UN RECUERDO. HENRY

“HENRY”

Salió de la tienda, con su nuevo juguete en una discreta bolsa de color morado; nunca en toda su vida habría imaginado que debería llegar a estos extremos, pero simplemente no ya no podía aguantar más; su marido no la tocaba desde hacía ya mucho tiempo, más de 6 meses que no jugaba con ella, vaya, ni siquiera la miraba y como mujer tenía sus necesidades a pesar de la edad.

Conseguirse un amante aunque lo había considerado, estaba descartado por completo, el ser una de las cabezas de la familia Andrey, a pesar de lo que se pensara, no le permitía darse esa clase de  lujos; el riesgo de ser descubierta  y el escándalo que se desataría en consecuencia pondría en riesgo su futuro y la reputación de toda su familia.

Se subió al auto, cuya puerta ya había sido abierta por el chofer y se instaló cómodamente en el asiento trasero; mientras veía las calles pasar por la ventana, a pesar de su mirada estoica y la rigidez de su espalda, acariciaba con suavidad la bolsa donde se encontraba el juguete que estaba ansiosa usar  y que le costó toda su fuerza de voluntad, el derribar muchas de las rígidas reglas y muros que su educación victoriana le habían impuesto para decidirse a comprar.

- Mi marido aún no está muerto, seguramente tiene a una jovencita con la que divierte – pensó tristemente.

- Bueno yo no conseguiré un jovencito pero ya tengo a mi Henry.

El auto entro por las enormes puertas de metal que daban a la calle y subió lentamente la pequeña colina hasta llegar a la entrada de la enorme mansión. Emilia Elroy se bajó con la misma calma y rigidez que la caracterizaban, con ese gesto adusto e inexpresivo de siempre, sin prisa pero sin pausa, se dirigió a sus aposentos no sin antes girar instrucciones estrictas al personal de la mansión para que no fuera interrumpida en lo que restaba del día.

Una vez instalada en la seguridad de su habitación cerró la puerta con el pasador y se dirigió a la pequeña sala que tenía junto a su alcoba, después de quitarse el abrigo, se sentó.

Con manos temblorosas por la emoción, saco el empaque de la bolsa morada donde la dependienta lo había puesto y después de cortar el empaque en el que venía envuelvo con las tijeras de su costurero lo saco.

Dentro de la caja había tres paquetes más pequeños y un pequeño libro y un delicado frasco con un líquido trasparente, en uno de los paquetes estaba el juguete, en otro 6 baterías, y en el último un cargador de corriente.

- Antes de cualquier cosa tengo que leer las instrucciones y después probarlo

Una masa de silicón de color verde (era su color favorito) de 30 cm de largo del grueso de un pepino y que asemejaba la textura del original, hasta en el detalle de la venas, fue recorrido con una mano de la adusta dama, mientras con la otra se colocaba las gafas y leía atentamente las instrucciones como si de su misal se tratara.

- ¿Existirán de este tamaño en la vida real? – se preguntaba sin dejar en ningún momento de acariciar con cariño con su mano libre el falo de arriba hacia abajo y continuo con su lectura.

“Gracias por haber adquirido MAGIC DILDO, su consolador de confianza, en este instructivo le explicaremos como sacarle el mayor provecho a su consolador para que usted siempre quede satisfecha. Primero que nada necesitará seis pilas triple D las cuales deberá colocar como se demuestra en el siguiente diagrama”

Ni tarda ni perezosa doña Elroy, puso manos a la obra. se desnudó rápidamente y sin esperar más se dirigió a la cama llevando el objeto de su deseo, el frasco y una caja de pañuelos, Doña Elroy vio el instructivo, miro el consolador, volvió a mirar el papel, hizo bizcos y definitivamente no encontró por donde meter las benditas baterías, por lo que decidió seguir leyendo.

“Si así lo prefiere puede conectar a su tomacorriente regular con el adaptador A/C que viene incluido junto con el MAGIC DILDO (no olvide retirar las baterías)”

- Como si hubiera podido metérselas – pensó la Sra. Elroy

Busco el paquete que contenía el cable y  la duda que tenía ahora era ¿Dónde lo enchufaba?

Busco por todas partes del aparato hasta que encontró una pequeña ranura en la parte inferior, conecto el cable al aparato, el aparato al toma corriente y ¡voila! ¡Empezó a vibrar!

- brrrrr brrrrrr brrrrrrr

- ¡Vaya! No se siente nada mal esto - pensó imaginando como se sentiría en el lugar para el cual estaba diseñado.

Emocionada continúo leyendo el instructivo.

“Usted puede regular la intensidad de las vibraciones, ya que tiene 4 velocidades, suave, medio, rápido y pornográfico, así mismo puede elegir que el MAGIC DILDO además de vibrar realice movimientos circulares apretando un simple botón, la velocidad la puede regular con el botón que se encuentra junto a la entrada para el cable de alimentación”

La venerable señora, busco los famosos botones, primero oprimió el que hacía que el consolador girara, dio un pequeño grito de placer al sentir como empezaba a contonearse en sus mano y despacio mientras lo sostenía, fue subiendo la intensidad de las vibraciones, de suave lo movió a medio.

- ¡Wow! que bien se siente – pensó

- Brrrrrr Brrrrrrr Brrrrrrrr

De medio lo movió a Rápido

- ¡Oh! ¡Esto si esta intenso! – pensó

- BRRRR brrrrr BRRRRRR brrrrrr

De rápido lo movió a nivel PORNOGRÁFICO

- BRRRRRRRRRRRRRRRR BRRRRRRRRRRRRRRRRR

- ¡Cristo salvador! ¡Con esto me muero! – rio divertida al sentir las intensas vibraciones del juguete.

Continúo leyendo el instructivo cada vez más emocionada y ansiosa por empezar a utilizar su “Henry”.

“Es recomendable que se utilice un lubricante para una mejor penetración además de que es importante que después de usarlo retire la funda de silicón y lo lave con agua y jabón neutro”

- Mmmmm ¿Lubricante donde consigo eso? – pensó desesperada, cuando recordó las palabras de la chica
que la atendió en la Sex Shop.

“Aquí tiene de obsequio un lubricante sabor canela para que lo utilice cuando estrene su juguete”

Camino hasta el sofá donde había dejado la bolsa de la tienda y busco dentro de ella para efectivamente encontrar un pequeño tubo de color rojo sin ninguna otra inscripción, además recordó que había un pequeño frasco con un liquido transparente, por lo que regreso a su cama con ambos para continuar con su instructiva lectura.

“Como regalo de MAGIC DILDO, encontrará un frasco de Pink Shot, el afrodisiaco número uno en ventas, esperamos que lo disfrute”

- ¿Y esto entonces, se embarra, se toma o qué? –

Miro detenidamente el frasco, lo abrió y olio sin notar nada extraordinario, le dio una pequeña probada sin sentir ningún cambio y con un encogimiento de hombro se tomo medio frasco.

Sin más preámbulos y uno vez que termino de leerse el instructivo doña Elroy decidió empezar, una vez lubricado y colocado Henry en su lugar encendió el juguete, como buena principiante lo puso en la primera velocidad, agarrándole gustito al asunto, fue subiendo de intensidad.

De milagro doña Emilia no se murió de un infarto después de la primera sesión con “Henry”, simplemente no cabía en si misma de gusto, tanto que se volvió experta con el aparatito, llegado un momento hasta las luces de la casa se llegaron a bajar de la intensidad que tomaba el famoso juguete.

Su esposo empezó a sospechar que algo raro pasaba con Emilia, ya que de unos días a la fecha andaba con una sonrisa de oreja a oreja; cuando pregunto al personal de la mansión que hacia la señora por las tardes, la respuesta que recibió siempre fue que se encerraba en su habitación y exigía que no se le molestara.

Se dedico a buscar indicios de adulterio, cartas en el joyero de su esposa, llego en diversas ocasiones a diferentes horas y no logro encontrar nada, cada vez estaba más nervioso su orgullo de macho le indicaba que algo estaba pasando con su esposa y necesitaba saber qué.

Ideo un plan, un lunes se comportó como siempre, bajo a desayunar como todos los días y se despidió de doña Emilia como de costumbre con un beso en la mejilla, se subió al automóvil, pero esta vez le indico al chofer que en cuanto diera vuelta a la esquina lo esperara ahí.

Rápidamente y en silencio camino hasta la mansión y entro, la servidumbre solamente observo a su patrón que sin decir una sola palabra subió de dos en dos los escalones y en silencio se dirigió a la habitación, la puerta se encontraba cerrada, sin dudarlo saco sus llaves y abrió.

La habitación se encontraba en penumbras, la mucama no había hecho aun la cama, escucho unos jadeos que venían del baño

-AAAAAHHHH no puedo aaaaaaaaaayyyyyy ¡¡¡¡¡Ya me dio toques de nuevo!!!! aaaaaahhhh no puedoooo aaaaaaaaaaaahhhhhh AAYYYYY

Despacio sin hacer ruido se acercó abriendo despacio la puerta con el corazón expectante temiendo lo que encontraría.

No podía dar crédito a lo que sus ojos veían.

En la tina se encontraba doña Emilia, con las piernas abiertas y una a cada lado fuera de la tina, “Henry” entre ellas vibrando sin parar, el cuerpo maduro de su esposa, se encontraba completamente atascado y la orgullosa dama hacia esfuerzos por salir del atolladero en el que se encontraba, pero su cuerpo desnudo simplemente se resbalaba irremediablemente por las paredes de porcelana de la tina, uno de sus brazos se encontraba atrapado debajo de ella bajo el peso de su propio cuerpo, y con el otro intentaba en vano salir de la tina, las piernas se elevaban en un infructuoso intento por encontrar un punto de apoyo que simplemente no encontraba, de repente ella se dio cuenta de quien la observaba, se quedó congelada con el único brazo libre en el aire, la pierna izquierda doblada, la derecha temblando y Henry vibrando, paso del rojo intenso que el esfuerzo había puesto en su rostro al transparente por haber sido encontrada en una situación tan terriblemente comprometedora. Henry simplemente como todo un profesional continúo haciendo su trabajo.

- BRRRRRRRRRRRRRR BRRRRRRRRRRRRRRRRR BRRRRRRRRRRRRRRR

Don Elroy no pudo evitar soltar la carcajada al ver a su venerable esposa como cangrejo boca arriba, y sobre todo con tamaño consolador entre las piernas.

- ¡Así que con “eso” me engañas! –

Le dijo cuando pudo recobrar el aliento, secándose las lágrimas que la risa había hecho brotar y sin decir una palabra la ayudo a salir del atolladero, mientras veía como “Henry” seguía en su labor.

Después de descubrir al amante de su esposa, Don Elroy y Henry se volvieron “íntimos” amigos, tanto que juntos llegaron a compartir los placeres del himeneo junto con la venerable cabeza de la familia Andrey doña Emilia Elroy.