Link del capítulo anterior https://www.elainecandy.com/t28426-bandoleras-de-terryno-buscamos-superar-a-nadie-sino-a-nosotras-mismasretaliacion-cap-5-parte-2by-rossy-castaneda#463805
El día era hermoso y soleado, perfecto para pasear por la gran ciudad, pero eso debía esperar para otro momento
—Doctora Ardley, doctora Ardley.
—¡Aish!, te juro que la próxima vez que entres al laboratorio gritando como un loco, te cortaré la lengua
—¡Uy! —chilló horrorizado cubriendo sus labios con ambas manos —cuanta agresividad —dijo entre dientes.
—¿Que haces parado como un idiota, recoge todas esos papeles que tiré por tu causa —ordenó —y mas te vale que lo que sea que vienes a decirme sea realmente importante.
—Lo es, lo es doctora Ardley —decía el joven mientras recogía de dos en dos los papeles esparcidas en el piso.
—Habla de una maldita vez —dijo chasqueando los dedos. Sabia que aquella no era la mejor de las conductas, pero la torpeza de aquel joven que le asignaron como asistente la exasperaba con una facilidad sorprendente.
—Llegó este sobre para usted con un sello de urgente —la miró —viene de la oficina de su padre.
—Dame aquí —se lo arrebató de las manos —y bien, que haces ahí parado, ya me entregaste el sobre, ya puedes marcharte.
—Le cuesta tanto trabajo ser un poco mas amable conmigo —puso ojos de cachorro —la invito a almorzar, hoy me pagaron, así que puedo llevarla un buen lugar.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que no salgo con ningún compañero de trabajo?
—Haga de cuenta que no lo somos y ya —sonrió.
—Fuera de mi vista —ordenó señalando la puerta.
—¿Acepta mi invitación?
—NO —gritó —y no insistas mas. Idiota —musitó en cuanto salió de su oficina. Aquel joven era peor que un molesto grano en el trasero. ¡Ay Por Dios! Perdió la cuenta de las veces que había rechazado sus invitaciones, pero el muy tonto estaba resuelto a no darse por vencido.
En cuanto el joven cerró la puerta tras de si, Candy suspiró al leer el nombre impreso en el sobre.
—Veamos que te traes ahora entre manos, papá. —rasgó el sobre, sacó luego el papel y comenzó a leer.
Un bufido brotó de su garganta ante lo que leía. ¿Debía tratarse de una broma? —pensó. Su padre no podía haber hecho aquello. Continuó leyendo.
—¿Qué? —gritó al darse cuenta que la cosa iba en serio. ¿Acaso se ha vuelto loco? —tiró los papeles sobre el escritorio, tomó su celular y lo llamó para exigirle una explicación pero tras tres timbrazos, la llamada era enviaba al buzón. Sabiendo de sobra que su primogenitor lo estaba haciendo a propósito, tomó los papeles al igual que sus pertenencias y salió del laboratorio. Su padre, iba a oírla quisiera o no. No pensaba retirarse de su oficina hasta decir todo lo que tenía que decir. Se había vuelto loco. ¿En que estaba pensando cuando solicitó repudiarlos? ¡Por Dios! Albert y ella eran su única familia. ¿Cómo se había atrevido a tanto, por el hecho de pensar diferente a él?
Mientras manejaba, llamó a su hermano.
—¿No me digas que tu también recibiste su sobre? —preguntó su hermano mayor
—Se ha vuelto loco, ¿Cómo se atreve a hacernos esto? —Respondió la rubia indignada
—Está furioso con ambos —Albert resopló al otro lado del auricular —lo siento Candy, no pensé que se atrevería a tanto. Fui a su oficina a hablar con él para que te dejaran fuera de todo esto, pero ya sabes lo terco que es.
—Lo sé —Candy suspiró —¿Podemos reunirnos en su oficina? Quizás si los nos ve a los dos desista.
—Dudo mucho que lo haga.
—Por favor, Albert —rogó.
—De acuerdo, de acuerdo, te veo allá. —tras colgar la llamada, Albert tomó sus cosas y salió de au oficina. Jamás imaginó que su padre extendería su amenaza de repudio en contra de su hermana por el hecho de haber testificado en corte.
********************
Nada, absolutamente nada le estaba saliendo como creyó. Desde su llegada a los Estados Unidos lo hizo con el pie izquierdo. Él no era supersticioso, era un hombre práctico, pero a raíz de los sucesos estaba pensando seriamente en hacer pequeños cambios a sus creencias y prestar más atención a todo lo que le rodeaba. El hecho que aquel grupo de personas vivieran decentemente, no quitaba que fueran peligrosas. Le quedaba claro que no se necesitaba de un arma para joderle la vida a alguien, y aquí estaba él, con su traje Versace edición única, destrozado. Se le ocurrió ponerlo en manos de Archibald Cornwall para que lo lavara en su establecimiento creyendo que lo dejaba en buenas manos... pero, se equivocó. El joven ignoró las recomendaciones inscritas en la etiqueta, y, lavó y secó su traje como si de un estropajo se tratara.
—La tela es de muy mala calidad —Archie se encogió de hombros —si fuera tan buena como usted alardea, no se hubiera encogido.
Terrence contuvo sus deseos de cerrarle la boca de un buen golpe. ¿Cómo demonios se atrevía a decir que la tela de su traje era de mala calidad?
—¿Tiene usted una maldita idea de lo costoso que es?
—Puede conseguir uno de mejor calidad y por menos dinero en mi tienda, o en un lugar de segunda mano —fue su respuesta.
—Amadan (Idiota) —masculló Terrence en Gaélico.
—Como no tengo una sola idea lo que dice —Archie se encogió de hombros —la suya también —respondió imaginando por la mirada de pocos amigos que le lanzó que no se trataba de nada bueno —Por cierto, aún encogido el traje le sienta tan bien, que si sale a la calle con él, puede convertirse en tendencia —se burló riendo entre dientes.
—Lo hiciste a propósito, ¿verdad? —Terrence se acercó a él furibundo.
—Por supuesto que no —Archie dio un paso atrás para poner distancia entre ambos —¿Por quién me toma?, —preguntó al sentirse a salvo —soy un profesional en lo que hago —ahogó una risa burlona ante el rostro enfurecido del joven frente a él.
—Reunión de emergencia —se escuchó en el alta voz.
—Queda en su casa señor Graham, tiene mi autorización para escoger un traje en reposición del suyo.
Antes de que Terrence le respondiera con otra maldición, Archie se esfumó del lugar. Su celular comenzó a repicar. Sacó este y respondió luego de inhalar y exhalar aire repetidas ocasiones para recuperar el autocontrol que acababa de perder.
—Anthony, ¿qué pasa?
—Perdóneme, señor Graham, no tuve otra opción.
—¿De qué hablas? —las alarmas del castaño se activaron al escuchar la voz de su interlocutor.
—Me obligaron a vender.
—¿Cómo que te obligaron?
—Tenían a mi esposa y a mi pequeño hijo —respondió —pero le doy mi palabra que voy a arreglar.... Las palabras se quedaron en el aire. El sonido de un fuerte impacto se escuchó
—Anthony, Anthony...
Gracias Por leer
Retaliación
Capítulo 6 Parte 1
By Rossy Castaneda
Capítulo 6 Parte 1
By Rossy Castaneda
El día era hermoso y soleado, perfecto para pasear por la gran ciudad, pero eso debía esperar para otro momento
—Doctora Ardley, doctora Ardley.
—¡Aish!, te juro que la próxima vez que entres al laboratorio gritando como un loco, te cortaré la lengua
—¡Uy! —chilló horrorizado cubriendo sus labios con ambas manos —cuanta agresividad —dijo entre dientes.
—¿Que haces parado como un idiota, recoge todas esos papeles que tiré por tu causa —ordenó —y mas te vale que lo que sea que vienes a decirme sea realmente importante.
—Lo es, lo es doctora Ardley —decía el joven mientras recogía de dos en dos los papeles esparcidas en el piso.
—Habla de una maldita vez —dijo chasqueando los dedos. Sabia que aquella no era la mejor de las conductas, pero la torpeza de aquel joven que le asignaron como asistente la exasperaba con una facilidad sorprendente.
—Llegó este sobre para usted con un sello de urgente —la miró —viene de la oficina de su padre.
—Dame aquí —se lo arrebató de las manos —y bien, que haces ahí parado, ya me entregaste el sobre, ya puedes marcharte.
—Le cuesta tanto trabajo ser un poco mas amable conmigo —puso ojos de cachorro —la invito a almorzar, hoy me pagaron, así que puedo llevarla un buen lugar.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que no salgo con ningún compañero de trabajo?
—Haga de cuenta que no lo somos y ya —sonrió.
—Fuera de mi vista —ordenó señalando la puerta.
—¿Acepta mi invitación?
—NO —gritó —y no insistas mas. Idiota —musitó en cuanto salió de su oficina. Aquel joven era peor que un molesto grano en el trasero. ¡Ay Por Dios! Perdió la cuenta de las veces que había rechazado sus invitaciones, pero el muy tonto estaba resuelto a no darse por vencido.
En cuanto el joven cerró la puerta tras de si, Candy suspiró al leer el nombre impreso en el sobre.
—Veamos que te traes ahora entre manos, papá. —rasgó el sobre, sacó luego el papel y comenzó a leer.
Un bufido brotó de su garganta ante lo que leía. ¿Debía tratarse de una broma? —pensó. Su padre no podía haber hecho aquello. Continuó leyendo.
—¿Qué? —gritó al darse cuenta que la cosa iba en serio. ¿Acaso se ha vuelto loco? —tiró los papeles sobre el escritorio, tomó su celular y lo llamó para exigirle una explicación pero tras tres timbrazos, la llamada era enviaba al buzón. Sabiendo de sobra que su primogenitor lo estaba haciendo a propósito, tomó los papeles al igual que sus pertenencias y salió del laboratorio. Su padre, iba a oírla quisiera o no. No pensaba retirarse de su oficina hasta decir todo lo que tenía que decir. Se había vuelto loco. ¿En que estaba pensando cuando solicitó repudiarlos? ¡Por Dios! Albert y ella eran su única familia. ¿Cómo se había atrevido a tanto, por el hecho de pensar diferente a él?
Mientras manejaba, llamó a su hermano.
—¿No me digas que tu también recibiste su sobre? —preguntó su hermano mayor
—Se ha vuelto loco, ¿Cómo se atreve a hacernos esto? —Respondió la rubia indignada
—Está furioso con ambos —Albert resopló al otro lado del auricular —lo siento Candy, no pensé que se atrevería a tanto. Fui a su oficina a hablar con él para que te dejaran fuera de todo esto, pero ya sabes lo terco que es.
—Lo sé —Candy suspiró —¿Podemos reunirnos en su oficina? Quizás si los nos ve a los dos desista.
—Dudo mucho que lo haga.
—Por favor, Albert —rogó.
—De acuerdo, de acuerdo, te veo allá. —tras colgar la llamada, Albert tomó sus cosas y salió de au oficina. Jamás imaginó que su padre extendería su amenaza de repudio en contra de su hermana por el hecho de haber testificado en corte.
********************
Nada, absolutamente nada le estaba saliendo como creyó. Desde su llegada a los Estados Unidos lo hizo con el pie izquierdo. Él no era supersticioso, era un hombre práctico, pero a raíz de los sucesos estaba pensando seriamente en hacer pequeños cambios a sus creencias y prestar más atención a todo lo que le rodeaba. El hecho que aquel grupo de personas vivieran decentemente, no quitaba que fueran peligrosas. Le quedaba claro que no se necesitaba de un arma para joderle la vida a alguien, y aquí estaba él, con su traje Versace edición única, destrozado. Se le ocurrió ponerlo en manos de Archibald Cornwall para que lo lavara en su establecimiento creyendo que lo dejaba en buenas manos... pero, se equivocó. El joven ignoró las recomendaciones inscritas en la etiqueta, y, lavó y secó su traje como si de un estropajo se tratara.
—La tela es de muy mala calidad —Archie se encogió de hombros —si fuera tan buena como usted alardea, no se hubiera encogido.
Terrence contuvo sus deseos de cerrarle la boca de un buen golpe. ¿Cómo demonios se atrevía a decir que la tela de su traje era de mala calidad?
—¿Tiene usted una maldita idea de lo costoso que es?
—Puede conseguir uno de mejor calidad y por menos dinero en mi tienda, o en un lugar de segunda mano —fue su respuesta.
—Amadan (Idiota) —masculló Terrence en Gaélico.
—Como no tengo una sola idea lo que dice —Archie se encogió de hombros —la suya también —respondió imaginando por la mirada de pocos amigos que le lanzó que no se trataba de nada bueno —Por cierto, aún encogido el traje le sienta tan bien, que si sale a la calle con él, puede convertirse en tendencia —se burló riendo entre dientes.
—Lo hiciste a propósito, ¿verdad? —Terrence se acercó a él furibundo.
—Por supuesto que no —Archie dio un paso atrás para poner distancia entre ambos —¿Por quién me toma?, —preguntó al sentirse a salvo —soy un profesional en lo que hago —ahogó una risa burlona ante el rostro enfurecido del joven frente a él.
—Reunión de emergencia —se escuchó en el alta voz.
—Queda en su casa señor Graham, tiene mi autorización para escoger un traje en reposición del suyo.
Antes de que Terrence le respondiera con otra maldición, Archie se esfumó del lugar. Su celular comenzó a repicar. Sacó este y respondió luego de inhalar y exhalar aire repetidas ocasiones para recuperar el autocontrol que acababa de perder.
—Anthony, ¿qué pasa?
—Perdóneme, señor Graham, no tuve otra opción.
—¿De qué hablas? —las alarmas del castaño se activaron al escuchar la voz de su interlocutor.
—Me obligaron a vender.
—¿Cómo que te obligaron?
—Tenían a mi esposa y a mi pequeño hijo —respondió —pero le doy mi palabra que voy a arreglar.... Las palabras se quedaron en el aire. El sonido de un fuerte impacto se escuchó
—Anthony, Anthony...
Gracias Por leer