—. Por cierto, ya he firmado los contratos de alquiler de esas villas y se las he dado a tu socio —comentó Terry —. Pero creo que te va a resultar muy difícil seguir trabajando con Mike Carson.
— ¿Por qué?
—Es un mal perdedor. Está muy resentido con tu actitud....
—Mike y yo somos muy buenos amigos...
—Los buenos amigos no dicen mentiras del otro —respondió Terry, con contundencia. La respuesta, la hizo sonrojarse.
—Hace un par de meses, él empezó a querer tener conmigo otra relación —confesó Candy —.De repente empezó a comportarse de forma diferente conmigo. Y un día me propuso que me casara con él...
—Una mujer con dinero es siempre muy apetecible para un hombre ambicioso, especialmente cuando los ingresos en la empresa han bajado tanto que es la hora de apretarse el cinturón.
Ella abrió la boca para contestarle que era imposible que Mike supiera que tenía más dinero para invertir en el negocio, pero de pronto recordó que él había hecho varios comentarios sobre la vida de lujo que llevaba su madre. Seguro que se habría imaginado que casándose con la hija de Melany, conseguiría dinero para el negocio.
—No me creo que Mike sea tan calculador —susurró Candy. Terry la estaba mirando a los ojos, sin perderse la mínima expresión en su conmovido y herido rostro —.Es muy triste pensar que alguien en el que yo confío me pueda ver como si fuera una alcancía. Y más pensar que estaba haciendo el doble juego. ¡Y yo preocupada por si podía herir sus sentimientos! —Candy miró a Terry, preguntándose en qué momento se había quedado tan tranquilo.
—Así es — comentó Terry. Candy recordó que le había confesado que durante cinco años había tratado de sacarle hasta el último céntimo. De pronto no supo dónde meterse, o dónde mirar. Terry estiró una mano y le acarició los dedos —. Hablemos de algo más entretenido —sugirió—. ¿Cómo te gustaría que pasáramos las próximas semanas? — Candy se sintió más aliviada, al ver que Terry cambiaba de tema de conversación.
—Pues me gustaría ir a Roma, para ver el Coliseo, la Basílica y todos los edificios antiguos — pero al recordar la publicidad que habían dado los medios a su matrimonio, frunció el ceño—. Claro, que a lo mejor no podemos ir por ahí libremente
Los paparazzi creen que estamos todavía en Escocia. Además, hay muchas formas de evitarlos —le informó Terry —. Yo creo que lo mejor, en estas circunstancias, es que nos saquen una fotografía juntos. Eso es todo lo que quieren. Cuando la consigan y publiquen la foto, nos dejarán en paz.
—Ohhh…—Esa tarde, Terry le enseñó la finca sobre la que estaba asentada su mansión. Terry le presentó a todos los criados que se cruzaron en su camino. No volvieron a la casa hasta la hora de la cena. Después de cenar, le enseñó la casa. Le contó historias muy interesantes de sus antiguos propietarios. La Villa había sido mandada construir por una amante de un rico aristócrata.
—Tuvieron siete hijos — Terry señaló los frescos que había en la pared, en los que se podían ver imágenes de ellos —.Se casó con ella cuando nació el primero. Él era un aristócrata y ella era la hija de un campesino...
—Eso me suena bastante... —replicó Candy, sin poder evitar recordar los comentarios de la madre de Terry al respecto.
—Tuvieran lo que tuvieran en común, estuvieron juntos más de treinta años.
—No es de extrañar, porque según se ve en ese cuadro, ella era muy guapa —opinó Candy —. No obstante pagó por ello, porque siete hijos son muchos hijos, sobre todo en aquel tiempo, cuando muchas mujeres morían al dar a luz.
—Nunca había pensado en ello antes —confesó Terry.
—Porque eres un hombre. Ella cambió sexo por seguridad. En aquel tiempo, si una mujer era pobre, era lo único que podía ofrecer. Apuesto a que su familia se la vendió a él. Aunque hay que admitir que él también era bastante guapo —concedió Candy, fijándose en el caballero en cuestión—. Un poco más viejo que ella, ¿no?
—Diez años más viejo que ella —replicó Terry.
—Una diferencia generacional bastante considerable.
— ¿Es así como te sientes conmigo? —Sorprendida por su comentario, Candy contestó:
—Tú sólo me llevas cinco años más, Terry.....
—Dime la verdad —interrumpió Terry, apretando los dientes—. ¿Crees que la diferencia de edad es un obstáculo entre nosotros? —Un poco confusa, Candy suspiró.
—Para mí, eso no tiene la menor importancia. Para mí eres Terry y nada más. Bueno, estoy cansada. Creo que será mejor que me vaya a la cama —. Se produjo un tenso silencio y a continuación Terry se acercó a ella. Naturalmente no iban a compartir la cama más y Candy quería sacar sus cosas de la habitación, antes de que él subiera. Cuanto menos contacto tuviera, más relajado se iba a sentir él. Y quería que estuviera relajado durante las dos semanas que iba a pasar con él. Candy se acababa de acomodar en una habitación que había frente a la de Terry, cuando él entró. Llevaba sólo una toalla de baño alrededor de su cintura y tenía una cara como de alguien extraviado. Sin decir una sola palabra, la levantó en sus brazos y se la llevó a su cama—. ¿Qué estás haciendo? — le preguntó—. Ahora somos amigos, no podemos dormir juntos.
—Yo no quiero otro amigo. Tengo muchos amigos. Te quiero en mi cama, que es donde tienes que estar —le dijo Terry, echándola en la cama y acostándose a su lado —. Por el momento con eso será suficiente....
— ¡Pero si estamos a punto de divorciarnos!
—Con un poco de suerte, si muero, te convertirás en una viuda millonaria —contestó Terry con ironía—. La verdad, no sé cómo se me ocurre darte ideas...
—Pues no lo digas ni en broma, porque yo me moriría, si te pasara algo —Nada más decirlo, Candy se tapó la boca con las manos.
—Una respuesta un tanto extraña de una mujer que me ha estado mintiendo y robando durante cinco años, sin que le remordiera la conciencia.
—Yo no te robé nada... fue...
— Helen, mi suegra —finalizó Terry por ella, con tono de satisfacción. Terry se incorporó, encendió la luz de la mesilla y le preguntó—. ¿No te sientes ahora mejor habiendo confesado todo? Siento mucho tener que haber sido desagradable, pero era la única forma de que contaras la verdad.
—Yo no... — Candy estaba tan horrorizada que no sabía qué decir.
—Te delataste cuando me contaste lo que te pasó con Mike. Está claro que tú no puedes comportarte así. No sabes mentir. Cualquier niño se daría cuenta cuando mientes. Si no hubiera estado tan enfadado aquel día, lo habría descubierto yo mismo.
—Yo... — Candy se sentía tan desorientada por su actitud, que no sabía qué responder.
Continuará.......
PD. Nos acercamos al final..gracia por leerme
Última edición por Lady Letty el Vie Mayo 06, 2022 8:12 am, editado 1 vez