Una hermosa mujer acompañada de Terence entraba al Café Mandala quedándose parada observando a las Moyra, Temperance, Lexie, Laera y Fedra parloteaban alegremente sin atender a los comensales que esperaban sus servicios, habían mesas sin limpiar, ya que la cafetería era todo un éxito. Maygale y Mist lavaban los utensilios de comida sucios... Psiquie soltó el brazo del hermoso joven para dirigirse a sus compañeras
─Chicas ¡que bonito trabajan! Todas voltearon al mismo tiempo para ver el gesto de enojo de la reina de copas, quien por dentro reía a ver la reacción de sus compañeras ─No, no, ─ Dijo Teperance todas estamos haciendo lo que nos corresponde. ─ Sólo que Terry no ha venido y como que pierde interés todo aquí contestó Fedra con una sonrisa sínica, volteando a ver a Lixie quien se mordía el labio inferior al ver a Terry. Laera atendía a Moyra que después de resbalarse con su propia baba se había caído.
─Ya ves Psiquie me siento asediado, todas me miran, me miran, me miran, Por que se soy lindo por que todos me admiran, ¡ohhh! cierto, ya sé es una canción, pero así es ehhh ─Reparó el castaño con una sonrisa a flor de piel
─No puede ser que no les importe el prestigio de la cafería, además ¿alguien se ha acordado de atender a nuestros animales? No verdad era de esperarse. Por favor atiendan eso, ya que yo voy a presentar mi aporte en la Guerra, ─Sentenció Psiquie, que salió del lugar con una risita, le encantaba molestar a sus amigas
SIMPLEMENTE ÉL
One Shot
Muchas veces en mí imaginación recordaba a detalle la figura de un hombre que solo era una utopía, un hombre que para todas las personas de mí alrededor no era más que una figuración exacerbada de mí entelequia. Durante mucho tiempo me preocupé por pensar que tal vez mi ensueño me estaba jugando rudo al reparar en lo demente que les parecía a los amigos y familia, mis por demás ingenuos ideales puestos en un solo individuo que, además no existía.
Sin embargo, yo no podía separar la razón de mí fantasía, todo él siempre me cautivó, los matices de su mirada decían todo, algunas veces fiera, dura, helada, que no mostraba sentimiento alguno. Otras veces dulce, tierna, anhelante, atrevida, soñadora que invitaba a sumarse a sus motivos, su estado de ánimo se podía definir al mirar el azul intenso de sus ojos que parecía refulgir con cada intensión, con cada gusto, con cada deseo, con cada sueño; al igual que destellaba una corriente eléctrica que fulminaba sentenciando su ira.
Los matices emitidos por esos dos cobaltos me estremecían cada vez que soñaba con él, como sucedía casi todas las noches, cuando presa del cansancio del día me iba a acostar, sin ninguna pretensión más que dormir. Era precisamente en ese intervalo de tiempo cuando su voz, que al principio la escuchaba lejana, poco a poco la oía cerca, tan cerca que mi piel se erizaba al sentir su aliento que cosquilleaba en mí oído palabras de amor envueltas en un rumor mezclado entre lo profundo, grave, fuerte, tierno, con esa frecuencia que solo él podía emitir, que lo caracterizaba cuando ante su público interpretaba magistralmente igual a un Romeo, que a un Hamlet.
Las sensaciones traspasaban la barrera del sueño haciendo que mi cuerpo reaccionara inconsciente ante esa presencia que envolvía mi ser en fuertes e inquietantes emociones que me hacían concebir una realidad que no se limitaba al sopor del sueño, si no a buscar una interacción que me permitiera ver a ese hombre que imploraba mi atención; sin embargo, al intentarlo siempre sucedía lo mismo, despertaba bañada en sudor lamentando abrir mis ojos, para pasar el resto de la noche en vela reviviendo cada instante de ese encuentro que me dejaba inquieta el resto del día y que solo podía apartar de mis cavilaciones cuando me enfocaba en mí trabajo, eso así como la convivencia con mis compañeros de labor, que entre bromas, no desaprovechaban cualquier oportunidad para burlarse de mí eterna espera por mí hombre ideal.
Parecía mentira, pero entre una y otra relación no había podido cristalizar una en la que me sintiera completa, siempre echaba de menos aquellas características de él, ese ser que solo en la intimidad de mí almohada llenaba todo lo que yo buscaba en un hombre, en una relación. Mis padres y hermanos por su parte, no se cansaban de decirme que ya era hora de sentar cabeza, que se me estaba pasando el tiempo para formar una familia, tener hijos, pero sobre todo “no quedarme sola”.
Mis experiencias en relaciones amorosas no habían sido satisfactorias; el primer amor de mí vida me dejó para casarse con otra, el segundo fue muy lindo, pero nunca se decidió a formalizar algo, el tercero con quien parecía que todo terminaría en matrimonio o que por lo menos estaría estable, me puso el cuerno, el último según muy enamorado, muy enamorado, pero con demasiados prejuicios y altamente machista, en fin que durante todo este tiempo a pesar de mis desengaños y tristezas, en mí soledad siempre estuve acompañada por él, quién desde las sombras de la noche llenaba esa necesidad de sentirme amada.
El sentirme seducida por él no me permitió evadir incómodas preguntas de todos aquellos que en cuanto me veían cuestionaban sin más ─ ¿Cuándo te casas? ─ No puedo negar que en un principio me apenaba, incluso llegó un momento que me sentí agredida, hasta que un día de tantos respondí a una tía que ya estaba muy viejita ─ Todavía no tía, pero dime tú, ¿cuándo te mueres? ─ duro, sarcástico o no, pero me dio resultado, porque nadie me volvió a preguntar lo mismo. Ese sarcasmo y negro humor era parte de la personalidad de él, que sin premeditarlo me absorbió convirtiéndose en parte de mí distintivo comportamiento que a muchos no les gustaba, aun así, me convertí en un ser completamente franco, sincero, que dice lo que piensa sin pretender caer bien o mal, simplemente ser yo sin cortapisas, tal como él lo era.
Conforme fueron pasando los días mi sueños eran más recurrentes, incluso llegó un momento en el que ansiaba la hora de dormir para tenerlo en esas horas, minutos o segundos que duraba mi espejismo, sin embargo, hubo una semana en la que no pude conciliar ningún encuentro mental con él, sólo despertaba enojada, malhumorada, triste y con un hueco en mí pecho, aunque yo sabía que eran risorios mis frustrados pensamientos, mi razón estaba obnubilada por él, a quién no conocía, que no lo había visto en mi vida, pero lo deseaba en todas las formas posibles, caminando por la calle simplemente tomados de la mano, en el cine, comiendo, bromeando, lo peor en escenas candentes entregados apasionadamente al amor.
No podía concebir que mi percepción de la realidad se hubiera extraviado, al grado de necesitarlo tanto, ¡por dios lo extrañaba! Fue entonces que decidí que era hora de acudir a un especialista, finalmente no quería quedar loca o que mi familia pensara que ya había perdido el juicio.
No obstante, fue patética mi irrupción en el mundo de la psicología, ya que mi loquero, me dijo que atravesaba por una fuerte depresión debido a mí urgencia por tener una pareja, ¡ay ajá!, digo sabía que no era normal lo que me estaba ocurriendo, pero tampoco estaba ¡urgida!, bueno por lo menos no en ese sentido. Lo que sí sabía era que, aquello que comenzó con una simple fantasía de amor, ya estaba segura que se había convertido en una obsesión, que me la pasaba divagando con una relación totalmente platónica, que digo platónica, inadmisible, no era tangible tristemente.
Con esa reflexión, decidí poner punto final a mis locuras, así que comencé a tomar todo tipo de remedios caseros que me permitieran dormir como un lirón e impidieran la sucesión de sueños, ¡oh grave error!, lo único que logré fue remasterizar mis visiones, no podía despertar ¡ja!, ¡qué horror!, fueron innumerables los momentos en los que amanecí temblando, llorando, al negarme a esas visiones, besando el silencio. Ya no podía más, no sabía qué hacer, añoraba ese cuerpo delgado perfectamente definido, sus manos sedosas que acariciaban mi cara, mis piernas e iban recorriendo todo mi cuerpo sembrando incesantes olas de emociones, sensaciones y deseos a los que correspondía ávidamente mientras dormía.
Un año pasé así, con la imperiosa necesidad de él, hablándole todo el tiempo, esperando paciente la obscuridad de la noche para sucumbir ante la urgencia de sentirme reina, mujer, insolente con mis deseos a flor de piel, hambrienta de verme en sus ojos, tomar sus labios, entrelazar sus dedos, sentir su pecho para finalmente en un sueño profundo ser un solo ser envuelto en el éxtasis de nuestro amor.
Imploré en repetidas ocasiones al universo la materialización de ese hombre perfecto, la oportunidad de vivir ese sentimiento, esa relación salvaje que me obligaba a perder mis sentidos, anhelaba que la realidad superara a mí ficción. Sí, al despertar yo era feliz, me sentía plena, satisfecha, enamorada, pero ¿de quién?, creo que mi locura ganó la partida, creía con todas mis fuerzas que en algún lado alguien sentiría lo mismo que yo, que solo necesitábamos una oportunidad para encontrarnos.
Muchas veces escuché que, sí piensas lo que quieres con toda intensidad, lo decretas y se cumple. Así lo hice durante muchos años, esos en los que el romance con mí quimera iba viento en popa. ¡Bien sabe dios que diariamente reclamaba el cumplimiento de mí deseo!, ¡nunca dudé de ello!, el tiempo me demostraría que ese ser imaginario que tanto soñé, que tanto anhelé vivía y no solo en mí imaginación.
Él sin saberlo me acompañó por muchos años, se convirtió en mí por complemento, su fuerte personalidad, acompañada de tanta ternura, fueron mis cómplices para aparentar cordura, cuando la locura era avasallada por la censura.
Ahora a mí edad madura, las cosas no han cambiado sigo enamorada, me considero feliz y afortunada porque nunca perdí la esperanza en la realización de mí amor, a pesar de ser considerada ya mayor para ilusionarme, a pesar de que soy criticada por parecer adolescente con los nervios a flor de piel cada vez que me encuentro con él, si con Terry, ahora puedo decir su nombre, ahora que no es una ilusión sino una realidad, ahora que sé que soy completamente correspondida, ahora que mis ojos verdes se funden en lo profundo de lo azul de los de él, ahora que mis manos no raspan la nada, ahora que ya no beso el silencio, ya que lo beso a él.
Saber que él también soñaba conmigo desde hacía más de un año vivía la misma aventura nocturna, pero que, a diferencia de mí, él nunca se negó a disfrutar, por el contrario, esperaba ansiosamente la noche para estar conmigo, sentirme, tomarme, amarme, pero sobre todo dejar de lado la realidad en la que vivía, dando paso a un maravilloso camino conmigo.
Nunca supimos sí vivimos diferentes épocas, siglos y años, solo que fue el universo, el que permitió conjuntarnos en esta dimensión para cristalizar nuestro amor. Obviamente con este relato, el delegado hilo que une mi razón con la fantasía podría romperse quedando en el limbo mi mente, pero qué más da, si finalmente todos tenemos algo de locos, fantasiosos y poetas.
Cuando mi familia se enteró que me casaba, no podían creerlo, seguían haciendo sus bromas respecto a ¿quién se atrevería a desposar a una solterona?, bueno para ellos, porque a mis treinta no creo que lo fuera. Finalmente, eso no importaba, tampoco a Terry, ya que habíamos formado nuestra nube, de dónde difícilmente podría alguien bajarnos.
El tiempo ha pasado llevamos diez años de casados, aún tenemos episodios candentes en sueños, lo mejor es que ambos despertamos agitados con todo el placer y derecho para concretar lo que haya quedado pendiente. Nuestras ojeras dan muestra de ello, pero no importa durante más de un año conformamos un amor pleno mientras dormíamos.
FIN
Por: Adry Grandchester, reina de copas Psiquie
Para: Guerra Florida 2020
Portada elaborada para éste one-shot por: Héctor Ortega y Mist (Byul Hye)