Capítulo 1
Segunda Parte
—No sé como mi padre pudo confiar mas en ti que en mi que soy su legítimo hijo —dijo su medio hermano de pronto sacándolo de sus cavilaciones.
—Será porque nunca obedeciste las únicas dos cosas que él te pidió que no hicieras —respondió él apartando por primera vez su mirada del cuerpo inerte de su padre y fijó la mirada en su medio hermano.
James tensó la mandíbula, su padre le había dicho que en el negocio no se maltrataban ni mujeres ni niños y este hizo caso omiso a aquellas palabras, también le prohibió que se involucrara en el negocio del juego y el chantaje, algo que no cumplió ya que era un negocio rentable que le dejaba grandes ganancias. Comenzó desde abajo tras conocer a Federick Dandly y Mathew Callighan. Trabajó para ellos como informante, esto le permitió ganarse la confianza de ambos hombres quienes al poco tiempo lo consideraron como una persona confiable y apta para ser un socio más ya que James además de ser hábil contaba con las conexiones necesarias para hacer crecer el negocio y así lo hizo luego de morder la mano de quienes un día le dieron de comer.
En poco tiempo, James era el Rey de las mesas de juegos de azar y chantaje y luego se abrió paso en el negocio de la prostitución. Hasta la fecha, contaba con mas de cien burdeles en todo el Pais y planeaba expandirse a otras partes del mundo.
Su bien estudiado carisma y su dinero, le facilitaban establecer relaciones con el sexo opuesto permitiéndole de esta manera engañar a todas aquellas jovencitas incautas que cain presas de sus encantos y galanteos y tras intimar con él terminaban siendo unas prostitutas más de sus burdeles.
En el bajo mundo, James era conocido como el hombre del diamante, ya que solía firmar los contratos con el diamante de un anillo que usaba en su dedo anular.
—No voy a permitir que me hables en esos términos —respondió James con mirada glacial —ahora yo soy el jefe de la organización y tú, al igual que todos los que se encuentran aquí, me deben respeto y fidelidad.
—Te los tendría si te lo hubieras ganado de manera digna —Terrence lo miró de la misma forma.
—¿De que me acusas ahora?
—Tú lo sabe mejor que nadie —respondió el castaño girándose dispuesto a marcharse en ese preciso momento. No quería estar un segundo más en aquel lugar. No estaba seguro si sería capaz de mantener su promesa. Por Dios que lo estaba intentando, pero su medio hermano estaba pisando terreno muy peligroso.
—No te irás de aquí hasta que me digas de una maldita vez de qué demonios me acusas —su medio hermano le cerró el paso.
—Escúchame bien James —la voz de Terrence era gélida —si aún respiras es gracias a la promesa que le hice a nuestro padre que no te tocaría, así que apártate de mi camino —lo removió al ver que su medio hermano se quedó rígido y enmudecido —te aconsejo que no me provoques —advirtió, acto seguido se giró sobre sus talones y emprendió la marcha. Le asqueaba estar bajo el mismo techo en donde se encontraba aquel mal nacido, por esa razón, decidió poner punto final a aquella “conversación” . Se detuvo antes de cruzar el umbral de la puerta de salida, y le instrucciones precisas a su hombre de confianza para que no pemitiera que nadie, absolutamente nadie, abriera el féretro de su padre y que luego hiciera el resto de lo pactado.
”Lo sabe” —los ojos de James se abrieron ampliamente. —”ese bastardo sabe la verdad” —palideció ante aquel pensamiento.
24 horas mas tarde...
Terrence regresó a su departamento; tras ingerir una copa de Whisky Escocés, dirigió sus pasos al cuarto de baño, tomó una ducha, se vistió con su ropa de dormir, se sentó en el borde de la cama, cubrió su rostro con ambas manos. Aquellos sin duda habían sido días en los que tuvo que hacer uso de todo su auto control para cumplir los deseos de su padre que yacía mal herido en esa misma habitación luego de ser envestido a tiros por miembros de carteles rivales. Cuanto deseaba no haber empeñado su palabra.
Abrió una de las gavetas de su mesita de noche, apretó los dientes al ver la colección de encendedores que reposaban en el, todos fueron regalos que su padre le traía de cada ciudad que visitaba.
Su teléfono comenzó a sonar, respondió este y tras agradecer la información dio por concluida la llamada y se puso alerta al escuchar ruidos extraños provenientes de la parte de afuera, de pronto, una ráfaga de disparos irrumpieron en su habitación
—Revisa que esté muerto —ordenó uno de ellos
El sonido del click, hizo que los seis hombres se giraran en aquella dirección y antes que pudieran reaccionar, Terrence haciendo uso de una pistola automática con silenciador y con una puntería sorprendente, se deshizo de cinco de ellos.
—¿Por qué ? —cuestionó viendo al sexto atacante que se encontraba mal herido en el suelo mientras colocaba un nuevo cartucho de balas.
—Perdóneme, señor.
—¿Perdonarte? —bufó —¿por que haría tal cosa? —empuñó su pistola.
—Yo solo sigo órdenes, señor.
—En ese caso le dirás a tu jefe que todo salió como lo planeó —Terrence sacó el celular del delincuente y tras encontrar el número que buscaba marcó, presionó el alta voz y guardó silencio.
—¿Que noticias me tienes? —preguntaron al otro lado del auricular.
—Todo salió como lo planeó, señor. —tras decir estas palabras, Terrence colgó la llamada.
—Bien hecho —apuntó a la cabeza del hombre.
—Señor yo obedecí su orden.
—Es cierto —Terrence lo miró con frialdad —te haré un favor al matarte y lo sabes. En el bajo mundo a los traidores no les iba nada bien, eso todos lo sabían, además ¿quién le garantizaba que ese hombre no le dispararía en cuanto tuviera la oportunidad?
—Señor, haré lo que me pida para demostrar mi fidelidad —su voz era un ruego —tengo esposa y un pequeño niño de seis años —sus ojos se humedecieron.
Aquello fue suficiente para que Terrence se detuviera. Él no era un desalmado, tan solo se defendía cuando lo atacaban. “El que hierro mata a hierro muere” —se dijo para si. Aquel era un dicho bien aplicado dentro de las organizaciones delictivas.
—¿Lo que sea? —Terrence estudió al hombre detenidamente.
—Lo que sea —corroboró él.
1 día después...
James descendía de su lujoso Lamborghini color negro; tras entregarle las llaves a uno de sus empleados, sacó su celular que comenzó a sonar.
—¡¿Terrence como es que..?! —abrió sus ojos ampliamente.
—Veo que te sorprende escucharme —curvó sus labios al ver su reacción a través de un monitor. Había pedido al hombre cosas cosas:
La primera: le ordenó que instalara una cámara secreta en la entrada de la mansión Grantchester.
La segunda: que tomara a su esposa e hijo y se largara del Pais lo antes posible, y se instalara en un lugar en donde James no lo encontrara y así lo hizo;
Y la tercera, estaba próximo a revelarse.
—Muy bonito tu auto nuevo James, veo que tus gustos han mejorado.
—¿Estas en casa? —preguntó
—No —respondió Terrence tranquilamente preparándose para el espectáculo que vendría a continuación.
—Y entonces cómo sabes de mi nue .... —las palabras de James se perdieron en el aire tras el fuerte estallido detrás de él —maldito bastardo, pagarás por esto.
—Escúchame bien James, no hagas que olvide la promesa que le hice a nuestro padre de preservarte la vida después que tú y esos malditos que se decían sus amigos lo traicionaron, porque te juro que la próxima vez que envíes a tus matones me aseguraré que tú estes dentro del auto.
Me iré de Londres para poner un vasto océano de distancia entre nosotros y honrar de esta forma mi palabra. No me busques, porque si lo haces mandaré todo a la mierda y haré que el infierno se abra delante de ti y ardas en él —diciendo esto último Terrence Grandchester cortó la comunicación con quien hasta ese momento fuera su medio hermano; el muy imbécil, arrastrado por estúpidos celos, traicionó a su propio padre junto con su ex socio; y un día atrás atentó contra su vida, ahora lo consideraba su enemigo a muerte. A pesar de ser miembro activo pero de bajo perfil dentro de la mafia, a Terrence le parecía insólito lo que la ambición al poder podía provocar. En lo que iba de la semana habían atentado contra su vida dos veces y no estaba dispuesto a permitir una tercera vez.
Una semana antes, Richard Grantchester regresaba de un viaje cuando su socio lo llamó y le informó sobre un cargamento que llegaría esa noche. Cuando su padre llegó al lugar que le indicó aquel miserable para recibir el cargamento, fue envestido a tiros por miembros de carteles rivales. De no haber sido porque Terrence insistió en acompañarlo, Richard Grantchester hubiese muerto esa misma noche a mano de aquellos sicarios como un perro callejero.
Con la ayuda de su hombre de confianza, Terrence identificó a cada uno de aquellos bastardos, y sin pensarlo dos veces cobró venganza no sin antes obtener la información que requirió de ellos.
Grande fue su sorpresa al enterarse que su medio hermano estaba involucrado. Lo hubiese matado esa misma noche, pero su padre le hizo prometer que no atentaría contra su misma sangre. En ese momento, Terrence se preguntó: “¿Cómo su padre podía ser tan indulgente con James cuando este se había aliado con su socio para quitarlo del medio y apropiarse de la organización?”, sin duda alguna su medio hermano no merecía tanta consideración, el muy maldito merecía la muerte, y no cualquier muerte, sino una muy lenta y dolorosa la cual gustosamente él le daría si volvía a cruzarse en su camino.
Gracias Por Leer
Última edición por RossyCastaneda el Mar Abr 05, 2022 12:30 pm, editado 1 vez