Fiesta Florida 2022. Agradecimiento Especial a Kitten White por la Hermosa Portada.
Te Conocí Bailando.
¿Que si recuerdo cuando nos conocimos?.
Claro que lo recuerdo, ese fue el día que se iluminó mi mundo, fue el comienzo de una nueva vida.
Considerando que no tenía interés alguno de asistir a ese evento, sin ánimo de ser ser el centro de atención para los que buscaban financiamiento a sus, la mayoría de las veces, absurdas ideas.
No todos claro, algunos otros se empeñaban en presentarme a sus hijas casaderas.
Logré el punto de tolerancia necesaria para presentarme y apoyar esa recaudación tan necesaria, para el nuevo hospital muy cercano de una zona rural.
Bien vestido, con mi impecable traje, tan almidonado que parecía de cartón, peinado como un magnate arrogante, tan acorde al ambiente de hipocresía de los que solo asistían a presumir sus joyas, vestidos, y posesiones inmuebles.
No puedo evitar reír a carcajadas cada vez que veo la fotografía de esa noche, logré que me dieran una copia, de esa que publicarían en la reseña del evento al día siguiente.
No amor, jamás olvidaré cuando te conocí bailando, en tres ocasiones te pedí bailaras conmigo cuando te descubrí sentada, haciendo anotaciones de lo que ingresaba y quiénes lo donaban.
Absorta en tu tarea, te molestaste con tu compañera por distraerte de cuando en cuando, para que miraras algún chico para ella interesante.
Tres veces insistí mientras te negabas alegando que no sabías bailar, vaya que eras sincera al dar la advertencia,
-" Será bajo su riesgo " -Aceptaste por fin.
-" Lo tomaré con gusto," -Respondí al tomar tu delicada mano.
Allí empezó todo como un desafío, tropezaste con el mesero que en ese momento pasaba con una charola de copas llenas de variedad de bebidas, me salpicó con una copa de vino tinto manchando mi finísimo y acartonado saco, y la corbata, ¡cielos! esa seda italiana sí que es delicada.
Me los quite ante la vista de todos, pues el incidente llamó la atención de la mayoría de los invitados, tu mirada incrédula me hizo sonreír cuando volví a pedir tu mano para guiarte a la pista de baile.
El asombro de los invitados al verme sin saco, me llenó de satisfacción, pues mi informalidad producto de un accidente, no podía tacharse de grosería.
Tres piezas de baile bastaron para conocerte, de cualquier manera fue imposible pasar de tres con otro par de incidentes.
En medio del baile, al elevarte por la cintura te asustaste, tú reacción fue sujetarte de mi cabello.
De mi peinado de magnate tan acicalado hacia atrás no quedó rastro, apenada, tratabas con tus manos de regresarlo a su estado anterior ante la atónita mirada de los invitados, que no habían perdido detalle de nosotros desde el incidente con el mesero.
Tu sonrojo despertó ternura dentro de mi desconfiado corazón, se caía a pedazos el muro provocado por las perfectas señoritas de sociedad. Feliz, te hacía girar entre mis brazos al continuar bailando, tu expresión desconfiada había cambiado por una risueña, ¡Cielos, que sonrisa más bella!.
No te deje salir de mis brazos alargando la plática, allí me enteré que eras enfermera y estabas auxiliando al director, debías dejar de bailar o se molestaría, te advertí que ya jamás te soltaría, mis palabras provocaron que tus brillantes ojos se abrieran al igual que tu boca.
Estabas desprevenida, cuando te incline hacia atrás alardeando de mis estudiados pasos de baile, de nuevo te sujetaste de lo primero a tu alcance, yo.
Tan solo escuché un alegre brincoteo de los botones de carey cuando caían al suelo, mientras mi impecable y fina camisa se abría mostrando parte de mi pecho.
Aún hoy, no entiendo en qué momento te soltaste de mi mano y te sujetaste de mi camisa, volví a tomar tu mano mientras tu cuerpo aún tenso y semi inclinado hacía atrás, lo sostenía con mi brazo, te sonreí y me correspondíste iluminando la noche en mi corazón.
Ese fue el momento que un atrevido fotógrafo capturó, me diste una poderosa razón para abandonar el dichoso evento, y así lo hice, no sin antes solicitar un vehículo que te llevara a tu casa, jamas te dejaría a merced de las damas de "buenas costumbres", que se abalanzarían sobré ti con mil acusaciones.
Al director solo le dije que, el cheque que llegaría a su escritorio, sería válido solo si te dejaba ir en ese momento, y sin represalias en tu trabajo.
Aceptó encantado al ver la suma que anoté en un papel doblado.
Al día siguiente, y todos los que siguieron te espere a la salida del hospital para invitarte a pasear.
Hoy te tengo una sorpresa, ya no mostraré está foto como siempre me lo has pedido, no, ahora todos la apreciarán en este gran cuadro que he mandado hacer, y lucirá en el salón principal de nuestra casa.