EL AROMA DEL CIELO
POR ODDA GRANDCHESTER Y MAXINEWINTERS19
Capítulo 3.
Parte II
Cada hombre tiene un ideal de belleza con la que sueña, sin embargo pocas veces se coincide con quien satisfaga todas sus expectativas, terminas “enamorándote” de otras cosas cuando te gusta alguien eso era lo que yo pensaba hasta ahora. Sin miedo a equivocarme ella tiene todo lo que yo quiero en una mujer.
Desde las pecas y el cabello rizado, hasta lo intrépida y valiente que es… esas cosas combinadas con un aire de travesura y ternura, todo en un envase que se me hace delicioso a los sentidos.
—Ca... Candice —Repito tragando en seco, necesitaba controlar mis impulsos masculinos que a buena hora venían a hacer estragos —¿Quieres venir conmigo?
—¿A dónde? —Pregunta al tiempo que se amarra su suéter rojo a la cintura.
—Todavia tenemos mucho que ver, adorada turista con pecas —Le ofrezco mi mano para así proseguir con nuestra travesía.
Y así, tomados de las manos nos vamos por un pequeño camino por donde los turistas y pobladores se reunían, ella veía toda clase de juguetitos y objetos típicos de Escocia, sonreía sobre todo con las gaitas. Ella decía que el sonido que hacían era como caracolas arrastrándose, y aquello hizo que me revolcara en risas.
Pero quizás de todas las cosas que me provocaban esa sensación de deja vu, era el simple hecho de que ella se probará un tartán escocés. Algo tenía Candice que no solo la ataba a esta bella tierra, sino a mi corazón, a cualquier cosa mínima que provocaba un estrujon en mi corazón y mi alma.
—¿Qué tanto me miras?
—Nada... es solo que... te ves hermosa.
—Oh —Menciona agachando la mirada con vergüenza.
—¿Por qué te pones así?
—Es que... nunca un hombre me ha dicho qué soy hermosa —Aquello me dejó sorprendido ¿Cómo que nadie le había dicho a semejante mujer que era hermosa? Aquello era una blasfemia sin precedente.
—¿Ni tus hermanos?
—Para ellos soy un chico más. De hecho, me dicen la jefe —Dice con más vergüenza —Pero que alguien como tú lo diga... es fuera de este mundo.
Me sentí genial al ser el primer hombre que le expresará esas palabras, y ahora me toca hacerla sentir de esa manera mientras estemos juntos... Porque algo dentro de mi quiere seguir con ella.
Luego de recorrer cada una de las estaciones, puestos de atracciones y artesanías ella aún continúa asombrándose y disfrutando… me riñe por ser un tanto seco cuando las personas se acercan a agradecerme y presentar sus respetos hacia la casa Grandchester; a decir verdad, ese tipo de situaciones siempre me hacen sentir algo incómodo y además temo que ella se perturbe más que yo; sin embargo, me anima a ser más abierto y recibir las bendiciones que los lugareños me obsequian.
—¡Qué lindos son todos en este lugar!
—Bueno... imagino que es la sangre Grandchester que los atrae.
—¡En serio! Para el pueblo siempre será importante que sus gobernantes se mezclen entre ellos y les hagan saber que son verdaderos humanos.
—Bueno, de igual forma me da vergüenza ¡Todos ellos me abrazan como si fuera una estrella de Hollywood!
—Quizas en alguna vida lo fuiste —Y ante lo que Candice dijo, mi mente quedó en blanco. No escucho lo que está a mi alrededor, sólo aplausos, y esos me llenan de dicha y gloria —Terrence ¿Estas bien?
—Si... ¿Por qué?
—Empezaste a llorar —Me llevo una mano a la cara y en efecto, tenía lágrimas... no lo entiendo, este día ha sido genial al lado de Candice pero me sigue llenando de dudas ¿Qué me pasa con ella? Si, está bella mujer ha salido de los sueños para alegrarme la vida y ahora estás lágrimas que me están deshahogando.
—Perdón... la verdad, es que no se lo que me pasa —Le bromeó al tiempo que alzó la mirada al sol, empapándome con su calor.
—¡Vaya! Creo que tú invitación el día de hoy ha sido fantástica.
—¿Ya te quieres ir? —Pregunto con horror.
—En lo absoluto... —Se acerca más a mi, sólo para arreglarme la bufanda, el hecho de tenerla de esta manera me estremece —Quiero seguir así... contigo.
Y el simple hecho de que quiera seguir conmigo hizo que las llamas de la feria fueran apenas un cerillo ante el volcán que emergió dentro de mi. Sus ojos verdes destellaban un brillo que me hizo saltar el corazón, ella de repente, me toma de la mano y me lleva lejos de la estación de artesanía. Seguimos caminando hasta encontrarnos en medio del campo, a orillas de un lago, teníamos la vista perfecta a la villa Grandchester... nuevamente ese estrujon en el pecho, como si este escenario ya lo hubiera visto antes, desvío la mirada a Candice y ella tiene la misma expresión, y su mano estruja de tal manera su pecho que creo se llegará a lastimar.
—Este lugar... —Susurra con anhelo —Puedo contar las veces que lo vi entre sueños. Pero así, en vivo y directo es tan perfecto.
—Bueno... pensarás que estoy loco, pero yo también he soñado con este lugar todos los días desde que era un niño —Cierro los ojos y rememoró lo que veo todas las noches entre mis sueños —Estoy disfrutando del sol, el agua brilla con su reflejo, corro con el viento, porque persigo a alguien.
—¿A alguien?
—Si, a una chica —Vacilo un poco antes de que me delate a mi mismo —Se que es importante para mí, porque el pecho me late como una locomotora, esa bella mujer a la que beso todas las noches aparece aquí, y me sonríe, y no sé si es normal enamorarse de un sueño, pero este lugar me recuerda a ella.
Candice me mira con sorpresa, la brisa le alborota el pelo, y como en mis sueños, la luz del sol la ilumina como un diamante precioso. En efecto, está bella mujer ha salido de mis sueños para enamorarme.
—¿Qué es eso? —Pregunta, me doy la vuelta y hay una carpa negra, aquello me abrió la curiosidad.
—No lo sé ¿Averiguamos?
—Bueno, estimado Terrence ¡Él que tenga miedo a morir que no nazca!
Nos dirigimos a esa carpa oscura, con ansias de saber que era lo que había ahí. A medida que avanzamos, brotes de narcisos crean un camino que le da un ambiente mágico a nuestra travesía, me agachó y tomó uno para ellas quién lo aspira lentamente, impregnandose de su aroma.
Seguimos hasta quedar frente a frente a la carpa, huele a incienso, Candice y yo nos miramos y entramos a la carpa, ella me agarra de un brazo y nos preparamos a entrar, ahí, toda clase de luces y símbolos colgantes adornan el lugar, en el centro, una mesa con un mantel de seda color granate es lo primero que atrae nuestra atención.
—¡Bienvenidas, almas antiguas!
Continuará....
LAS AMAZONAS HAREMOS ARDER EL COSMOS POR TERRY