Como saben, este ataque es conjunto, el art de Jeann Pollifrodi y la historia mia... espero les guste, ya casi llegamos al final...
RECUERDOS
CAPITULO IV
Bueno, ahi estaba, entrando nuevamente en la mansión con Albert a un lado, cada uno de los recuerdos que le venian a la mente eran para invocar la imagen de Candy. Si, se sentia sumamente nervioso pues sabia bien lo que encontraria al otro lado de la puerta, ella lo esperaba, y lo esperaba desde hacia mucho tiempo, solo a él.
No pudo dejar de recordar su separacion, la primera, la segunda... no queria pensar en una tercera, aunque no contaba aquella despedida en las vias del tren, esa no contaba, ella se veia hermosa con su traje de enfermera, siempre intentando ayudar a los demas. Suspiro y al fin abrio la puerta para encontrarla ahi, frente a el, vestida completamente de blanco, ella le sonrio como si el fuera el ultimo hombre en la tierra.
Aquel vestido la hacia lucir delgada, su piel aun mas blanca de lo cual la tenia, sus labios rosados pasaban a ser de un color aperlado, su mirada verde se profundizaba aun mas, era su Candy, su Candy y no podia hacer nada mas por ella.
Se acerco, la abrazo sin importarle quien estuviera en esa habitación.
- Candy.
- No digas nada Terry, no digas nada.
- Yo...
- Yo tambien, tambien te amo. -dijo en una voz suave y casi inaudible.
El sacerdote los miraba tranquilamente, se acerco a Terry y le palpo la espalda.
- Todo esta bien hijo mio. -le dijo mientras que Terry con la mirada llorosa asentia sin voltear a verlo.
- Ya vi el jardin de tu jardinerillo.
- Es hermoso no crees?
- Si, no lo niego, aunque me duela aceptarlo asi es.
- Me gustaria dar un paseo contigo en el jardin, pero...
- Va a llover, hay nubes fuera, no creo que debamos escaparnos con toda la gente aqui.
- Terry Grandchester esta pensando en los demas.
- Pienso en ti, solo en ti.
- Entonces llevame, vamos al jardin, deja que la lluvia nos empape.
- No deberia.
- Anda Terry, Candy ya lo dijo, nosotros esperaremos aqui a que vuelvan, todo puede esperar a que vuevan.
Terry asintio, la miro y le beso la frente, no, no importaban los demas, solo ellos dos. La tomo en sus brazos y la saco al jardin, si, la lluvia estaba por empezar, pero ella sonreia y eso era lo que importaba, su vestido blanco, su cabello ondulado, su sonrisa al viento, todo era perfecto en ese momento, se sentaron lado a lado en unas sillas que el mismo jardinero a peticion de Albert, habian puesto en medio del jardin y estuvieron ahi observandose uno a otro, Terry se acerco y por primera vez en mucho tiempo le robo un beso el cual ella esta vez no rechazo sino que acepto gustosa y feliz.
- Te amo Candy. -le dijo con el rostro de ella entre sus manos mientras la miraba fijamente.
- Yo tambien... yo, yo lo siento tanto. -dijo en un sollozo.
Terry la abrazo fuertemente, la abrazo para no soltarla pero entonces ella se deslizo entre sus brazos, sin saber que hacer el la cargo sobre su espalda, la lluvia empezo a caer y pronto a arreciar, Albert, Archie, Annie corrieron hasta donde se encontraban para alcanzarlos, Terry no permitio que nadie mas la cargara el siguio caminando lentamente entre las rosas tranquilo, molesto por que la vida era demasiado injusta para ambos y con el alma desgarrada por lo que tenian que vivir.
Continuara...
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CAPITULO IV
Bueno, ahi estaba, entrando nuevamente en la mansión con Albert a un lado, cada uno de los recuerdos que le venian a la mente eran para invocar la imagen de Candy. Si, se sentia sumamente nervioso pues sabia bien lo que encontraria al otro lado de la puerta, ella lo esperaba, y lo esperaba desde hacia mucho tiempo, solo a él.
No pudo dejar de recordar su separacion, la primera, la segunda... no queria pensar en una tercera, aunque no contaba aquella despedida en las vias del tren, esa no contaba, ella se veia hermosa con su traje de enfermera, siempre intentando ayudar a los demas. Suspiro y al fin abrio la puerta para encontrarla ahi, frente a el, vestida completamente de blanco, ella le sonrio como si el fuera el ultimo hombre en la tierra.
Aquel vestido la hacia lucir delgada, su piel aun mas blanca de lo cual la tenia, sus labios rosados pasaban a ser de un color aperlado, su mirada verde se profundizaba aun mas, era su Candy, su Candy y no podia hacer nada mas por ella.
Se acerco, la abrazo sin importarle quien estuviera en esa habitación.
- Candy.
- No digas nada Terry, no digas nada.
- Yo...
- Yo tambien, tambien te amo. -dijo en una voz suave y casi inaudible.
El sacerdote los miraba tranquilamente, se acerco a Terry y le palpo la espalda.
- Todo esta bien hijo mio. -le dijo mientras que Terry con la mirada llorosa asentia sin voltear a verlo.
- Ya vi el jardin de tu jardinerillo.
- Es hermoso no crees?
- Si, no lo niego, aunque me duela aceptarlo asi es.
- Me gustaria dar un paseo contigo en el jardin, pero...
- Va a llover, hay nubes fuera, no creo que debamos escaparnos con toda la gente aqui.
- Terry Grandchester esta pensando en los demas.
- Pienso en ti, solo en ti.
- Entonces llevame, vamos al jardin, deja que la lluvia nos empape.
- No deberia.
- Anda Terry, Candy ya lo dijo, nosotros esperaremos aqui a que vuelvan, todo puede esperar a que vuevan.
Terry asintio, la miro y le beso la frente, no, no importaban los demas, solo ellos dos. La tomo en sus brazos y la saco al jardin, si, la lluvia estaba por empezar, pero ella sonreia y eso era lo que importaba, su vestido blanco, su cabello ondulado, su sonrisa al viento, todo era perfecto en ese momento, se sentaron lado a lado en unas sillas que el mismo jardinero a peticion de Albert, habian puesto en medio del jardin y estuvieron ahi observandose uno a otro, Terry se acerco y por primera vez en mucho tiempo le robo un beso el cual ella esta vez no rechazo sino que acepto gustosa y feliz.
- Te amo Candy. -le dijo con el rostro de ella entre sus manos mientras la miraba fijamente.
- Yo tambien... yo, yo lo siento tanto. -dijo en un sollozo.
Terry la abrazo fuertemente, la abrazo para no soltarla pero entonces ella se deslizo entre sus brazos, sin saber que hacer el la cargo sobre su espalda, la lluvia empezo a caer y pronto a arreciar, Albert, Archie, Annie corrieron hasta donde se encontraban para alcanzarlos, Terry no permitio que nadie mas la cargara el siguio caminando lentamente entre las rosas tranquilo, molesto por que la vida era demasiado injusta para ambos y con el alma desgarrada por lo que tenian que vivir.
Continuara...