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SPOILER 2.
POV TERRY.
Estaba molesto, en extremo. El jefe siempre sigue mis consejos, pero esta vez le concedió la prioridad a su “nena”, la insoportable Eliza, ella lo convenció de hacer esta maldita fiesta para recibir al intermediario de los italianos. Sólo espero que la encomienda no se vaya al caño por este espectáculo.
El salón está repleto de platillos extravagantes servidos en platos de porcelana china, licores exclusivos vertidos en copas finísimas de cristal y meseros, muchos meseros vestidos como pingüinos, todo bajo la estricta supervisión de la “nena", quien siempre cuida los detalles sociales.
Desde la muerte de su hermano, el jefe la consecuenta en todo. Han sido 3 años de mierda, donde la seguridad se ha incrementado al máximo, especialmente sobre ella, pues no dejaba de alegar que su "hermanito" murió por culpa de una perra que se le metió bajo la piel y que deseaba corroborar que estuviera muerta, ¡estúpida!
Yo más bien creo que la manera en que murió Charlie, sólo le pasa a los pendejos… Venir a perder la mercancía por el antojo de una cogida. No me extraña que haya venido de él, siempre fue un imbécil niño de papi.
Mientras Eliza coordina todo con gran efusividad, he mandado a mis hombres a colocarse en lugares estratégicos con sus respectivas armas, donde deberán aplicar los filtros de revisión obligatorios. En este tipo de negocios, la más blanca paloma puede convertirse en un fatal demonio.
Mi radio portátil emitió sonido, así que respondí inmediatamente:
–¿Qué pasa Tom?
–La persona acaba de llegar.
–¿Viene sola?
–Aparentemente sí.
–Explícate.
–En lugar de una, llegaron dos camionetas negras. Sólo la de él acaba de ingresar al estacionamiento, pero la otra no se marchó, quedó estacionada afuera.
–Perros italianos, siempre tan desconfiados… Mantén vigilado el vehículo, cualquier movimiento extraño, ya sabes qué hacer.
Corté la comunicación y me dirigí al extravagante trono que el jefe mandó a instalar en el gran salón… No hay duda que el dinero no da la clase, ¿pero quién soy yo para criticar al jefe? Refundo mis pensamientos al abismo y me coloco a un lado de él, aclarando fuertemente la garganta para dejarme oír en medio de la estrepitosa música.
–Señor, el intermediario ha llegado.
El jefe me miró con sus ojos brillos, efecto de las sustancias que estaba consumiendo, y luego se levantó de su lugar emitiendo una serie de palmas para llamar la atención:
–¡Ey, ey! ¡Paren la música! Quiero que todos estén atentos a lo que está por ocurrir… Que se abran las puertas y llegue hasta mí la persona que ha de hacer crecer nuestro negocio… ¡¡¡Todos cállense!!! –Exigió.
Empecé a preocuparme de que se hubiera adelantado al festejo. Temía qué esto acabará sin haber comenzado.
Los asistentes guardaron silencio mientras las enormes puertas se abrían, precedidas de la enorme alfombra roja.
¡Ridiculez! Alfombra roja para un italiano, que se jodan.
Mientras esperábamos el ingreso del tan esperado mediador, el cambio de luces reveló la presencia de una mujer parada al comienzo de la alfombra, estaba por tomar mi radio y reportarla, cuando la vi tomar el camino alfombrado.
Su lacio y rubio cabello lo traía atado en una cola alta, una cadena y aretes discretos la adornaban, cosa rara en este mundo, donde la opulencia es lo primero que se da a conocer. Traía un ajustado vestido negro, con una abertura que le llega hasta el muslo alto. Las zapatillas son abiertas, pero no tan altas, lo que me indica que pasa de la estatura estándar de una chica italiana. Su caminar es tan seguro, que pareciera una más de la confraternidad… Cuando llega hasta el jefe, el cual está embelesado admirándola, este extiende ambas manos para acercarla a él, y deja un beso en cada mejilla.
–Cuando me dijeron que tendríamos un aliado italiano, jamás me pasó por la mente que se tratara de Venus hecha humana. –El jefe sonrió sin recibir de vuelta el gesto. –¡Oh! Pero qué torpeza la mía, la palomita sólo habla italiano. Scusami, tesoro, ora parleremo nella tua llingua.
La chica lo miró con la seriedad pintada en su rostro, y luego fue dibujando una sonrisa.
–Entiendo perfectamente el inglés y siete idiomas más, es sólo que tengo por política, escuchar antes que hablar. Me complace estar está noche aquí en donde, con total seguridad, realizaremos muchos negocios en pro de la Familia.
–Chica directa, ¿Eh? Me agrada. ¡Qué siga la fiesta! –Gritó el jefe. –Ven, vayamos a la parte reservada del salón.
Nos encaminamos hacia el área posterior del salón. Fue curioso ver al jefe tratando de colocar su brazo sobre sus hombros, y ella rechazándolo. A estas alturas, él ya estaría encaprichado con ella, cinco años de conocerlo lo avalaban.
Ingresamos a un reservado mucho menos ruidoso, pero igual de extravagante. El jefe y la mujer se acomodaron en el gabinete y una mesera se acercó a dejar un par de copas.
–Y bien, ¿qué me cuentas de Luca Giordano? ¿Cómo le ha sentado el cargo?
–Fenomenal. –Cortó. –Ahora hablemos de lo que nos tiene aquí. Hemos estado muy al tanto de su… “negocio", el cual se ha vuelto bastante fructífero. Luca está dispuesto a participar, siempre que las ganancias sean del 50 y 50, y no se implique a gente inocente.
–Nosotros nunca…
–¡Por supuesto que lo han hecho! No pienso entablar pláticas basadas en mentiras, si no estás dispuesto a hablar con la verdad, creo que salgo sobrando en este lugar.
La chica se puso en pié. Yo estaba impactado de que ella se atreviera a hablarle de esa manera al jefe, muchos habían perdido la vida por menos de eso.
–¡Espera! –Pidió él. –Hablemos.
La rubia lo miró con cara pétrea, pero accedió a sentarse para retomar el tema. –Muy bien querida… ¿Cuál es tu nombre? Ni siquiera sé con quién tengo el gusto de hablar.
–Alessia Greco. Ahora, retomando nuestra plática, ¿son aceptadas las condiciones?
–Por supuesto, preciosa.
–Bien. Deberemos tener comunicación directa, sin intermediarios, y debo estar enterada de todas y cada una de las actividades que se vayan a realizar. Si algo se proyecta, requiero estar en la ejecución.
–¿Tú? ¿Tú en la ejecución? No creo que haya necesidad de que corras riesgos.
–Soy la persona indicada para estas operaciones, por lo que agradezco su preocupación, pero no hay nada que temer, sé moverme en cualquier circunstancia.
–No lo dudo... Si Luca te envió a mí, no lo dudo, pero yo tengo a mi mano derecha, quien puede ser la tuya también. ¡Grandchester!
Apreté los labios, odiaba cuando me ofrecían cual mercancía en oferta. La chica me miró con sus enormes ojos verdes, pero con igual seriedad que al jefe.
—Dígame señor.
–Le acabo de decir a Alessia que estarás a su disposición y serás tan leal a ella como lo eres conmigo.
–Como ordene, Señor.
–No necesito manos derechas, soy mis propias manos, derecha e izquierda.
Apreté mi mandíbula. Esta mujer pecaba de arrogante. La miré a sus verdosos orbes y le sostuve la mirada.
—Siendo así. –Intervino el jefe rompiendo la fricción que se había creado en el ambiente. –Deberás trabajar hombro a hombro con él, insisto, no tienes necesidad, tú y yo podríamos ocuparnos de otros… asuntos, y recibirías igualmente la información…
—Agradezco el ofrecimiento, pero no tengo por costumbre evadir mis responsabilidades, ni relacionar el trabajo con lo sentimental. –Golpe bajo para el jefe. La chica se levantó. –Ahora, si me disculpan, he tenido un día muy movido. Agradezco el recibimiento pero prefiero irme a descansar para empezar mañana, cabalmente, con las actividades.
–¿Cómo? Creí que te quedarías alojada en nuestro recinto.
–Gracias pero ya tengo reservado un espacio más… personal…
–Como desees hermosa, de cualquier modo, te veré mañana. –Dijo el jefe besando su mano.
–Así será. –Respondió lacónicamente.
La puerta se abrió abruptamente y por ella ingresó una achispada Eliza.
–Jefe, ¿qué haces acá? Vamos a la fiesta.
–Eliza, por favor, compórtate, tenemos visita.
–Hermanito, me disculpo. –Respondió haciendo una pronunciada reverencia. Vi la incomodidad en el jefe. Mi mandíbula se apretó, la estúpida había hablado de más.
–¡Eliza!
–Tú no te enojas, ¿verdad? –Preguntó Eliza a Alessia. De pronto, su ceño se frunció. –¿Nos hemos visto antes?
–No lo creo. Ahora, si me disculpan, me retiro. Con permiso.
La chica salió con su singular paso firme y seguro, dejando varias emociones entre nosotros… deseo, molestia y dudas… Una gran cúmulo de dudas en mí.
Ella no terminaba de convencerme, había algo que me causaba desconfianza… Tendría que tener cuidado con esta mujer... tenerla entre nosotros sería un arma de doble filo… No pensaba bajar la guardia, por mucho que mi "amiguito" haya brincado en cuanto la vi...
Esas hembras, aunque me gusten, jamás serán para mí, ni yo para ellas... Lo mejor será mantenerme alejado de ella, al menos lo más que pueda...
POV TERRY.
Estaba molesto, en extremo. El jefe siempre sigue mis consejos, pero esta vez le concedió la prioridad a su “nena”, la insoportable Eliza, ella lo convenció de hacer esta maldita fiesta para recibir al intermediario de los italianos. Sólo espero que la encomienda no se vaya al caño por este espectáculo.
El salón está repleto de platillos extravagantes servidos en platos de porcelana china, licores exclusivos vertidos en copas finísimas de cristal y meseros, muchos meseros vestidos como pingüinos, todo bajo la estricta supervisión de la “nena", quien siempre cuida los detalles sociales.
Desde la muerte de su hermano, el jefe la consecuenta en todo. Han sido 3 años de mierda, donde la seguridad se ha incrementado al máximo, especialmente sobre ella, pues no dejaba de alegar que su "hermanito" murió por culpa de una perra que se le metió bajo la piel y que deseaba corroborar que estuviera muerta, ¡estúpida!
Yo más bien creo que la manera en que murió Charlie, sólo le pasa a los pendejos… Venir a perder la mercancía por el antojo de una cogida. No me extraña que haya venido de él, siempre fue un imbécil niño de papi.
Mientras Eliza coordina todo con gran efusividad, he mandado a mis hombres a colocarse en lugares estratégicos con sus respectivas armas, donde deberán aplicar los filtros de revisión obligatorios. En este tipo de negocios, la más blanca paloma puede convertirse en un fatal demonio.
Mi radio portátil emitió sonido, así que respondí inmediatamente:
–¿Qué pasa Tom?
–La persona acaba de llegar.
–¿Viene sola?
–Aparentemente sí.
–Explícate.
–En lugar de una, llegaron dos camionetas negras. Sólo la de él acaba de ingresar al estacionamiento, pero la otra no se marchó, quedó estacionada afuera.
–Perros italianos, siempre tan desconfiados… Mantén vigilado el vehículo, cualquier movimiento extraño, ya sabes qué hacer.
Corté la comunicación y me dirigí al extravagante trono que el jefe mandó a instalar en el gran salón… No hay duda que el dinero no da la clase, ¿pero quién soy yo para criticar al jefe? Refundo mis pensamientos al abismo y me coloco a un lado de él, aclarando fuertemente la garganta para dejarme oír en medio de la estrepitosa música.
–Señor, el intermediario ha llegado.
El jefe me miró con sus ojos brillos, efecto de las sustancias que estaba consumiendo, y luego se levantó de su lugar emitiendo una serie de palmas para llamar la atención:
–¡Ey, ey! ¡Paren la música! Quiero que todos estén atentos a lo que está por ocurrir… Que se abran las puertas y llegue hasta mí la persona que ha de hacer crecer nuestro negocio… ¡¡¡Todos cállense!!! –Exigió.
Empecé a preocuparme de que se hubiera adelantado al festejo. Temía qué esto acabará sin haber comenzado.
Los asistentes guardaron silencio mientras las enormes puertas se abrían, precedidas de la enorme alfombra roja.
¡Ridiculez! Alfombra roja para un italiano, que se jodan.
Mientras esperábamos el ingreso del tan esperado mediador, el cambio de luces reveló la presencia de una mujer parada al comienzo de la alfombra, estaba por tomar mi radio y reportarla, cuando la vi tomar el camino alfombrado.
Su lacio y rubio cabello lo traía atado en una cola alta, una cadena y aretes discretos la adornaban, cosa rara en este mundo, donde la opulencia es lo primero que se da a conocer. Traía un ajustado vestido negro, con una abertura que le llega hasta el muslo alto. Las zapatillas son abiertas, pero no tan altas, lo que me indica que pasa de la estatura estándar de una chica italiana. Su caminar es tan seguro, que pareciera una más de la confraternidad… Cuando llega hasta el jefe, el cual está embelesado admirándola, este extiende ambas manos para acercarla a él, y deja un beso en cada mejilla.
–Cuando me dijeron que tendríamos un aliado italiano, jamás me pasó por la mente que se tratara de Venus hecha humana. –El jefe sonrió sin recibir de vuelta el gesto. –¡Oh! Pero qué torpeza la mía, la palomita sólo habla italiano. Scusami, tesoro, ora parleremo nella tua llingua.
La chica lo miró con la seriedad pintada en su rostro, y luego fue dibujando una sonrisa.
–Entiendo perfectamente el inglés y siete idiomas más, es sólo que tengo por política, escuchar antes que hablar. Me complace estar está noche aquí en donde, con total seguridad, realizaremos muchos negocios en pro de la Familia.
–Chica directa, ¿Eh? Me agrada. ¡Qué siga la fiesta! –Gritó el jefe. –Ven, vayamos a la parte reservada del salón.
Nos encaminamos hacia el área posterior del salón. Fue curioso ver al jefe tratando de colocar su brazo sobre sus hombros, y ella rechazándolo. A estas alturas, él ya estaría encaprichado con ella, cinco años de conocerlo lo avalaban.
Ingresamos a un reservado mucho menos ruidoso, pero igual de extravagante. El jefe y la mujer se acomodaron en el gabinete y una mesera se acercó a dejar un par de copas.
–Y bien, ¿qué me cuentas de Luca Giordano? ¿Cómo le ha sentado el cargo?
–Fenomenal. –Cortó. –Ahora hablemos de lo que nos tiene aquí. Hemos estado muy al tanto de su… “negocio", el cual se ha vuelto bastante fructífero. Luca está dispuesto a participar, siempre que las ganancias sean del 50 y 50, y no se implique a gente inocente.
–Nosotros nunca…
–¡Por supuesto que lo han hecho! No pienso entablar pláticas basadas en mentiras, si no estás dispuesto a hablar con la verdad, creo que salgo sobrando en este lugar.
La chica se puso en pié. Yo estaba impactado de que ella se atreviera a hablarle de esa manera al jefe, muchos habían perdido la vida por menos de eso.
–¡Espera! –Pidió él. –Hablemos.
La rubia lo miró con cara pétrea, pero accedió a sentarse para retomar el tema. –Muy bien querida… ¿Cuál es tu nombre? Ni siquiera sé con quién tengo el gusto de hablar.
–Alessia Greco. Ahora, retomando nuestra plática, ¿son aceptadas las condiciones?
–Por supuesto, preciosa.
–Bien. Deberemos tener comunicación directa, sin intermediarios, y debo estar enterada de todas y cada una de las actividades que se vayan a realizar. Si algo se proyecta, requiero estar en la ejecución.
–¿Tú? ¿Tú en la ejecución? No creo que haya necesidad de que corras riesgos.
–Soy la persona indicada para estas operaciones, por lo que agradezco su preocupación, pero no hay nada que temer, sé moverme en cualquier circunstancia.
–No lo dudo... Si Luca te envió a mí, no lo dudo, pero yo tengo a mi mano derecha, quien puede ser la tuya también. ¡Grandchester!
Apreté los labios, odiaba cuando me ofrecían cual mercancía en oferta. La chica me miró con sus enormes ojos verdes, pero con igual seriedad que al jefe.
—Dígame señor.
–Le acabo de decir a Alessia que estarás a su disposición y serás tan leal a ella como lo eres conmigo.
–Como ordene, Señor.
–No necesito manos derechas, soy mis propias manos, derecha e izquierda.
Apreté mi mandíbula. Esta mujer pecaba de arrogante. La miré a sus verdosos orbes y le sostuve la mirada.
—Siendo así. –Intervino el jefe rompiendo la fricción que se había creado en el ambiente. –Deberás trabajar hombro a hombro con él, insisto, no tienes necesidad, tú y yo podríamos ocuparnos de otros… asuntos, y recibirías igualmente la información…
—Agradezco el ofrecimiento, pero no tengo por costumbre evadir mis responsabilidades, ni relacionar el trabajo con lo sentimental. –Golpe bajo para el jefe. La chica se levantó. –Ahora, si me disculpan, he tenido un día muy movido. Agradezco el recibimiento pero prefiero irme a descansar para empezar mañana, cabalmente, con las actividades.
–¿Cómo? Creí que te quedarías alojada en nuestro recinto.
–Gracias pero ya tengo reservado un espacio más… personal…
–Como desees hermosa, de cualquier modo, te veré mañana. –Dijo el jefe besando su mano.
–Así será. –Respondió lacónicamente.
La puerta se abrió abruptamente y por ella ingresó una achispada Eliza.
–Jefe, ¿qué haces acá? Vamos a la fiesta.
–Eliza, por favor, compórtate, tenemos visita.
–Hermanito, me disculpo. –Respondió haciendo una pronunciada reverencia. Vi la incomodidad en el jefe. Mi mandíbula se apretó, la estúpida había hablado de más.
–¡Eliza!
–Tú no te enojas, ¿verdad? –Preguntó Eliza a Alessia. De pronto, su ceño se frunció. –¿Nos hemos visto antes?
–No lo creo. Ahora, si me disculpan, me retiro. Con permiso.
La chica salió con su singular paso firme y seguro, dejando varias emociones entre nosotros… deseo, molestia y dudas… Una gran cúmulo de dudas en mí.
Ella no terminaba de convencerme, había algo que me causaba desconfianza… Tendría que tener cuidado con esta mujer... tenerla entre nosotros sería un arma de doble filo… No pensaba bajar la guardia, por mucho que mi "amiguito" haya brincado en cuanto la vi...
Esas hembras, aunque me gusten, jamás serán para mí, ni yo para ellas... Lo mejor será mantenerme alejado de ella, al menos lo más que pueda...
Última edición por Felicity Grand el Lun Abr 12, 2021 1:06 am, editado 1 vez
se pone buena la historia 
