Amar sin fronteras.
CAPITULO II.
En el gran salón de la mansión, Elisa y Neil se encontraban en franca conversación.
-hermanito ¿Dónde dejaste a tu flamante noviecita?
-¡oh! Cállate Elisa, que todo esto, en parte es tu culpa
-¿Por qué mi culpa? Tú fuiste el que dijo que se quiere casar con la huérfana
-si lo dije, pero tampoco quería que nos llevaran a todo esto
-Neil, solo estoy cumpliendo tus deseos, te dije que convencería a mamá que aceptara a Candy como tu esposa, y que juntas buscaríamos la aprobación de la tía abuela Elroy, debemos aprovechar la ausencia del tío abuelo. Él no sabe nada de lo que está pasando y si se llaga a enterar que estamos tomando decisiones en su nombre ¡no sé de qué sería capaz!
-así es hermanita, para cuando el vejete ese aparezca, ya no habrá nada que hacer – ambos jóvenes pegan tremendas carcajadas.
Mientras tanto, Candy escapaba por la puerta trasera de la mansión, corre al auto de la familia que se encuentra aparcado en la entrada, abre la puerta y lo aborda sin perder tiempo. El chofer, que se encuentra a la distancia, ve como alguien trata de encender el auto y corre hacia el creyendo que intentaban hurtarlo. Una vez que se acercó, se percató que la persona que se encontraba dentro, era la señorita Candy.
-¿necesita ayuda señorita?
-si Peter, por favor… llévame a la casa de Chicago, es urgente ¡date prisa!
El hombre de inmediato toma su lugar, enciende el auto y comienza a avanzar por el camino flanqueado por rosas de todos los colores, dirigiéndose al portal de las rosas que Antoni cuidaba con tanto recelo, para después tomar el camino que los llevaría a Chicago.
Peter hacía muchos años que trabajaba para la familia Ardley, conocía a Candy desde que era una niña pequeña y ahora al observarla por el espejo retrovisor, veía a una mujer temerosa, llorando por tan infame infierno que le aguardaba si el matrimonio se llegaba a consumar, pues para nadie en la mansión de Lakewood o en la mansión Legan era un secreto la forma en que los hermanitos trataban a los sirvientes o cualquier ser inferior a ellos.
Una vez que entraron en la residencia de Chicago y el auto se detuvo en la entrada, la rubia salió a toda prisa corriendo por el pórtico y entrando a la casa. Esta, a su vez, de inmediato pregunta a la gente de servicio que se encontraba realizando las labores domésticas -¿Dónde se encuentra George?- la respuesta que obtuvo de la menuda muchachita fue – el señor Johnson se encuentra en el despacho- Candy, con paso acelerado se dirige al lugar que le indicaron y al llegar a este abre ambas puestas sin siquiera anunciar su llegada.
Dentro, George se encontraba tomando los apuntes en los libros de contabilidad, le sorprende tanto ver a la jovencita enfundada en llanto y completamente desalineada.
-señorita Candy ¿Qué le sucede?
-George…
-¿Qué le pasa? por favor, explíqueme
-¿Dónde se encuentra el bis abuelo? ¿Dónde está?
-señorita, no puedo darle esa información por…
Candy, sorprendida golpea con ambas manos el escritorio de George pues quiere respuestas, necesita respuestas.
-no entiendes… me quieren casar con Neil y quiero saber ¿Por qué el bis abuelo dio su aprobación? ¿Por qué me quiere atar a él?
-George sorprendido- señorita Candice, el señor William no ha consentido tal disparate ¿de dónde saco tal cosa?
-la tía Elroy acaba de anunciar nuestro matrimonio para dentro de dos meses
-¡que!
-así es, por favor… dime ¿Dónde está? Yo le are entender que Neil y yo no seremos felices, que no seré feliz, que no lo quiero y él a mí tampoco, por favor George
-señorita, lamento no poderla ayudar. En estos momentos el señor William salió del país, lo único que podría hacer es enviarle un telegrama y esperar por su respuesta, le pediré que regrese lo antes posible
-hazlo George, te lo suplico
-no creo que el señor William aprobara este matrimonio, me lo habría informado
- quieres decir que la tía abuela y los Legan están actuando a espaldas del bis abuelo
-es lo más probable Candy, hablare de esto con la señora Elroy, pero usted sabe que al no estar presente William, ella toma las decisiones que cree convenientes para la familia
-entiendo, pero esto es totalmente descabellado, tú sabes que tanto Neil como Elisa y aún más, la señora Sara, me odian desde que llegue a su vida, por favor… ¡ayúdame!
-veré que puedo hacer por usted, por lo pronto, puede quedarse aquí, pediré que le asignen una habitación
-Candy, agachada y llorando solo asiente con la cabeza- hasta que hable con la señora Elroy, es mejor que permanezca aquí
-¡está bien, George!
Temblando y llorando, la joven sale del despacho con la firme esperanza que el tío abuelo logre detener esa farsa.
Continuara…
En el gran salón de la mansión, Elisa y Neil se encontraban en franca conversación.
-hermanito ¿Dónde dejaste a tu flamante noviecita?
-¡oh! Cállate Elisa, que todo esto, en parte es tu culpa
-¿Por qué mi culpa? Tú fuiste el que dijo que se quiere casar con la huérfana
-si lo dije, pero tampoco quería que nos llevaran a todo esto
-Neil, solo estoy cumpliendo tus deseos, te dije que convencería a mamá que aceptara a Candy como tu esposa, y que juntas buscaríamos la aprobación de la tía abuela Elroy, debemos aprovechar la ausencia del tío abuelo. Él no sabe nada de lo que está pasando y si se llaga a enterar que estamos tomando decisiones en su nombre ¡no sé de qué sería capaz!
-así es hermanita, para cuando el vejete ese aparezca, ya no habrá nada que hacer – ambos jóvenes pegan tremendas carcajadas.
Mientras tanto, Candy escapaba por la puerta trasera de la mansión, corre al auto de la familia que se encuentra aparcado en la entrada, abre la puerta y lo aborda sin perder tiempo. El chofer, que se encuentra a la distancia, ve como alguien trata de encender el auto y corre hacia el creyendo que intentaban hurtarlo. Una vez que se acercó, se percató que la persona que se encontraba dentro, era la señorita Candy.
-¿necesita ayuda señorita?
-si Peter, por favor… llévame a la casa de Chicago, es urgente ¡date prisa!
El hombre de inmediato toma su lugar, enciende el auto y comienza a avanzar por el camino flanqueado por rosas de todos los colores, dirigiéndose al portal de las rosas que Antoni cuidaba con tanto recelo, para después tomar el camino que los llevaría a Chicago.
Peter hacía muchos años que trabajaba para la familia Ardley, conocía a Candy desde que era una niña pequeña y ahora al observarla por el espejo retrovisor, veía a una mujer temerosa, llorando por tan infame infierno que le aguardaba si el matrimonio se llegaba a consumar, pues para nadie en la mansión de Lakewood o en la mansión Legan era un secreto la forma en que los hermanitos trataban a los sirvientes o cualquier ser inferior a ellos.
Una vez que entraron en la residencia de Chicago y el auto se detuvo en la entrada, la rubia salió a toda prisa corriendo por el pórtico y entrando a la casa. Esta, a su vez, de inmediato pregunta a la gente de servicio que se encontraba realizando las labores domésticas -¿Dónde se encuentra George?- la respuesta que obtuvo de la menuda muchachita fue – el señor Johnson se encuentra en el despacho- Candy, con paso acelerado se dirige al lugar que le indicaron y al llegar a este abre ambas puestas sin siquiera anunciar su llegada.
Dentro, George se encontraba tomando los apuntes en los libros de contabilidad, le sorprende tanto ver a la jovencita enfundada en llanto y completamente desalineada.
-señorita Candy ¿Qué le sucede?
-George…
-¿Qué le pasa? por favor, explíqueme
-¿Dónde se encuentra el bis abuelo? ¿Dónde está?
-señorita, no puedo darle esa información por…
Candy, sorprendida golpea con ambas manos el escritorio de George pues quiere respuestas, necesita respuestas.
-no entiendes… me quieren casar con Neil y quiero saber ¿Por qué el bis abuelo dio su aprobación? ¿Por qué me quiere atar a él?
-George sorprendido- señorita Candice, el señor William no ha consentido tal disparate ¿de dónde saco tal cosa?
-la tía Elroy acaba de anunciar nuestro matrimonio para dentro de dos meses
-¡que!
-así es, por favor… dime ¿Dónde está? Yo le are entender que Neil y yo no seremos felices, que no seré feliz, que no lo quiero y él a mí tampoco, por favor George
-señorita, lamento no poderla ayudar. En estos momentos el señor William salió del país, lo único que podría hacer es enviarle un telegrama y esperar por su respuesta, le pediré que regrese lo antes posible
-hazlo George, te lo suplico
-no creo que el señor William aprobara este matrimonio, me lo habría informado
- quieres decir que la tía abuela y los Legan están actuando a espaldas del bis abuelo
-es lo más probable Candy, hablare de esto con la señora Elroy, pero usted sabe que al no estar presente William, ella toma las decisiones que cree convenientes para la familia
-entiendo, pero esto es totalmente descabellado, tú sabes que tanto Neil como Elisa y aún más, la señora Sara, me odian desde que llegue a su vida, por favor… ¡ayúdame!
-veré que puedo hacer por usted, por lo pronto, puede quedarse aquí, pediré que le asignen una habitación
-Candy, agachada y llorando solo asiente con la cabeza- hasta que hable con la señora Elroy, es mejor que permanezca aquí
-¡está bien, George!
Temblando y llorando, la joven sale del despacho con la firme esperanza que el tío abuelo logre detener esa farsa.
Continuara…