CAPÍTULO 10
No supo cuánto tiempo permaneció así, sentada en la rama del árbol, permitiéndose sentir el viento en su cara. Para aquellos ojos azules fue un deleite contemplar como el viento ondeaba su rubia cabellera y su vestido, embelesado y divertido a la vez la contemplaba a una distancia donde ella no sintiera su presencia.
Para ella fue como si nuevamente pensara claramente de lo que debía hacer, permitirá que el duque conociera a Daniel, pero lo mejor sería volver a Chicago lo más pronto posible pues si seguía al lado de Terry, ni ella misma sabía cómo acabarían las cosas, lo mejor era cortar todo tipo de relación con él por el bien de Daniel.
—¡No puede ser! No sé cómo bajar —Miro hacía abajo, hacía tanto que no trepaba árboles, que había perdido la práctica y el vestido que traía puesto no le ayudaba en nada.
—Si te ayudó a bajar ¿No recibiré una bofetada verdad?
El se encontraba a espaldas de ella, en qué momento se acercó no lo sabía «No por favor que no haya escuchado todo lo que hable en voz alta»
—No, no hace falta.
—Bueno pues entonces esperaré —decidió mirar su travesía para bajar, y comprobar que tocara el suelo sana y salva, quería verla bien «ella está más que bien, me gusta mirarla, por Dios Cady tenías que usar vestido para trepar ese árbol»
Le gustaba mirarla, era una debilidad que estaba dispuesto a admitir, mirarla era preferible a que todas esas imágenes haciéndola suya de hace unos días revolotearan en su cabeza. Y por cómo se estaban dando las cosas había llegado a la conclusión que no volvería a ocurrir. Pero podía seguir mirando, no era malo ¿oh si? sonrió al verla bajar y quedarse atorado su cabello en una rama.
—¿Vas a dejar que te ayude tarzan pecoso o no?
—mencionó con una risa burlona.
Cady, hubiera preferido cualquier cosa antes que pedirle ayuda, pero era eso o un mechón de su cabello quedaría de recuerdo para ese lindo arbolito «señor árbol te pedí una señal, no esto»
—Que remedio, si por favor necesito que me sostengas por la piernas en lo que yo zafó mi cabello. —Vaya tarea pensó Terry, «señor árbol, creo que estaré en deuda contigo toda mi vida»
El la sostuvo por las piernas.
—¡No mires!
—Candy, creo que eso es irrelevante en estos momentos no lo creés.
Ella logró desprender su cabello y se dejó cargar por los brazos de Terry, la dejó caer suavemente sosteniéndola de modo que al llegar ella al piso él pudiese abrazarla.
Ella sentía sus cálidos y fuertes brazos estrechandola contra el. La giró lentamente haciendo que quedaran de frente uno al otro, Terry bajó su cabeza para mirarla y le dijo con los ojos lo que pasaría un segundo antes, él iba a besarla.
Entonces la beso, y Candy dejó de pensar
La boca de él era cálida, su beso consiguió ser lento y suave al tiempo que posesivo como si quisiera decirle «eres mia»
Ella ni siquiera pudo resistirse, un intenso deseo recorrió sus venas, era tan excitante, que cosa tenía ese hombre que la volvía loca, pensaba mientras él mordisqueaba su labio inferior.
Ella se apartó bruscamente haciendo a ambos balancearse de modo que los dos cayeran al césped lleno de Narcisos.
—¿Qué te pasa Candy? —le preguntó sobre ella.
Y todo acabó en un momento, como un jarrón que se rompe.
Ella hizo un esfuerzo por recuperarse, y medio lo consiguió.
—Aunque disfrutes estar arriba de mi, a mi no me gusta —mintió—. Déjame parar.
—¿Quieres que la próxima vez te pida permiso? —le dijo con una sonrisa.
«Diablos esa sonrisa tuya, derrite a cualquier mujer»
Pues no sé cómo estás acostumbrado pero conmigo las cosas son diferentes —como pudo se lo quitó de encima, se incorporó sacudiendo su vestido—. No soy como las mujeres Inglesas ¡entiendes! supongo una larga lista a su colección señor Beaker, y que ahora ya formó parte de esa lista, pero eso fue y no volverá a pasar deja de provocarme ¡no te me acerques!
—Entonces quiere decir que te provocó mi querida tarzan pecosa.
—Ashhh eres un…
—Ya lo sé, no me lo digas un estúpido —rio Terry.
—Bueno dime qué quieres por qué me seguiste hasta aquí.
Terry, la había seguido al verla salir de ese modo, no conocía los alrededores y se preocupó. Pensó que en lugar de arreglar las cosas todo iba de mal en peor con ella, pero con el beso que le dió supo que la batalla no estaba perdida lucharía hasta conseguir su perdón.
—Candy, vine a buscarte porque me han llamado del hospital, mi padre está muy mal, y pide ver a Daniel.
Mientras viajaban en el auto Candy no quitaba la sensación del dulce beso de Terry sobre sus labios.
—Estamos apunto de de llegar —mencionó Terry.
Los dos caminaban hacia la habitación del duque, Candy empujaba a Daniel en una carriola. Por alguna razón Candy se sentía muy inquieta, conocer al hombre que no fué capaz de buscar a su hijo, y que la había querido comprar con dinero no era algo muy placentero.
—Tengo algo que decirte Candy, a mi padre no le gustan las ironías, ni los comentarios chistosos.
—No me sorprende escucharlo ¿alguna cosa más? Para su majestad el duque de Granchester, «y no vomites» se ordenó Candy a sí misma.
Miro al niño, en su carriola, ella recordó lo que había meditado con el señor árbol.
Ella supo que todo esos lujos también eran parte de la herencia de Daniel, quien era ella para alejarlo de eso sí su familia paterna tenía las posibilidades y querían dárselo.
—Todo esto pasará y pronto estaremos en casa, cuando seas grande eligiras tu destino.
Ella no se dio cuenta que había pronunciado las palabras en voz alta hasta que Terry puso su mano en su hombro y le dijo al oído.
—Aquí también puede ser su hogar, yo quiero ser su hogar, y no estoy hablando de las cosas materiales Candy.
Ella iba a responder cuando abrieron la puerta de la habitación dos médicos.
—Que bueno que está aquí joven Granchester, necesitamos hablar con usted sobre su padre.
Y detrás de ellos salió el abogado del duque
—Usted debe ser la señorita Candy, por favor pasen el duque está esperando por ustedes.
—Creo que mi padre deberá esperar —le dijo Terry a Clover el abogado de su padre.
—Ve hablar con los médicos estoy segura que yo podré arreglarme sola.
Richard miró al pequeño y a su acompañante, no podía negar que la mujer era muy hermosa, supuso que a su hijo no le costó mucho llevar a cabo su encargo. Ella se acercó un poco y dijo:
—Lo siento.
—¿De que lo sientes? Que me esté muriendo, no necesito tu compasión.
No fue la cínica contestación que el duque pronunció, ni la frialdad en hacerlo, o la forma de mirarla lo que afectó a Candy, sino el ataque en como lo hacía. Ella trató de luchar para contener las lágrimas.
—¿A qué se debe tanto desprecio?
—No sé, dicen que es una de mis virtudes.
—Por supuesto razón por la que su hijo mayor se alejo de usted, sin embargo yo no estoy aquí por usted, Daniel debe conocer a su abuelo. No es así mi vida —le dijo sonriendo Candy al pequeño.
Dos médicos afuera de la habitación hablaban con Terry.
—Su padre lo está esperando, pero necesitamos hablar de su salud.
Terry en esos momentos comprendió, que era verdad no había sido una de sus típicas tretas para conseguir lo que quería.
—¿Es cáncer?
—Así es y uno de los más agresivos, Es cáncer de páncreas cuando se le detectó ya estaba muy avanzado, le dijimos que debía tratarse inmediatamente pero él se negó rotundamente.
—No quiso seguir ninguna indicación médica —mencionó el segundo doctor.
—¿Cuánto tiempo le queda?
—Pueden ser días a lo mucho semanas, ahora está en un momento lúcido, por la dosis extra de medicina contra el dolor.
—Entiendo.
—Nos confesó que él sospechó que había algo mal en él, pero…
—Lo sé, pedir ayuda o reconocer estar enfermo para él es una debilidad.
—Y en este momento de lucidez, nos pidió mandar a llamar a su abogado, ha dicho quiere hacerle un poder notarial, por eso estamos aquí ambos, para confirmar su estado de salud y que su estado mental está bien para tomar esa decisión.
Todos entraron a la habitación y se hicieron los trámites legales ante el abogado y médicos.
—Bueno ya está —mencionó Grove—. Me retiro joven de Grandchester.
—Bueno qué tal se siente, ya tienes todo de mi Terrence.
El enojo se apoderó de Terry y contestó a su padre.
—¿Así que eso es lo que piensas de mi?
—No, no, sería feliz de pensarlo realmente; tu eres demasiado blando y eres mas Baker que Grandchester.
—Soy tu hijo, un Granchester, supongo nunca me has perdonado lo de mi madre tú me odias por eso, tal vez tu vida hubiera sido mejor si yo hubiera muerto en ese accidente a caballo.
Candy solo estaba observando y escuchaba el diálogo entre ambos hombres en un pequeño sofá de la habitación con Daniel dormido en sus brazos. Le dolió escuchar mencionar esas palabras de Terry con amargura.
Terry lo vio derramar lágrimas, pero fue incapaz de negarlo, el duque prefirió cambiar de tema.
—Daniel, se parece a su madre —mencionó con desprecio.
—¿Vas a casarte con ella verdad? —señaló a Candy.
Terry negó con la cabeza.
—Me lo temía, no tienes carácter.
—Voy a ser sincero contigo, le pedí a ella siguiera esta farsa para cumplir tu última voluntad, pero en realidad esa no es tu última voluntad, tú querías conocer a Daniel, aquí está es tu nieto hijo de tu hijo.
—Él no es un Grandchester, ¡nosotros no tenemos defectos!
Apunto de estallar y llorar Candy, abrazó aún más fuerte a Daniel.
—De que se trata todo esto Richard, a qué estás jugando.
—No estoy jugando a nada.
—Tu si tienes que darme herederos fuertes, no como tú hermano que trajo al mundo un hijo débil, ese niño está enfermo.
—¡Candy..! Por qué no lo mencionaste debiste decírmelo —sorprendido mencionó Terry.
—Estaba preocupada por el vuelo, pero el cardiólogo dijo que todo estaría bien, a las veinte semanas de embarazo de Paty, hicieron un escáner y vieron un pequeño defecto en el feto, lo llaman comunicación interventricular, tiene que ver con el cierre incompleto del tabique ventricular; en el caso de Daniel no se ha cerrado, es un problema bastante usual, en los casos más severos se debe intervenir, pero con Daniel no es necesario es la opinión de su cardiólogo, no creí necesario decirlo, además nos acabamos de conocer no se ha presentado el momento para hablar de ésto.
—Lo ves un niño defectuoso —masculló el Duque.
—Y entonces para que me hiciste traerlo.
—Solo quería conocerle.
—Sabes padre algo dentro de mí se negaba a creer que no sentías nada por nadie, tu corazón se convirtió en piedra después de la muerte de mi madre, si ella te escuchara la llevarías a la tumba nuevamente, dicen que la vida es sabia, no merecías una mujer como mi madre, tu actitud y corazón es lo que la mató y si existe un Dios prefirió quitarla de tu vida, porque no mereces una mujer asi. Permanecí todos estos años a tu lado por lealtad a la familia ¡pero ya no! esto se acaba en estos momentos. Terry salió de la habitación, debía tomar aire y controlarse por qué no sabía de lo que sería capaz fue al pequeño jardín del Hospital cuando sintió vibrar su teléfono.
—Joven Terrence —le decía una enfermera—. Su prometida se ha enfrentado con su padre es mejor que suba.
—Sabe señor Duque, si Daniel ha sido incapaz de mover su corazón, supongo nada lo hará, pero ahora que estamos hablando de verdades yo le diré un par de ellas. Usted tuvo dos hijos maravillosos, Stear fue un gran hombre en su profesión de microbiología, un gran esposo que amo a mi hermana y la hizo inmensamente feliz y sobre todo amo a su hijo, este hermoso bebé es fruto de un gran amor. Si tuvo dos hijos, fueron producto de un gran amor supongo, eso no se olvida encuéntrelo en su corazón y muera en paz con el hijo que todavía le queda con vida, yo no lo voy a juzgar, solo se que es así por la amargura tan grande que debió ser para usted la pérdida de su esposa y por ese gran amor que tuvo, se lo pido, váyase en paz con su hijo Terrence.
—Vamos mujercita, tú solo quieres ese niño porque no podras tener hijos propios, crees que no averigüe todo eso, era perfecto mi plan, te casarías con mi hijo y no tendrían propios tú crees que él se enamoraría de una estéril como tú.
Ella salió de la habitación abrazando a Daniel con todas sus fuerzas a toda prisa y se fue en un taxi a la mansión de Richmond.
—¿Dónde está Candy? —pregunto a la enfermera, observando a su padre dormido.
—Tuvimos que sedar a su Padre.
—Él no me interesa, ¿dónde está ella?
—Ella se marchó.
—¿Qué fue lo que le dijo a mi prometida…?
*
*
*
El entró a su habitación sin tocar la puerta, no la vio en la cama y se dirigió al baño, ella se estaba limpiando la cara con una toalla y al mirarse en el espejo miró el reflejo de Terry haciendo que brincara. Ella se volvió, se notaba claramente había estado llorando; su semblante le sorprendió a Terry, no le gritó a él ni hizo ningún reclamo por entrar a su habitación sin tocar.
—¿Estas bien Candy?
—Estoy perfecta acaso no lo ves.
—No se que te ha dicho…
Candy alzó una mano, interrumpiéndolo.
—¡Candy…!
—¡No te acerques a mi! Sabes una cosa hoy comprendo mejor que nunca a Stear, ¿Creo que te odio? Yo creí por un momento que… olvídalo, se te olvidó un pequeño detalle en el plan de ser tu esposa, aún era más perverso de lo que pensé.
Ah… y no te preocupes no estamos prometidos en el momento que desees busca una mujer digna de darte grandes herederos.
—Y bien me vas a dejar hablar, podemos conversar cinco minutos.
Debió haberle dicho todo lo que sentía por ella por la tarde, lo que él reconocía sentir por ella. No le importaba que no pudiera tener hijos, ellos tres serían la familia perfecta.
—No, estoy muy cansada, ha sido un día muy largo…
—Candy yo te amo…
En esos momentos tocaron a la puerta.
—Adelante —respondió Candy, su campana de salvación.
Y para Terry fue lo peor que pensó ¿Quién era? ¡Quien demonios osaba interrumpir!
—Perdóneme joven Terry —mencionó el Mayordomo James, lo han estado tratando de localizar y usted no contesta el celular, han llamado del hospital, su padre…
«¿ahora que?»
—Es mejor que vayas Terry, tal vez sea la última vez que lo veas con vida —masculló Candy.
—A mi regreso tenemos una plática pendiente.
Ella lo vio salir de la habitación y corrió a vestirse solo tomo su mochila con un cambio de ropa, no necesitaba empacar más, lo importante eran las cosas de Daniel, entró a la habitación del niño y vio a Amy sentada.
—Él se acaba de dormir —susurro la Nany.
Está bien solo, prepararé las cosas de él, ¡nos vamos!
—¿Quiere mi ayuda?
—Si por favor, debo ir a la biblioteca y dejar una nota para Terrence.
En el gran escritorio de caoba Candy dejaba la pequeña caja de terciopelo azul turquesa y escribía una nota. Ella observó el cuadro de la mujer pintada al óleo enfrente de ella «supongo fue tu madre, fue muy hermosa»
Tomó el bolígrafo y escribió.
Terrence Granchester:
No es necesario seguir con la farsa, creo que todo ha sido dicho entre nosotros, podrás ver a Daniel en el momento que desees, solo te pido me avises. Deseo que seas muy feliz.
Candy White.
P.D Sabes mientes tan bien, que por un momento pensé que todo podría ser verdad; al final todo fue una mentira.
*
*
*
—Señorita debería esperar a mi niño —le decía el ama de llaves Margaret.
—No Margaret, debo partir para alcanzar el último vuelo de media noche, agradezco todas tus atenciones, fue un placer conocerle a usted, a su esposo y a la dulce Amy.
—Mi niño la ama, yo lo sé.
—No Margaret, usted no entiende…
—Yo lo único que sé, es como la mira, los ojos azules de mi niño se iluminan al verla, es la primera vez que lo veo sonreír en tantos años.
Candy cambió de tema la conversación no quería seguir escuchando, que él la amaba, y si así fuera, que le podía ofrecer como mujer era una estéril como le dijera su padre el duque de Granchester. Sabía que debía alejarse de él.
—Margaret, mi casa en Chicago es su casa, siempre los recibiré con los brazos abiertos sé que amaron mucho a Stear, cuando deseen visitar a Daniel seremos felices.
—¡Oh señorita! ¿De verdad? Le tomaré la palabra, después de la muerte del duque no se que sera de nosotros, hemos trabajado durante tantos años aquí, tenemos ahorros tal vez la visitemos pronto.
Ambas mujeres se dieron un abrazo con cariño y sinceridad.
*
*
*
Terry regresó hasta la mañana siguiente, el Duque había fallecido y solo en su último aliento le dijo a Terry.
—Hijo, ¡Perdóname! Me he equivocado tanto, solo espero que al lugar donde me dirijo tenga una segunda oportunidad, ella es una buena mujer fui muy cruel con ella, espero un día pueda perdonarme. Amalos y cuídalos y sé feliz, solo necesito escuchar me perdonas —le mencionó con una voz casi audible.
—Te perdono papá, y estoy seguro que Stear también lo hizo, vete en paz padre —el duque exhaló su último aliento y solo se escuchó el monitor del hospital que tomaba su presión arterial anunciado que había fallecido.
*
*
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—Lo siento joven Terry, no pudimos detenerla, ella dejó todas sus cosas para poder salir deprisa, hay una nota para usted en el despacho —le dijo el mayordomo James.
Dirigió sus pasos a la biblioteca deprisa, observó la cajita de terciopelo sobre él sobre, él leyó la nota sintiendo tantos sentimientos encontrados, su vida había dado un giro total en menos de un mes, su hermano y su padre ya no estaban y ahora estaba ella que había llenado lo que creyó muerto toda su vida la palabra «amor»
Algo lo empujó a abrir el cajón del escritorio de su padre y ahí está un sobre que decía su nombre, lo abrió, se dió cuenta que era la carta que nunca le entregará el duque de parte de Candy.
Querido Terry:
Dirijo estas líneas a ti, porque quiero informarte de la pérdida de tu hermano, no tengo otro medio por el cual comunicarme contigo, no tengo tu número telefónico, o correo electrónico así que lo hago por este medio, no hay palabras para expresar el dolor de la pérdida de un ser humano, ellos nos han dejado, pero tienes un sobrino que se sería feliz de conocerte, las puertas de mi hogar serán siempre abiertas para ti en el momento que quieras verlo, y también escribo para decirte que Stear dejo una última voluntad para ti, no se que sea debes buscar a sus abogados y ellos te informaran del pedido de mi querido cuñado, no tengo el gusto de conocerte pero supongo si eres hermano de Stear tendrás un gran corazón.
Con afecto Candy.
Se recargo en el respaldo de la silla de piel detrás de él y solo suspiró, ella era una mujer
maravillosa.
*
*
*
Habían pasado ya tres meses desde que ella dejara Londres, por momentos pensó que él la buscaría pero no fue así, sabía que era lo mejor para ambos, acariciaba su pequeño vientre sentada en el tronco del gran roble cerca de la casa hogar donde la criaron hasta los siete años, ese era su lugar favorito, el padre árbol era aquel con el que podía hablar sin tener ningún temor a ser juzgada. A lo lejos observó a Daniel ser empujado en su carriola por una de las niñas mayores de la casa hogar, sus dos madres como ellas les decía la habían invitado a festejar su cumpleaños, todos los niños la querían mucho al igual que al pequeño Daniel.
El viento ondeaba su cabello, ella cerró los ojos y se permitió sentir esa paz que solo ese lugar era capaz de darle.
*
*
*
—Dónde está ella preguntó un Terry agitado delante de las dos mujeres del hogar.
—Pasa —le dijo la señorita Pony.
—No solo quiero saber dónde está ella, necesito hablar con ella.
—¿Por qué después de tres meses? —preguntó la hermana María.
—Por qué debía dejar muchas cosas listas antes de venirme a vivir a los Estados Unidos, yo… yo la amo y quiero estar al lado de ella, quiero que sea mi esposa.
—Y la madre de tus hijos —mencionó la señorita Pony.
—Eso no me importa, yo la amo, ya tenemos un hijo es Daniel, si ella no puede tener hijos es irrelevante para mí.
—Entiendo —dijo la monja, ambas mujeres se miraron a los ojos.
—Ella está en la colina de Pony, vez ese gran roble —señaló la señorita por la ventana—. Ahí está ella.
—No me digan que está trepando ese árbol —sonrió Terry al recordar.
—Bueno hijo, ella no puede trepar un árbol por algún tiempo.
—¿Qué tiene? ¿está enferma?
—No, no es lo que piensas le dijo la religiosa —él salió a toda prisa no dejo que amabas mujeres acabaran de explicarle, las dos lo vieron correr a través de la ventana de su oficina.
—Maria, ahora lo entiendo, son tan parecidos.
—Ni que los digas los dos unos atrabancados —mencionó la religiosa—. Ese pequeño bebé será un torbellino ya lo miro —ambas mujeres rieron ante lo dicho.
*
*
*
Ella no se percató de su presencia, así que hablo en voz alta como tenía por costumbre.
—Sabes padre árbol, soy muy feliz a pesar de todo, la vida me ha regalado la oportunidad de ser madre bueno ya lo era, pero ahora alguien se está formando dentro de mí —acarició su pequeño vientre casi visible.
—¡Estás embarazada! —dijo él sorprendido a sus espaldas, ella se levantó de inmediato al verlo.
—¡Terry! ¿Qué haces aquí?
—He venido a buscarte, te marchaste
sin despedirte.
—Te deje una carta, si buscas a Daniel está allá —señaló con su mano.
—Quiero verlo, pero en estos momentos mi prioridad eres tú.
—Vaya un prioridad que tardó un poco más de tres meses.
—Candy, después de la muerte de mi padre debía dejar muchas cosas listas antes de venirme a vivir a los Estados Unidos.
—¡¿Te vendrás a vivir aquí?! —sorprendida le dijo.
—Bueno la sede de mi empresa se encuentra en New York, pero si también pasaré unas temporadas en una hermosa casa de este poblado Pony Hill, en una cosa tenías razón, quien lo conoce jamás volverá a ser el mismo.
—Que bueno por ti.
—Nuestros hijos necesitan un padre —mencionó mirando su vientre y ella en un impulso se tocó con sus dos manos.
El se acercó y la abrazó por detrás depositando sus manos en su vientre también.
—Candy, aunque este bebé no existiera, tú y Daniel son mi hogar, quiero estar donde ustedes dos estén, los amo sobre todas las cosas —ella sentía el palpitar de su corazón ante sus palabras—. Yo sabía que no podías tener hijos, y no me importa de verdad, pero la vida ha sido buena con nosotros aquí está nuestro hijo viene en camino —beso su cuello haciéndola estremecerse—. ¡Te amo! Y quiero que seas mi esposa, —con una mano sacó el anillo de su pantalón y lo depositó en su mano. ¡Feliz cumpleaños Candy!
El rostro de ella estaba bañado en lágrimas.
—Vas a casarte conmigo Tarzan pecoso
¿verdad?
—!Terry! Si me sigues llamando así no lo haré.
—Entonces ese es un sí —ella asintió con la cabeza.
Él la volteó y le dió un tierno beso.
—¿Cuando?
—¿Te parece mañana?
—Mi madre y mi mejor amiga Annie te matarán, creo que a tu suegra no le gustará mucho que su hija no tenga una recepción con la que tanto ha soñado, ella lleva un álbum desde hace varios años de cómo cree será mi boda ¡lo puedes creer!
—Una semana —dijo él.
—Mejor un mes —le dijo con una mirada resplandeciente Candy.
El solo asintió con la cabeza, y ella feliz se arrojó a los brazos Terry, besándolo.
Fin.
Nuevamente agradezco la invitación de AMAZONAS para formar parte de este bello grupo. Muchas gracias Gissa y Ayame DV a todas y cada una de ustedes que estuvieron al pendiente de esta historia. Quería subirla ayer en honor a nuestra querida Candy por su cumpleaños pero no pude hacerlo. A todas mis amigas lectoras también, si son mamás les deseo un feliz día un abrazo para ustedes. Toda esta aventura de escribir nació a raíz de la pérdida de mamá, un beso para ti en el cielo. Con cariño Saadesa
Última edición por Saadesa el Miér Mayo 12, 2021 1:00 am, editado 2 veces