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Mientras los vecinos organizaban todo para poner en marcha el plan de Terrence, el licenciado Ardley le extendió una repentina invitación.
—¿Le gusta el teatro, señor Graham?
—Siempre es bueno disfrutar de una buena obra.
—¿En ese caso, aceptaría una invitación?
—¿A Broadway?
—No —respondió el licenciado Ardley —uno de menor categoría —lo miró —pero le aseguro que sus actores no tienen nada que envidiarle a los de Broadway.
—Si usted lo dice —Terrence se encogió de hombros.
—¿Acepta entonces mi invitación?
—Por qué no —fue su respuesta —confiaré en su buen gusto.
2 horas después...
Terrence estaba de pie, rígido en el umbral de uno de los camerinos de aquel viejo teatro ubicado en uno de los suburbios de Manhattan.
—Veo que viene muy bien acompañado licenciado Ardley —musitó una bella dama rubia con una cálida sonrisa mientras observaba al joven a través del espejo.
—Así es —respondió el hombre devolviendo la sonrisa.—¿Que hace ahí parado?, venga acérquese para presentarlo —William Ardley le instó a que se aproximara.
—¿Quien es este apuesto joven? —preguntó la mujer tras girarse, ponerse de pie para quedar a su altura.
—Su nombre es Terrence Graham.
La sonrisa que se dibujó en los labios de la bella mujer se desvaneció ante la fría mirada del joven frente a ella.
—Mucho gusto señor Graham.
—Igualmente señora...
—Baker, Eleonor Baker —completó ella bajando la mano que le fue rechazada.
—Aguardaré por usted afuera licenciado Ardley —Terrence se giró y salió del lugar lo mas pronto que sus pies le permitieron hacerlo.
—Lamento mucho su reacción.
—No tiene porque disculparse licenciado Ardley —Eleonor esbozó una leve sonrisa —por el contrario, le estoy agradecida por lo que acaba de hacer. Jamás olvidaré todo lo que ha hecho por mi desde el día que nos conocimos, espero en Dios poder pagarle algún día.
—Tenga por seguro que ya lo ha hecho —William Ardley le devolvió la sonrisa —verla actuar después de todo lo que ha vivido es la mejor paga.
—Eso también se lo debo a usted.
—No —respondió él —es su talento innato que le ha abierto las puertas.
—Pero no habría sucedido si usted no hubiese hablado con su amigo para que me diera una oportunidad.
—Robert tiene buen ojo para reconocer a una persona talentosa, créame que si usted no hubiese llenado sus expectativas, jamás le habría dado una sola oportunidad, él se toma su trabajo muy en serio y cuando de esto se trata, sabe separar la amistad del trabajo.
—Ya me di cuenta de ello.
—Ahora si me disculpa, debo marcharme, el chico espera por mi afuera, y por lo poco que lo he tratado me he dado cuenta que aunque la paciencia es una de sus virtudes, no le gusta practicarla a menudo.
—Está bien, lo entiendo. Me dio gusto verlo Licenciado Ardley
—Cuantas veces tengo que pedirle que me llame solamente William
—Créame que lo intento, sin embargo, no puedo hacerlo —Eleonor sonrió.
—Ni hablar —William le devolvió la sonrisa
—Hasta pronto.
*****************
Mientras regresaban William Ardley comenzó a hablar en tanto Terrence manejaba.
—La vida no ha sido fácil para esa pobre mujer —suspiró.
—¿Por qué lo dice?
—Surgió de un lugar insospechado, y sin proponérselo terminó mezclándose en la vida de un inglés bastante poderoso.
Terrence lo miró por el rabillo del ojo sin pronunciar palabra.
—La señora Baker nació en Filadelfia. A los diez años quedó huérfana de padre, y a los quince se mudó a Nueva York, junto su madre. Allí se presentó con August Carson en solicitud de trabajo.
—¿Y quien es ese tal Carson? Preguntó el inglés con la mirada al frente.
—Era —corrigió el licenciado Ardley y prosiguió ocultado una sonrisa. Había conseguido captar la atención del muchacho a su lado. —Además de ser un prestigioso banquero, era también un director de teatro, y en ese momento se encontraba a punto de presentar una obra, esta, estaba en el ensayo con quien entonces era su primera actriz, y cuando una parte de la obra requería de la participación de una joven cándida, Carson fijó su atención en la joven Baker.
—Su juventud, inocencia y belleza era justo lo que él necesitaba en ese momento, sin embargo, no tenía idea si aquella candida joven sabía actuar, así que, decidió hacerle, improvisada prueba, y luego que la joven le demostrara su talento histriónico, Carson la contrató inmediatamente.
—Todo iba viento en popa hasta que la primera actriz se enfermó y la joven Baker ocupó su lugar. Esto le abrió las puertas de grandes compañías actorales y un año mas tarde, su nombre resonaba en Broadway.
—Pasado un año, salieron de gira por todo Estados Unidos. Dicho evento terminó en San Francisco, y luego regresaron a New York. Fue entonces cuando vinieron tiempos malos. Tras no ceder a las peticiones de su jefe, la joven Baker se quedó sin empleo y como por arte de magia todas las puertas se le cerraron. Rotos inesperadamente sus sueños de actriz, con el hambre pegada a los talones, no perdió tiempo en llantos inútiles.
—No sólo tenía el deber de sostenerse a sí misma, sino también a su madre, que la acompañaba a todas partes. La joven Baker escribió un pequeño guion que fue aceptado, y pronto, su madre y ella viajaban rumbo a Pensilvania, contratada por una compañía de teatro, ambas estaban dichosas de ver que la suerte le sonreía de nuevo a la joven Baker, pero la compañía la estafó, y la joven Baker se quedó plantada con su madre a muchas millas de distancia de New York y sin un solo dólar en su bolsa. Ante la aflicción de madre e hija, unos actores de teatro colectaron lo suficiente para pagar el viaje de regreso de ambas.
—¿Que más sucedió?
—Cuando llegaron a New York obtuvieron préstamos, y en poco tiempo descubrieron que sus dificultades, lejos de acabarse, estaban a punto de comenzar con mayor fuerza.
—¿Por qué lo dice? —cuestionó el joven castaño.
—Se encontraron nuevamente sin un centavo en sus manos —suspiró y continuó —mientras atravesaban esa situación, la joven Baker se encontró con Jacob Moore, saxofonista de la orquesta que tocaba en el cabaret de un empresario de origen ingles. Jocob se enamoró de ella y, reconociendo su valía, persuadió al inglés para que la contratara.
Gracias por leer
Retaliación
By Rossy Castaneda
Capítulo 8 Parte 1
Mientras los vecinos organizaban todo para poner en marcha el plan de Terrence, el licenciado Ardley le extendió una repentina invitación.
—¿Le gusta el teatro, señor Graham?
—Siempre es bueno disfrutar de una buena obra.
—¿En ese caso, aceptaría una invitación?
—¿A Broadway?
—No —respondió el licenciado Ardley —uno de menor categoría —lo miró —pero le aseguro que sus actores no tienen nada que envidiarle a los de Broadway.
—Si usted lo dice —Terrence se encogió de hombros.
—¿Acepta entonces mi invitación?
—Por qué no —fue su respuesta —confiaré en su buen gusto.
2 horas después...
Terrence estaba de pie, rígido en el umbral de uno de los camerinos de aquel viejo teatro ubicado en uno de los suburbios de Manhattan.
—Veo que viene muy bien acompañado licenciado Ardley —musitó una bella dama rubia con una cálida sonrisa mientras observaba al joven a través del espejo.
—Así es —respondió el hombre devolviendo la sonrisa.—¿Que hace ahí parado?, venga acérquese para presentarlo —William Ardley le instó a que se aproximara.
—¿Quien es este apuesto joven? —preguntó la mujer tras girarse, ponerse de pie para quedar a su altura.
—Su nombre es Terrence Graham.
La sonrisa que se dibujó en los labios de la bella mujer se desvaneció ante la fría mirada del joven frente a ella.
—Mucho gusto señor Graham.
—Igualmente señora...
—Baker, Eleonor Baker —completó ella bajando la mano que le fue rechazada.
—Aguardaré por usted afuera licenciado Ardley —Terrence se giró y salió del lugar lo mas pronto que sus pies le permitieron hacerlo.
—Lamento mucho su reacción.
—No tiene porque disculparse licenciado Ardley —Eleonor esbozó una leve sonrisa —por el contrario, le estoy agradecida por lo que acaba de hacer. Jamás olvidaré todo lo que ha hecho por mi desde el día que nos conocimos, espero en Dios poder pagarle algún día.
—Tenga por seguro que ya lo ha hecho —William Ardley le devolvió la sonrisa —verla actuar después de todo lo que ha vivido es la mejor paga.
—Eso también se lo debo a usted.
—No —respondió él —es su talento innato que le ha abierto las puertas.
—Pero no habría sucedido si usted no hubiese hablado con su amigo para que me diera una oportunidad.
—Robert tiene buen ojo para reconocer a una persona talentosa, créame que si usted no hubiese llenado sus expectativas, jamás le habría dado una sola oportunidad, él se toma su trabajo muy en serio y cuando de esto se trata, sabe separar la amistad del trabajo.
—Ya me di cuenta de ello.
—Ahora si me disculpa, debo marcharme, el chico espera por mi afuera, y por lo poco que lo he tratado me he dado cuenta que aunque la paciencia es una de sus virtudes, no le gusta practicarla a menudo.
—Está bien, lo entiendo. Me dio gusto verlo Licenciado Ardley
—Cuantas veces tengo que pedirle que me llame solamente William
—Créame que lo intento, sin embargo, no puedo hacerlo —Eleonor sonrió.
—Ni hablar —William le devolvió la sonrisa
—Hasta pronto.
*****************
Mientras regresaban William Ardley comenzó a hablar en tanto Terrence manejaba.
—La vida no ha sido fácil para esa pobre mujer —suspiró.
—¿Por qué lo dice?
—Surgió de un lugar insospechado, y sin proponérselo terminó mezclándose en la vida de un inglés bastante poderoso.
Terrence lo miró por el rabillo del ojo sin pronunciar palabra.
—La señora Baker nació en Filadelfia. A los diez años quedó huérfana de padre, y a los quince se mudó a Nueva York, junto su madre. Allí se presentó con August Carson en solicitud de trabajo.
—¿Y quien es ese tal Carson? Preguntó el inglés con la mirada al frente.
—Era —corrigió el licenciado Ardley y prosiguió ocultado una sonrisa. Había conseguido captar la atención del muchacho a su lado. —Además de ser un prestigioso banquero, era también un director de teatro, y en ese momento se encontraba a punto de presentar una obra, esta, estaba en el ensayo con quien entonces era su primera actriz, y cuando una parte de la obra requería de la participación de una joven cándida, Carson fijó su atención en la joven Baker.
—Su juventud, inocencia y belleza era justo lo que él necesitaba en ese momento, sin embargo, no tenía idea si aquella candida joven sabía actuar, así que, decidió hacerle, improvisada prueba, y luego que la joven le demostrara su talento histriónico, Carson la contrató inmediatamente.
—Todo iba viento en popa hasta que la primera actriz se enfermó y la joven Baker ocupó su lugar. Esto le abrió las puertas de grandes compañías actorales y un año mas tarde, su nombre resonaba en Broadway.
—Pasado un año, salieron de gira por todo Estados Unidos. Dicho evento terminó en San Francisco, y luego regresaron a New York. Fue entonces cuando vinieron tiempos malos. Tras no ceder a las peticiones de su jefe, la joven Baker se quedó sin empleo y como por arte de magia todas las puertas se le cerraron. Rotos inesperadamente sus sueños de actriz, con el hambre pegada a los talones, no perdió tiempo en llantos inútiles.
—No sólo tenía el deber de sostenerse a sí misma, sino también a su madre, que la acompañaba a todas partes. La joven Baker escribió un pequeño guion que fue aceptado, y pronto, su madre y ella viajaban rumbo a Pensilvania, contratada por una compañía de teatro, ambas estaban dichosas de ver que la suerte le sonreía de nuevo a la joven Baker, pero la compañía la estafó, y la joven Baker se quedó plantada con su madre a muchas millas de distancia de New York y sin un solo dólar en su bolsa. Ante la aflicción de madre e hija, unos actores de teatro colectaron lo suficiente para pagar el viaje de regreso de ambas.
—¿Que más sucedió?
—Cuando llegaron a New York obtuvieron préstamos, y en poco tiempo descubrieron que sus dificultades, lejos de acabarse, estaban a punto de comenzar con mayor fuerza.
—¿Por qué lo dice? —cuestionó el joven castaño.
—Se encontraron nuevamente sin un centavo en sus manos —suspiró y continuó —mientras atravesaban esa situación, la joven Baker se encontró con Jacob Moore, saxofonista de la orquesta que tocaba en el cabaret de un empresario de origen ingles. Jocob se enamoró de ella y, reconociendo su valía, persuadió al inglés para que la contratara.
Gracias por leer