ME HACES TANTO BIEN
FIN
—¡Por Dios Annie! ¡No puedes estar hablando en serio!
—¡No te me acerques Archibald, te quiero fuera de mi vida
—¿Para revolcarte con ese pendejo?
—Eso no es asunto tuyo, pudiera ser ese o cualquier otro
—Entonces ¿Lo admites?
—¿El que?
—Que tienes algo con él
—Lo niego, no tengo nada con él, ni con nadie
—Los vi casi besarse
—Casi….
—¿Entonces?
—Te vi en la mañana afuera del edificio de economía con la zorra de Sthepy
—¿Es venganza?
—Es una advertencia, si tú puedes hacerlo y te vale madres lo nuestro entonces, a mí también me vale y puedo hacer lo mismo que tú— dijo y girándose, entró a su departamento dando un portazo.
El joven no dudó ni un momento en seguirla y aprovechando que no escuchó ningún tipo de cerrojo, abrió la puerta para seguir a su chica hasta el dormitorio, no sin antes saludar con una inclinación de cabeza a Candy y Patty las roomies de su novia, a la que segundos antes habían oído dar otro portazo en su habitación.
—Será mejor que nos vayamos Candy, esto se va a poner feo
—Seguro Patty dijo la primera poniéndose de pie y tomando los abrigos del perchero en tanto la castaña buscaba las llaves del auto y los bolsos
Archie se adentró en la recámara sin siquiera tocar, para encontrar a la morena hecha una furia, pero ya esperando para seguir la discusión, su vestido, aunque infantil estaba lo bastante ajustado del torso para marcar sus generosos pechos moviéndose rápidamente al compás de su alterada respiración y lo bastante corto de la falda como para revolotear al ritmo de sus enérgicos pasos y mostrar los blancos muslos… ¡Mierda, Annie estaba como quería!
—Está bien, me viste con Sthepy ¿Y? nada pasó
—Nada pasó, por que la imbécil me vio cuándo estaba a punto de abalanzarse sobre ti y eso la detuvo, por que si no te hubiera arrastrado hasta su cama ¿No?
—¡Estás loca!
—Me vas a decir que solo hablaban de finanzas por favor Archi ¡No soy estúpida!
—No, tampoco, ella quiere conmigo y todo el campus lo sabe, al igual que saben que solo tú eres mi mujer, y en estos momentos también han de pensar que soy un puto carnudo… ¡Gracias Annie!
—Lo de James solo fue un desquite y para que lo sepas: Todo estaba preparado para que solo tú lo vieras
—Por las pendejitas de tus amigas ¿Verdad?
—Con mis amigas no te metas ¿Ehh? Y tomando uno de los muchos peluches que atiborraban su aniñada habitación, se lo arrojó, pero el chico lo esquivó, provocando con esto que la situación se calentara
En dos zancadas el castaño estaba frente a la rabiosa chica sujetándole las manos y mirándole a los ojos que llameaban, se batieron en un duelo de miradas que echaban chispas cuando, sin previo aviso, él la tomó de la nuca y la besó furiosamente mordiéndole los labios hasta sentir un sabor ferroso, pero lejos de amedrentarse, Annie dejó escapar un jadeo, se aprisionó más al cuerpo de su novio y también mordió sus labios lo cual encendió más la excitación del joven quien en respuesta alzó el corto vestido para pellizcar las nalgas de ella. el enojo previo se mezclaba con la excitación del momento y la ansiedad hacia que las prendas masculinas volaran gracias a las delicadas manos de Annie quien rápidamente zafó la camisa y aflojó el cinturón de su novio, para quitarle el pantalón y dejarlo solo en unos sexis bóxers negros, con una pericia digna de verse
—Eres peligro niña,— dijo Archie, mientras de un empellón empujaba a Annie a la cama quien seductoramente lo veía acomodada ya en los mullidos almohadones, no se sorprendió cuando él prácticamente trepó a la cama y cual si fuera un cazador acechando a su presa, gateó hasta situarse encima de ella y, con sus manos, tomó el bonito cuello sport de su vestido café a lunares y jalándolo en direcciones opuestas lo rompía de arriba a abajo dejando expuestos sus redondos senos apenas contenidos por el bonito sujetador de encaje que pedía a gritos ser desgarrado también y dejar libres a sus prisioneros. La sangre les hervía a ambos y sus miradas lujuriosas se provocaban mutuamente, sintiéndose en sus terrenos, Archie tomó del buró un par de esposas de peluche rosas y apresó las níveas muñecas en los postes de la cama ante la mirada excitada de la joven, quemándola con la punta de sus dedos, como si fueras dos brasas ardientes, recorrió el pecho hasta llegar al cuello y presionarlo un poco, solo lo necesario para cortar momentáneamente el suministro de oxígeno y provocar que la chica boquera, cuando parecía que iba a desmayarse la soltó. Tras jalar aire le dijo —Lo quiero ahora, pero oblígame— palabras mágicas, el liberó a su bestia y tras masturbarse un poco frente a ella, se sentó en el delicado tórax para primero frotar su enorme miembro en los grandes pechos mientras ella alzaba la cabeza para rozar la punta con su lengua y después de repetir “oblígame” giró la cara como si no quisiera lo que a continuación iba a pasar, él tomo su falo y lo dirigió a la boca cerrada pero anhelante de la chica, ella se volteó y apretó los labios, era de sus juegos preferidos, estar sometida a la voluntad de él y fingir que la obligaba aunque por dentro se quemara en deseo, ambos ya sabían lo que querían, como mantener la hoguera y como sabía ya su piel, después de pocos muy pocos intentos , el la inmovilizó del cabello y mirándola directamente a los ojos le puso la punta de grueso miembro en los labios y ella abrió la boca para recibirlo hasta el fondo, amarrada como estaba no podía asirse de nada para controlar la profundidad del empuje del castaño que víctima del fuego interior, se dejaba ir hasta el fondo provocando que los ojos azules lloraran por el atragantamiento, los embistes se hicieron mas fuertes en perfecta concordancia con los movimientos de cabeza de la chica quien acostumbrada ahora a la longitud se su chico gozaba ferozmente de la pasión, no pudiendo aguantar más, él se corrió en medio de un gruñido gutural, Annie quiso exprimirlo con la boca pero el hábilmente salió para acabar de derramarse en su rostro mientras ella se relamía los labios, Archie bajó a la boca entreabierta por un beso blanco, amaba sentir su propio sabor mezclado con el de su chica, ambos gustaban de quemarse en el infierno de las pasiones prohibidas para muchos. Solícito, tomó una rosa del arreglo que le había enviado el día anterior y con ella limpió la cara de Annie para posteriormente soltar sus manos de la cómoda prisión, viéndose libre, ella se aferró a la espalda del chico ofreciéndole sus generosos pechos para que el hundiera su cara y pudiera aun oler su propio aroma masculino en el cuerpo de ella, hundido en sus tetas comenzó a frotar su cara mientras ella le acariciaba los cabellos y le decía la oído —rómpelo,— acatando la orden desgarró el sujetador y lo retiro del delicado cuerpo al igual que los restos del vestido, fue entonces que se dio un buen rato de esparcimiento mordiendo, chupando lamiendo y besando cada centímetro de esos pechos que lo enloquecían, su lengua cual ascua ardiente, los recorría de arriba a bajo intercalando con feroces mordidas que seguramente en unas horas dejarían unas ligeras marcas en la blanca piel de ella, poco a poco se fueron acomodando, ella a horcajadas sobre él, cuando intentó quitarse la femenina tanga de encaje color beige que escondía una vulva perfectamente depilada, el detuvo sus movimientos diciendo —Déjala, me gusta quitártela hasta que esté empapada— y haciéndola a un lado, acomodó el cuerpo delgado pero voluptuoso de ella haciendo coincidir sus centros para bajar y subir sincronizados, el sabía que le entraba a la primera y hasta el fondo, y ella disfrutaba teniendo su fuego en su interior llenándola, en medio de los vaivenes ella descanso sus palmas en la cama para inclinarse hacia atrás y dándole una perfecta vista de su vientre plano y sus senos bamboleándose, inicio los cadenciosos movimientos que hacían que se clavara más en el falo erecto y ardiente de Archie, sudorosos y jadeantes se quemaban en la hoguera que su pasión les producía.
Con la sangre hirviendo y después de varios orgasmos de Annie, se separaron, ahora era el turno del castaño sucumbir al calor y los más oscuros y perversos deseos de la morena, ella le agarró las manos con las esposas, pero se cuido de no cerrarlas con seguro y adicionalmente le cubrió los ojos con un antifaz negro de cuero, el chico lleno de anticipación se recargó en la cabecera de la cama en espera de ser seducido por la pelinegra, quien poniéndose de pie en la cama, se acomodó de tal forma que la cara masculina quedo atrapada entre sus piernas y sosteniéndose de la pared dobló las rodillas ligeramente para colocar su centro cerca del rostro del muchacho pero sin que el pudiera tocarla, solo aspirar fuertemente su aroma femenino, y así repitió el movimiento hasta llevarlo casi a la locura, posteriormente, se puso a horcajadas y le rozó la mandíbula con sus erectos y duros pezones, sabía que eso lo pondría a mil y mas cuando el intentó atraparlos con su boca pero ella en medio de una diversión maquiavélica se retiraba en el momento justo, sintiendo cada vez más la enorme erección del castaño, la acarició con su húmeda abertura para después clavarse hasta adentro y justo cuando Archie iba a acomodarse para arremeter en su interior, ella salió e inclinándose le dijo al oído —aun no— y tomando las puntas de su largo y lustroso cabello le recorrió el pecho cual artista sobre un lienzo y al llegar al bajo vientre inclino su boca para besar la cúspide rosada que se erguía ante ella y después succionarla ligeramente alternando con furiosos lengüetazos que abarcaban toda la longitud del apetitoso falo, el joven convertido en fuego vivo, jaló con fuerza los brazos plenamente consciente de que las esposas no tenían seguro, fue cuando el demonio que habitaba en su interior lo dominó totalmente y quitándose el antifaz negro tomó del cabello a la mujer para evitar que dejara de darle placer a su miembro, y ella vuelta loca por que tenia a su chico en el punto exacto donde lo quería se dejó manipular mansamente para darle el nivel que exigía hasta casi llevarlo al orgasmo, pero en lugar de derramarse, soltó la sedosa cabellera negra y urgido buscó el muslo derecho para morder con ansia y lujuria el tatuaje de las tibias con la calavera que sólo el conocía, señal inequívoca de lo peligrosa y perversa que resultaba la dulce y tierna Annie en la intimidad, invadido por la pasión que ella le inspiraba jaloneo hasta romper la para entonces mojadísima tanga y se dedicó a poseer a la bella pelinegra con su boca hundiendo la lengua en sus cálidas carnes y bebiendo de ella hasta saciarse haciendo que el cuerpo femenino se estremeciera de placer, después complacerla hasta casi dejarla sin sentido, besó los otros labios que se le ofrecían insinuantes para después acomodarla con las palmas sobre la cama al igual que las rodillas, recorrió con ansia desmedida la espalda que se inclinaba ante él y la poseyó con lujuria cual si fueran dos brasas al fuego vivo, gracias a la posición podía llegar aún más a fondo provocando oleadas de placer que se traducían en rápidos movimientos de cadera y gemidos de placer, obnubilado por el placer Archie extendió la mano hacia le buró tirando a su paso los peluches que descansaban en él y tanteando encontró la rosa que antes había dejado olvidada después de limpiar los vestigios de su pasión y con el tallo, propinó unas nalgadas en la suave carne sin importar que algunas espinas se clavaran en ella, al sentir el escozor en su trasero la pelinegra explotó de placer y pidió más, más azotes, más presión más rapidez y más profundidad y como si sus deseos fueran ordenes, el castaño arremetió en ella con más fiereza hasta quedar ambos exhaustos y sudorosos pero pletóricos de placer.
Posteriormente durmieron a pierna suelta tan profundo que no se dieron cuenta cuando las chicas regresaron.
—Candy, creo que lo mejor es buscarnos otro apartamento o aislar del ruido la recámara de Annie, por que esto de salir todo el día en cada reconciliación de aquellos está mortal.
—Todo el día y a veces toda la noche querida Patty jajaja es el precio por convivir con la pareja más hot de la Uni ¿No crees?
—Eso es cierto, pero por lo pronto vamos a dormir y ya mañana le haremos manita de puerco a Annie a ver si nos cuenta algo de su reconciliación.
Y entre risitas cada una se dirigió a su habitación imaginándose lo que había ocurrido tras la puerta de la recamara del centro
FIN