El día era caluroso, aun así Temperance decidió salir a conocer un poco del mundo en el que ahora habitaba, todo era raro en este lugar, nada que ver al hermoso bosque donde creció, todos iban rápido, nadie se tomaba el tiempo de apreciar las bellezas de la vida.
La pequeña ojidorada iba distraída mirando los aparadores de esa tienda de ropa donde Lexie solía comprar todos esos trapos que a ella nomas no le gustaban prefería seguir haciéndose esos vestidos tan bonito de la época, estaba por entrar a una tienda donde antes ya había comprado telas y encajes cuando chocó con un cuerpo duro.
- ¡disculpe señorita! ¿Está usted bien? - inquirió una voz varonil.
Temperance alzó la cabeza para ver al interfecto, la chica tragó saliva pues el alto muchacho le impuso.
- No se preocupe, la distraída soy yo.
- Usted es la que atiende en el café que está cerca del teatro - afirmó el joven que no era nada más ni nada menos que Terry, el de diecisiete años - su cara se me hace familiar ¿sabe?
- Podrá ser porque mi hermana y yo llevábamos víveres al colegio de Londres.
- ¡Es verdad! - exclamó el castaño - ahora lo recuerdo, una vez les ayudé con las canastas - expuso con una sonrisa melancólica.
Temperance buscó en su bolso, sacó una de sus plumas y la depositó en las manos del castaño.
- Consérvela, algún día le servirá - dijo al tiempo que con su indice tocaba el pecho de Terry, sobre su corazón, el momento que tanto temía había llegado, hoy sería el día en que los hilos del destino se enredaban de nuevo en la vida de su emperador y necesitaría todas sus fuerzas para sobrellevar la triste situación que se avecinaba.
El castaño no comprendió, sin embargo, guardó la pluma en el bolsillo interior de su chaqueta, luego sintió un calorcito recorrer su cuerpo, miró a la pequeña chica junto a él y le pareció de repente que fue tocado por un ángel, después el sonido de un claxon lo distrajo, cuando regresó la vista la chica ya no estaba, el joven se preguntó si se la había imaginado, siguió su camino, iba tarde para el ensayo.
Temperance lo vio partir con lágrimas en los ojos, su corazón latiendo apresurado, la visión que su hermana tuvo en ese momento ella también la vio, un accidente, una chica y muchas lágrimas de una rubia pecosa.
Capítulo anterior
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Los días para Candy normalmente eran caóticos, si no tenía guardia nocturna surgían emergencias o la llamaban para consulta, todos sus días eran así pero, al parecer la vida le estaba otorgando una pequeña tregua, el fin de semana su hermano se casó, se fue de luna de miel y ella tomó un poco de más lo que le dio valor para arriesgarse, pasó una noche de locura con el primo de su cuñada, no se arrepentía, después de tantos años sola realmente se sintió bien, le costó despedirse de Terry para ir al hospital no pudo verlo de nuevo hasta la noche, él le había mandado un mensaje pidiéndole que le avisará cuando saliera de trabajar, ella así lo hizo, él pasó a recogerla casi a las once de la noche del domingo, fueron a cenar, la acompañó hasta su auto se despidió de ella con un beso tan largo y profundo que le hubiera encantado quedarse de nuevo con el pero debía llevar las cosas con calma.
El lunes por la mañana despertó con una llamada de Terry preguntando por su turno de la semana, ella entraría a medio día y saldría hasta dios sabe qué hora así que él se ofreció a llevarle el desayuno; Terry llegó a su casa a las ocho en punto, con un café, panecillos y fruta, ella lo invitó a pasar antes que su vecina la señora Yang lo escaneara e hiciera miles de preguntas, lo recibió aún en pijama, le había dado mucha pereza ir a correr como siempre lo hacía así que ahí estaba ella en shorts y playera de la universidad recibiendo a Terry pulcramente vestido con traje gris oscuro y corbata roja, se veía muy guapo.
– Te ves graciosa – mencionó el castaño – pero me gustas así – dijo dándole un beso largo y profundo.
No se quedó mucho tiempo, tan solo el suficiente para comer con ella e irse a trabajar.
El martes se repitió la misma acción, Terry llevó el desayuno, luego se fue a trabajar, Candy admiraba su detalle pues el edificio donde estaban sus oficinas, su casa y la casa de Candy estaban a una hora de distancia y el las recorría para estar con ella, aunque fuera un rato.
Por la noche Terry llegó por ella al hospital, aunque ambos tenían auto y eran casi las doce de la noche el castaño se ofreció a llevarla a su casa y regresarla al trabajo al día siguiente antes de irse al aeropuerto.
Cómo era muy tarde Terry la invitó a quedarse en su casa, ella aceptó pues quería pasar tiempo con él, estaban comenzando algo y Terry tenía que viajar por casi un mes haciendo tratos para la distribución de su marca.
La noche se les fue entre platicar y comer, durmieron poco, pero fue suficiente.
La mañana del miércoles después de un desayuno saludable preparado por la señora Owens se fueron en el auto de Candy rumbo al aeropuerto.
– En aquella esquina nos vimos por primera vez – dijo Terry señalando el rincón de la izquierda.
– ¡Qué vergüenza! – exclamó Candy tapando su rostro recordando como lo regañó y hasta golpeó debido a su exasperación por la espera de ese día.
– No puedo quejarme, desde ese día no he vuelto a fumar, además – proclamó tomando a Candy de la cintura – eres una hermosa casualidad – declaró galante.
– Eres un tonto – afirmó la rubia tomándolo de la corbata para darle un beso.
SALIDA DEL VUELO 409 CON DESTINO A CHICAGO FAVOR DE ABORDAR POR LA SALA TRES
El anuncio por los altavoces los hizo separarse, aunque no lo quisieran.
– Te veré en un mes doctora pecas – se despidió el castaño – prometo llamarte todos los días.
– Te veré en un mes juguetero – fue la respuesta de Candy que sintió los ojos aguarse por verlo partir.
Se dieron un último beso, uno lleno de promesas para cuando Terry regresará.
.
.
.
El resto de la semana transcurrió como siempre, el domingo los nuevos esposos regresaron del viaje de luna de miel, se instalaron en casa de Terry pues él la ofreció para que estuvieran solos el resto del mes pues cuando él regresara ellos partirían a Londres.
.
.
.
Dos semanas pasaron volando, cierta tarde Candy se encontraba en medio de una cirugía cuando una de las enfermeras atendió su teléfono que sonaba con insistencia.
– Carly ¿Es una consulta? – preguntó Candy al tiempo que movía con destreza las manos.
– Videollamada del señor guapo – respondió la regordeta chica riendo tontamente pues no era la primera vez que él llamaba, Candy estaba ocupada y alguna de las del equipo contestaba.
– ¡Dios! Este hombre me mata – exclamó Candy – contesta Carly o no dejará de marcar.
– ¡Hola preciosa! – saludo Terry.
– Hola juguetero estoy en medio de una cirugía, succión por favor – saludó Candy apenas viéndolo a través de la pantalla que la enfermera Carly puso frente a ella mientras trabajaba.
– Te ves linda con tu gorrito de gatos, pero prefiero ver esos rizos sueltos – observó Terry.
– No es un “gorrito” es una cofia y no son gatos, son coatis y es mi favorita – aclaró la rubia – ¿Que se te ofrece Terry?
– Te llamo para avisarte que llegaré el fin de semana, todo ha salido bien y puedo regresar antes.
– Me alegra por ti, sutura por favor– Candy no lo miraba pues seguía trabajando.
– Doctora la llaman para consulta en urgencias – fue la voz de otra enfermera que atendió el buscador de Candy.
– Ya estoy terminando aquí, avisa que voy en un momento – declaró la rubia – Terry debo irme...
– Si, si ya sé... pequeños humanos requieren tu ayuda, ve a ser una heroína doctora pecas nos vemos el viernes te quiero.
Candy se detuvo un momento, levantó la vista a la pantalla para ver a Terry, pero este ya había colgado.
– No dijo lo que creo que dijo ¿verdad? – cuestionó al equipo dentro del quirófano.
– Si lo dijo – respondió la siempre acomedida Lea.
.
.
.
Faltaba un día para la llegada de Terry, Candy estaba pasado mala noche por las emergencias que se suscitaron, un pequeño de seis meses agravó su estado, una niña de diez años llegó con apendicitis por lo que tuvo que operar en la madrugada, ya antes había pasado noches en vela pero esa noche en particular se sentía cansada, tuvo que recurrir a la sala de descanso para tumbarse aunque fuera media hora, no llevaba ni quince minutos cuando su localizador sonó, el pequeño de seis meses se puso peor, quiso levantarse rápido pero un mareo la hizo tambalearse, se llevó la mano a la frente al tiempo que se sujetaba de la pared, respiró hondo para estabilizarse, su localizador volvió a sonar, dejó su malestar a un lado para correr a donde la necesitaban; no pudo hacer mucho por el pequeño, su condición era grave, eran las cinco con cuarenta y cinco minutos cuando declaró la muerte del pequeño Sean, después de hablar con los padres, darles sus condolencias y firmar el papeleo la invadieron las náuseas, apenas y logró llegar al baño para vaciar el poco contenido estomacal, la fiel Lea llegó unos momentos después para socorrerla.
.
.
.
Viernes 7:35 a.m.
Candy llegó a su casa, agotada al límite, sus ojos rojos e inflamados pues mientras manejaba lloraba por la pérdida de su paciente, bajó de su auto con parsimonia, saludo a la señora Yang que a esa hora regaba su jardín, abrió su puerta, dejó caer su maletín y se fue directamente a su cuarto a dormir, se sentía fatal, creía que estaba por enfermar pues su estómago no se le asentaba, posiblemente le daría gripe.
12:25 p.m.
El timbre del teléfono sonaba insistente, abriendo un ojo la rubia durmiente lo tomó del buró a su derecha para contestar.
– Doctora Andley – habló ronca.
– Nena soy Anthony, quería saber si vas a ir por Terry al aeropuerto creó su vuelo llega como a las cinco, Susi me dijo que te llamara.
– No creo poder salir, me va a dar gripe.
– ¿De verdad? ¡Tú nunca te enfermas!
– Anthony tuve una noche muy pesada y perdí un paciente, déjame descansar.
– Vale, vale, entonces contéstale los mensajes a ese hombre que mi esposa me ha hecho llamarte porque no le contestas a Terry.
– Ahora lo hago, no escuché el sonido de los mensajes.
La rubia, ya bien despierta reviso sus mensajes, tenía varios de Terry, los contestó rápido y sintió cómo su estómago protestaba de hambre, se levantó despacio pues de nuevo se mareo, bajo despacio a su cocina, abrió el refrigerador buscando los recipientes que la tía Patty le dejaba con comida cada segundo día, recalentó la pasta, se hizo un emparedado de pechuga de pavo y sentía la boca aguarse cuando vio el pie de manzana que le dejaron de postre, comió como si alguien se lo fuera a quitar. Estaba lavando los trastes cuando su estómago de nuevo le hizo una jugarreta, no pudo ni siquiera dar un paso cuando todo lo que había comido lo volvió a sacar, suerte que estaba cerca del fregadero o habría tenido que lavar el piso de la cocina, cuando terminó se enjugó la boca para dejarse caer en el piso, se sentía fatal, en la noche que fuera al hospital pediría la revisaran por si tenía alguna infección intestinal o le estaba dando gripe, aunque lo dudaba pues no tenía fiebre.
6:30 p.m. oficina de Mía Lenard jefa de cirugía.
– Lamento molestarla doctora Lenard, creo que tengo alguna infección estomacal, he vomitado varias veces, estoy algo mareada y tengo mucho sueño, hoy me toca guardia, pero creo que con antibióticos y …
– Doctora Andley, los médicos somos muy malos pacientes, agradezco que venga a mí para recetarle, pero ya que está aquí hagámoslo bien ¿Quiere?
– Por supuesto jefa.
– Bien, antes de recetar cualquier antibiótico dígame, la última fecha de menstruación – decía la doctora mientras anotaba.
– ¿Disculpe? – inquirió Candy.
– Candy, no puedo darte medicamentos si estás embarazada, eres una paciente, conoces el protocolo.
– ¡Pero no lo estoy!
– Debemos estar seguras, ¿Lo estás? ¿Puedes asegurarme al cien por cien que no hay una ínfima posibilidad de estar en cinta?
– Bueno...yo...– a la mente de Candy acudió la noche maravillosa con Terry, cierto que no tomaron precauciones, él habló con ella al día siguiente sobre ese asunto, pero ella hizo hincapié en la nula posibilidad y no volvieron a hablar de ello, no hubo tiempo – la verdad es que no lo sé Mía, yo tuve...ya sabes. hace algunas semanas, pero...conoces mi condición...no creo que …
– Mira Candice, hagamos una *Eco así saldremos de dudas o ¿Prefieres un test?
– Prefiero la Eco – afirmó Candy pues no le agradaba la idea de hacer pipí en un aparato.
Radiología 6:55 p.m.
– Bien Candy no te pediré te pongas la bata así que acuéstate y súbete la camisa – indicó la doctora – está un poco frío – mencionó aplicando el gel – veamos… – la mujer pasaba el transductor por el vientre de Candy quien veía la pantalla con avidez – ¡Aquí está! ¿Lo ves? – inquirió la mujer.
Candy había quedado muda, sus ojos verdes a punto de salirse de sus órbitas por la sorpresa al mirar el monitor.
– Bueno doctora, las dudas han sido despejadas, estás embarazada, tienes aproximadamente tres semanas.
Continuará…
Por: Temperance (Primrose)
Para: guerra florida 2020
Portada: Misti (Byul Hye)
Las divinas místicas de Terry.
“Cambiando el destino por Terry”
Gracias por leer.
me disculpo porque no puedo subir la portada , espero después poder hacerlo
La pequeña ojidorada iba distraída mirando los aparadores de esa tienda de ropa donde Lexie solía comprar todos esos trapos que a ella nomas no le gustaban prefería seguir haciéndose esos vestidos tan bonito de la época, estaba por entrar a una tienda donde antes ya había comprado telas y encajes cuando chocó con un cuerpo duro.
- ¡disculpe señorita! ¿Está usted bien? - inquirió una voz varonil.
Temperance alzó la cabeza para ver al interfecto, la chica tragó saliva pues el alto muchacho le impuso.
- No se preocupe, la distraída soy yo.
- Usted es la que atiende en el café que está cerca del teatro - afirmó el joven que no era nada más ni nada menos que Terry, el de diecisiete años - su cara se me hace familiar ¿sabe?
- Podrá ser porque mi hermana y yo llevábamos víveres al colegio de Londres.
- ¡Es verdad! - exclamó el castaño - ahora lo recuerdo, una vez les ayudé con las canastas - expuso con una sonrisa melancólica.
Temperance buscó en su bolso, sacó una de sus plumas y la depositó en las manos del castaño.
- Consérvela, algún día le servirá - dijo al tiempo que con su indice tocaba el pecho de Terry, sobre su corazón, el momento que tanto temía había llegado, hoy sería el día en que los hilos del destino se enredaban de nuevo en la vida de su emperador y necesitaría todas sus fuerzas para sobrellevar la triste situación que se avecinaba.
El castaño no comprendió, sin embargo, guardó la pluma en el bolsillo interior de su chaqueta, luego sintió un calorcito recorrer su cuerpo, miró a la pequeña chica junto a él y le pareció de repente que fue tocado por un ángel, después el sonido de un claxon lo distrajo, cuando regresó la vista la chica ya no estaba, el joven se preguntó si se la había imaginado, siguió su camino, iba tarde para el ensayo.
Temperance lo vio partir con lágrimas en los ojos, su corazón latiendo apresurado, la visión que su hermana tuvo en ese momento ella también la vio, un accidente, una chica y muchas lágrimas de una rubia pecosa.
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COINCIDENCIAS
capítulo 6
capítulo 6
Los días para Candy normalmente eran caóticos, si no tenía guardia nocturna surgían emergencias o la llamaban para consulta, todos sus días eran así pero, al parecer la vida le estaba otorgando una pequeña tregua, el fin de semana su hermano se casó, se fue de luna de miel y ella tomó un poco de más lo que le dio valor para arriesgarse, pasó una noche de locura con el primo de su cuñada, no se arrepentía, después de tantos años sola realmente se sintió bien, le costó despedirse de Terry para ir al hospital no pudo verlo de nuevo hasta la noche, él le había mandado un mensaje pidiéndole que le avisará cuando saliera de trabajar, ella así lo hizo, él pasó a recogerla casi a las once de la noche del domingo, fueron a cenar, la acompañó hasta su auto se despidió de ella con un beso tan largo y profundo que le hubiera encantado quedarse de nuevo con el pero debía llevar las cosas con calma.
El lunes por la mañana despertó con una llamada de Terry preguntando por su turno de la semana, ella entraría a medio día y saldría hasta dios sabe qué hora así que él se ofreció a llevarle el desayuno; Terry llegó a su casa a las ocho en punto, con un café, panecillos y fruta, ella lo invitó a pasar antes que su vecina la señora Yang lo escaneara e hiciera miles de preguntas, lo recibió aún en pijama, le había dado mucha pereza ir a correr como siempre lo hacía así que ahí estaba ella en shorts y playera de la universidad recibiendo a Terry pulcramente vestido con traje gris oscuro y corbata roja, se veía muy guapo.
– Te ves graciosa – mencionó el castaño – pero me gustas así – dijo dándole un beso largo y profundo.
No se quedó mucho tiempo, tan solo el suficiente para comer con ella e irse a trabajar.
El martes se repitió la misma acción, Terry llevó el desayuno, luego se fue a trabajar, Candy admiraba su detalle pues el edificio donde estaban sus oficinas, su casa y la casa de Candy estaban a una hora de distancia y el las recorría para estar con ella, aunque fuera un rato.
Por la noche Terry llegó por ella al hospital, aunque ambos tenían auto y eran casi las doce de la noche el castaño se ofreció a llevarla a su casa y regresarla al trabajo al día siguiente antes de irse al aeropuerto.
Cómo era muy tarde Terry la invitó a quedarse en su casa, ella aceptó pues quería pasar tiempo con él, estaban comenzando algo y Terry tenía que viajar por casi un mes haciendo tratos para la distribución de su marca.
La noche se les fue entre platicar y comer, durmieron poco, pero fue suficiente.
La mañana del miércoles después de un desayuno saludable preparado por la señora Owens se fueron en el auto de Candy rumbo al aeropuerto.
– En aquella esquina nos vimos por primera vez – dijo Terry señalando el rincón de la izquierda.
– ¡Qué vergüenza! – exclamó Candy tapando su rostro recordando como lo regañó y hasta golpeó debido a su exasperación por la espera de ese día.
– No puedo quejarme, desde ese día no he vuelto a fumar, además – proclamó tomando a Candy de la cintura – eres una hermosa casualidad – declaró galante.
– Eres un tonto – afirmó la rubia tomándolo de la corbata para darle un beso.
SALIDA DEL VUELO 409 CON DESTINO A CHICAGO FAVOR DE ABORDAR POR LA SALA TRES
El anuncio por los altavoces los hizo separarse, aunque no lo quisieran.
– Te veré en un mes doctora pecas – se despidió el castaño – prometo llamarte todos los días.
– Te veré en un mes juguetero – fue la respuesta de Candy que sintió los ojos aguarse por verlo partir.
Se dieron un último beso, uno lleno de promesas para cuando Terry regresará.
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El resto de la semana transcurrió como siempre, el domingo los nuevos esposos regresaron del viaje de luna de miel, se instalaron en casa de Terry pues él la ofreció para que estuvieran solos el resto del mes pues cuando él regresara ellos partirían a Londres.
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Dos semanas pasaron volando, cierta tarde Candy se encontraba en medio de una cirugía cuando una de las enfermeras atendió su teléfono que sonaba con insistencia.
– Carly ¿Es una consulta? – preguntó Candy al tiempo que movía con destreza las manos.
– Videollamada del señor guapo – respondió la regordeta chica riendo tontamente pues no era la primera vez que él llamaba, Candy estaba ocupada y alguna de las del equipo contestaba.
– ¡Dios! Este hombre me mata – exclamó Candy – contesta Carly o no dejará de marcar.
– ¡Hola preciosa! – saludo Terry.
– Hola juguetero estoy en medio de una cirugía, succión por favor – saludó Candy apenas viéndolo a través de la pantalla que la enfermera Carly puso frente a ella mientras trabajaba.
– Te ves linda con tu gorrito de gatos, pero prefiero ver esos rizos sueltos – observó Terry.
– No es un “gorrito” es una cofia y no son gatos, son coatis y es mi favorita – aclaró la rubia – ¿Que se te ofrece Terry?
– Te llamo para avisarte que llegaré el fin de semana, todo ha salido bien y puedo regresar antes.
– Me alegra por ti, sutura por favor– Candy no lo miraba pues seguía trabajando.
– Doctora la llaman para consulta en urgencias – fue la voz de otra enfermera que atendió el buscador de Candy.
– Ya estoy terminando aquí, avisa que voy en un momento – declaró la rubia – Terry debo irme...
– Si, si ya sé... pequeños humanos requieren tu ayuda, ve a ser una heroína doctora pecas nos vemos el viernes te quiero.
Candy se detuvo un momento, levantó la vista a la pantalla para ver a Terry, pero este ya había colgado.
– No dijo lo que creo que dijo ¿verdad? – cuestionó al equipo dentro del quirófano.
– Si lo dijo – respondió la siempre acomedida Lea.
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Faltaba un día para la llegada de Terry, Candy estaba pasado mala noche por las emergencias que se suscitaron, un pequeño de seis meses agravó su estado, una niña de diez años llegó con apendicitis por lo que tuvo que operar en la madrugada, ya antes había pasado noches en vela pero esa noche en particular se sentía cansada, tuvo que recurrir a la sala de descanso para tumbarse aunque fuera media hora, no llevaba ni quince minutos cuando su localizador sonó, el pequeño de seis meses se puso peor, quiso levantarse rápido pero un mareo la hizo tambalearse, se llevó la mano a la frente al tiempo que se sujetaba de la pared, respiró hondo para estabilizarse, su localizador volvió a sonar, dejó su malestar a un lado para correr a donde la necesitaban; no pudo hacer mucho por el pequeño, su condición era grave, eran las cinco con cuarenta y cinco minutos cuando declaró la muerte del pequeño Sean, después de hablar con los padres, darles sus condolencias y firmar el papeleo la invadieron las náuseas, apenas y logró llegar al baño para vaciar el poco contenido estomacal, la fiel Lea llegó unos momentos después para socorrerla.
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Viernes 7:35 a.m.
Candy llegó a su casa, agotada al límite, sus ojos rojos e inflamados pues mientras manejaba lloraba por la pérdida de su paciente, bajó de su auto con parsimonia, saludo a la señora Yang que a esa hora regaba su jardín, abrió su puerta, dejó caer su maletín y se fue directamente a su cuarto a dormir, se sentía fatal, creía que estaba por enfermar pues su estómago no se le asentaba, posiblemente le daría gripe.
12:25 p.m.
El timbre del teléfono sonaba insistente, abriendo un ojo la rubia durmiente lo tomó del buró a su derecha para contestar.
– Doctora Andley – habló ronca.
– Nena soy Anthony, quería saber si vas a ir por Terry al aeropuerto creó su vuelo llega como a las cinco, Susi me dijo que te llamara.
– No creo poder salir, me va a dar gripe.
– ¿De verdad? ¡Tú nunca te enfermas!
– Anthony tuve una noche muy pesada y perdí un paciente, déjame descansar.
– Vale, vale, entonces contéstale los mensajes a ese hombre que mi esposa me ha hecho llamarte porque no le contestas a Terry.
– Ahora lo hago, no escuché el sonido de los mensajes.
La rubia, ya bien despierta reviso sus mensajes, tenía varios de Terry, los contestó rápido y sintió cómo su estómago protestaba de hambre, se levantó despacio pues de nuevo se mareo, bajo despacio a su cocina, abrió el refrigerador buscando los recipientes que la tía Patty le dejaba con comida cada segundo día, recalentó la pasta, se hizo un emparedado de pechuga de pavo y sentía la boca aguarse cuando vio el pie de manzana que le dejaron de postre, comió como si alguien se lo fuera a quitar. Estaba lavando los trastes cuando su estómago de nuevo le hizo una jugarreta, no pudo ni siquiera dar un paso cuando todo lo que había comido lo volvió a sacar, suerte que estaba cerca del fregadero o habría tenido que lavar el piso de la cocina, cuando terminó se enjugó la boca para dejarse caer en el piso, se sentía fatal, en la noche que fuera al hospital pediría la revisaran por si tenía alguna infección intestinal o le estaba dando gripe, aunque lo dudaba pues no tenía fiebre.
6:30 p.m. oficina de Mía Lenard jefa de cirugía.
– Lamento molestarla doctora Lenard, creo que tengo alguna infección estomacal, he vomitado varias veces, estoy algo mareada y tengo mucho sueño, hoy me toca guardia, pero creo que con antibióticos y …
– Doctora Andley, los médicos somos muy malos pacientes, agradezco que venga a mí para recetarle, pero ya que está aquí hagámoslo bien ¿Quiere?
– Por supuesto jefa.
– Bien, antes de recetar cualquier antibiótico dígame, la última fecha de menstruación – decía la doctora mientras anotaba.
– ¿Disculpe? – inquirió Candy.
– Candy, no puedo darte medicamentos si estás embarazada, eres una paciente, conoces el protocolo.
– ¡Pero no lo estoy!
– Debemos estar seguras, ¿Lo estás? ¿Puedes asegurarme al cien por cien que no hay una ínfima posibilidad de estar en cinta?
– Bueno...yo...– a la mente de Candy acudió la noche maravillosa con Terry, cierto que no tomaron precauciones, él habló con ella al día siguiente sobre ese asunto, pero ella hizo hincapié en la nula posibilidad y no volvieron a hablar de ello, no hubo tiempo – la verdad es que no lo sé Mía, yo tuve...ya sabes. hace algunas semanas, pero...conoces mi condición...no creo que …
– Mira Candice, hagamos una *Eco así saldremos de dudas o ¿Prefieres un test?
– Prefiero la Eco – afirmó Candy pues no le agradaba la idea de hacer pipí en un aparato.
Radiología 6:55 p.m.
– Bien Candy no te pediré te pongas la bata así que acuéstate y súbete la camisa – indicó la doctora – está un poco frío – mencionó aplicando el gel – veamos… – la mujer pasaba el transductor por el vientre de Candy quien veía la pantalla con avidez – ¡Aquí está! ¿Lo ves? – inquirió la mujer.
Candy había quedado muda, sus ojos verdes a punto de salirse de sus órbitas por la sorpresa al mirar el monitor.
– Bueno doctora, las dudas han sido despejadas, estás embarazada, tienes aproximadamente tres semanas.
Continuará…
Por: Temperance (Primrose)
Para: guerra florida 2020
Portada: Misti (Byul Hye)
Las divinas místicas de Terry.
“Cambiando el destino por Terry”
Gracias por leer.
me disculpo porque no puedo subir la portada , espero después poder hacerlo
Última edición por Rosi Kary el Jue Abr 30, 2020 10:42 pm, editado 3 veces