-Temperance – llamó Terry a la chica mientras esta acomodaba por enésima vez los servilleteros en exacto orden de separación sobre el mostrador – ¿si sabes que cuando abras y las chicas lleguen todo esto será un caos nuevamente? – inquirió al verla con el ceño fruncido.
-Lo sé, pero ¿Qué quieres que haga? Soy una maniática.
- ¿Puedo ayudar en algo para que esa bonita cara deje de estar tensa?
-Ummm déjame ver- mencionó la mujer dejando lo que hacía para caminar hacia Terry haciéndolo retroceder- coloca los frascos con crema y azúcar en las mesas, en el centro de las mismas, comienza de la primera mesa hasta el final – ordeno la de ojos dorados.
- ¿Exactamente así? – inquirió el joven perplejo, si le hubiera hecho un ofrecimiento así a Lexie ¡vaya saber lo que le habría pedido!
-SI, EXACTAMENTE ASÍ – dijo Temperance levantando la voz- Y lo haces dándome la espalda, me desconcentras y las alas me comienzan a salir, no quiero barrer plumas.
- ¡Vale, vale! – exclamó el castaño en rendición, quedarse con Temperance implicaba casi, casi estar en el ejército con lo meticulosa que era con todo su orden.
Lo que el castaño no sabía era que mientras él colocaba los productos en las mesas, la pequeña pero estricta Temperance se sentaba en la silla alta del mostrador, colocaba su carita sobre su mano y se deleitaba en contemplar el bonito trasero de Terry.
La comida en casa de Candy Andley se celebraba debido a la llegada de su hermano gemelo Anthony, el cual después de dos años de ausencia en lo que se fue a estudiar su doctorado en historia del arte a Londres y además trabajaba en el museo británico, regresaba a casa con prometida incluida, la cual era una hermosa modelo inglesa que su hermano conoció en una gala.
El clic para ellos fue instantáneo, bastaron unos minutos de haberse conocido para reconocer que eran el uno para el otro y hoy, a casi un año de conocerse estaban en América para que Susana fuera presentada a la familia, anunciar su embarazo y pronto casamiento.
- ¡Estamos embarazados! - exclamó Anthony con júbilo- dieciséis semanas- concluyó.
Mientras sus tíos los felicitaban, Candy bajó la cabeza y apretó los puños, cerró los ojos para no dejar salir las lágrimas, se sentía feliz por su hermano, pero también triste pues le hacía recordar que ella no tenía posibilidades de tener familia, no después del diagnóstico que le fue dado unos meses atrás y que nadie más que ella sabía.
Terry por su parte estaba sorprendido, a pesar de que su prima siempre había dicho que cuando encontrara al hombre indicado no lo pensaría dos veces y se casaría con él para tener una gran familia, pero eso eran palabras de chicos, hacía mucho años de eso y, con el pasar del tiempo el castaño llegó a pensar que ya no tenía esa idea, o al menos que había dejado de buscar pues tenía años sin novio hasta que el año pasado le dijo que había conocido a alguien especial pero hasta ahí, ahora a sus treinta años por fin su sueño se hacía realidad y le daba gusto por ella aunque él sentía esa felicidad un poco amarga pues después de lo que pasó con su prometida hacía más de cinco años lo convirtieron en un hombre dedicado solamente al trabajo, ya sin esa ilusión de formar una familia, era mejor estar solo a vivir en el engaño con mujeres traicioneras.
- ¡Candy! - llamó Anthony a su hermana- ¿No nos felicitas? - inquirió el joven.
-Sí, claro- respondió la aludida poniéndose de pie.
La rubia estaba tan descolocada que al hacer su silla para atrás y querer salir su zapatilla se le atoró con la pata, estaba por caer de lado cuando por reflejo se aferró a lo que estaba a su alcance...Terry.
El castaño la vio levantarse torpemente, luego trastabillar, casi le cae encima, sólo por sus buenos reflejos levantó la mano y le sostuvo de la cadera mientras ella se apoyaba en su hombro.
- ¡Lo siento! - exclamaron al mismo tiempo.
La energía que les recorrió a ambos casi sacaba chispas al estar en contacto, pero sólo duró un instante, luego el castaño movió un poco su silla sin soltarla mientras ella permanecía quieta, un movimiento y la gran mano de Terry acabaría de lleno en su trasero.
Después de semejante torpeza en la que Candy quedó tan roja como un tomate, logró rodear la mesa para abrazar a su hermano y cuñada.
-Los felicito en verdad, me da gusto por ambos- dijo la rubia después de dar un abrazo a los futuros padres al mismo tiempo.
-Bueno, esto realmente no me lo esperaba- mencionó el tío Albert- pero ya que estamos en este tema quiero decirles algo- declaró- Patricia ven aquí cielo- llamó a su esposa.
La señora Andley que estaba sentada en su lugar en la mesa se puso de pie tomando la mano que su marido tenía extendida.
-Muchachos, después de todos estos años y a pesar de ya no tener esperanza alguna, queremos informarles que aquí Patty y yo al fin logramos lo inimaginable- proclamaba el hombre apenas y conteniendo una enorme sonrisa que iluminaba su rostro- Candy, Anthony… nosotros ¡También estamos embarazados! - exclamó el hombre en un grito.
Candy y Anthony se miraron atónitos, el tío Albert llevaba catorce años casado con Patty, durante mucho tiempo ambos sostuvieron una batalla por concebir, médicos, un sin fin de tratamientos y nada funcionó, hasta ahora.
- ¡Por dios tío Albert! ¿Están seguros? - inquirió Anthony.
- ¡Por supuesto que sí! El médico que mi pequeña nos recomendó hace dos años nos ha estado tratando y ahora tenemos resultados.
- ¡Caramba! ¿Quién te viera a tu edad? - bromeó el rubio.
-Muchachito insolente ¿Cuántos años crees que tengo? Apenas soy once años mayor que ustedes y mi Patty tiene treinta y nueve estamos en el mejor momento.
Candy no lograba dilucidar tanta información, mientras el tío y su hermano bromeaban ella sólo los miraba con lágrimas corriendo por sus mejillas, recordando cuando ella y su hermano se quedaron solos, eran unos niños de diez años y el tío apenas y acababa de cumplir los veintiuno, era tan joven y aun así se hizo cargo de sus sobrinos, él estudiaba y trabajaba, Patty tan solo era su amiga, ella los cuidaba cuando Albert no podía, afortunadamente el padre de los gemelos Andley era un hombre precavido, lo que facilitó las cosas para ellos tres, en su testamento dejaba a sus hijos al cuidado de Albert junto con un fideicomiso para el sustento y educación de los tres, la madre de los chicos era una mujer de familia acomodada, tenía una pequeña herencia de la que nunca llegó a disponer, eran personas sencillas, dedicadas a su trabajo y sus hijos, no eran derrochadores por lo que fue un alivio, Albert pudo terminar de estudiar los chicos tenían lo necesario económicamente así que a pesar de la desgracia de no tener padres tuvieron al tío Albert que los acogió como si fueran sus propios hijos, años después se casó con Patty, ellos en ese entonces tenían dieciocho años, el tío veintinueve y Patty veinticuatro fue cuando abrieron el restaurante en el que Candy y Anthony trabajaron a pesar de no necesitarlo, es lo que sus padres y tío les habían enseñado, a esforzarse y no andar perdiendo el tiempo, si no estaba estudiando, estaban trabajando.
Albert notó las lágrimas de su sobrina, se apartó de todos y abrió los brazos. Candy se refugió en la calidez de su tío, se aferró a ese abrazo como cuando niña, cuando en las noches despertaba llorando buscando a su mamá, o cuando el primer chico que le gustaba no le hizo caso o hace cinco años cuando el hombre al que amaba la engañó con otra, al principio se hizo médico para ayudar a sus tíos con su problema pero después,, durante su internado encontró su verdadera especialidad, sin embargo ella no se rindió buscó y buscó, no se rindió hasta encontrar alguien que pudiera ayudar a sus tíos, quería devolverles un poco de lo mucho que ellos les habían dado, quería devolverles la familia que ellos les brindaron cuando quedaron huérfanos, no había abuelos, no había nadie más que su tío, un joven soñador estudiante de cocina que se hizo cargo de dos niños de diez años sin pensarlo.
Terry miraba el cuadro familiar conmovido, él era hijo único, con problemas con su padre que iba arrastrando por años al no querer seguir sus pasos, su única amiga siempre fue su prima, ella siempre lo apoyó en lo que quería hacer, al igual que su madre, eran pocas las personas que conocía que estuvieran así de unidas, se sintió un poco incómodo pero Susana se acercó a él, posó su mano sobre su hombro, apretándole, acercó su boca a su oído para susurrar…
-Son una familia extraordinaria.
-Justo lo que tú siempre has buscado- respondió el castaño sin dejar de mirar a las cuatro personas frente a él envueltas entre risas y llanto.
-Y lo que tú te mereces también- afirmó la rubia dejando un beso sobre la cabeza de Terry para luego ir hacia su prometido y futura familia.
El sonido de un teléfono celular rompió el emotivo abrazo, Candy se apresuró a soltarse al tiempo que limpiaba sus abundantes lágrimas con ambas manos.
-Doctora Andley- respondió la rubia ante el abucheo de su hermano y tío por lo que tuvo que alejarse un poco quedando cerca de Terry.
- ¿Que necesitas Lea? - inquirió la mujer- sí...claro...salgo para allá, sigue con eso...no...que avisen a cardio, el plan continúa, todo saldrá bien ella es fuerte, nos vemos en menos de media hora dile a Jenni que estaré con ella, adiós, tengo que irme- informó la rubia dando la vuelta para retirarse.
- ¡Candy! - exclamó Anthony- ¡Ni siquiera hemos partido el postre!
-Luego, el bebé de Jenni Carlson está por llegar ¿Recuerdas? Te lo conté hace un par de semanas- decía la chica al tiempo que caminaba hacia las escaleras- ¡Guárdenme un trozo de tarta!
.
.
.
Después de esa tarde fue muy complicado que todos estuvieran juntos de nuevo, entre Candy, el hospital, los tíos, el restaurante y los preparativos de la boda transcurrió un mes, el evento se celebraría en la casa de Terry el último sábado de marzo; la ceremonia sería sencilla, con poca gente, unos cuantos amigos de Anthony del colegio de bellas artes, la madre de Susana quien llegó de Londres junto con los padres de Terry quien se veía incómodo ante la presencia de su padre a quien llevaba años sin dirigirle la palabra y aún ahora, en medio de las carreras de floristas y meseros en el jardín de su casa evitaba a toda costa quedarse solo con su padre; la única que daba de brincos de felicidad era su madre Eleonor Grandchester pues la madre de Susana, Katherine Marlowe no estaba muy dispuesta, ya que la manera en que se casaba su “princesa” no la hacía muy feliz que digamos, ella hubiera querido tirar la casa por la ventana, invitar a mil gentes, a la prensa, un salón elegante en lugar de un jardín trasero con menos de cincuenta personas a las que no conocía y que no tenía ganas de conocer.
6:00 p.m.
El arco con flores blancas estaba colocado al fondo del jardín, la mesa donde el juez de paz tendría los elementos necesarios para la ceremonia estaba bellamente decorado, la hilera de sillas formaba un pequeño camino por el que la novia pasaría del brazo de su tío Richard, todo estaba dispuesto, después de la ceremonia la cena que constaba de un exquisito buffet del restaurante de Albert Andley estaba listo y esperando a ser degustado.
Mientras tanto dentro de la casa, en la habitación de huéspedes, Terry se encontraba recostado en la cama comiendo los bocadillos que se había traído de la cocina al tiempo que veía una película en la televisión, Susana que también estaba ahí terminaba de maquillarse.
-Terry dejas mucho que desear como dama de honor- mencionó su prima.
-Te doy apoyo moral, eso me dijo mi madre, “una dama de honor debe dar apoyo” si te entra el miedo y quieres huir yo conduciré el auto- proclamó el castaño para luego llenarse la boca con un bocadito de pan con queso.
- ¡Eres imposible! - exclamó la rubia- ¿dónde están mis cosas? - inquirió- ¿algo azul, algo prestado y demás?
-Ya te lo doy - informó Terrence levantándose de la cama para sacar algo de su bolsillo- algo azul- dijo depositando en manos de la rubia un collar de oro blanco con un dije en forma de gota con un zafiro - también es prestado porque era de la abuela Vic y mamá dijo que te gustaría- informó- lo nuevo creo lo traes en la panza- incordio.
- ¡Eres un idiota! - exclamó Susana dándole un manotazo en el hombro- pero así te quiero tonto- mencionó abrazándolo.
Terry la envolvió en sus brazos, su sonrisa amplia al estar ahí y compartir con su prima la felicidad que la embargaba.
En otra habitación Anthony terminaba de arreglarse, había llegado una hora antes a la casa acompañado de su hermana, les fue prestada una habitación para su preparación, Candy terminaba de ajustar el moño del traje del novio, por último, le colocó un botón de rosa blanca en la solapa.
-Listo, quedaste muy bien
-Gracias, eres el mejor padrino que pudiera haber tenido hermanita.
-Te lo agradezco, pero es la primera vez que soy padrino así que debía hacerlo muy bien, no pude ayudar mucho en los preparativos, no te hice despedida de soltero, pero... hoy estoy aquí lista para ayudarte a echarte la soga al cuello- declaró la rubia sonriendo.
- ¿Hoy no habrá salidas corriendo, ni llamadas de urgencia? - cuestionó el rubio.
-No, hoy no, he dejado mis instrucciones muy claras, mis bebés de la UCI están estables y mi residente estrella está a cargo, hoy soy toda tuya hermanito.
-Me alegro por eso.
-Y.… pienso emborracharme así que me será imposible atender un niño - confesó Candy riendo- bueno, si ya estás listo saldré a ver si no hay moros en la costa para que bajes a esperar a la novia, el tío ya debió de llegar y los invitados no tardan, ahora te aviso.
La mujer salió al pasillo, caminó unos metros y tocó la puerta donde le habían dicho estaba la novia vistiéndose.
Terry escuchó el toque en la puerta, Susana se ocultó detrás de la misma por si era su novio el que estaba del otro lado lo cual causó risa en el castaño.
- ¡Es de mala suerte ver a la novia antes de la boda! - dijo la chica al ver la risa de Terry
-No sé de qué te ocultas cuando es obvio que el novio ya vio más de lo que debería- dijo señalando el pequeño vientre de Susana quien le hizo una seña obscena por el comentario.
Terry reía divertido cuando abrió la puerta, sin embargo, la sonrisa se le congeló al ver a la persona que estaba ahí.
Candy escuchó una risa masculina, una risa fresca, divertida lo cual de momento la contagió pintando en su rostro una sonrisa deslumbrante, pero… al abrirse la puerta quedó de piedra cuando vio al hombre que le abrió.
-Mi.…mi hermano está listo, vamos a bajar para recibir a los invitados, vine a avisar- comunicó la rubia después de un leve carraspeo.
-Mi prima también, bajaremos puntuales, gracias por avisar.
-De nada, con su permiso.
-La veo en el altar doctora pecas- advirtió el hombre levantando una ceja.
Candy dio la media vuelta sin responder, sentía las mejillas arder por la sugestiva forma de hablar del castaño, el movimiento de su boca, su forma relajada de pararse, sus ojos que la miraban como sopesando si se la comía o no, un escalofrío la recorrió, se detuvo dos pasos antes para volver la vista hacia atrás, el primo de Susana seguía ahí, mirándola.
Terry no pudo evitar quedarse en la puerta, asomó un poco el cuerpo para ver mejor a la rubia, la contempló a placer mientras ella caminaba, su andar cadencioso lo hipnotizó, sacudió la cabeza tratando de alejar cualquier pensamiento non santo, estaba por entrar cuando ella se volteó, sus miradas chocaron, ninguno se movió, ninguno respiró, tan solo se veían.
-Respira o morirás ya estás quedando azul- fue la voz de Susana.
- ¿Qué? - preguntó el castaño.
-Te has quedado como un bobo, sin hablar ni respirar.
-No...no...solo me distraje, Anthony ya va a bajar, me cambiaré rápidamente- contestó el castaño tomando su traje para ir al baño a cambiarse.
-Claro, claro solo se distrajo- susurro Susana para sí misma.
.
.
.
- ¡Candy! ¡Eyyyyy! No te quedes ahí parada, vamos a bajar escuché voces, Albert ya llegó- llamó Anthony a una distraída Candy parada como estatua en el pasillo.
-Sí...sí ...ya...Susana está lista, bajemos, en un rato ella baja- respondió la rubia todavía saliendo de su estupor.
-Bien hermana, aquí vamos- dijo Anthony agarrando la mano de Candy para ponerla en su brazo y juntos bajar por la escalera, comenzando así el momento de su boda.
Continuará…
Por: Temperance (Primrose)
Para: guerra florida 2020
Portada: Misti (Byul Hye)
Las divinas místicas de Terry.
“Cambiando el destino por Terry”
Muchas gracias a todas las que me hacen favor de leer y dejar un comentario, sobre todo por darle una oportunidad a esta historia. saludos a todas. Besos
-Lo sé, pero ¿Qué quieres que haga? Soy una maniática.
- ¿Puedo ayudar en algo para que esa bonita cara deje de estar tensa?
-Ummm déjame ver- mencionó la mujer dejando lo que hacía para caminar hacia Terry haciéndolo retroceder- coloca los frascos con crema y azúcar en las mesas, en el centro de las mismas, comienza de la primera mesa hasta el final – ordeno la de ojos dorados.
- ¿Exactamente así? – inquirió el joven perplejo, si le hubiera hecho un ofrecimiento así a Lexie ¡vaya saber lo que le habría pedido!
-SI, EXACTAMENTE ASÍ – dijo Temperance levantando la voz- Y lo haces dándome la espalda, me desconcentras y las alas me comienzan a salir, no quiero barrer plumas.
- ¡Vale, vale! – exclamó el castaño en rendición, quedarse con Temperance implicaba casi, casi estar en el ejército con lo meticulosa que era con todo su orden.
Lo que el castaño no sabía era que mientras él colocaba los productos en las mesas, la pequeña pero estricta Temperance se sentaba en la silla alta del mostrador, colocaba su carita sobre su mano y se deleitaba en contemplar el bonito trasero de Terry.
COINCIDENCIAS
capítulo 3
capítulo 3
La comida en casa de Candy Andley se celebraba debido a la llegada de su hermano gemelo Anthony, el cual después de dos años de ausencia en lo que se fue a estudiar su doctorado en historia del arte a Londres y además trabajaba en el museo británico, regresaba a casa con prometida incluida, la cual era una hermosa modelo inglesa que su hermano conoció en una gala.
El clic para ellos fue instantáneo, bastaron unos minutos de haberse conocido para reconocer que eran el uno para el otro y hoy, a casi un año de conocerse estaban en América para que Susana fuera presentada a la familia, anunciar su embarazo y pronto casamiento.
- ¡Estamos embarazados! - exclamó Anthony con júbilo- dieciséis semanas- concluyó.
Mientras sus tíos los felicitaban, Candy bajó la cabeza y apretó los puños, cerró los ojos para no dejar salir las lágrimas, se sentía feliz por su hermano, pero también triste pues le hacía recordar que ella no tenía posibilidades de tener familia, no después del diagnóstico que le fue dado unos meses atrás y que nadie más que ella sabía.
Terry por su parte estaba sorprendido, a pesar de que su prima siempre había dicho que cuando encontrara al hombre indicado no lo pensaría dos veces y se casaría con él para tener una gran familia, pero eso eran palabras de chicos, hacía mucho años de eso y, con el pasar del tiempo el castaño llegó a pensar que ya no tenía esa idea, o al menos que había dejado de buscar pues tenía años sin novio hasta que el año pasado le dijo que había conocido a alguien especial pero hasta ahí, ahora a sus treinta años por fin su sueño se hacía realidad y le daba gusto por ella aunque él sentía esa felicidad un poco amarga pues después de lo que pasó con su prometida hacía más de cinco años lo convirtieron en un hombre dedicado solamente al trabajo, ya sin esa ilusión de formar una familia, era mejor estar solo a vivir en el engaño con mujeres traicioneras.
- ¡Candy! - llamó Anthony a su hermana- ¿No nos felicitas? - inquirió el joven.
-Sí, claro- respondió la aludida poniéndose de pie.
La rubia estaba tan descolocada que al hacer su silla para atrás y querer salir su zapatilla se le atoró con la pata, estaba por caer de lado cuando por reflejo se aferró a lo que estaba a su alcance...Terry.
El castaño la vio levantarse torpemente, luego trastabillar, casi le cae encima, sólo por sus buenos reflejos levantó la mano y le sostuvo de la cadera mientras ella se apoyaba en su hombro.
- ¡Lo siento! - exclamaron al mismo tiempo.
La energía que les recorrió a ambos casi sacaba chispas al estar en contacto, pero sólo duró un instante, luego el castaño movió un poco su silla sin soltarla mientras ella permanecía quieta, un movimiento y la gran mano de Terry acabaría de lleno en su trasero.
Después de semejante torpeza en la que Candy quedó tan roja como un tomate, logró rodear la mesa para abrazar a su hermano y cuñada.
-Los felicito en verdad, me da gusto por ambos- dijo la rubia después de dar un abrazo a los futuros padres al mismo tiempo.
-Bueno, esto realmente no me lo esperaba- mencionó el tío Albert- pero ya que estamos en este tema quiero decirles algo- declaró- Patricia ven aquí cielo- llamó a su esposa.
La señora Andley que estaba sentada en su lugar en la mesa se puso de pie tomando la mano que su marido tenía extendida.
-Muchachos, después de todos estos años y a pesar de ya no tener esperanza alguna, queremos informarles que aquí Patty y yo al fin logramos lo inimaginable- proclamaba el hombre apenas y conteniendo una enorme sonrisa que iluminaba su rostro- Candy, Anthony… nosotros ¡También estamos embarazados! - exclamó el hombre en un grito.
Candy y Anthony se miraron atónitos, el tío Albert llevaba catorce años casado con Patty, durante mucho tiempo ambos sostuvieron una batalla por concebir, médicos, un sin fin de tratamientos y nada funcionó, hasta ahora.
- ¡Por dios tío Albert! ¿Están seguros? - inquirió Anthony.
- ¡Por supuesto que sí! El médico que mi pequeña nos recomendó hace dos años nos ha estado tratando y ahora tenemos resultados.
- ¡Caramba! ¿Quién te viera a tu edad? - bromeó el rubio.
-Muchachito insolente ¿Cuántos años crees que tengo? Apenas soy once años mayor que ustedes y mi Patty tiene treinta y nueve estamos en el mejor momento.
Candy no lograba dilucidar tanta información, mientras el tío y su hermano bromeaban ella sólo los miraba con lágrimas corriendo por sus mejillas, recordando cuando ella y su hermano se quedaron solos, eran unos niños de diez años y el tío apenas y acababa de cumplir los veintiuno, era tan joven y aun así se hizo cargo de sus sobrinos, él estudiaba y trabajaba, Patty tan solo era su amiga, ella los cuidaba cuando Albert no podía, afortunadamente el padre de los gemelos Andley era un hombre precavido, lo que facilitó las cosas para ellos tres, en su testamento dejaba a sus hijos al cuidado de Albert junto con un fideicomiso para el sustento y educación de los tres, la madre de los chicos era una mujer de familia acomodada, tenía una pequeña herencia de la que nunca llegó a disponer, eran personas sencillas, dedicadas a su trabajo y sus hijos, no eran derrochadores por lo que fue un alivio, Albert pudo terminar de estudiar los chicos tenían lo necesario económicamente así que a pesar de la desgracia de no tener padres tuvieron al tío Albert que los acogió como si fueran sus propios hijos, años después se casó con Patty, ellos en ese entonces tenían dieciocho años, el tío veintinueve y Patty veinticuatro fue cuando abrieron el restaurante en el que Candy y Anthony trabajaron a pesar de no necesitarlo, es lo que sus padres y tío les habían enseñado, a esforzarse y no andar perdiendo el tiempo, si no estaba estudiando, estaban trabajando.
Albert notó las lágrimas de su sobrina, se apartó de todos y abrió los brazos. Candy se refugió en la calidez de su tío, se aferró a ese abrazo como cuando niña, cuando en las noches despertaba llorando buscando a su mamá, o cuando el primer chico que le gustaba no le hizo caso o hace cinco años cuando el hombre al que amaba la engañó con otra, al principio se hizo médico para ayudar a sus tíos con su problema pero después,, durante su internado encontró su verdadera especialidad, sin embargo ella no se rindió buscó y buscó, no se rindió hasta encontrar alguien que pudiera ayudar a sus tíos, quería devolverles un poco de lo mucho que ellos les habían dado, quería devolverles la familia que ellos les brindaron cuando quedaron huérfanos, no había abuelos, no había nadie más que su tío, un joven soñador estudiante de cocina que se hizo cargo de dos niños de diez años sin pensarlo.
Terry miraba el cuadro familiar conmovido, él era hijo único, con problemas con su padre que iba arrastrando por años al no querer seguir sus pasos, su única amiga siempre fue su prima, ella siempre lo apoyó en lo que quería hacer, al igual que su madre, eran pocas las personas que conocía que estuvieran así de unidas, se sintió un poco incómodo pero Susana se acercó a él, posó su mano sobre su hombro, apretándole, acercó su boca a su oído para susurrar…
-Son una familia extraordinaria.
-Justo lo que tú siempre has buscado- respondió el castaño sin dejar de mirar a las cuatro personas frente a él envueltas entre risas y llanto.
-Y lo que tú te mereces también- afirmó la rubia dejando un beso sobre la cabeza de Terry para luego ir hacia su prometido y futura familia.
El sonido de un teléfono celular rompió el emotivo abrazo, Candy se apresuró a soltarse al tiempo que limpiaba sus abundantes lágrimas con ambas manos.
-Doctora Andley- respondió la rubia ante el abucheo de su hermano y tío por lo que tuvo que alejarse un poco quedando cerca de Terry.
- ¿Que necesitas Lea? - inquirió la mujer- sí...claro...salgo para allá, sigue con eso...no...que avisen a cardio, el plan continúa, todo saldrá bien ella es fuerte, nos vemos en menos de media hora dile a Jenni que estaré con ella, adiós, tengo que irme- informó la rubia dando la vuelta para retirarse.
- ¡Candy! - exclamó Anthony- ¡Ni siquiera hemos partido el postre!
-Luego, el bebé de Jenni Carlson está por llegar ¿Recuerdas? Te lo conté hace un par de semanas- decía la chica al tiempo que caminaba hacia las escaleras- ¡Guárdenme un trozo de tarta!
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Después de esa tarde fue muy complicado que todos estuvieran juntos de nuevo, entre Candy, el hospital, los tíos, el restaurante y los preparativos de la boda transcurrió un mes, el evento se celebraría en la casa de Terry el último sábado de marzo; la ceremonia sería sencilla, con poca gente, unos cuantos amigos de Anthony del colegio de bellas artes, la madre de Susana quien llegó de Londres junto con los padres de Terry quien se veía incómodo ante la presencia de su padre a quien llevaba años sin dirigirle la palabra y aún ahora, en medio de las carreras de floristas y meseros en el jardín de su casa evitaba a toda costa quedarse solo con su padre; la única que daba de brincos de felicidad era su madre Eleonor Grandchester pues la madre de Susana, Katherine Marlowe no estaba muy dispuesta, ya que la manera en que se casaba su “princesa” no la hacía muy feliz que digamos, ella hubiera querido tirar la casa por la ventana, invitar a mil gentes, a la prensa, un salón elegante en lugar de un jardín trasero con menos de cincuenta personas a las que no conocía y que no tenía ganas de conocer.
6:00 p.m.
El arco con flores blancas estaba colocado al fondo del jardín, la mesa donde el juez de paz tendría los elementos necesarios para la ceremonia estaba bellamente decorado, la hilera de sillas formaba un pequeño camino por el que la novia pasaría del brazo de su tío Richard, todo estaba dispuesto, después de la ceremonia la cena que constaba de un exquisito buffet del restaurante de Albert Andley estaba listo y esperando a ser degustado.
Mientras tanto dentro de la casa, en la habitación de huéspedes, Terry se encontraba recostado en la cama comiendo los bocadillos que se había traído de la cocina al tiempo que veía una película en la televisión, Susana que también estaba ahí terminaba de maquillarse.
-Terry dejas mucho que desear como dama de honor- mencionó su prima.
-Te doy apoyo moral, eso me dijo mi madre, “una dama de honor debe dar apoyo” si te entra el miedo y quieres huir yo conduciré el auto- proclamó el castaño para luego llenarse la boca con un bocadito de pan con queso.
- ¡Eres imposible! - exclamó la rubia- ¿dónde están mis cosas? - inquirió- ¿algo azul, algo prestado y demás?
-Ya te lo doy - informó Terrence levantándose de la cama para sacar algo de su bolsillo- algo azul- dijo depositando en manos de la rubia un collar de oro blanco con un dije en forma de gota con un zafiro - también es prestado porque era de la abuela Vic y mamá dijo que te gustaría- informó- lo nuevo creo lo traes en la panza- incordio.
- ¡Eres un idiota! - exclamó Susana dándole un manotazo en el hombro- pero así te quiero tonto- mencionó abrazándolo.
Terry la envolvió en sus brazos, su sonrisa amplia al estar ahí y compartir con su prima la felicidad que la embargaba.
En otra habitación Anthony terminaba de arreglarse, había llegado una hora antes a la casa acompañado de su hermana, les fue prestada una habitación para su preparación, Candy terminaba de ajustar el moño del traje del novio, por último, le colocó un botón de rosa blanca en la solapa.
-Listo, quedaste muy bien
-Gracias, eres el mejor padrino que pudiera haber tenido hermanita.
-Te lo agradezco, pero es la primera vez que soy padrino así que debía hacerlo muy bien, no pude ayudar mucho en los preparativos, no te hice despedida de soltero, pero... hoy estoy aquí lista para ayudarte a echarte la soga al cuello- declaró la rubia sonriendo.
- ¿Hoy no habrá salidas corriendo, ni llamadas de urgencia? - cuestionó el rubio.
-No, hoy no, he dejado mis instrucciones muy claras, mis bebés de la UCI están estables y mi residente estrella está a cargo, hoy soy toda tuya hermanito.
-Me alegro por eso.
-Y.… pienso emborracharme así que me será imposible atender un niño - confesó Candy riendo- bueno, si ya estás listo saldré a ver si no hay moros en la costa para que bajes a esperar a la novia, el tío ya debió de llegar y los invitados no tardan, ahora te aviso.
La mujer salió al pasillo, caminó unos metros y tocó la puerta donde le habían dicho estaba la novia vistiéndose.
Terry escuchó el toque en la puerta, Susana se ocultó detrás de la misma por si era su novio el que estaba del otro lado lo cual causó risa en el castaño.
- ¡Es de mala suerte ver a la novia antes de la boda! - dijo la chica al ver la risa de Terry
-No sé de qué te ocultas cuando es obvio que el novio ya vio más de lo que debería- dijo señalando el pequeño vientre de Susana quien le hizo una seña obscena por el comentario.
Terry reía divertido cuando abrió la puerta, sin embargo, la sonrisa se le congeló al ver a la persona que estaba ahí.
Candy escuchó una risa masculina, una risa fresca, divertida lo cual de momento la contagió pintando en su rostro una sonrisa deslumbrante, pero… al abrirse la puerta quedó de piedra cuando vio al hombre que le abrió.
-Mi.…mi hermano está listo, vamos a bajar para recibir a los invitados, vine a avisar- comunicó la rubia después de un leve carraspeo.
-Mi prima también, bajaremos puntuales, gracias por avisar.
-De nada, con su permiso.
-La veo en el altar doctora pecas- advirtió el hombre levantando una ceja.
Candy dio la media vuelta sin responder, sentía las mejillas arder por la sugestiva forma de hablar del castaño, el movimiento de su boca, su forma relajada de pararse, sus ojos que la miraban como sopesando si se la comía o no, un escalofrío la recorrió, se detuvo dos pasos antes para volver la vista hacia atrás, el primo de Susana seguía ahí, mirándola.
Terry no pudo evitar quedarse en la puerta, asomó un poco el cuerpo para ver mejor a la rubia, la contempló a placer mientras ella caminaba, su andar cadencioso lo hipnotizó, sacudió la cabeza tratando de alejar cualquier pensamiento non santo, estaba por entrar cuando ella se volteó, sus miradas chocaron, ninguno se movió, ninguno respiró, tan solo se veían.
-Respira o morirás ya estás quedando azul- fue la voz de Susana.
- ¿Qué? - preguntó el castaño.
-Te has quedado como un bobo, sin hablar ni respirar.
-No...no...solo me distraje, Anthony ya va a bajar, me cambiaré rápidamente- contestó el castaño tomando su traje para ir al baño a cambiarse.
-Claro, claro solo se distrajo- susurro Susana para sí misma.
.
.
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- ¡Candy! ¡Eyyyyy! No te quedes ahí parada, vamos a bajar escuché voces, Albert ya llegó- llamó Anthony a una distraída Candy parada como estatua en el pasillo.
-Sí...sí ...ya...Susana está lista, bajemos, en un rato ella baja- respondió la rubia todavía saliendo de su estupor.
-Bien hermana, aquí vamos- dijo Anthony agarrando la mano de Candy para ponerla en su brazo y juntos bajar por la escalera, comenzando así el momento de su boda.
Continuará…
Por: Temperance (Primrose)
Para: guerra florida 2020
Portada: Misti (Byul Hye)
Las divinas místicas de Terry.
“Cambiando el destino por Terry”
Muchas gracias a todas las que me hacen favor de leer y dejar un comentario, sobre todo por darle una oportunidad a esta historia. saludos a todas. Besos