Cómo si el mundo no existiera Temperance mira hacia el cielo, busca entre las estrellas la paz que a veces le hace falta, en el silencio de la noche mira a su hermana Moira dormir cual ángel entre nubes mientras ella y su fiel Dilong convertido en dragón esta postrado a sus pies, sus pensamientos vuelan hasta el bello bosque donde creció.
- A veces quisiera regresar a casa Dilong, el mundo mortal es tan triste a veces - decía la chica acariciando la cabeza del pequeño dragón de tierra - el "emperador" está a punto de atravesar difíciles situaciones, esa chica rubia que anda tras él le causará una gran pena, puedo sentirlo.
La chica de ojos dorados y en apariencia una jovencita dejó salir un suspiro triste miró de nuevo las estellas confiando en que lo que había de venir dejara una enseñanza positiva en su emperador a pesar de primero sufrir lo indecible.
La ceremonia de matrimonio de Anthony Andley y Susana Marlow transcurrió fluida y sin contratiempos, todo salió tal cual, al momento en que el juez los declarará marido y mujer los presentes aplaudieron con ganas, los chiflidos no se hicieron esperar cuando el novio besó a su recién adquirida esposa para luego levantarla en vilo y girar con ella, a cada lado del altar padrino y dama de honor se miraron divertidos al ver a la pareja olvidando la incomodidad que les representaba a cada uno el estar parados junto a un altar cada uno por razones diferentes pero que sin saberlo compartían.
En el momento del brindis Candy como padrino del novio proclamó unas bellas palabras deseando bienestar, salud y mucho amor para la pareja y futuro hijo, Terry como dama de honor trataba de disimular sus nervios e incomodidad. Posteriormente llegó el baile de los novios los cuales se movieron por toda la pista derrochando amor y felicidad, luego el turno de padres e hijos donde el momento emotivo se hizo presente cuando Richard Grandchester paso a bailar con su sobrina y Patricia Andley lo hizo con el suyo, al final pasaron el padrino y dama de honor respectivamente, quienes al final terminaron bailando junto con todos en la pista y así cerrar todo el protocolo de bodas.
Para Candy y Terry fue un momento más que compartieron esa noche, juntos pero no revueltos, cada uno en su papel, ella trataba de parecer serena pero se puso nerviosa cuando al bailar sintió las manos de Terry en su espalda desnuda, el castaño por su parte aprovechó esos momentos para llenarse de ese aroma tan peculiar que expelía la rubia y que lo estaba enloqueciendo desde el momento que ella se quedó cerca de él durante la ceremonia, manzana y miel desprendiéndose de sus caireles dorados recogidos en un peinado de cascada con algunos mechones enmarcando su bello rostro con tan sólo un poco de maquillaje; más tarde, después del protocolo todos bailaban los ritmos modernos, los novios también lo hacían de tanto en tanto para convivir con los invitados.
Durante la cena Terry y Candy coincidieron varias veces, por momentos mientras el castaño esperaba a que le sirvieran en la mesa del bufete él desviaba la mirada para ver la figura rubia enfundada en ese vestido rojo sangre de cuello halter en talle largo, con la falda larga de chiffon moviéndose al ritmo de sus caderas cuando caminaba, luego disimulaba pues ella siempre volteaba a ver hacia él, Terry sonreía para sus adentros, moviendo la cabeza, ella se veía muy diferente al día que la conoció, con sus jeans oscuros, la playera gris, las zapatillas deportivas y esos rizos atados en una coleta, sin maquillaje, casi podría decir que le gustaba más así, aunque reconocía también que vestida de gala toda ella era encantadora, sensual, y al parecer ni siquiera se daba cuenta pues algunos amigos del novio parecían devorarla con la mirada y ella como si nada.
A pesar de las incomodidades que Terry pasó sobre todo al momento de estar parado en el altar, cosa que no le hacía mucha gracia que digamos, ahora en medio de la música y la comida debía reconocer que la estaba pasando bien, platicó un rato con su madre, con su tía, evitó acercarse a su padre y ahora se encontraba departiendo con Albert y su esposa Patty, eran una pareja divertida parecieran unos recién casados, siempre mirándose con amor, completando las frases del otro.
-Vamos Terry, ven a bailar conmigo, aunque sea una pieza- rogó Susana al tiempo que jalaba a su primo del brazo.
-Ya voy, ya voy tranquila, ustedes disculpen- dijo el castaño dirigiéndose a los Andley los cuales asistieron en comprensión.
Terry y Susana bailaron dos piezas seguidas en un momento dado acabaron cerca de donde Candy y Anthony también bailaban cuando de repente el DJ puso I say a little player for you y su prima en un abrir y cerrar de ojos le puso a Candy en los brazos para bailar con su esposo.
-Es mi turno con mi esposo hermana- dijo Susana a Candy guiñando un ojo.
El castaño y la rubia se vieron sorprendidos, de un momento a otro, de nuevo los habían emparejado, no les quedó más remedio que bailar al igual que los novios.
Terry atrajo a Candy de la cintura, con la mano libre le tomó la de ella, la pegó a su cuerpo y comenzaron a bailar, se acoplaron muy bien al ritmo, se dejaron llevar por la alegría reinante, bailaron la pieza con bastante soltura, Terry era buen bailarín y aunque Candy no era una experta él supo a bien llevarla.
La fiesta duró hasta entrada la madrugada, por fortuna la casa de Terry contaba con un gran terreno y estaba completamente bardeada con muros altos así que no tendría problemas con sus vecinos, antes de irse los novios a la media noche para pasarla en un lujoso hotel mientras llegaba la hora de su viaje de luna de miel en Florida tanto Anthony como Susana se tomaron su tiempo para despedirse de todos y cada uno de sus familiares, cuando tocó el turno de Terry con su prima está le tomó de la mano para llevarlo un poco aparte de los demás.
-Terry- comenzó la rubia- quiero agradecerte el que nos hayas prestado tu casa para este día…
-No tienes que agradecer nada, ya sabes que yo…- interrumpió el castaño.
-Déjame terminar - solicitó la chica- Anthony y yo te estamos muy agradecidos y él me ha encomendado decirte que tienes su permiso para acercarte a su hermana siempre y cuando no la hagas sufrir.
- ¿De qué me estás hablando? - inquirió el castaño confundido.
-Desde el día en que llegamos del aeropuerto nos dimos cuenta que entre Candy y tú podría haber algo pero que ustedes dos despistados nunca lograrán ver por sí solos, ambos han sufrido, si, si, le conté lo de Annie- se apresuró a decir Susana al ver el semblante molesto de su primo- ustedes dos tienen muchas cosas en común, más de las que te imaginas pero están tan ensimismados en su trabajo que no ven más allá de sus narices, he visto cómo la miras, me he fijado como ella te mira, durante este mes cada que llegábamos aquí la buscabas y no lo puedes negar- mencionó agitando su índice- ella a su vez entre las pláticas como si nada preguntó dos o tres veces por ti- suspiró- Terry en verdad te digo esto, ya es hora de olvidar el pasado, la vida es ahora, fuiste afortunado cuando Annie te dejó por ese tipo, ahora tienes una oportunidad de vivir el amor de nuevo, deja de esconderte tras tu máscara de ogro inalcanzable, eres un buen hombre y me haría muy feliz de verte formar a una familia, Santa Claus necesita a una señora Claus- finalizó la rubia para luego dar un abrazo fuerte a su primo, un beso en la mejilla e irse a dar un último adiós a sus tíos.
Por su parte Anthony también se llevó a Candy a un costado, sentándose con ella en una jardinera.
-Nena- inició el rubio tomando ambas manos de su hermana- ¿sabes que te quiero muchísimo verdad? - inquirió.
Candy asintió, estaba por decir algo cuando su hermano le hizo señal que se quedara callada a lo cual ella obedeció.
-Hace un mes regresé a América no sólo de vacaciones, sino para estar contigo, presentarte en persona a mi prometida y de paso casarme- sonrió- vine para ver cómo estabas, sé que nos hablamos todo el tiempo y sabemos todo el uno del otro, bueno...casi todo, sé que hay algo que me ocultas, ¡No!, no trates de negarlo- levantó la mano para acallar lo que sea Candy hubiera querido decir - no importa eso ahora, lo entiendo, pero todos estamos preocupados por ti, estás muy sola, siempre trabajando, le gruñes a la gente y no lo puedes negar- volvió a hacer señas para que Candy no hablara- princesa ha pasado mucho tiempo- comentó acariciando la mejilla de su hermana- es hora de pasar página y comenzar de nuevo, deja de ser tan quisquillosa, hay alguien cerca que puede darte lo que necesitas y si estás en plan escudo protector no lo verás, he visto cómo te le quedas viendo a Terry, ¡que no digas nada hasta que acabe!- exclamó al ver a la rubia fruncir el ceño, arrugar la nariz y abrir la boca, señal inequívoca que si la dejaba no habría poder humano que la hiciera callar- no soy tonto, además recuerda que todavía tenemos esa conexión, cuando estás nerviosa yo me muerdo los dedos, ¿Recuerdas cuando te gustaba ese niño en sexto grado?- Candy asintió- cada que lo veía me sonrojaba- Candy rio- ¡No te rías! Era vergonzoso, al crecer cosas cambiaron pero hay otras que no, una de ellas es que cuando te atrae alguien a mí también me pasan cosas, las dos veces que preguntaste por Terry pude sentirlo, ese alboroto estomacal que ni mi mujer y su embarazo me han provocado, lo has hecho tú, sé que te ha gustado, y debo reconocer que el hombre no está nada mal, le puedes servir de bastón- bromeó lo cual le hizo ganar un manotazo- fuera de broma nena, olvida al idiota de Archie, si te engaño con la tipa esa es que no valía la pena, al menos ahora estás libre para encontrar algo mejor, prométeme que si él se acerca en plan amigos no escupirás fuego- concluyó.
Candy miraba a su hermano con lágrimas en los ojos, ella también supo cuando él se había enamorado de verdad, aún a la distancia lo supo, no le dijo nada, sólo asintió para luego abrazarlo y dejarlo ir, como muchas otras cosas.
.
.
.
Después de la plática, Terry y Candy fungieron como anfitriones pues Albert y Paty, así como el matrimonio Grandchester se fueron a descansar, la madre de Susana solo se quedó un rato más para resguardar los regalos.
Menos de treinta personas quedaban en la fiesta, bailaban, comían o platicaban así que Candy cansada de sus zapatillas de diez centímetros se sentó en un rincón para quitárselas junto con una copa de champagne, mientras lo hacía subía los pies para poder masajearlos, en eso estaba cuando…
- ¿Puedo sentarme? - inquirió la voz de un hombre, una voz muy conocida difícil de olvidar.
-Adelante- respondió la rubia señalando la silla frente a ella.
- ¿Cansada doctora pecas? - preguntó el hombre para hacer plática.
-Algo- respondió la rubia un tanto renuente, recordando las palabras de su hermano de dejar de ser tan arisca- los zapatos de tacón no son lo mío- mencionó mostrando las zapatillas asentadas en una silla junto a ella.
- ¡Oh vaya! Nunca he comprendido porqué las mujeres se torturan de esa manera.
-La verdad yo tampoco- se encogió de hombros- pero si mides lo que yo a veces son un mal necesario.
- ¿Quieres otra copa? - preguntó el castaño.
-Prefiero un cóctel- respondió Candy.
-Bien, ¿Que te gustaría?
-Una margarita.
- ¡Tequila!
-Si bueno...me gustan el sabor cítrico - dijo sin pensar, pero luego desvío la vista hacia sus muy interesantes zapatos.
-Claro, ahora te la traigo- respondió el castaño sonriendo pues la observó sonrojarse.
Candy lo observó partir, Terry era muy alto, un poco más que Anthony y su tío Albert, su constitución era atlética a leguas se notaba que hacía ejercicio, se le quedó mirando mientras él pedía las bebidas, no tardó y ya estaba de regreso, ella pudo apreciarlo mejor, su andar seguro, su sonrisa amable a cada uno que se topaba en su camino, sus ojos, a ella le cautivaba esa mirada, parecía severo pero en realidad, si lo mirabas bien había calidez en ellos, seguridad, suspiró sopesándolo.
-Aquí tienes- dijo extendiéndole la copa- cuéntame doctora ¿Porque pediatra?
-En un principio quise ser ginecóloga- expuso- especializarme en fertilidad para ayudar a mis tíos.
- ¿Y qué pasó?, ¿Porque el cambio?
-Durante mi internado surgió algo, rotamos entre especialidades, cuando me tocó pediatría hubo un pequeño al que no le dieron muchas horas de vida después de su nacimiento, me dio mucha pena que muriera sin haber sido abrazado ni una sola vez, yo tuve a mis padres diez años en los que siempre había un abrazo y él apenas horas de vida, con su madre también batiéndose entre la vida y la muerte, el caso es que a pesar de estar lleno de tubos lo tomé en mis brazos, no era experta en cargar niños así que lo hice como pude, no me di cuenta y el pequeño comenzó a normalizarse, la doctora me dijo que era una técnica como un abrazo de canguro luego me quito la blusa del pijama - Candy rio al recordar el vergonzoso momento- para que el bebé tuviera contacto conmigo.
- ¿El pequeño se salvó? ¿Tú lo salvaste?
-Sí- la rubia sonrió ampliamente- él se salvó.
-Salud por eso- levantó Terry su copa para chocarla con la de ella.
- ¿Y tú? ¿Porque te volviste juguetero? - inquirió la rubia divertida.
- ¡Ahí! Es una historia de hace muchos años, no de héroes como tú, pero me marcó enormemente.
-Tenemos tiempo, así que ahora me toca ir por otra ronda- dijo Candy señalando su copa vacía.
La rubia fue y regresó rápido, descalza, se veía graciosa, cuando estaba de vuelta volvió a acomodarse para ahora escuchar a Terry.
-Te contaré la versión corta, desde pequeño me di cuenta de la diferencia enorme de clases, yo siempre lo tuve todo, casi no salía de casa más que para ir al colegio, mi madre junto con el chófer me llevaban todos los días a un colegio privado cabe mencionar, de los mejores en Londres, yo tenía como nueve años, una ocasión la llanta del auto se ponchó y tuvimos que bajarnos para que Jake la cambiara, ese día mi mundo cambió, a pesar de mi edad pude darme cuenta de la desigualdad que impera, vi a un niño, de mí misma edad o tal vez más pequeño, en la calle, vendiendo dulces, le pregunté a mi madre porque el niño no iba camino a la escuela como yo, entonces ella me explicó, no me gustó lo que vi, los niños deberían ser niños todo el tiempo posible.
-Yo pienso lo mismo- coincidió Candy- salud por eso también.
Pasaron una hora entre trago y trago, despidiendo poco a poco a los invitados que se acercaban a ellos para agradecer las atenciones, al final quedaron sólo ellos bebiendo y supervisando que se llevarán el mobiliario y demás.
-Creo que se me pasaron las copas - mencionó Candy al tiempo que caminaba con dificultad hacia la casa después de haber despachado a la última persona que prestó sus servicios para la boda.
-Te ayudo- ofreció Terry acercándose a ella y tomándola de la cintura, aunque debido a la diferencia de altura la empezó a llevar casi cargada sobre su cadera.
-Mejor yo voy solita- dijo Candy entre risas.
Llegaron a la casa, cerraron la puerta principal y Terry la guiaba hasta las escaleras, ambos reían tontamente, chocando cada tanto en los escalones, al llegar arriba Candy ya no sabía para dónde ir, se le había olvidado cual era la habitación que le fue dada por lo que Terry le pidió seguirlo para enseñarle.
.
.
.
La puerta se abrió, Candy se quitó de nuevo los zapatos para después reclinarse en el marco, sin cerrar la puerta.
-Volviste a encogerte doctora pecas - expuso Terry señalando la baja estatura de la rubia sin el calzado.
-Ya deja de molestarme Gulliver- respondió la agredida.
-Eres hermosa - manifestó el castaño.
-Tú también eres guapo- expuso la rubia.
Acto seguido Terry le tomó el rostro, se inclinó hacia ella y la besó.
Candy sintió los labios presionar los suyos, no opuso resistencia, al contrario, dejó caer sus zapatillas, se colgó de la chaqueta del castaño, se puso de puntas para corresponder el beso con más ímpetu y luego jalar a Terry para dentro de la habitación, esté a su vez se dejó llevar por la pequeña rubia cerrando la puerta con el pie pues sus manos que antes estaban en el rostro de Candy ahora estaban ocupadas bajando el cierre del vestido.
Continuará...
Por: Temperance (Primrose)
Para: guerra florida 2020
Portada: Misti (Byul Hye)
Las divinas místicas de Terry.
“Cambiando el destino por Terry”
- A veces quisiera regresar a casa Dilong, el mundo mortal es tan triste a veces - decía la chica acariciando la cabeza del pequeño dragón de tierra - el "emperador" está a punto de atravesar difíciles situaciones, esa chica rubia que anda tras él le causará una gran pena, puedo sentirlo.
La chica de ojos dorados y en apariencia una jovencita dejó salir un suspiro triste miró de nuevo las estellas confiando en que lo que había de venir dejara una enseñanza positiva en su emperador a pesar de primero sufrir lo indecible.
COINCIDENCIAS
Capítulo 4
Capítulo 4
La ceremonia de matrimonio de Anthony Andley y Susana Marlow transcurrió fluida y sin contratiempos, todo salió tal cual, al momento en que el juez los declarará marido y mujer los presentes aplaudieron con ganas, los chiflidos no se hicieron esperar cuando el novio besó a su recién adquirida esposa para luego levantarla en vilo y girar con ella, a cada lado del altar padrino y dama de honor se miraron divertidos al ver a la pareja olvidando la incomodidad que les representaba a cada uno el estar parados junto a un altar cada uno por razones diferentes pero que sin saberlo compartían.
En el momento del brindis Candy como padrino del novio proclamó unas bellas palabras deseando bienestar, salud y mucho amor para la pareja y futuro hijo, Terry como dama de honor trataba de disimular sus nervios e incomodidad. Posteriormente llegó el baile de los novios los cuales se movieron por toda la pista derrochando amor y felicidad, luego el turno de padres e hijos donde el momento emotivo se hizo presente cuando Richard Grandchester paso a bailar con su sobrina y Patricia Andley lo hizo con el suyo, al final pasaron el padrino y dama de honor respectivamente, quienes al final terminaron bailando junto con todos en la pista y así cerrar todo el protocolo de bodas.
Para Candy y Terry fue un momento más que compartieron esa noche, juntos pero no revueltos, cada uno en su papel, ella trataba de parecer serena pero se puso nerviosa cuando al bailar sintió las manos de Terry en su espalda desnuda, el castaño por su parte aprovechó esos momentos para llenarse de ese aroma tan peculiar que expelía la rubia y que lo estaba enloqueciendo desde el momento que ella se quedó cerca de él durante la ceremonia, manzana y miel desprendiéndose de sus caireles dorados recogidos en un peinado de cascada con algunos mechones enmarcando su bello rostro con tan sólo un poco de maquillaje; más tarde, después del protocolo todos bailaban los ritmos modernos, los novios también lo hacían de tanto en tanto para convivir con los invitados.
Durante la cena Terry y Candy coincidieron varias veces, por momentos mientras el castaño esperaba a que le sirvieran en la mesa del bufete él desviaba la mirada para ver la figura rubia enfundada en ese vestido rojo sangre de cuello halter en talle largo, con la falda larga de chiffon moviéndose al ritmo de sus caderas cuando caminaba, luego disimulaba pues ella siempre volteaba a ver hacia él, Terry sonreía para sus adentros, moviendo la cabeza, ella se veía muy diferente al día que la conoció, con sus jeans oscuros, la playera gris, las zapatillas deportivas y esos rizos atados en una coleta, sin maquillaje, casi podría decir que le gustaba más así, aunque reconocía también que vestida de gala toda ella era encantadora, sensual, y al parecer ni siquiera se daba cuenta pues algunos amigos del novio parecían devorarla con la mirada y ella como si nada.
A pesar de las incomodidades que Terry pasó sobre todo al momento de estar parado en el altar, cosa que no le hacía mucha gracia que digamos, ahora en medio de la música y la comida debía reconocer que la estaba pasando bien, platicó un rato con su madre, con su tía, evitó acercarse a su padre y ahora se encontraba departiendo con Albert y su esposa Patty, eran una pareja divertida parecieran unos recién casados, siempre mirándose con amor, completando las frases del otro.
-Vamos Terry, ven a bailar conmigo, aunque sea una pieza- rogó Susana al tiempo que jalaba a su primo del brazo.
-Ya voy, ya voy tranquila, ustedes disculpen- dijo el castaño dirigiéndose a los Andley los cuales asistieron en comprensión.
Terry y Susana bailaron dos piezas seguidas en un momento dado acabaron cerca de donde Candy y Anthony también bailaban cuando de repente el DJ puso I say a little player for you y su prima en un abrir y cerrar de ojos le puso a Candy en los brazos para bailar con su esposo.
-Es mi turno con mi esposo hermana- dijo Susana a Candy guiñando un ojo.
El castaño y la rubia se vieron sorprendidos, de un momento a otro, de nuevo los habían emparejado, no les quedó más remedio que bailar al igual que los novios.
Terry atrajo a Candy de la cintura, con la mano libre le tomó la de ella, la pegó a su cuerpo y comenzaron a bailar, se acoplaron muy bien al ritmo, se dejaron llevar por la alegría reinante, bailaron la pieza con bastante soltura, Terry era buen bailarín y aunque Candy no era una experta él supo a bien llevarla.
La fiesta duró hasta entrada la madrugada, por fortuna la casa de Terry contaba con un gran terreno y estaba completamente bardeada con muros altos así que no tendría problemas con sus vecinos, antes de irse los novios a la media noche para pasarla en un lujoso hotel mientras llegaba la hora de su viaje de luna de miel en Florida tanto Anthony como Susana se tomaron su tiempo para despedirse de todos y cada uno de sus familiares, cuando tocó el turno de Terry con su prima está le tomó de la mano para llevarlo un poco aparte de los demás.
-Terry- comenzó la rubia- quiero agradecerte el que nos hayas prestado tu casa para este día…
-No tienes que agradecer nada, ya sabes que yo…- interrumpió el castaño.
-Déjame terminar - solicitó la chica- Anthony y yo te estamos muy agradecidos y él me ha encomendado decirte que tienes su permiso para acercarte a su hermana siempre y cuando no la hagas sufrir.
- ¿De qué me estás hablando? - inquirió el castaño confundido.
-Desde el día en que llegamos del aeropuerto nos dimos cuenta que entre Candy y tú podría haber algo pero que ustedes dos despistados nunca lograrán ver por sí solos, ambos han sufrido, si, si, le conté lo de Annie- se apresuró a decir Susana al ver el semblante molesto de su primo- ustedes dos tienen muchas cosas en común, más de las que te imaginas pero están tan ensimismados en su trabajo que no ven más allá de sus narices, he visto cómo la miras, me he fijado como ella te mira, durante este mes cada que llegábamos aquí la buscabas y no lo puedes negar- mencionó agitando su índice- ella a su vez entre las pláticas como si nada preguntó dos o tres veces por ti- suspiró- Terry en verdad te digo esto, ya es hora de olvidar el pasado, la vida es ahora, fuiste afortunado cuando Annie te dejó por ese tipo, ahora tienes una oportunidad de vivir el amor de nuevo, deja de esconderte tras tu máscara de ogro inalcanzable, eres un buen hombre y me haría muy feliz de verte formar a una familia, Santa Claus necesita a una señora Claus- finalizó la rubia para luego dar un abrazo fuerte a su primo, un beso en la mejilla e irse a dar un último adiós a sus tíos.
Por su parte Anthony también se llevó a Candy a un costado, sentándose con ella en una jardinera.
-Nena- inició el rubio tomando ambas manos de su hermana- ¿sabes que te quiero muchísimo verdad? - inquirió.
Candy asintió, estaba por decir algo cuando su hermano le hizo señal que se quedara callada a lo cual ella obedeció.
-Hace un mes regresé a América no sólo de vacaciones, sino para estar contigo, presentarte en persona a mi prometida y de paso casarme- sonrió- vine para ver cómo estabas, sé que nos hablamos todo el tiempo y sabemos todo el uno del otro, bueno...casi todo, sé que hay algo que me ocultas, ¡No!, no trates de negarlo- levantó la mano para acallar lo que sea Candy hubiera querido decir - no importa eso ahora, lo entiendo, pero todos estamos preocupados por ti, estás muy sola, siempre trabajando, le gruñes a la gente y no lo puedes negar- volvió a hacer señas para que Candy no hablara- princesa ha pasado mucho tiempo- comentó acariciando la mejilla de su hermana- es hora de pasar página y comenzar de nuevo, deja de ser tan quisquillosa, hay alguien cerca que puede darte lo que necesitas y si estás en plan escudo protector no lo verás, he visto cómo te le quedas viendo a Terry, ¡que no digas nada hasta que acabe!- exclamó al ver a la rubia fruncir el ceño, arrugar la nariz y abrir la boca, señal inequívoca que si la dejaba no habría poder humano que la hiciera callar- no soy tonto, además recuerda que todavía tenemos esa conexión, cuando estás nerviosa yo me muerdo los dedos, ¿Recuerdas cuando te gustaba ese niño en sexto grado?- Candy asintió- cada que lo veía me sonrojaba- Candy rio- ¡No te rías! Era vergonzoso, al crecer cosas cambiaron pero hay otras que no, una de ellas es que cuando te atrae alguien a mí también me pasan cosas, las dos veces que preguntaste por Terry pude sentirlo, ese alboroto estomacal que ni mi mujer y su embarazo me han provocado, lo has hecho tú, sé que te ha gustado, y debo reconocer que el hombre no está nada mal, le puedes servir de bastón- bromeó lo cual le hizo ganar un manotazo- fuera de broma nena, olvida al idiota de Archie, si te engaño con la tipa esa es que no valía la pena, al menos ahora estás libre para encontrar algo mejor, prométeme que si él se acerca en plan amigos no escupirás fuego- concluyó.
Candy miraba a su hermano con lágrimas en los ojos, ella también supo cuando él se había enamorado de verdad, aún a la distancia lo supo, no le dijo nada, sólo asintió para luego abrazarlo y dejarlo ir, como muchas otras cosas.
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Después de la plática, Terry y Candy fungieron como anfitriones pues Albert y Paty, así como el matrimonio Grandchester se fueron a descansar, la madre de Susana solo se quedó un rato más para resguardar los regalos.
Menos de treinta personas quedaban en la fiesta, bailaban, comían o platicaban así que Candy cansada de sus zapatillas de diez centímetros se sentó en un rincón para quitárselas junto con una copa de champagne, mientras lo hacía subía los pies para poder masajearlos, en eso estaba cuando…
- ¿Puedo sentarme? - inquirió la voz de un hombre, una voz muy conocida difícil de olvidar.
-Adelante- respondió la rubia señalando la silla frente a ella.
- ¿Cansada doctora pecas? - preguntó el hombre para hacer plática.
-Algo- respondió la rubia un tanto renuente, recordando las palabras de su hermano de dejar de ser tan arisca- los zapatos de tacón no son lo mío- mencionó mostrando las zapatillas asentadas en una silla junto a ella.
- ¡Oh vaya! Nunca he comprendido porqué las mujeres se torturan de esa manera.
-La verdad yo tampoco- se encogió de hombros- pero si mides lo que yo a veces son un mal necesario.
- ¿Quieres otra copa? - preguntó el castaño.
-Prefiero un cóctel- respondió Candy.
-Bien, ¿Que te gustaría?
-Una margarita.
- ¡Tequila!
-Si bueno...me gustan el sabor cítrico - dijo sin pensar, pero luego desvío la vista hacia sus muy interesantes zapatos.
-Claro, ahora te la traigo- respondió el castaño sonriendo pues la observó sonrojarse.
Candy lo observó partir, Terry era muy alto, un poco más que Anthony y su tío Albert, su constitución era atlética a leguas se notaba que hacía ejercicio, se le quedó mirando mientras él pedía las bebidas, no tardó y ya estaba de regreso, ella pudo apreciarlo mejor, su andar seguro, su sonrisa amable a cada uno que se topaba en su camino, sus ojos, a ella le cautivaba esa mirada, parecía severo pero en realidad, si lo mirabas bien había calidez en ellos, seguridad, suspiró sopesándolo.
-Aquí tienes- dijo extendiéndole la copa- cuéntame doctora ¿Porque pediatra?
-En un principio quise ser ginecóloga- expuso- especializarme en fertilidad para ayudar a mis tíos.
- ¿Y qué pasó?, ¿Porque el cambio?
-Durante mi internado surgió algo, rotamos entre especialidades, cuando me tocó pediatría hubo un pequeño al que no le dieron muchas horas de vida después de su nacimiento, me dio mucha pena que muriera sin haber sido abrazado ni una sola vez, yo tuve a mis padres diez años en los que siempre había un abrazo y él apenas horas de vida, con su madre también batiéndose entre la vida y la muerte, el caso es que a pesar de estar lleno de tubos lo tomé en mis brazos, no era experta en cargar niños así que lo hice como pude, no me di cuenta y el pequeño comenzó a normalizarse, la doctora me dijo que era una técnica como un abrazo de canguro luego me quito la blusa del pijama - Candy rio al recordar el vergonzoso momento- para que el bebé tuviera contacto conmigo.
- ¿El pequeño se salvó? ¿Tú lo salvaste?
-Sí- la rubia sonrió ampliamente- él se salvó.
-Salud por eso- levantó Terry su copa para chocarla con la de ella.
- ¿Y tú? ¿Porque te volviste juguetero? - inquirió la rubia divertida.
- ¡Ahí! Es una historia de hace muchos años, no de héroes como tú, pero me marcó enormemente.
-Tenemos tiempo, así que ahora me toca ir por otra ronda- dijo Candy señalando su copa vacía.
La rubia fue y regresó rápido, descalza, se veía graciosa, cuando estaba de vuelta volvió a acomodarse para ahora escuchar a Terry.
-Te contaré la versión corta, desde pequeño me di cuenta de la diferencia enorme de clases, yo siempre lo tuve todo, casi no salía de casa más que para ir al colegio, mi madre junto con el chófer me llevaban todos los días a un colegio privado cabe mencionar, de los mejores en Londres, yo tenía como nueve años, una ocasión la llanta del auto se ponchó y tuvimos que bajarnos para que Jake la cambiara, ese día mi mundo cambió, a pesar de mi edad pude darme cuenta de la desigualdad que impera, vi a un niño, de mí misma edad o tal vez más pequeño, en la calle, vendiendo dulces, le pregunté a mi madre porque el niño no iba camino a la escuela como yo, entonces ella me explicó, no me gustó lo que vi, los niños deberían ser niños todo el tiempo posible.
-Yo pienso lo mismo- coincidió Candy- salud por eso también.
Pasaron una hora entre trago y trago, despidiendo poco a poco a los invitados que se acercaban a ellos para agradecer las atenciones, al final quedaron sólo ellos bebiendo y supervisando que se llevarán el mobiliario y demás.
-Creo que se me pasaron las copas - mencionó Candy al tiempo que caminaba con dificultad hacia la casa después de haber despachado a la última persona que prestó sus servicios para la boda.
-Te ayudo- ofreció Terry acercándose a ella y tomándola de la cintura, aunque debido a la diferencia de altura la empezó a llevar casi cargada sobre su cadera.
-Mejor yo voy solita- dijo Candy entre risas.
Llegaron a la casa, cerraron la puerta principal y Terry la guiaba hasta las escaleras, ambos reían tontamente, chocando cada tanto en los escalones, al llegar arriba Candy ya no sabía para dónde ir, se le había olvidado cual era la habitación que le fue dada por lo que Terry le pidió seguirlo para enseñarle.
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La puerta se abrió, Candy se quitó de nuevo los zapatos para después reclinarse en el marco, sin cerrar la puerta.
-Volviste a encogerte doctora pecas - expuso Terry señalando la baja estatura de la rubia sin el calzado.
-Ya deja de molestarme Gulliver- respondió la agredida.
-Eres hermosa - manifestó el castaño.
-Tú también eres guapo- expuso la rubia.
Acto seguido Terry le tomó el rostro, se inclinó hacia ella y la besó.
Candy sintió los labios presionar los suyos, no opuso resistencia, al contrario, dejó caer sus zapatillas, se colgó de la chaqueta del castaño, se puso de puntas para corresponder el beso con más ímpetu y luego jalar a Terry para dentro de la habitación, esté a su vez se dejó llevar por la pequeña rubia cerrando la puerta con el pie pues sus manos que antes estaban en el rostro de Candy ahora estaban ocupadas bajando el cierre del vestido.
Continuará...
Por: Temperance (Primrose)
Para: guerra florida 2020
Portada: Misti (Byul Hye)
Las divinas místicas de Terry.
“Cambiando el destino por Terry”