Eran las 2 de la mañana cuando vio el reloj y seguía con insomnio, hacia calor y simplemente no aguantaba estar sola en aquel departamento, desde la partida de Albert se sofocaba estando sola ahí. Entonces alguien toco a su puerta. ¿a las 2 de la mañana? Se levanto y espero en la sala para ver si era su imaginación pero no, ahí estaba nuevamente el toquido de la puerta, era un sonido fuerte parecía que alguien lo hacia con algun tipo de metal, ella camino hasta ahí.
- Quien es?
- Abre por favor.
- Quien es?
- Necesito ayuda yo…
Y luego nada, se escucho un sonido sordo, como de algo que caia al piso. Ella de inmediato abrió la puerta y ahí estaba, era Neal, el habia ido a su casa, se habia atrevido a … y entonces vio su vestimenta, un pesado traje metalico, como una armadura, el estiro la mano pidiendo ayuda y Candy no pudo evitar jalarlo hacia adentro batallosamente, pesaba horriblemente. Corrió por su botiquín de primeros auxilios y un poco de agua, cerro la puerta para lograr acomodarlo y cuando estaba en el cuarto buscando todo sintio como el se acerco por la espalda.
- Ahora soy un caballero, lo sere si tu me dejas. –le dijo sensualmente.
La tomo por la espalda haciendo caer un poco su peso sobre ella, Candy no supo como reaccionar en realidad y por alguna razón no lo hizo solo lo dejo. El abrazado a su cintura y sin ver que ella se opusiera empezó a acariciarla y al sentir el jadeo de ella cuando paso sus manos cerca de sus senos sin premura empezó a desabrochar su pantalón con una mano mientras con la otra seguía recorriendo su viente, su cintura… Candy se percarto entonces como iba vestida, ella traía apenas un camisón pero no importaba, solo se dejo llevar, Neal comenzó a subir su camisón con la otra mano restregando su miembro en ella y Candy sin haber experimentado aquello, en vez de asustarse empezó a disfrutarlo. El coloco una mano en la pared para apoyarse y subir por completo el camisón, y buscar aquella zona prohibida, aquella que palpitaba a cada roce, no Candy no puso resistencia, no… y entonces…
Aquel sonido la hizo reaccionar, el sonido de un reloj anunciando la mañana, el sonido que anunciaba que era hora de despertar, ella estaba empapada una vez mas, sintio vergüenza en ese mismo instante… Maldito Neal Leagan… -dijo en voz alta.
Desde aquel dia en el que fue atrapada por Neal en aquel lugar en el que tontamente creyo encontrar a Terry, Candy no dejaba de pensar en el odioso de Neal. ¿Cómo pudo ser tan tonta en creer? ¿Cómo pudo ser engañada una vez mas por un Leagan? Aunque pensándolo bien desde un principio ella sospechaba que era una trampa … ¿Lo supo acaso?
Dia a dia su mente empezaba a deambular sin querer y terminaba viendo el rostro de Neal diciendo que la amaba, que se quedara con el, que la quería de esposa, que le gustaba. ¿Quién se pensaba que era? Ya le habia hecho suficiente daño para creer que ella le correspondería. Al termino del dia, en medio de la noche su mente volvia a jugar con ella haciéndole recordar aquel moreno rostro sonriendo y poco a poco vio aquellas maldades como simples travesuras de niños minimizando el daño y viendo a Neal como un chico mas, uno con una mente un tanto retorcida pero al final era un chico mas.
Ahora, además el llegaba en las noches a través de sus sueños, siempre a punto de poseerla y cada vez que lo hacia era diferente, y cada vez lo deseaba mas y mas pero ¿y ahora como le confesaba que le gustaba? ¿Cómo lo hacia despues de haberlo rechazado públicamente en aquel compromiso? Quito las sabanas, se metio a bañar y en medio del agua fría penso en que esa noche quería que el fuera nuevamente vestido con aquella armadura pues realmente esa noche quería terminar lo que habia empezado en aquel sueño.