Si todos nuestros actos tienen consecuencias....asegúrate de pagar por los propios, porque la vida es un espejo...
De pie ante las intimidantes escaleras de piedra del juzgado, me quedé como hecha de su mismo mármol blanco, era yo una estatua rígida y sin color alguno; mis pies aferrados a la acera se negaban a obedecer, mientras en mi mente se repetía de manera insistente “es algo que debo hacer… es algo que debo hacer,… es algo que debo hacer” …hasta que al fin me convencí y rompiendo el hechizo de medusa, logré moverme para quitar con mis manos las arrugas imaginarias de aquel vestido formal de color negro, que me recomendaron los abogados usar para tal ocasión.
Sé que me imaginaba esas arrugas, porque sabía que mi presencia allí, había sido estudiada y programada para que la imagen que proyectase, estuviera cargada de toda la decencia e inocencia posible…Sin embargo, enfocarme en algo tan irrelevante para mí, tal vez lograría salir bien librada de ese desastre…así que sin dilatar más el mal trago, y como tomándome un shot de medicina amarga me tomé del brazo de mi acompañante, levanté la cara y subí.
Jamás pensé que estaría en una situación similar, jamás imaginé que aquella tragedia nos conducirían a otras tantas ...sumergida en mis recuerdos y repasando en mi mente los acontecimientos de los últimos meses aún no podía creer que ella estuviese muerta...mi incredulidad no tenía razón de ser, porque yo misma la había visto tendida, inerte con los ojos vacíos y el cuerpo sin alma, palpe y busque su pulso por inercia, quizás fue la costumbre de hacerlo en mi trabajo, pero ya lo sabía...Susana era un cascarón roto sin nada dentro.
Aún en este momento no dejo de sentir culpa, porque desde el instante en el cual me derrumbe en el tren de regreso a Chicago y en mis delirios febriles, mi mente solo alucinaba escenarios donde él pudiera ser libre para correr hacia mí.
Y siendo sincera yo debo admitir que la imagine muerta, era algo que no pude controlar nunca, a pesar de que fui capaz de dar renunciar a él para que ella tuviera una oportunidad de vivir ...siempre hubo algo que me llevaba a ese pensamiento recurrente, cuando ella muera...cuando él sea libre.
Al darme cuenta de tal atrocidad me reprendía, luego me confesaba, me avergonzaba de mi misma...pues sabía que esa no era yo, esos no podían ser mis sentimientos. El psicólogo al cual me llevo Albert para ayudarme a superar la tristeza y mis pesadillas, me dijo que era normal pensar e imaginar escenarios donde nuestros problemas se resolvieran por arte de magia, que hasta el mismo había soñado con quedar viudo, Ja! ¿Qué clase de consuelo podía darme eso?
Y ahora en este momento donde debo defenderme de los señalamientos, la culpa no me deja.
Parpadeo dos, tres veces seguidas. ..¿era mi nombre el que había escuchado?
- Señorita Ardlay! Señorita Candice White-Ardley!. ...por favor acérquese al estrado.
- si, si, - dije entre dientes, una mano que notablemente había perdido su temperatura, apretó la mía para tratar de infundirme valor.
¡Dios! Ayúdame, rogué al cielo, pero quizás Dios prefiriese castigarme y no escuchar mis desesperadas oraciones de última hora.
Tuve que poner la mano sobre la Biblia y casi pude sentir como me quemaba, pero ya había repasado tantas veces con los abogados cada uno de los movimientos, y por fortuna estaba preparada para no retirarla ante el ardor de mis propios actos.
Tomé asiento, tratando de enfocarme en el aquí y el ahora, debía escuchar cada pregunta con atención, pero al tener a la audiencia, abogados y jurados de frente hacia mí, me sentí abrumada, con ganas de huir, sin embargo las pesadas puestas estaban cerradas y custodiadas…no había escapatoria para mí.
Luego de repasar con la mirada a cada una de las personas presentes en aquel salón, varias preguntas se fijaron en mi cerebro…¿Se puede reconocer a un asesino por su mirada?, ¿Habrá entre los presentes alguien más que también haya imaginado la muerte de Susana? ¿Han venido por morbo o por Justicia?
Desde mi posición podía percibir cada mirada sobre mí:
Veía la contemplación de angustia de Albert tras una máscara de ecuanimidad y amabilidad, tratando de infundirme calma.
Los ojos fieros de Terry, vigilantes, atentos y con ganas de saltar al frente tomarme y blandir cuanta arma estuviese a su alcance para que nadie me hiciera daño.
Las lágrimas corriendo sin descanso, de la Señorita Pony y de la hermana Lane, como si con ellas pudiesen lavar mis pecados.
La ojeada de horror de Patty mientras la desviaba para que yo no reconociera sus temores.
Ahhh sí, esa lastima con la cual no me perdía de vista Archie, por supuesto contrastaba con la Sara Leagan y su hijo Neil.
Inclusive, aunque ni por error se atrevería a estar presente, podía imaginar la dura y recriminatoria de la Tía abuela Elroy, quien me señalaba sin duda de mancillar el honor y decencia de la familia.
No sé porque, y no entiendo cómo, pero solo 5 miradas llamaron de forma poderosa mi atención, porque no pude descífralas y para ser honesta lo intenté. Fueron de estas personas esos cinco pares de ojos, La señora Marlow, Eleonor Baker, Elisa Leagan, Karen Clais y Annie …Hice una nota mental de y me enfoqué en mi libreto.
Luego de eso y aunque las preguntas insidiosas del fiscal a cargo, me colocaron varias veces en situaciones muy difíciles, creo haber realizado de forma notable mi actuación.
En resumidas cuentas, la firma de juristas de tanto renombre, que fueron contratados por mi familia y los Grandchester, daban un pronóstico reservado de mi caso. Luego de 4 meses de interrogatorios, fianzas, avales, testigos, disputas, amenazas y confrontaciones, todo lo que podíamos hacer era esperar un veredicto, es cual estoy a punto de escuchar:
Damas y caballeros ¿tienen un veredicto?
Si su señoría…dijo el presidente del Jurado, entregándole un sobre al oficial, luego de que el Juez lo leyese, devolvió el documento y asintió para que fuese leído en voz alta el mismo:
No logro escuchar dentro de tanta palabrería, necesito dejar de pensar en esa maldita pregunta que me ronda la cabeza desde su Muerte, ya no me interesa saber quién mató a Susana, mi vida entera se resume a este momento a una palabra…y entonces retumba en toda la sala:
….CULPABLE!.