CAPÍTULO I
Narrado por Annie
- Señorita Britter, nos alegra que haya aceptado nuestra invitación -
- Gracias Señora Wilson, es un honor que me invitaran- estoy en un juego de canasta para damas de alta sociedad, en un prestigioso hotel de Chicago, desde que soy la prometida de Archie, me han invitado a decenas de eventos, todas quieren a una Ardlay como su amiga, más ahora que saben que Albert y Archie han triplicado la fortuna familiar, gracias al negocio de importación de acero desde Brasil.
Como es costumbre, también invitaron a Candy, pero ella prefiere matarse trabajando que venir a estos eventos sociales. Estos últimos meses he estado muy preocupada por ella, ha perdido mucho peso y sospecho que detrás de su dulce sonrisa, aún siente un profundo dolor en su corazón.
- Puede sentarse donde quiera, ya pronto iniciaremos la actividad- busco un lugar discreto, aún no me gusta llamar la atención, mi timidez aunque ha mermado, cuando entro a estos lugares llenos de personas y en especial de mujeres, me pongo tan nerviosa, que juraría que todas pueden escuchar los locos latidos de mi corazón.
Afortunadamente encuentro una mesa vacía, así que acelero el paso y me siento en una de las sillas, exhalo aliviada, odiaría tener que interrumpir una conversación y tener que presentarme como la etiqueta lo exige.
Poco a poco mi mesa se va llenando, en su mayoría de señoras de una edad muy parecida a la de mi madre.
- Que lástima que su prima la Señorita Ardlay no haya aceptado nuestra invitación- dice la Señora Anderson.
- Sí, yo realmente quisiera conocerla mejor, es la sensación cuando acude con el Señor William a las cenas benéficas, es que es tan hermosa e irradia tanta dulzura -
- Sí es preciosa y me han comentado que tiene muchísimos pretendientes -
- Les pido una disculpa de su parte, es que ella pasa muy ocupada con su trabajo de enfermera - digo tratando de disculparla.
- Si yo tuviera esa suerte - suspira la señora Helfer - Ser cortejada por alguno de esos hombres debe ser un sueño, en especial por Loius Bernard, el guapísimo hijo del alcalde-
- Cuentan las malas lenguas que cuando la Señorita Ardlay se atrevió a rechazar su propuesta de cortejo, fue el golpe más duro que ha recibido el ego de ese hombre - dice la Señora Myers que es esposa del dueño de la Naviera más importante del país, mientras todas se ríen por el comentario.
- Hablando de hombres bellos con ego grande, mis hijas se organizaron con sus amigas para recibir a Terence Graham en la estación, hoy llega a Chicago en el tren de medio día, sin duda ese lugar será una locura - por Dios es hoy, hoy llega Terry a Chicago.
- Las entradas están agotadas desde la misma tarde que se pusieron en venta, nadie quiere perderse al mejor Hamlet de la historia, aunque es una lástima que tengan que afear a ese hermoso hombre para que interprete el papel- de repente una fuerza desconocido me hace levantarme bruscamente de mi asiento, no puedo dejar que Candy siga sufriendo, debo hacer algo y ahora.
- Querida ¿Pasa algo? -
- No... Eh bueno sí, es que me acabo de acordar de algo importante de la fiesta de compromiso que debo resolver ¿Saben dónde podría usar un teléfono urgentemente? -
- Claro, en recepción puede hacer la llamada -
- Muchas gracias, con permiso - camino con paso apresurado hasta la recepción del hotel y amablemente ponen el teléfono a mi disposición.
Es temprano y sé que Candy ayuda a alistar a los niños antes de irse para la clínica, así que espero que aún esté en el Hogar.
- Buenos días, Hogar de Pony -
- Hermana María, me urge hablar con Candy ¿ella aún está ahí? -
- Annie hija, ella ya está saliendo -
- Por Dios deténgala es algo importantísimo - se hace un silencio largo, mientras mi corazón deja de latir.
- Annie ¿Todos están bien? - me pregunta Candy asustada.
-Sí tranquila, todos estamos bien, pero me urge que vengas hoy a Chicago -
- ¿Hoy? Imposible, no puedo irme así, debo dejar un reemplazo en la clínica antes de ausentarme -
- Te necesito hermana, es realmente urgente, por favor debes irte ya para la estación-
- ¿Porqué no me cuentas por teléfono? -
- De ninguna manera, debe ser personal, además me contaste que hay una pasante en la clínica, ella ayudará al doctor -
- Bueno sí, pero Marie aún le queda mucho por aprender -
- Pues aprenderá mucho mejor con presión - ella exhala profundamente.
- Está bien Annie, pero espero que realmente sea importante -
- Sí mucho, te lo prometo, otra cosa, ponte el vestido verde esmeralda, ese con el que dejaste a todos sin habla en mi fiesta de cumpleaños -
- ¿Es una ocasión especial? -
- Espero que sí, bueno te explico aquí, no hay tiempo que perder, debes tomar el tren que pasa en una hora por Lakewood, enviaré al auto de los Ardlay para que te recojan en la estación - cuelgo para que no siga dándome excusas y respiro profundo, espero que mi plan dé resultado.
Una hora después...
Narrado por Terry
Camino de un lado al otro tratando de ordenar mis pensamientos, estoy a minutos de pasar por la estación de Lakewood y siento la increíble urgencia de bajarme e ir a buscarla.
- Terence, muchacho ¿Estás bien? - me pregunta Robert, pero no sé qué contestarle, las ansias de sentirla tan cerca me están volviendo loco.
- No, no estoy bien, necesito hacer algo-
- Cuando lleguemos a Chicago solo tenemos una entrevista y luego tendrás el día libre, puedes hacer lo que necesites -
- No puedo llegar a Chicago, porque lo que necesito está en la siguiente estación -
- No puedes bajarte aquí Terence, tenemos una entrevista grupal a la llegada -
- Ofreceré la entrevista personal que tanto me has pedido, pero debo bajarme - digo ya realmente convencido.
- En serio debe ser importante para que al fin aceptes la entrevista - lo miro inexpresivo, ya no tengo dudas, quiero ir al Hogar de Pony, aunque sea lo último que haga en mi vida.
Realmente no sé qué pretendo hacer, tal vez solo la miraré de lejos o tal vez tenga la suficiente valentía para ir a tocar a la puerta, con la esperanza que esté ahí o que al menos pueda tener noticias suyas.
Aunque... tal vez saber de ella me hunda más en esta agonía que vivo día a día, si mi mayor miedo se haciera realidad y me confirman que ya es feliz con un nuevo amor, no sé que pasaría conmigo.
- Olvídalo Robert, olvida lo que dije - le digo nuevamente derrotado.
- ¿Eso es lo que te atormenta diariamente?- no sé qué contestarle pensé que mi personalidad sombría guardaba bien mis sentimientos.
- No sé de qué habla -
- Sé cuando una actuación es tan sentida que traspasa la fantasía y tu papel de Hamlet va más allá de una perfecta actuación, sientes realmente toda esa impotencia, toda esa furia y esa confusión en tu alma ¿o me equivoco? - niego con la cabeza - Haz lo que tengas que hacer, pero eres muy joven para seguir viviendo con todos esos miedos, si bajarte de este tren te ayudará a sentirte mejor, no te detendré - cuando termina de hablar el tren pita y poco a poco baja la velocidad hasta parar totalmente.
- Gracias Robert - le digo decidido dirigiéndome a la salida, tengo que hacerlo, enfrentaré mi destino.
Me paro frente a la puerta, me acomodo la boina y la bufanda y me preparo para bajar. Exhalo profundo mientras la puerta se abre y miro hacia el frente.
De repente, incrédulo, admiro una cascada de rizos dorados que se mueven por el viento, inmediatamente dejo de respirar y me comienzan a temblar las manos.
Sacudo la cabeza esperando que simplemente sea una alucinación y desaparezca, pero ella sigue ahí.
La contemplo con calma, es la visión más hermosa que he tenido en mi vida.
Es mi Pecosa, pero más mujer, más hermosa y más cautivamente, ella sonríe mientras le da el tiquete al empleado del tren y odio que esa sonrisa no sea para mí.
Ella aún no me ha visto, así que me quedo parado en la entrada, no sé qué hacer.
Candy se gira y me mira realmente sorprendida con esos ojos verdes que podrían iluminar hasta la noche más oscura o a un alma tan perdida como la mía.
Pero de repente ella se da la vuelta y comienza a correr, alejándose. El recuerdo de su carrera en el hospital, aquel día de invierno me vuebe a destrozar el corazón.
Tantas noches en vela reprochándome haberla dejado ir, me hacen reaccionar, esto no volverá a suceder, ella no huirá nunca más de mí, así que me bajo y corro tras ella, cuando la alcanzo la tomo fuertemente de la mano y la arrastro directamente a la entrada del tren hasta subirla al vagón, todo pasa tan rápido que solo siento la suavidad de su guante entre mis dedos y el dulce olor a rosas que me confirma que es real, es Candy, ella está conmigo de nuevo.
Sigo halándola hasta que llegamos a mi camarote, no nos hemos dicho ni una sola palabra y ella no se ha resistido a que la guíe conmigo.
La llevo adentro y cierro, luego me apoyo mirando hacia la puerta para poder hablar, siento que si la miro desaparecerá frente a mis ojos.
- ¿Porqué huías de mí? ¿Acaso ya soy parte de tu pasado? - digo temiendo su respuesta mientas mi alma comienza a oscurecerse esperando lo peor. Ella no me responde, pero escucho un suave llanto. Me vuelvo para finalmente enfrentarla, escucharla llorando me hace sentir aún más miserable.
Su sollozo me demuestra que claramente la estoy reteniendo en contra de su voluntad, así que tomo nuevamente la decisión de dejarla ir.
- Lo siento, si te incomoda mi presencia, puedes irte - me vuelvo de nuevo y tomo el pomo de la puerta para abrirla. Pero inmediatamente siento su cuerpo presionarme la espalda y su mano colocándose sobre de la mía.
- No, espera- escuchar su voz tan cerca de mi oído hace que mi alma se llene de una felicidad que había olvidado y que solo con ella había sentido - Estoy asustada, no sé qué decir-
- Podrías responder a mi pregunta ¿soy acaso parte de tu pasado? - le insisto, mientras que me vuelvo y tomo su mano enguantada.
- Pensé que si alguna vez te tuviera de frente te iba a decir mil cosas, pero parece que no me salen las palabras - exhalo de alivio, mientras levanto su mano y beso su guante.
- Yo también tengo mil cosas que decirte - ella de repente cambia su expresión a una muy angustiada.
- Discúlpame ¿pero qué estoy diciendo? - ella niega con la cabeza y se suelta bruscamente de mi agarre, puedo sentir su gran lucha interna - Yo solo... Yo solo... Quiero que seas feliz en tu futuro matrimonio - me dice realmente afectada.
- ¿Cuál matrimonio? Candice Ardlay escúchame bien - la miro directamente a los ojos - Me he prometido a mí mismo que si no me caso contigo, nunca lo haré -
- Pero ella... Ella... Es tu prometida - niego con la cabeza.
- No lo es, eso lo inventó la prensa amarillista, pero yo no podría hacerle un juramento de amor a una persona que no amo -
- Terry... - mi diminutivo salido de sus labios es como un bálsamo para mi espíritu.
- Eres lo primero que pienso al despertarme y lo que sueño en las noches, he deseado tantas veces tenerte entre mis brazos, este tiempo separados ha sido mi peor tortura, imaginarte amando a otra persona no me deja dormir en las noches, paso imaginando que hubiera sido de nosotros sino hubiera sido tan cobarde y hubiera corrido detrás de ti aquella noche -
- No fuiste cobarde, fuiste muy valiente -
- No, no lo fui - sonrío de manera irónica - nunca te dije lo mucho que te amo, que lo único que necesito para ser feliz es que te quedes conmigo, que te necesito más que el aire para respirar y que te he amado desde la primera vez que te vi y que seguiré haciéndolo hasta el día que me muera - de repente y en un impulso desenfrenado ella choca sus labios contra los míos con una fuerza descomunal que desborda mis sentimientos más añorados. La beso con todas las ansias contenidas. La aprieto desesperadamente contra mi cuerpo sintiendo su suavidad acoplarse a mi dureza.
- Te amo - me dice, y sonrío mientras lágrimas de felicidad resbalan por mis mejillas, abro los ojos y confirmo que ella también está llorando - Te extrañado tanto... Tanto - con cada declaración de amor nuestro contacto se hace más demandante y mi cuerpo reacciona endureciendose completo.
- Yo fantaseaba con tenerte así - le digo con demasiada sinceridad, de repente siento su pequeña mano tomarme del cuello disparando todas mis fibras nerviosas y haciéndome gruñir de placer. Ella me mira fijamente mientras admiro sus mejillas rosadas y sus ojos oscurecidos por la pasión, luego mueve su mano hacia mi cabello, así que gruño de nuevo, parece que supiera cómo hacerme enloquecer. Sé que estamos por cruzar el límite de mi cordura así que contra mi naturaleza tomó su mano y aflojo mi agarre.
Narrado por Candy
- Detente o no podré detenerme - me susurra con su voz profunda, mientras su olor a lavanda y a hombre me están llevando a un estado tan energético como si todo mi cuerpo estuviera a punto de explotar.
- No te detengas - le digo convencida de mi desición y de la necesidad que tengo de sentirlo aún más cerca.
- Debo hacerlo - me dice mientras sus manos grandes se ciñen de mi cintura con una firmeza tan intensa, que provoca que de mi boca salga un sonido desconocido pero increíblemente placentero.
- No pares por favor, por primera vez, venzamos al destino, hazme tuya, porque aunque sea solo una vez, podré seguir viviendo aferrada a este recuerdo - le digo convencida.
- Te prometo que nunca más seré solo un recuerdo - dice mientras sus manos me acarician como si dibujara la silueta de mi cuerpo - hoy haremos el amor, bajaremos de este tren, nos casaremos en la primera iglesia y no dejaré que te alejes nunca más de mi vida - me dice mientras me acuesta suavemente en la cama.
Continuará...