-Temperance- llamó un hombre al tiempo que se secaba la cabeza con una toalla pues estaba saliendo de bañarse.
- ¿Sí señor?
-No me digas señor- les debo más respeto a ustedes que ustedes a mí.
-perdón señor.
-Que no me digas señor- proclamó el hombre acercándose lentamente hacia la chica de ojos dorados, su torso desnudo todavía con algunas gotas de agua escurriendo provenientes de su abundante cabellera castaña - solo quería preguntar una cosa.
-Pregunte usted señor- dijo la chica al tiempo que en su mente repetía y repetía la misma frase como un mantra “soy una papa casada, soy una papa casada”.
- ¿Ahora sí saldré en este capítulo? - indagó el hombre acorralando a la chica contra la cómoda de madera donde está estaba guardando la ropa limpia.
-S...si...si...ahora sí- balbuceó la chica repitiendo su segundo rezo “piensa en tu soldado gafitas, piensa en tu soldado gafitas”- ya verá señor la entrada que Lexie y yo le tenemos preparada.
-Eres algo formal para alguien de tu edad- señaló el emperador Terrence sin poder ocultar su personalidad seductora- ¿Cuántos años tienes? ¿dieciseis?,¿Diecisiete?
-En apariencia tengo dieciocho pero mi sabiduría es de milenios- declaró Temperance cambiando abruptamente de apariencia, convirtiendo su cuerpo juvenil en el de una mujer, desplegando sus alas- ahora jovencito- reconvino al castaño que había dado un paso hacia atrás- no me tiente o le pondré unas pruebas tan pero tan complicada que tendrá que bañarse mínimo cinco veces- señaló la de ojos dorados apuntando con el índice.
- ¡Está bien, está bien! Voy a descansar un rato su reina de copas me trae más que agotado, dice que sueña conmigo y que yo sueño con ella, pero si son sueños ¿Porque despierto tan cansado? - inquirió Terry frotándose la barbilla pensativo.
-Es normal, no se preocupe, pero vaya, vaya a dormir, hoy me toca velar su sueño.
-Está bien, pero deja de hablarme de tu, ¡voy a dormir bastante! eh, Pero solo porque confío en tu cordura.
-Caro, claro- afirmó Temperance con un brillo en la mirada.
Minutos después el cuerpo semidesnudo de un castaño reposaba sobre la cama de Temperance, un profundo sueño lo embargó al sentir que estaba seguro bajo la protección de ese ángel, lo que no sabía era que ella aprovechando que le tocaba un día solo con él tomó la oportunidad que su pequeña hermana le había dado para echarse a la cama que estaba en un costado perteneciente a su hermana Moira sumergiéndose en un trance, en donde también habría de invadir los sueños de su emperador.
- ¿Sí señor?
-No me digas señor- les debo más respeto a ustedes que ustedes a mí.
-perdón señor.
-Que no me digas señor- proclamó el hombre acercándose lentamente hacia la chica de ojos dorados, su torso desnudo todavía con algunas gotas de agua escurriendo provenientes de su abundante cabellera castaña - solo quería preguntar una cosa.
-Pregunte usted señor- dijo la chica al tiempo que en su mente repetía y repetía la misma frase como un mantra “soy una papa casada, soy una papa casada”.
- ¿Ahora sí saldré en este capítulo? - indagó el hombre acorralando a la chica contra la cómoda de madera donde está estaba guardando la ropa limpia.
-S...si...si...ahora sí- balbuceó la chica repitiendo su segundo rezo “piensa en tu soldado gafitas, piensa en tu soldado gafitas”- ya verá señor la entrada que Lexie y yo le tenemos preparada.
-Eres algo formal para alguien de tu edad- señaló el emperador Terrence sin poder ocultar su personalidad seductora- ¿Cuántos años tienes? ¿dieciseis?,¿Diecisiete?
-En apariencia tengo dieciocho pero mi sabiduría es de milenios- declaró Temperance cambiando abruptamente de apariencia, convirtiendo su cuerpo juvenil en el de una mujer, desplegando sus alas- ahora jovencito- reconvino al castaño que había dado un paso hacia atrás- no me tiente o le pondré unas pruebas tan pero tan complicada que tendrá que bañarse mínimo cinco veces- señaló la de ojos dorados apuntando con el índice.
- ¡Está bien, está bien! Voy a descansar un rato su reina de copas me trae más que agotado, dice que sueña conmigo y que yo sueño con ella, pero si son sueños ¿Porque despierto tan cansado? - inquirió Terry frotándose la barbilla pensativo.
-Es normal, no se preocupe, pero vaya, vaya a dormir, hoy me toca velar su sueño.
-Está bien, pero deja de hablarme de tu, ¡voy a dormir bastante! eh, Pero solo porque confío en tu cordura.
-Caro, claro- afirmó Temperance con un brillo en la mirada.
Minutos después el cuerpo semidesnudo de un castaño reposaba sobre la cama de Temperance, un profundo sueño lo embargó al sentir que estaba seguro bajo la protección de ese ángel, lo que no sabía era que ella aprovechando que le tocaba un día solo con él tomó la oportunidad que su pequeña hermana le había dado para echarse a la cama que estaba en un costado perteneciente a su hermana Moira sumergiéndose en un trance, en donde también habría de invadir los sueños de su emperador.
Capítulo 1
Capítulo 2
El último aliento
Capítulo 3
El culpable soy yo
Capítulo 3
El culpable soy yo
El primer año de matrimonio Archie y Annie disfrutaron de la dulce miel del amor físico, Annie nunca imaginó que la intimidad con un hombre fuera así, Archie tan fino y elegante se convertía en un amante apasionado cuando se cerraban las puertas de su habitación y ella se dejaba amar por ese hombre que era suyo, sí, suyo, en cuerpo y alma, ¡suyo!
Durante ese año todo fue miel sobre hojuelas, compromisos sociales, de negocios, fiestas de té y nuevas amistades, matrimonios jóvenes como ellos, otros más viejos.
La fiesta por el primer aniversario de matrimonio se llevó a cabo en la casa Cornwell-Brighton. Organizada por la madre de Annie el pequeño festejo familiar fue espléndido, cena, baile y buena plática, todo estaba yendo de maravilla hasta que la indiscreción de Eliza durante la comida desencadenó una serie de acontecimientos que a la larga fueron fatales para el matrimonio de Annie y Archie.
- ¿Y para cuándo llegará el primer niño? - inquirió la pelirroja picoteando su comida- celebran un año de casados y hasta ahora Annie no se ha embarazado, ¿Acaso tú marido no te cumple?- inquirió la pelirroja burlona.
- ¡Eliza! - exclamó escandalizada la tía Elroy.
- ¿Qué? Solo preguntaba- respondió la chica en tono inocente.
-Los niños llegarán en el momento indicado, Annie y yo estamos disfrutando nuestro tiempo solos- respondió Archie tomando la mano de su esposa- mejor tú dinos porque todavía no te casas, ¿Qué? ¿El príncipe azul se te está escapando? ¿O es que al besar a un hombre lo conviertes en sapo y sale huyendo de ti? - cuestionó Archie para incordiar a su metiche prima.
La risa de Candy y Albert al otro lado de la mesa ante lo que Archie dijo llamó la atención de todos y aunque la tía Elroy se enojó todos pudieron notar la leve curvatura de sus labios, ella estaba sosteniendo también una carcajada.
Así como el comentario de Eliza fueron surgiendo otros más que al principio no fueron tomados en cuenta, sin embargo, como mala hierba se sembraban en el corazón de la joven pareja.
Al final de la velada todo terminó mal, la señora Brighton en un momento dado regañó a Annie por su actitud ya que sabía cómo su hija gozaba la intimidad con su esposo más por preocuparse de darle un heredero, Annie se sonrojó al escuchar los reclamos de su madre respecto a eso ¿Cómo se atrevía a llamarle mujerzuela sólo por el hecho de ser feliz en su matrimonio?
A partir de ahí comenzó el martirio de Annie Cornwell, su madre la llamaba de manera ofensiva y la tía abuela que delante de Archie la trataba bien en cuanto esté se daba la vuelta no perdía oportunidad de decirle que tal vez estaba hueca por dentro y por eso no se embarazaba negándole a su querido sobrino la dicha de ser padre.
Más adelante durante sus constantes compromisos sociales Annie miraba a sus amigas y sus pequeños hijos, no había reunión de té al que fuera invitada en la que no le preguntarán para cuando se animarían a tener el suyo ya que tanto Annie como Archie siempre decían que por el momento estaban felices disfrutando su tiempo para ellos.
Por su parte, Archie siempre rodeado de hombres de negocios todos ellos casados desde hacía años con hijos ya mayores y hasta nietos, otros más jóvenes como él, siempre que podían platicaban orgullosos de cómo iban creciendo y de que algún día serían sus sucesores.
Annie comenzaba a sentirse frustrada, ella que había sido una huérfana anhelaba una familia propia, fue feliz con sus padres adoptivos, pero sentía la necesidad de tener algo suyo por lo que, sin darse cuenta esa frustración la estaba volviendo una persona amargada, envidiosa y rencorosa.
-Annie, creo que ya es tiempo de ir a ver un médico- le comentó Archie una noche después de un apasionado encuentro- llevamos casados año y medio y todavía no hemos podido concebir, tus padres y los míos han comenzado a hacer preguntas y yo también pienso que posiblemente hay algo mal, no me malentiendas, disfruto mucho nuestro tiempo a solas, pero creo que ya es tiempo de…
-Yo también he pensado lo mismo- respondió la chica acariciando el pecho desnudo de su marido- la mayoría de nuestros amigos ya tienen hijos y yo quisiera poder darte un precioso niño.
Visitaron muchos especialistas en diferentes ciudades y ninguno de ellos encontró algo irregular en la joven pareja, solo les recomendaban no preocuparse pues eran muy jóvenes aún y los bebés llegarían en cualquier momento, que debían relajarse y dejar que la naturaleza siguiera su curso, sin embargo, el tiempo pasaba y poco a poco se fue dando ligeros cambios en la pareja.
El estado de ánimo de Annie fue mermando, más aún ante los constantes reclamos de su madre y la tía Eloy.
Annie se preguntaba si realmente su madre tenía razón al respecto, que la intimidad que llevaba con Archie era pecaminosa y que se estaba convirtiendo en una mujerzuela, aunque se seguía preguntando ¿Qué tenía que ver Dios en todo esto? Sobre todo, cuando su marido era dulce, tierno, seductor y apasionado con ella, al menos así fue durante un tiempo.
Tal vez a Annie no le hubieran dolido los reclamos, pero en una ocasión el mismo Archie le dio a entender algo por sus orígenes desconocidos.
Ahora es cuando ella se preguntaba si realmente el creador la estaba castigando por el hecho de disfrutar sus entregas con Archie.
Los últimos meses Annie se había convertido en el centro de cotilleo en la alta sociedad en la que se desenvolvía, ahora ya no sólo la familia sino también su círculo de conocidos y hasta de la gente a su servicio, para colmo Archie había comenzado a llegar más tarde, con el pretexto de no molestarla dormía en otra habitación lo cual profundizaba la herida que se había abierto en su corazón, la hizo sentirse rechazada y culpable. Ante esto Annie comenzó a buscar remedios, una de las mucamas le dijo que buscara ayuda de las viejas matronas, que ellas eran mujeres sabias y podrían darle algo para tomar y al fin poder concebir para darle el tan esperado heredero a Archie, pero nada le daba resultados.
Si ya la ojiazul había comenzado a envidiar a sus amigas por el hecho de tener hijos y estar embarazadas de nuevo, le cayó como balde de agua fría el anuncio de la boda de Elisa con un millonario empresario la cual se llevó a cabo en un dos por tres pues la pelirroja estaba embarazada y ella sin resultados todavía después de varios meses.
Una tarde Annie caminaba distraída por los jardines del parque perdida en sus recuerdos de la reciente pelea con Archie, iban de regreso de otra tortuosa visita médica que hicieron por recomendación de la tía abuela odiándola y preguntándose de nuevo ¿cómo era posible que ella, que era todo lo que se podía esperar de una buena esposa el creador le negara la posibilidad de ser madre? en cambio a Eliza, una mujer frívola que se valió de artimañas para atrapar a su esposo lo hubiera logrado.
El sonido de una risa conocida llamó su atención, volteó a su derecha topándose con una escena que le llegó hasta lo más profundo no sólo del corazón sino también del alma y el cuerpo, Candy, si la dulce, amada y bella Candy se encontraba enredada en un beso apasionado y por demás voraz nada más y nada menos que con Terry Granchester el cual había regresado un par de semanas atrás por ella después de años de separación estúpida a su parecer, sin embargo, no necesitó mucho para ser aceptado de nuevo.
- ¡Candy! - le llamó la mujer en tono molesto.
- ¡Annie!, ¡Hola! - respondió alegre la rubia, sonrojada por la manera en que fue sorprendida.
Terry sin embargo la rodeó con sus brazos, negándose a separarse de Candy, un poco enojado por haber sido interrumpido.
-Buenas tardes señora Cornwell- saludó el castaño.
- ¿Qué hacen aquí?, ¿Están solos? - cuestionó Annie con el ceño levemente fruncido.
-La tía nos dio permiso de salir y Albert estuvo de acuerdo en que lo hiciéramos solos- informó la rubia- mira- dijo levantando la mano izquierda- ¡Nos vamos a casar! - exclamó dando un pequeño salto pues seguía prisionera en los fuertes brazos de Terrence.
Annie no dijo nada, de todos modos, aunque lo hubiera hecho esos dos no le habrían prestado atención, Candy se volteó de nuevo para colgarse del cuello de Terry quien la alzó unos centímetros del suelo al rodear la breve cintura para luego dar vueltas como un tonto a la vista de la chica ojiazul.
Al llegar a su casa Annie seguía molesta por lo ocurrido en el parque donde se encontró a la pareja de desfachatados, solo Candy y Terry serían capaces de protagonizar semejantes escenas en un lugar público y concurrido, su molestia no era solo el hecho de haberlos descubierto besándose si no la noticia de su próxima boda, no solo tenía que lidiar con toda la carga emocional de su matrimonio y el embarazo de Eliza sino que también con la boda de la pareja de rebeldes.
Una semana después se llevó acabo la fiesta de compromiso de Candy y Terry, Annie se sentía abrumada ya que por su mente pasaba que tal vez Candy al casarse saliera pronto embarazada y eso encendido la chispa de la envidia de la chica, para colmo la odiosa de Elisa fue a restregarle la invitación de bienvenida para su bebé, que estaba próximo a nacer, todas estas noticias estaban mermando en la actitud y emociones de la chica.
Llegó el día de la dichosa reunión de bienvenida del hijo de Eliza, donde Annie tuvo que llevar un espléndido regalo que su esposo la obligó a comprar, a pesar de que Archie no congeniaba mucho con la pelirroja, estaba bastante emocionado por el nacimiento del niño de esta, el colmo de esa reunión fue cuando la lengua viperina de Eliza hizo hincapié, que la pobre Annie no tenía la facultad de ser madre y qué tal vez la odiosa de Candy muy pronto llegaría a tener esa dicha, mientras a ella se le seguiría negando esa posibilidad, ese comentario hizo enardecer a la chica, que le dio una bofetada a la impertinente pelirroja.
La tía abuela estaba furiosa con la actitud de la chica Brigton, por lo cual llamo a su sobrino para que pusiera un alto al comportamiento de su esposa, Archibald que estaba ajeno a lo que había acontecido esa tarde en la reunión, no podía creer lo que su tía le decía.
- No puedo creer la actitud tan grotesca que últimamente tiene tu esposa Archibald, mira que dejarnos en vergüenza delante de nuestras amistades que acudieron a la reunión de Eliza, jamás creí que ella se comportara así, lo hubiera creído de Candice, pero hasta eso ella guardó la compostura que a tu mujer le faltó, pero ¿que podíamos esperar de otra huérfana del hogar de Pony?, mira que tampoco a podido cumplir con las expectativas al ser la esposa de un Ardley, ni siquiera ha podido darte un heredero, lo vuelvo a reafirmar, la chica está hueca por dentro.
Annie escuchaba fuera del estudio donde la tía abuela arrojaba su veneno con su esposo, era imposible no escucharla ya que la mujer no hablaba si no gritaba, lo peor de toda esta situación es que Archie no la defendió de todas las horribles acusaciones, eso logró hacer otra fractura más a su corazón
Una semana antes de la boda de Candy, Eliza dio a luz a un hermoso bebé de ojos ámbar y cabello rojizo, Archie y ella fueron a conocer al infante, a pesar de que Annie le pidió no asistir alegando tener un fuerte dolor de cabeza el cual no era verdad, su esposo le dijo que no estaba preguntando si quería ir, si no que le dio la orden de que irían, estando ahí, el ver a Archie tan emocionado cargando al niño de Eliza la hizo sentir mal y sentir envidia de la felicidad que embargaba a la pelirroja.
Continuará…
Por: Lexie( Esmeralda Graham) y Temperance ( Primrose)
Para: Guerra Florida 2020
Portada: Misti ( Byul Hye )
Las divinas místicas de Terry
Cambiando el destino por Terry
Durante ese año todo fue miel sobre hojuelas, compromisos sociales, de negocios, fiestas de té y nuevas amistades, matrimonios jóvenes como ellos, otros más viejos.
La fiesta por el primer aniversario de matrimonio se llevó a cabo en la casa Cornwell-Brighton. Organizada por la madre de Annie el pequeño festejo familiar fue espléndido, cena, baile y buena plática, todo estaba yendo de maravilla hasta que la indiscreción de Eliza durante la comida desencadenó una serie de acontecimientos que a la larga fueron fatales para el matrimonio de Annie y Archie.
- ¿Y para cuándo llegará el primer niño? - inquirió la pelirroja picoteando su comida- celebran un año de casados y hasta ahora Annie no se ha embarazado, ¿Acaso tú marido no te cumple?- inquirió la pelirroja burlona.
- ¡Eliza! - exclamó escandalizada la tía Elroy.
- ¿Qué? Solo preguntaba- respondió la chica en tono inocente.
-Los niños llegarán en el momento indicado, Annie y yo estamos disfrutando nuestro tiempo solos- respondió Archie tomando la mano de su esposa- mejor tú dinos porque todavía no te casas, ¿Qué? ¿El príncipe azul se te está escapando? ¿O es que al besar a un hombre lo conviertes en sapo y sale huyendo de ti? - cuestionó Archie para incordiar a su metiche prima.
La risa de Candy y Albert al otro lado de la mesa ante lo que Archie dijo llamó la atención de todos y aunque la tía Elroy se enojó todos pudieron notar la leve curvatura de sus labios, ella estaba sosteniendo también una carcajada.
Así como el comentario de Eliza fueron surgiendo otros más que al principio no fueron tomados en cuenta, sin embargo, como mala hierba se sembraban en el corazón de la joven pareja.
Al final de la velada todo terminó mal, la señora Brighton en un momento dado regañó a Annie por su actitud ya que sabía cómo su hija gozaba la intimidad con su esposo más por preocuparse de darle un heredero, Annie se sonrojó al escuchar los reclamos de su madre respecto a eso ¿Cómo se atrevía a llamarle mujerzuela sólo por el hecho de ser feliz en su matrimonio?
A partir de ahí comenzó el martirio de Annie Cornwell, su madre la llamaba de manera ofensiva y la tía abuela que delante de Archie la trataba bien en cuanto esté se daba la vuelta no perdía oportunidad de decirle que tal vez estaba hueca por dentro y por eso no se embarazaba negándole a su querido sobrino la dicha de ser padre.
Más adelante durante sus constantes compromisos sociales Annie miraba a sus amigas y sus pequeños hijos, no había reunión de té al que fuera invitada en la que no le preguntarán para cuando se animarían a tener el suyo ya que tanto Annie como Archie siempre decían que por el momento estaban felices disfrutando su tiempo para ellos.
Por su parte, Archie siempre rodeado de hombres de negocios todos ellos casados desde hacía años con hijos ya mayores y hasta nietos, otros más jóvenes como él, siempre que podían platicaban orgullosos de cómo iban creciendo y de que algún día serían sus sucesores.
Annie comenzaba a sentirse frustrada, ella que había sido una huérfana anhelaba una familia propia, fue feliz con sus padres adoptivos, pero sentía la necesidad de tener algo suyo por lo que, sin darse cuenta esa frustración la estaba volviendo una persona amargada, envidiosa y rencorosa.
-Annie, creo que ya es tiempo de ir a ver un médico- le comentó Archie una noche después de un apasionado encuentro- llevamos casados año y medio y todavía no hemos podido concebir, tus padres y los míos han comenzado a hacer preguntas y yo también pienso que posiblemente hay algo mal, no me malentiendas, disfruto mucho nuestro tiempo a solas, pero creo que ya es tiempo de…
-Yo también he pensado lo mismo- respondió la chica acariciando el pecho desnudo de su marido- la mayoría de nuestros amigos ya tienen hijos y yo quisiera poder darte un precioso niño.
Visitaron muchos especialistas en diferentes ciudades y ninguno de ellos encontró algo irregular en la joven pareja, solo les recomendaban no preocuparse pues eran muy jóvenes aún y los bebés llegarían en cualquier momento, que debían relajarse y dejar que la naturaleza siguiera su curso, sin embargo, el tiempo pasaba y poco a poco se fue dando ligeros cambios en la pareja.
El estado de ánimo de Annie fue mermando, más aún ante los constantes reclamos de su madre y la tía Eloy.
Annie se preguntaba si realmente su madre tenía razón al respecto, que la intimidad que llevaba con Archie era pecaminosa y que se estaba convirtiendo en una mujerzuela, aunque se seguía preguntando ¿Qué tenía que ver Dios en todo esto? Sobre todo, cuando su marido era dulce, tierno, seductor y apasionado con ella, al menos así fue durante un tiempo.
Tal vez a Annie no le hubieran dolido los reclamos, pero en una ocasión el mismo Archie le dio a entender algo por sus orígenes desconocidos.
Ahora es cuando ella se preguntaba si realmente el creador la estaba castigando por el hecho de disfrutar sus entregas con Archie.
Los últimos meses Annie se había convertido en el centro de cotilleo en la alta sociedad en la que se desenvolvía, ahora ya no sólo la familia sino también su círculo de conocidos y hasta de la gente a su servicio, para colmo Archie había comenzado a llegar más tarde, con el pretexto de no molestarla dormía en otra habitación lo cual profundizaba la herida que se había abierto en su corazón, la hizo sentirse rechazada y culpable. Ante esto Annie comenzó a buscar remedios, una de las mucamas le dijo que buscara ayuda de las viejas matronas, que ellas eran mujeres sabias y podrían darle algo para tomar y al fin poder concebir para darle el tan esperado heredero a Archie, pero nada le daba resultados.
Si ya la ojiazul había comenzado a envidiar a sus amigas por el hecho de tener hijos y estar embarazadas de nuevo, le cayó como balde de agua fría el anuncio de la boda de Elisa con un millonario empresario la cual se llevó a cabo en un dos por tres pues la pelirroja estaba embarazada y ella sin resultados todavía después de varios meses.
Una tarde Annie caminaba distraída por los jardines del parque perdida en sus recuerdos de la reciente pelea con Archie, iban de regreso de otra tortuosa visita médica que hicieron por recomendación de la tía abuela odiándola y preguntándose de nuevo ¿cómo era posible que ella, que era todo lo que se podía esperar de una buena esposa el creador le negara la posibilidad de ser madre? en cambio a Eliza, una mujer frívola que se valió de artimañas para atrapar a su esposo lo hubiera logrado.
El sonido de una risa conocida llamó su atención, volteó a su derecha topándose con una escena que le llegó hasta lo más profundo no sólo del corazón sino también del alma y el cuerpo, Candy, si la dulce, amada y bella Candy se encontraba enredada en un beso apasionado y por demás voraz nada más y nada menos que con Terry Granchester el cual había regresado un par de semanas atrás por ella después de años de separación estúpida a su parecer, sin embargo, no necesitó mucho para ser aceptado de nuevo.
- ¡Candy! - le llamó la mujer en tono molesto.
- ¡Annie!, ¡Hola! - respondió alegre la rubia, sonrojada por la manera en que fue sorprendida.
Terry sin embargo la rodeó con sus brazos, negándose a separarse de Candy, un poco enojado por haber sido interrumpido.
-Buenas tardes señora Cornwell- saludó el castaño.
- ¿Qué hacen aquí?, ¿Están solos? - cuestionó Annie con el ceño levemente fruncido.
-La tía nos dio permiso de salir y Albert estuvo de acuerdo en que lo hiciéramos solos- informó la rubia- mira- dijo levantando la mano izquierda- ¡Nos vamos a casar! - exclamó dando un pequeño salto pues seguía prisionera en los fuertes brazos de Terrence.
Annie no dijo nada, de todos modos, aunque lo hubiera hecho esos dos no le habrían prestado atención, Candy se volteó de nuevo para colgarse del cuello de Terry quien la alzó unos centímetros del suelo al rodear la breve cintura para luego dar vueltas como un tonto a la vista de la chica ojiazul.
Al llegar a su casa Annie seguía molesta por lo ocurrido en el parque donde se encontró a la pareja de desfachatados, solo Candy y Terry serían capaces de protagonizar semejantes escenas en un lugar público y concurrido, su molestia no era solo el hecho de haberlos descubierto besándose si no la noticia de su próxima boda, no solo tenía que lidiar con toda la carga emocional de su matrimonio y el embarazo de Eliza sino que también con la boda de la pareja de rebeldes.
Una semana después se llevó acabo la fiesta de compromiso de Candy y Terry, Annie se sentía abrumada ya que por su mente pasaba que tal vez Candy al casarse saliera pronto embarazada y eso encendido la chispa de la envidia de la chica, para colmo la odiosa de Elisa fue a restregarle la invitación de bienvenida para su bebé, que estaba próximo a nacer, todas estas noticias estaban mermando en la actitud y emociones de la chica.
Llegó el día de la dichosa reunión de bienvenida del hijo de Eliza, donde Annie tuvo que llevar un espléndido regalo que su esposo la obligó a comprar, a pesar de que Archie no congeniaba mucho con la pelirroja, estaba bastante emocionado por el nacimiento del niño de esta, el colmo de esa reunión fue cuando la lengua viperina de Eliza hizo hincapié, que la pobre Annie no tenía la facultad de ser madre y qué tal vez la odiosa de Candy muy pronto llegaría a tener esa dicha, mientras a ella se le seguiría negando esa posibilidad, ese comentario hizo enardecer a la chica, que le dio una bofetada a la impertinente pelirroja.
La tía abuela estaba furiosa con la actitud de la chica Brigton, por lo cual llamo a su sobrino para que pusiera un alto al comportamiento de su esposa, Archibald que estaba ajeno a lo que había acontecido esa tarde en la reunión, no podía creer lo que su tía le decía.
- No puedo creer la actitud tan grotesca que últimamente tiene tu esposa Archibald, mira que dejarnos en vergüenza delante de nuestras amistades que acudieron a la reunión de Eliza, jamás creí que ella se comportara así, lo hubiera creído de Candice, pero hasta eso ella guardó la compostura que a tu mujer le faltó, pero ¿que podíamos esperar de otra huérfana del hogar de Pony?, mira que tampoco a podido cumplir con las expectativas al ser la esposa de un Ardley, ni siquiera ha podido darte un heredero, lo vuelvo a reafirmar, la chica está hueca por dentro.
Annie escuchaba fuera del estudio donde la tía abuela arrojaba su veneno con su esposo, era imposible no escucharla ya que la mujer no hablaba si no gritaba, lo peor de toda esta situación es que Archie no la defendió de todas las horribles acusaciones, eso logró hacer otra fractura más a su corazón
Una semana antes de la boda de Candy, Eliza dio a luz a un hermoso bebé de ojos ámbar y cabello rojizo, Archie y ella fueron a conocer al infante, a pesar de que Annie le pidió no asistir alegando tener un fuerte dolor de cabeza el cual no era verdad, su esposo le dijo que no estaba preguntando si quería ir, si no que le dio la orden de que irían, estando ahí, el ver a Archie tan emocionado cargando al niño de Eliza la hizo sentir mal y sentir envidia de la felicidad que embargaba a la pelirroja.
Continuará…
Por: Lexie( Esmeralda Graham) y Temperance ( Primrose)
Para: Guerra Florida 2020
Portada: Misti ( Byul Hye )
Las divinas místicas de Terry
Cambiando el destino por Terry