Acá les dejo la tercera entrega, las invito a seguir descubriendo los mas íntimos pensamientos de nuestro Duque.
TE CONFIESO.-
Link a la Primera Parte. / Capitulo 1 parte 1.-
Link a la Segunda Parte. / Capitulo 1 parte 2.-
Capítulo 2
Sin saber con exactitud que se encontraría en aquel sobre, el muchacho lo abrió, sacó las hojas y comenzó a leer, sin imaginar que lo escrito en aquellas hojas, no era más que el sufrimiento al que su padre se había enfrentado solo durante sus años de juventud.
—Despertar de nuevo a la izquierda de mi cama y comprobar que el sol volvía a salir por el lado de siempre…misma sensación, mismo vacío…soy capaz de maldecir el tormento de lo inalterable, mientras que internamente lo bendigo cuando da consuelo a mi alma resignada.
—Miles de deseos de cambios, pero las flores mueren siempre que comienza a soplar el frio. Anhelos por mudar de aires, de soltar cargas y apresurar los pasos….
—Repasar las imágenes grabadas en la mente una y otra vez, imaginando instantes diferentes, suponiendo nuevos puntos de inflexión y despertar para descubrir que “nada ha cambiado”.
—No me carcome el alma lo ocurrido, me mata lentamente saber que nada puedo hacer para cambiarlo. Esperar misericordia del destino para que mis brazos sean liberados, no pido exaltación, más ruego a gritos, libertad.
—Me vuelco hacia dentro para encontrar alivio, pero otra vez lo imperturbable se hace mi mejor consuelo, estos instantes en mi mundo interior son los que me dan vida y sueños.
—Solo por ellos, mi corazón encuentra la fuerza para contraerse y expandirse una vez más; entonces, atino a poner un pie frente al otro, con la esperanza de que algún día el sol salga del lado equivocado y yo pueda despertar en el lado opuesto de la cama.
—Estos pensamientos son mi día a día, cuando a mis manos se le niegan las fuerzas, cuando la imposición de los compromisos propios y ajenos me pesan tanto que ya la sangre no circula en ellas. Si, estaban muertas, tan muertas como yo.
—Me convertí en un ser oscuro, más oscuro de lo que imaginé ser. Mis demonios, esos que creí vencer gracias a la luz que irradiaba ella cuando estuvo junto a mí, habían tomado ventaja, me invadían, se apoderaban de cada hendidura de mi alma . Y sí, descubrí que solo aguardaban entre las tinieblas de mi espíritu para emerger ennegreciendo lo que alcanzaba mi vista.
—En un mundo sombrío solo aquella flama, a la cual protegía entre paredes construidas de acero y recuerdos, se encontraba envuelta y adormecida por las más lindas sensaciones, manteniéndose igual, entera. Era entonces que agradecía que “nada ha cambiado”.
—Mantengo ocultos los sentimientos dirigidos a la dueña de dos hermosas esmeradas, resguardados, donde su destello lograba irradiar el calor justo para mantenerme humano y vivo. Ella existía, alimentada de sueños, pero no podía otorgarme un poco de piedad para dejarla crecer, si me daba de probar algo de esperanza, me desbocaría, y no sería capaz de controlarla, por supuesto, no sucumbiría a perderla por tercera vez.
—Mientras estoy solo, no soy tan fuerte como para pelear contra el ejército de demonios que me azotaban. Los miedos de la niñez se hacen desmesurados, titánicos, diría mi pobre criatura interna.
—El Rechazo, era uno de los más poderoso, me paraliza, esta tortura desgarrante al imaginar que llego frente a ella y como “nada ha cambiado”, la volveré a perder.
—Los escenarios hipotéticos donde la realidad coexistía a la perfección con su rechazo, son violentos; tan violentos como los vividos durante mi niñez por la indiferencia de un padre inconforme.
—La Soledad, se ha convertido en un muy mal amigo, de esos que te hacen sentir la miseria acompañando tus pasos a todas partes, y no conforme con eso te inunda de consejos auto destructivos; sin embargo, no puedo deshacerme de ella, simplemente me he acostumbrado a lo largo de esta bajada sinuosa que llaman vida.
—El desamor visto en mi mente con la forma de aquel mítico ser de 7 cabezas, desgastándome cada vez que mi escudo de indiferencia intenta de forma lastimera protegerme; ver su rostro cándido representado allí, es la peor de mis pesadillas, esa que recurrentemente y a media noche hace temblar mi cama y el llanto asalta mi habitación.
—Como esos, muchos otros seres demoniacos impetuosos, crueles que se mantienen atados a mi alma con una sólida y pesada cadena llamada culpa, la cual estoy arrastrando desde hace mucho tiempo, recordándome a cada paso con su ruido estrepitoso que no puedo escapar, me asaltan cada noche.
—Descender al infierno no es cosa fácil, no es cosa rápida, es un sufrir interminable, estridente y agobiante, gota a gota he dejado en el camino mi esencia, luego es difícil descifrar si sufrí una transformación o era así y el proceso solo dejó al descubierto al ser detestable que habitaba en mi.
—Me encuentro sumergido en el lodazal de las propias miserias, la auto flagelación de la cobardía se vuelve rutinaria. Amada mía, jamás escucharás de mi este secreto, jamás profanaría tus oídos con lo patético de mis lamentos. Escaparías, lo sé.
—Preguntarás ¿por qué no corrí al ser bendecido con la libertad?… poseo mil hipótesis que quizás me inventé para tratar de justificar mi cobardía. Pero, lo cierto es que esas cadenas pesan tanto que las siento fijadas a mis pies. Mis nefastos miedos no solo me acompañan en ese lago, ellos aún viven dentro de mí; porque lo sé, aún permanecen ocultos. ¿Podría yo ser digno de ti? ¿digno de algo? ¿Digno ante el mundo?.
—No merece ningún ser o el mundo tanta sombra, mucho menos me atrevería yo a mancillarte acercándome a ti para arrastrarte a mis incontables daños.
—Ahora tengo la certeza que esos miedos ya no asechan, ya no amenazan, son raquíticos y frágiles recuerdos de un pasado del que apenas hablo. ¿Para qué hablar de eso?, ya no preciso escapar hundiéndome en los vicios, los escombros que alguna vez fueron parte de mi alma, los removí, en su lugar he construido con incalculable esfuerzo, un enorme prado formado por kilómetros y kilómetros de tierra osada, buena y fértil, la cual se cubrió de césped de color verde vibrante, de ese verde que huele a manzanas y a los narcisos amarillos que habitan allí… los hay todos tamaños, desde bulbos preñados por salir, tímidos capullos hasta espléndidos en plena floración.
—Ya no camino solo, ese demonio ha desaparecido, como desaparecieron todos y cada uno de ellos el día que finalmente el cruel destino se apiadó de mi y me devolvió lo que años atrás me quitó sin piedad alguna. Mi amada Esposa, ella es la única razón por la cual soporté todo.
—A partir de entonces, dejó de existir el desamor, ella se encargó de acercarme a la fuente del cariño. Suavizó mi piel y me enseñó a ser vulnerable. En la búsqueda para redimirme y lograr decencia necesaria me doblegué ante el perdón; sí, enseñé a mi espíritu como perdonar a quienes creí culpables sin conocer sus razones. ¿Cómo no perdonar el error humano cuando yo he sido el más errático de todos?
—Me tomó más de lo que pensé, pero lo logré. El proceso fue largo, pero en ese camino mi motivo era ella, mi amada Candy. Si me convertí en alguien digno de ella nunca lo sabré. Pero ella se convirtió en el lucero que me guía en el mar de mis batallas.
—Bajo la luz de mi esperanza comencé a apreciar las pequeñas cosas, esas que están ocultas al ojo inexperto, como lo era el mío:
• Una preocupación disfrazada de reclamo e imposición.
• Canas y entrecejos fruncidos simulando fiereza, aunque detrás solo hay ganas de entendimiento.
• Una mirada tímida y llorosa que oculta el miedo a ser culpada de cobardía y debilidad.
• Manos que tiemblan no por miedo al daño propio, si no ante el temor de no lograr acercarse para proteger.
—Ahhhh fue maravilloso aprender que el amor se manifiesta de tantas maneras, no solo en abrazos y bendiciones, las abstractas eran desconocidas por este analfabeto emocional que se confiesa.
—Ver estas señales por primera vez, era como abrir mis ojos a un nuevo mundo, donde los colores de las emociones reconfortaban mi ser. Ese ser pequeño que había equivocado sus juicios.
—En este nuevo mundo como recién nacido estaba indefenso, maravillado, encandilado ante tanta luz. Entendí que de ese era el mundo desde donde provenía mi querida Pecosa. Comprendí entonces que el brillo que ella irradiaba también podía ser mío. Lo percibí cuando liberé a mi alma del demonio del rencor y abracé sin reservas a mis padres. Solo fue hasta entonces que comprendí que estaba listo para pisar tierra firme y recorrer las distancias en esos prados con aromas cítricos.
—Puedo afirmar entonces que ya no soy un ser oscuro, esa flama que anidó tanto tiempo en mí, fue capaz de dispersarse en mi torrente sanguíneo calentándome y preparando mi resurrección la cual llegó
un día cuando divisé el faro a la distancia, ya no era de noche, al contrario, sobre mí un cielo despejado, tranquilo, donde podía disfrutar de la brisa fresca, del aire en mis pulmones y hasta de vez en cuando sorprendía a mi propia voz escapándose en una canción o extasiando a mi alma con un poema.
—Decidido, dejé en la orilla una mochila pesada con los últimos vestigios de lo que un día fui. Cada paso que daba, lo disfruté ante la certeza que tenía algo bonito y noble que ofrecerle, porque yo logré ser otro gracias a ella, a mi dulce Candy.
—No diré que soy lo que ella merece, porque nunca alcanzaré tal honor, pero hoy soy un alma de luces y sombras, que se ilumina mucho más ante su presencia y lo más sorprendente es que ella lo sabe, me conoce y ama hasta mis cicatrices.
—Cuando llegué a su puerta, gracias a que “nada ha cambiado”, la abrió de par en par, me invitó a pasar, a caminar junto a ella entre las maravillas de este cielo al que llamo vida. Si antes me asombraba la claridad, aquí en el paraíso puedo cerrar mis ojos y seguir percibiendo la luz.
—Me quedaría corto explicando la magnificencia de la dicha, esa dicha que se encuentra al amanecer entre unas sábanas tibias y alborotadas.
Esa que se reconoce con el sonido de las tasas de té chocando en la cocina o quizás al encontrar unos zapatos tirados en la entrada y porque no, el sonido de risas cercanas que te hacen sonreír, aunque no conozcas su razón de ser.
—Hasta aquí llega este monologo que decidí escribir de manera catártica, solo para mi, porque sé que confesar las luchas no es fácil para nadie, y supongo que a mí me cuesta mucho más.
continuará....
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