Eso es todo lo que hago desde que supe que estabas aquí. Debería dedicarme a otros menesteres más importantes, pero resulta muy difícil sacarte de mi cabeza. Me limito a alimentar mi enfermedad observándote cada vez que me es posible.
Iba camino a reunirme con mi Cher cuando te vi en la vereda opuesta. Fue un golpe bajo a la pseudo tranquilidad que había logrado levantar durante estos años. De forma inconsciente, todos los días, hacia el mismo camino, buscando encontrarte, para desde mi acera sólo mirarte. Quizás deliro, pero para mí, cada vez que te veo tu hermosura se acrecienta, la belleza que sé que tienes dentro escapa por tus poros, iluminando tu rostro, tu aura, y con ello mis días.
Me siento un bastardo por hacerle esto a la mujer que ha dado todo por mí. Podría justificar mi actuar diciendo que nunca le he pedido que se quede a mi lado, pero sería caer muy bajo. No es necesario evadir y tratar de mentirme a mí mismo. Ha soportado mis ataduras, mis cambios de humor; me siguió en este nuevo camino, guiándome, entregándome su cuerpo, y sé que, si es preciso, hasta la vida. Ese es el nivel de compromiso, de amor y lealtad que tiene para conmigo. Y sin embargo yo...
Trato de avanzar, sé lo que es caer en la desesperación, rendirse a la depresión y la soledad. Esta vez no estoy dispuesto, hay mucho en juego, así que sigo hacia adelante. Después de volver a encontrarte, y muy a pesar de ti, de mí, y de todo lo que me rodea, sé que no puedo dejar de amarte. Decidí vivir en paz con ese sentimiento, no puedo hacer nada para impedirlo, ni nada para concretar lo que anhelo. Lo guardo como mi secreto, sin que me importe nada ni nadie; al menos lo llevo en silencio, es lo menos que les debo a mi mujer y a mi “familia”.
En cada uno de mis sueños te demuestro mi amor apasionadamente. Al principio siempre te niegas, yo no te escucho, no obedezco y, cuando al fin te tengo como quiero, te abro las piernas, me alimento de tu sexo. Me animan tus gritos, te ato a mi tratando siempre de doblegar tu voluntad con el cuerpo, hasta cansarme, hasta cansarte, y mirarte hasta hartarme.
Me siento un enfermo cada vez que te busco desde la distancia. Porque sé que no me basta, que no es suficiente. Me muero por seducirte, por demostrarte que puedo hacer de ti, porque sé que puedo consumirte como él no puede; y no es que él no quiera, pero teme, no quiere asustarte y por eso no se atreve. Sé que llevas la vida como la sientes, con la bandera de la libertad, pero por tus formas podría jurar que aún no sabes lo que es amar.
Hasta que no desaparezcas, no he de hacer otra cosa que fantasear, recrearme en silencio, porque sé que nada puedo hacer, sólo mirarte...