"Luz del Alba"
By: Lita Wellington
Capítulo Dos
By: Lita Wellington
Capítulo Dos
- Diez minutos de retraso señor, por favor tome asiento - dijo el Sr. Sullivan.
- ¿Qué significa todo esto?- levantándose de su asiento eufórico Abelard Diamond - el no pertenece a la familia.
- No es de tu incumbencia hijo, toma asiento y no digas ni una palabra más.
- ¿Cómo quieres que me calme? - golpeando el escritorio con fuerza Abelard.
- Has lo que te digo - fue la respuesta determinante del viejo Almirante Adolphus Diamond.
Bien o mal tuvo que hacerlo, pero antes de sentarse observo con recelo al intruso, y no olvido observar de reojo a su cuñada, quien después de haber entrado el hombre de la gabardina, su semblante cambio, no desaprovecho, esa gran oportunidad.
- Cuñada que te sucede, te sientes mal o son las molestias ocasionadas por tu nuevo embarazó, que pena a mi hermano le hubiera gustado estar contigo.
- Y te perjudica en algo, es mi problema – respondiendo la mujer de forma tajante
- Querida cuñada por fin saliste de tu cascarón, no conocía esa faceta tuya esto debería publicarlo en el New York Times en primera plana, ¿Qué te parece?
- Abelard una palabra más y té largas, no vamos a soportar tus desplantes de estúpida altanería - se escuchó la voz del viejo almirante en las cuatro paredes del despacho, una copa se rompió por el grito autoritario aunque tuviese 70 años el Sr. Diamond, aún tenía las fuerzas suficientes para acallar los desplantes de su hijo.
- Sra. Diamond es mejor empezar con lo que nos concierne.
- Haga su trabajo Sr. Sullivan, espero que no más interrupciones innecesarias.
- ¿Cómo diga señora?
El abogado abrió una carpeta negra que se encontraba encima del escritorio de esta extrajo un sobre amarillo.
- Sra. Diamond puede acercarse, por petición de su difunto esposo, me pidió que usted leyera el testamento.
La dama se levantó de su asiento para luego caminar hacia el escritorio de caoba, sus piernas le temblaban considerablemente, su corazón era un martilleo de emociones, su caminar era por inercia, quería salir del lugar y gritar a los cuatro vientos todo lo que llevaba en el alma. Al pasar junto al hombre de la gabardina sintió como él, le tomo la mano discretamente dándole su apoyo moral.
- Tome asiento señora, si es tan amable de abrir el sobre y por favor verifique que la letra es la de su esposo para dar comienzo con la lectura - mientras le daba las indicaciones pertinentes a la dama, el abogado observó de reojo a la concurrencia quienes estaban a la expectativa.
- Sr. Sullivan la letra es de mi esposo, por lo tanto daré lectura.
- Señores pido absoluto silencio - dijo el abogado.
Era un juego de ajedrez, faltaban solo unos minutos para darle jaque mate al rey.
Yo Armand Diamond consciente de mis facultades mentales declaro que todo lo escrito en este documento es legal y se encuentra avalado por las leyes americanas y británicas.
Dejo como administradores de mis negocios a las siguientes personas:
A mi padre el Sr. Adolphus Diamond de mis negocios en Londres, espero que esta situación no le incomode en lo absoluto padre, yo sé que puedo confiar en usted en todo.
Referente a mis negocios en Estados Unidos, la mayoría estarán afianzados en un fideicomiso de New York y Boston los cuales serán supervisados por mi abogado y amigo el Sr. Raymond Sullivan.
Papá, agradezco todo lo que hiciste por mí y cuida a mi esposa e hijos, ella es joven y deseo que rehaga su vida.
Raymond amigo, puedo confiar en ti ciegamente todos mis negocios son el patrimonio de mis hijos.
Todavía queda un punto a tratar. No se vayan, ven aún hago bromas en un momento tan solemne.
Solo mencione a los administradores y no a los herederos.
Dejó como únicos herederos universales de todos mis bienes a mi esposa Annie Brighton de Diamond y a mis hijos Armand Diamond y al pequeño que está por nacer y al cual no veré crecer porque mi tiempo con los mortales llegó a su límite.
Annie te pido que por favor si fuese niño se llame como mi padre y si fuese niña se llame Pollet como mi madre la cual nunca conocí, aunque ahora por gracia divina la podré conocer.
Lo que más me duele es no ver crecer a mis hijos, jugar con ellos, platicar de sus penas y alegrías, pero tu Annie harás eso por mí, junto con mi amigo del colegio el Sr. Archibald Cornwell quien será el albacea de la fortuna de nuestros hijos hasta que cumplan la mayoría de edad.
Abelard crees que me olvide de ti en mi testamento, pues estas muy equivocado, también tengo algo para ti.
Te dejo todo mi odio y rencor, no pensé odiar a alguien como tú, tratando de enlodar el nombre de mi esposa de todas las maneras posibles. Tu alma está llena de resentimiento.
La repartición de mis bienes quedó más que claro y en caso de que llegase a pasar algo a mis administradores todo quedará a cargo del Sr. Cornwell y de los fideicomisos.
No tienes ningún derecho de tomar nada de lo mío, como mi hermano te habría dejado la custodia de mis hijos, así como su educación y podrías disponer de una ayuda mensual de mi parte, tus negocios van de mal en peor y quise ayudarte pero al no aceptar a mi esposa supuestamente en nuestro círculo social no habrá nada de mi parte ve cómo puedes salir de tus deudas, Abelard.
Aunque nos separaban diez años, te considere más que mi hermano, eras mi mano derecha en todo, la situación cambio cuando me case, mi esposa me confió parte de su vida que no daré a relucir para darte gusto, confórmate con lo que sabes.
Tu avaricia es tu único consuelo provocando que te quedes solo de por vida, solo te pido un favor si todavía tienes un poco de dignidad, deja en paz a mi familia.
Por último doy a todos las gracias por estar presentes en la lectura de mi última voluntad.
Theodore fuiste un gran amigo y también te dejó algo para ti y tu hija Lilian una cuenta bancaria la cual podrás disponer después de que mi esposa termine de leer el testamento.
A Lilian le dejo la casa de Cleveland con la cual soñó toda su vida.
Qué dios los bendiga y nos veremos en la otra vida.
Sir. Armand Diamond
La lectura del testamento había terminado Abelard fue el primero en salir del despacho no sin antes vociferar una que otra palabra que los demás hicieron caso omiso.
- Señor Theodore Rusell le hago entrega de estos documentos puede disponer de la cuenta bancaria cuando guste - acercándose al hombre que se encontraba al lado derecho del almirante.
- Gracias Sr. Sullivan, antes de recibir dichos documentos deseo dejar algo muy claro no pienso en lo más mínimo dejar a la familia Diamond le he servido por más de 50 años, ellos también son mi familia. Sra. Diamond la apoyaré en todo como lo hice con el joven Armand.
- Theodore agradezco su apoyo gracias - dijo Annie tenía que ser fuerte y no llorar por las palabras de aquel hombre.
- Sr. Cornwell discúlpenos por meterlo en problemas de esta índole- la voz del almirante fue la siguiente en escucharse.
- La sorpresa fue mía almirante Armand me confió varios asuntos los cuales llevaré a cabo, sus nietos tendrán la mejor educación.
- Gracias muchacho - levantándose de su asiento el almirante se acercó a su nuera Annie - debes estar muy cansada por el viaje es mejor irnos.
- Disculpe la intromisión Sr. Diamond, pero si la señora lo permite, deseo hablar con ella y con el Sr. Cornwell unos minutos más.
- ¿Qué piensas hija? – preguntó el Almirante
- No hay ningún inconveniente por mi parte y usted Sr. Cornwell.
- Tampoco que le parece si la llevó a su casa.
Annie quedó pensativa.
- Theodore por favor lleve a mi suegro a casa, el Sr. Cornwell me llevará.
- Si señora como diga con su permiso.
- Nos vemos más tarde hija- el Sr. Diamond se acercó a su nuera y beso su frente para luego dejar el despacho.
- Annie, no hay problema que te tutee verdad.
- No Raymond
- Fue un testamento extraño, este tiene su explicación, dicho documento fue escrito un día antes de la muerte de Armand. Me pidió que te entregará este sobre a solas y como único testigo el Sr. Cornwell.
- Armand últimamente se comportaba muy extraño y no explico el ¿Por qué?
- Todo se encuentra en este sobre Annie.
- Sra. Diamond, Armand me pidió que lo abriera después de su embarazó - fueron las palabras de Archie.
- Entiendo así lo haré, creo que es mejor que nos vayamos.
- Gracias Annie te veré la semana próxima para darte un informe completo de todos los bienes.
Annie asintió con la cabeza afirmativamente para luego salir en compañía de Archie hacia el estacionamiento y abordar un auto Renault con dirección a la mansión Diamond, nunca se percataron que un auto Ford lo seguía a uno distancia discreta.
- Querida Annie fuiste de mi hermano y no pienso dejarte en paz hasta que seas mía.
Continuara…
¿Por qué Annie se casó con Armand?, ¿Qué sucedió con su relación con Archie?, Abelard busca la fortuna de su hermano o desea a su cuñada.
- ¿Qué significa todo esto?- levantándose de su asiento eufórico Abelard Diamond - el no pertenece a la familia.
- No es de tu incumbencia hijo, toma asiento y no digas ni una palabra más.
- ¿Cómo quieres que me calme? - golpeando el escritorio con fuerza Abelard.
- Has lo que te digo - fue la respuesta determinante del viejo Almirante Adolphus Diamond.
Bien o mal tuvo que hacerlo, pero antes de sentarse observo con recelo al intruso, y no olvido observar de reojo a su cuñada, quien después de haber entrado el hombre de la gabardina, su semblante cambio, no desaprovecho, esa gran oportunidad.
- Cuñada que te sucede, te sientes mal o son las molestias ocasionadas por tu nuevo embarazó, que pena a mi hermano le hubiera gustado estar contigo.
- Y te perjudica en algo, es mi problema – respondiendo la mujer de forma tajante
- Querida cuñada por fin saliste de tu cascarón, no conocía esa faceta tuya esto debería publicarlo en el New York Times en primera plana, ¿Qué te parece?
- Abelard una palabra más y té largas, no vamos a soportar tus desplantes de estúpida altanería - se escuchó la voz del viejo almirante en las cuatro paredes del despacho, una copa se rompió por el grito autoritario aunque tuviese 70 años el Sr. Diamond, aún tenía las fuerzas suficientes para acallar los desplantes de su hijo.
- Sra. Diamond es mejor empezar con lo que nos concierne.
- Haga su trabajo Sr. Sullivan, espero que no más interrupciones innecesarias.
- ¿Cómo diga señora?
El abogado abrió una carpeta negra que se encontraba encima del escritorio de esta extrajo un sobre amarillo.
- Sra. Diamond puede acercarse, por petición de su difunto esposo, me pidió que usted leyera el testamento.
La dama se levantó de su asiento para luego caminar hacia el escritorio de caoba, sus piernas le temblaban considerablemente, su corazón era un martilleo de emociones, su caminar era por inercia, quería salir del lugar y gritar a los cuatro vientos todo lo que llevaba en el alma. Al pasar junto al hombre de la gabardina sintió como él, le tomo la mano discretamente dándole su apoyo moral.
- Tome asiento señora, si es tan amable de abrir el sobre y por favor verifique que la letra es la de su esposo para dar comienzo con la lectura - mientras le daba las indicaciones pertinentes a la dama, el abogado observó de reojo a la concurrencia quienes estaban a la expectativa.
- Sr. Sullivan la letra es de mi esposo, por lo tanto daré lectura.
- Señores pido absoluto silencio - dijo el abogado.
Era un juego de ajedrez, faltaban solo unos minutos para darle jaque mate al rey.
Yo Armand Diamond consciente de mis facultades mentales declaro que todo lo escrito en este documento es legal y se encuentra avalado por las leyes americanas y británicas.
Dejo como administradores de mis negocios a las siguientes personas:
A mi padre el Sr. Adolphus Diamond de mis negocios en Londres, espero que esta situación no le incomode en lo absoluto padre, yo sé que puedo confiar en usted en todo.
Referente a mis negocios en Estados Unidos, la mayoría estarán afianzados en un fideicomiso de New York y Boston los cuales serán supervisados por mi abogado y amigo el Sr. Raymond Sullivan.
Papá, agradezco todo lo que hiciste por mí y cuida a mi esposa e hijos, ella es joven y deseo que rehaga su vida.
Raymond amigo, puedo confiar en ti ciegamente todos mis negocios son el patrimonio de mis hijos.
Todavía queda un punto a tratar. No se vayan, ven aún hago bromas en un momento tan solemne.
Solo mencione a los administradores y no a los herederos.
Dejó como únicos herederos universales de todos mis bienes a mi esposa Annie Brighton de Diamond y a mis hijos Armand Diamond y al pequeño que está por nacer y al cual no veré crecer porque mi tiempo con los mortales llegó a su límite.
Annie te pido que por favor si fuese niño se llame como mi padre y si fuese niña se llame Pollet como mi madre la cual nunca conocí, aunque ahora por gracia divina la podré conocer.
Lo que más me duele es no ver crecer a mis hijos, jugar con ellos, platicar de sus penas y alegrías, pero tu Annie harás eso por mí, junto con mi amigo del colegio el Sr. Archibald Cornwell quien será el albacea de la fortuna de nuestros hijos hasta que cumplan la mayoría de edad.
Abelard crees que me olvide de ti en mi testamento, pues estas muy equivocado, también tengo algo para ti.
Te dejo todo mi odio y rencor, no pensé odiar a alguien como tú, tratando de enlodar el nombre de mi esposa de todas las maneras posibles. Tu alma está llena de resentimiento.
La repartición de mis bienes quedó más que claro y en caso de que llegase a pasar algo a mis administradores todo quedará a cargo del Sr. Cornwell y de los fideicomisos.
No tienes ningún derecho de tomar nada de lo mío, como mi hermano te habría dejado la custodia de mis hijos, así como su educación y podrías disponer de una ayuda mensual de mi parte, tus negocios van de mal en peor y quise ayudarte pero al no aceptar a mi esposa supuestamente en nuestro círculo social no habrá nada de mi parte ve cómo puedes salir de tus deudas, Abelard.
Aunque nos separaban diez años, te considere más que mi hermano, eras mi mano derecha en todo, la situación cambio cuando me case, mi esposa me confió parte de su vida que no daré a relucir para darte gusto, confórmate con lo que sabes.
Tu avaricia es tu único consuelo provocando que te quedes solo de por vida, solo te pido un favor si todavía tienes un poco de dignidad, deja en paz a mi familia.
Por último doy a todos las gracias por estar presentes en la lectura de mi última voluntad.
Theodore fuiste un gran amigo y también te dejó algo para ti y tu hija Lilian una cuenta bancaria la cual podrás disponer después de que mi esposa termine de leer el testamento.
A Lilian le dejo la casa de Cleveland con la cual soñó toda su vida.
Qué dios los bendiga y nos veremos en la otra vida.
Sir. Armand Diamond
La lectura del testamento había terminado Abelard fue el primero en salir del despacho no sin antes vociferar una que otra palabra que los demás hicieron caso omiso.
- Señor Theodore Rusell le hago entrega de estos documentos puede disponer de la cuenta bancaria cuando guste - acercándose al hombre que se encontraba al lado derecho del almirante.
- Gracias Sr. Sullivan, antes de recibir dichos documentos deseo dejar algo muy claro no pienso en lo más mínimo dejar a la familia Diamond le he servido por más de 50 años, ellos también son mi familia. Sra. Diamond la apoyaré en todo como lo hice con el joven Armand.
- Theodore agradezco su apoyo gracias - dijo Annie tenía que ser fuerte y no llorar por las palabras de aquel hombre.
- Sr. Cornwell discúlpenos por meterlo en problemas de esta índole- la voz del almirante fue la siguiente en escucharse.
- La sorpresa fue mía almirante Armand me confió varios asuntos los cuales llevaré a cabo, sus nietos tendrán la mejor educación.
- Gracias muchacho - levantándose de su asiento el almirante se acercó a su nuera Annie - debes estar muy cansada por el viaje es mejor irnos.
- Disculpe la intromisión Sr. Diamond, pero si la señora lo permite, deseo hablar con ella y con el Sr. Cornwell unos minutos más.
- ¿Qué piensas hija? – preguntó el Almirante
- No hay ningún inconveniente por mi parte y usted Sr. Cornwell.
- Tampoco que le parece si la llevó a su casa.
Annie quedó pensativa.
- Theodore por favor lleve a mi suegro a casa, el Sr. Cornwell me llevará.
- Si señora como diga con su permiso.
- Nos vemos más tarde hija- el Sr. Diamond se acercó a su nuera y beso su frente para luego dejar el despacho.
- Annie, no hay problema que te tutee verdad.
- No Raymond
- Fue un testamento extraño, este tiene su explicación, dicho documento fue escrito un día antes de la muerte de Armand. Me pidió que te entregará este sobre a solas y como único testigo el Sr. Cornwell.
- Armand últimamente se comportaba muy extraño y no explico el ¿Por qué?
- Todo se encuentra en este sobre Annie.
- Sra. Diamond, Armand me pidió que lo abriera después de su embarazó - fueron las palabras de Archie.
- Entiendo así lo haré, creo que es mejor que nos vayamos.
- Gracias Annie te veré la semana próxima para darte un informe completo de todos los bienes.
Annie asintió con la cabeza afirmativamente para luego salir en compañía de Archie hacia el estacionamiento y abordar un auto Renault con dirección a la mansión Diamond, nunca se percataron que un auto Ford lo seguía a uno distancia discreta.
- Querida Annie fuiste de mi hermano y no pienso dejarte en paz hasta que seas mía.
Continuara…
¿Por qué Annie se casó con Armand?, ¿Qué sucedió con su relación con Archie?, Abelard busca la fortuna de su hermano o desea a su cuñada.