¿Tus padres? -le preguntó Candy.
-Hubo un tiempo que soñaste con conocerlos -- le recordó Terry --. Decías que para intercambiar recetas de cocina con mi madre. Incluso llegaste a decir que querías escribirles, para decirles que estabas cuidando de mí.
-- ¡No me lo recuerdes! -- exclamó Candy, poniéndose roja como un tomate, mientras subía por las escaleras. Entraron a un inmenso vestíbulo, adornado con columnas y estatuas de mármol. Candy quedó impresionada por tanta grandiosidad-. En aquel tiempo, yo sabía tanto de ti, como un marciano que acaba de aterrizar en este planeta. ¡Pero no creo que éste sea el momento de conocer a tus padres, con estas fachas!
- -Candice.. daría lo mismo, aunque fueras la diosa de la perfección y el buen gusto.
-- ¿Por qué no me dijiste que tus padres iban a estar aquí esperando?
-- Porque casi nunca vienen a visitarme. Pero al ver que el nombre de la familia aparecía en los periódicos, han pensado que era necesario.
-- Creo que será mejor que hables tú solo con ellos -- murmuró Candy --. Después de todo, yo no me voy a quedar por aquí mucho tiempo.
-- Eso ellos no lo saben -- replicó Terry, poniéndole la mano en la espalda. Una mujer de corta estatura, con un vestido negro muy elegante, salía por una de las puertas de las habitaciones que daban al vestíbulo. Empezó a exclamar algo en italiano. Terry respondió con suaves palabras-. Mi ama de llaves, Debora. Ya te la presentaré más tarde. Se pone muy nerviosa cuando alguien no acepta algo de beber, y mi madre parece que no lo ha aceptado -tradujo Terry, en tono confiado. Candy miró otra mujer, elegantemente vestida, que estaba sentada en una silla. Tenía una mirada que intimidaba. El color azul de su vestido, hacía juego con sus ojos. Candy se fijó en que Terry se parecía a ella. Al lado de la ventana había un hombre canoso, con aspecto muy distinguido-. Candice... -murmuró Terry --. Permíteme que te presente a mis padres... Eleonor y Richard.
-- ¡No aceptaré ninguna presentación! --Aseguró Richard Grandchester, con tono frio --. ¡Explícanos, Terrance! ¿Cómo has podido permitir que la escandalosa asociación con esta mujer saliera en los periódicos?
-- Creíamos que esta relación había acabado hacía años --comentó Eleonor.
-- Yo nunca dije eso -- contraatacó Terry -- Candice es mi esposa y espero que la traten con el debido respeto -Eleonor miró a Candy, retirando después la mirada con ideferencia
--Nunca la aceptaré como nuera en mi casa .
-- Pues entonces, yo tampoco iré --respondió Terry, en tono cortante --. Y te juro que no va a ser ningún sacrificio. Al fin y al cabo, sólo me miras en Navidades.
Candy miró a Terry asombrada y después centró su atención en su madre, sorprendida por la hostilidad con que aquella mujer trataba a su hijo.
-- As de comprender que este matrimonio no es el que esperábamos para ti -- intervino Richard Grandchester --.No pretendo faltar el respeto a tu mujer, pero has de entender a tu madre. Candice no es una mujer que pertenezca a nuestro círculo...
--No somos la realeza, papá -- le interrumpió Terry.
--Tratar de razonar contigo, es perder el tiempo, Terry -- condenó su madre con crueldad-. Con este matrimonio insultas la memoria de tu hermano... --Candy sintió que Terry se ponía en tensión, como un gato a punto de saltar sobre su presa. Candy estuvo a punto de hablar en su defensa. Su madre continuó mirándolo con gesto de condena -- He de recordarte que siempre pesará sobre ti la sombra de Ricky, Terry. Todo lo que una vez fue suyo, te pertenece a ti ahora. Tienes que hacer ciertos sacrificios en su memoria. Y Ricky nunca se habría casado con una mujer de un estrato social inferior a nosotros. Porque eso sería un deshonor para los Grandchester.
-- Yo no soy, ni nunca seré Ricky, mamá -- contestó Terry, con voz cansina, apoyando su mano en la cadera de Candy. Eleonor Grandchester se levantó de la silla.
-- ¡Cómo te gusta decir lo que es obvio! -- Respondió su madre -- Sabes que nuestro deseo era que te casaras con Tania. No estoy dispuesta a verte más, hasta que vengas con Tania como esposa.
--Terry, ¿puedo hablar contigo en privado? --le preguntó su padre, luchando por permanecer impasible-. ¿Nos perdonas, Candice?
--Esperaré en el coche, Richard --anunció Eleonor, levantando la cabeza, cuando pasó al lado de Candy.
-- ¿Por qué no lo quiere? --le preguntó Candy a la madre.
Eleonor Grandchester se detuvo, se dio la vuelta y miró con cara de asombro a Candy.
-- ¿Perdón? -- Murmuró, con un tono de incredulidad en su modulada voz-. Terry es mi hijo. Por qué no lo he de querer.....
-- ¡Eso no es cierto! -- Contradijo Candy, condenándola con su mirada-. Lo único que quiere es herirlo. Lo que quiero saber es por qué. ¿Por qué? Terry es un hombre maravilloso, en muchos sentidos. Es inteligente y honesto. A muchas madres les gustaría tener un hijo así...
-- ¿Cómo te atreves a hablarme de esa manera? -- De pronto, dándose cuenta de su conducta, Candy se sonrojó. Ni siquiera ella podía entender cómo se había atrevido a enfrentarse a aquella mujer. Pero le había salido desde muy dentro aquel instinto de proteger a Terry y lo único que había conseguido era enfurecer a su madre y empeorar aquella situación
--. Así que mi hijo se ha casado con una verdulera . Pero Terry no te va a agradecer esa actitud conmigo --Eleonor se puso los guantes, sin mirar a Candy a la cara --. De hecho te devorará viva, porque él ama y respeta a su madre. Y por lo que he visto en la prensa, tú también amas a mi hijo. Pero eso es sólo eres algo pasajero, de la que Terry pronto se librará con un poco de suerte -- Candy encogió el cuerpo, como si le hubiera clavado una daga en el corazón --.Tu puesto es el de amante, no el de esposa. Tania hubiera aceptado esa situación. Todos lo hubiéramos aceptado --le dijo Eleonor con crueldad --. Pero ahora ya es demasiado tarde. Ya has perdido el anonimato necesario para ocupar ese puesto. Cuando Terry se canse de ti y vuelva con Tania, verás que tengo razón.
Cuando la madre de Terry se fue, Candy se agarró a una de las columnas de mármol y apoyó su frente húmeda en ella. Se sentía como si hubiera estado peleando diez asaltos con un boxeador. Ella no estaba enamorada de Terry. No lo estaba. Ya había madurado, era una mujer con más mundo. Pero era innegable que a la edad de dieciséis años había fijado sus afectos en un tipo de bandera.
Continuará.....