencia.
Terry liberó el aire que había estado conteniendo desde que notó que ella se acercaba a él.
—¿Te estoy poniendo nerviosito, ma vie? — bromeó Andreia, con otra sonrisa pícara.
El bello actor desvió la mirada, otra vez lo había tomado desprevenido, eso era todo. Sus pensamientos cambiaron de curso cuando le pareció escuchar un estornudo de parte de su Chispita.
—¡Qué raro! Juraría que ya te habías recuperado, te veías muy bien hace rato. — expuso con asombro.
—Creo que la gripe me quiere volver. Vas a tener que cuidarme de nuevo, schatz. — contestó Luana muy contenta, demasiado diría él. — ¿Más postre a la orden para mí, verdad, mein reizvoll?
La alemana esbozó una sonrisa endiablada no dejando lugar a dudas de que le encantaban las atenciones de su Liath.
Terry otra vez se quedó sin saber qué responder, inesperadamente vio a su nerd que había estado muy callada.
—¿Y ahora que dirás tú, Nerd? — la miró poniéndose a la defensiva.
—Por ahora nada. — Maia encogió los hombros tranquila.
El hermoso joven se relajó, al menos su Nerd no vendría con otra de sus intempestivas insinuaciones, o eso creía él.
En ese preciso momento, Chispita convenientemente, se iba a buscar pañuelos y Andreia miraba por la ventana del avión. ¿Acaso Maia desaprovecharía esa oportunidad?
—¿Quieres que repita lo del auto, bellissimo? — se acercó al él súbitamente, susurrándole en su oído. — ¿Te parece bien ir a un lugar más privado? ¿El baño?
Ahí sí Terry se tensó, parecía ser que sus amazonas habían acordado dejarlo sin palabras en este día. De pronto, el aviso de que el avión ya estaba por despegar los interrumpió.
—Más tarde, tú y yo terminaremos esta conversación pendiente. — le sonrió la italiana pícaramente.
Terry no podía creer que los siguieran sorprendiendo así, sacudió su cabeza burlándose de sí mismo.
Sentándose sobre uno de los asientos, el hermoso actor suspiró inconscientemente, pensando en todo lo que vivieron este mes, todo lleno de ofensivas.
—¿Por qué ese suspiro, schatz? — preguntó la alemana, recostada sobre su propio asiento.
—Es sólo que ya regresamos a Inglaterra, y bueno, ya todo terminó. — respondió pensativo.
—¿Pero, qué dices, ma vie? Estás muy equivocado. Esto recién empieza. — le refutó su Bruja muy segura de lo que le decía.
Terry la quedó mirando extrañado, ¿a qué se refería?
—Es cierto, ni siquiera te imaginas todo lo que nos falta por disfrutarte, cuore mio…
El bello joven enarcó una ceja, curvando sus perfectos labios en una irresistible sonrisa ladeada.
—Quiero decir, todo lo que te falta a ti por disfrutar de nuestra encantadora compañía. — agregó su Nerd, aleteando sus pestañas y esbozando un inocente sonrisa.
Terry agrandó su sonrisa, divertido con eso último. Había mucha razón en esas palabras, la vida al lado de sus chicas era una verdadera aventura, y si bien desconocía qué sucedería mañana, estaba muy seguro que junto a sus amazonas, no tenía nada que temer. Al contrario, los que debían de temer eran los otros que querían meterse con ellos, pues Terry bien sabía que no podía estar en mejores manos que en las de sus hermosas amazonas. “Las Amazonas de Terry.”