RECUERDOS Y PICARDÍAS.
Por Rossy Castañeda & MaxineWinters19
PARTE III
El resto del día, Elroy se la pasó en la biblioteca después de haber reprendido a los insolentes de sus sobrinos. Pero se reprendió asimisma por haberse visto a punto de ceder ante la tentación de las manos de García ¡Maldición! Seguía teniendo manos mágicas, eran quizás más gruesas que antes y toscas, eso le seguía gustando y si no fuera por sus sobrinos quizás se hubiera dejado poseer nuevamente por ese hombre. Y sin ningún arrepentimiento.
Un par de toques a la puerta la alarman, se sacude la cabeza y se va a abrir esta, encontrándose con la gélida mirada de George delante de ella.
—Señora Elroy. —Saluda el hombre sin mucho protocolo, alarga la mano para hacerle entrega de una carta —Dispense que la interrumpa. El Señor Ardley me ha enviado hasta acá a enviarle esto.
—¡JA! Hasta que le da la gana dar señales de vida. —Dice la anciana tomando el sobre y retornando a la habitación para leer con detenimiento.
Pero quizás, el contenido de la carta no era lo que ella esperaba. Como si no tuviera problemas suficientes y llegaba William a sumarle uno más.
—¿Qué? —Emilia Elroy no daba crédito a lo que acababa de leer. El patriarca le hizo llegar con su asistente, una carta en donde le daba instrucciones de lo que debía hacer en los próximos días. —¿Es que acaso William se ha vuelto loco? ¿Cómo pretende que organice todo esto en tan poco tiempo?
Elroy elevó la voz una octava más alta de lo normal, sus gritos llegaron hasta las habitaciones de la segunda planta.
—¿En dónde está él ahora? —Quiso saber. —¿Podría al menos dar la cara? Se va por ahí y me deja a cargo de toda la prole como si nada.
—Atendiendo los negocios familiares —respondió el fiel asistente. —No sé ni siquiera cuando regresará.
—No entiendo por qué me pide organizar tan apresuradamente la fiesta de presentación de Candice como la nueva miembro del Clan Ardley. Así como tampoco comprendo cual es la razon que tiene para enviarlos a Londres así tan repentinamente.
George se limitó a apretar los labios. Además de asistente, era el confidente del joven patriarca Ardley, por lo tanto, sabía perfectamente las razones que tenía para apresurar las cosas.
Albert no era el típico caballero remilgado que juzgaba a las personas por sus acciones, tampoco era un granuja, desvergonzado e indecoroso, sino todo lo contrario, era un joven con mentalidad amplia y abierta.
Su tía era una mujer hecha y derecha, que estaba en libertad de decidir que hacer con su vida, pero no frente a sus sobrinos.
No la juzgaba por las cosas locas que hizo en su juventud, pero era su deber como patriarca de la familia, velar por la salud física y mental de los miembros del Clan, y ciertamente lo que había sucedido en el río, no era para nada buena influencia moral, para los chicos que estaban en plena etapa de desarrollo, su intención era que sus tres sobrinos vieran a Candy como una hermana a quien proteger, y no que estuvieran presenciando ese tipo de espectáculos que despertara en ellos la curiosidad por saber más de temas de adultos, y que esto los llevara a faltarle el respeto a su hija adoptiva, algo que sin duda no estaba dispuesto a tolerar.
—Dígale, que haré todo lo que está en mis manos para llevar a cabo todo lo que me pide.
—Tenga por seguro que lo haré.
—Muy bien, en ese caso debo ponerme a trabajar ahora mismo —Suspiró —No sé de donde voy a sacar un Kilt para Candice, pero veré que puedo hacer.
—Descuide señora Elroy, el señor William ya ha resuelto ese asunto —respondió George con seriedad —la señorita Candice tendrá todo lo que necesita uno o dos días antes de la presentación.
—Eso espero.
……
Albert había regresado a su escondite después de asegurarse que no había moros en la costa y de que nadie más ande husmeando. Aguardaría unos días más para la presentación oficial de Candy en el clan. Pero le sudaban las manos ¿Cómo le decía a una niña que un adulto joven era su padre? No tenía la menor idea de cómo presentarse ante ella, pero ya lo averiguaría.
Se tiró a la cama a relajarse un poco, pensó en volver a leer un poco de las aventuras de su tía abuela. Quizás debía instigar esa relación dado el nivel de intimidad que ella y García se tenían, y claro, esa tarde descubrió lo calenturienta que su tía podía ser debajo del traje de decencia y buenas costumbres.
Y en medio de su inspección, se dio cuenta de que algo le faltaba.
—¿Eh? ¿En dónde está? —Se puso de pie y se quitó el saco para buscar el diario de Elroy, pero no lo encontró —Ay no ¡Santas berenjenas!
Ahora estaba en graves problemas. Había perdido el diario de Elroy, era quizás la posesión más preciada de una mujer, y mucho peor la información que dentro había. Si alguien lo encontraba se iba a llevar una reverenda sorpresa y muchos sonrojos.
Una semana después...
—¡Ay por Dios! Te ves hermosa, Candy —Decía una entusiasta Dorothy cuando su joven patrona quedó más que preparada para su presentación.
Candy se da la vuelta frente al espejo de cuerpo completo y no puede creer que esa era ella, era tan diferente con esa ropa, era lo que la representaba. Ya no era una huérfana, era ahora toda una Ardley.
—¿En verdad crees que me veo bien?
—Por supuesto —Dorothy sonrió —Serás la envidia de todos. En especial de cierta pelirroja. Pagaría una semana de mi salario para ver de cerca el rostro molesto de la señorita Leagan.
Candy sonrió ante eso ¿De verdad sería capaz de levantar envidias ahora que era una Ardley? No lo sabía hasta ese día, pero quizás era una buena idea, era una forma pasiva de vengarse de Eliza después de todo lo que le había hecho en los días donde fue su criada.
—Dorothy, ¿puedo hacerte una pregunta? —Candy se sonrojó, porque seguía recordando todo lo que se suscitó con la tía abuela y el castigo de hace una semana.
—Dime.
—Tú que has convivido mas con personas adultas, ¿A qué se refiere un hombre cuando menciona la palabra berenjena frente a una dama?
Dorothy se cubrió los labios para amortiguar sus carcajadas, y tras reponerse le respondió a su joven patrona quien abrió ampliamente los ojos y sintió el rostro hervirle.
—¡Ay por Dios! De modo que eso es lo que significa…
—Así es —respondió la joven mucama achicando los ojos —No me diga que el joven Anthony...
—¡No! ¿Cómo crees? Anthony sería incapaz de decir esas cosas frente a mí —Candy la interrumpió adivinando las palabras de la joven mucama.
—De eso no tengo duda alguna. Pero los hombres son reverendos zorros y créeme que no es tanto la berenjena. Si no lo que pueden hacer con ella.
—Y… ¿Qué hacen con ella? —Preguntó Candy aun con sus ojos bien abiertos.
—Bueno pues, ellos… ellos… tu sabes… ¡Oye aun eres una niña! Crece y después hablamos de eso, Candy —Dice la mucama empujándola fuera de la habitación sin antes darle una felicitación —Por cierto, feliz cumpleaños y bienvenida al clan Ardley, señorita Candice.
Tal y como Dorothy lo anticipó, Elisa Leagan se retorcía de rabia al ver a la joven rubia vestida con el Kilt que la identificaba como un miembro más del Clan Ardley. Todos aun con dudas recibieron a la chica entre aplausos, pero quizás lo mas importante, es que era el cumpleaños de la chica, por lo que la recepción fue mucho mas alegre de lo que se esperaba.
Anthony aprovecha y se va al establo para preparar su caballo, estaba muy emocionado por ese día. Sobre todo porque quería a Candy como su compañera de cacería, en el trayecto, recordó el cuaderno que encontró hace una semana cerca del rio, lo escondió para que nadie más lo viera. Por lo que lo recogió de nueva cuenta y se lo llevó al establo para saber de qué se trataba. Sin embargo, apenas vio a quien le pertenecía se sonrojó.
—¡Es de la tía Elroy! —Grita el joven de forma escandalosa. Sabía que eso era impropio de un caballero, pero fue más grande su curiosidad y empezó a leer con detenimiento.
Y del sonrojo, su rostro se empezó a poner pálido. Aquella mujer que se describía en el diario no podía ser su estricta y remilgada tía ¿O sí?
…..
Elroy seguía vigilando cada movimiento del evento, Candy se portaba a la altura, al menos eso estaba saliéndole bien. Pero no todo era color de rosa, cuando se prepararon para dar inicio a la tradicional cacería de zorro, ella se aseguraría de ir y preparar a su yegua, era mansa cuando una buena mano era quien estaba sobre ella.
Sin embargo, Elroy palidece cuando entra al establo, y quien esta es nada más y nada menos que García estaba ensillando a su yegua.
—..U…¡Usted!
—¿Me estas siguiendo nuevamente Emy?
—¿Cómo se atreve a suponer eso?
—No sería rareza en realidad —Dice el hombre soltando una de las sillas sobre el heno —Me sorprende que a esta yegua le hayas puesto Narcissa. A la anterior le tenías como nombre River ¿Recuerdas? Fue en honor al río en donde siempre andábamos.
—¡Cállate! De eso no se habla —Reprende la anciana al tiempo que un intruso escuchaba su conversación.
Anthony seguía en el establo leyendo el diario, y para mala suerte suya la tía abuela y García estaban ahí discutiendo. Realmente ellos tuvieron algo candente en su juventud y ella insistía en negarlo… pero bien que lo había disfrutado.
—Ppff, por favor Emy. Ya basta con el jueguito de que no sabes lo que paso con nosotros hace treinta años.
—Ahora mis sobrinos lo saben.
—¿Y te han criticado por ello? Al contrario, los veo muy interesados en lo nuestro —García toma de la cintura a la anciana, pegándola de la portuela, Anthony sonrojado del otro lado escuchaba toda esa conversación candente —Vamos, déjate llevar.
—Oh no ¡Yo soy una dama!
—Pero eso no te reprimió de que jugáramos aquí. —Le da un beso en el cuello que le saca jadeos a Elroy —Aun recuerdo esa vez que estuvimos aquí toda la noche, aullabas como loba, y me arañaste la espalda.
Anthony se lleva ambas manos a la boca al escuchar eso, y siente un extraño cosquilleo en su cuerpo. Oh si, quizás estaba presenciando uno de los secretitos más oscuros de la tía abuela, y si no salía de ahí, iba a terminar traumado de por vida.
—¡Insolente!
—Insolente tu lengua y tus manos que bien saben trabajar en la berenjena. No me querías dejar ir esa noche, y me dejaste exprimido. Pero al parecer… has perdido esa habilidad.
—¿Me reta? —Se queja la mujer tirando a García a un montículo de heno y posteriormente se alza el vestido para quedar sobre el hombre —Puedo volver a hacerlo si yo deseo.
Ante lo que era evidente que ocurriría, Anthony toma el caballo y sale en silencio de ahí, con la cabeza llena de mil y un pensamientos locos. No tarda mucho en subir en su caballo para alcanzar al grupo que empezaba a prepararse para ir de cacería.
—Anthony, se mi pareja de caza.
—Yo… —Sigue distraído por lo que había presenciado y trata de no hacerle cabeza, pero era imposible —Lo siento Elisa, le di mi palabra a Candy que seriamos pareja hoy.
—Pero esa huérfana no sabe...
—¡Basta, Elisa! En tu vida vuelvas a dirigirte a ella en ese tono tan despectivo. Te guste o no, Candy esta por sobre encima de ti, por lo tanto, le debes respeto.
Elisa apretó los labios furiosa ¿Por qué todos la preferían a ella?
—Ya estoy lista, Anthony —Candy se acercó a ellos montando sobre su caballo —¿Nos vamos?
Dejando atrás a una furiosa Elisa Leagan, el par de rubios se adentró en el bosque, habían pasado apenas treinta minutos cabalgando en busca de una presa, cuando el caballo de Anthony se paró en dos patas luego de pisar una trampa, lanzando al joven por los aires.
—¡Anthony!
El grito desgarrador de Candy llamado al joven, alertó otros miembros de la familia que rápidamente llegaron al lugar para ver que sucedía. El chico estaba tirado en el suelo, con sus ojos cerrados y con gesto adolorido, como si lo último que hubiese visto o recordado lo aterró.
—Tu lo mataste —Elisa comenzó a acusar a Candy quien temblaba de miedo.
—¡Cállate, Elisa! —replicó Stear al ver que su primo daba señales de vida.
Media hora mas tarde, tras la revisión minuciosa del médico de la familia, Stair y Archie ingresaron a la habitación luego que el galeno les anunciara que Anthony quería hablar con ellos.
—Menudo susto que nos has sacado —Stear golpeó su hombro y Anthony no pudo evitar reírse. El chico terminó con varios moretones y una pierna rota, era quizás algo mínimo ante la severidad del accidente —¿Por qué demonios no le respondiste a Candy cuando te llamaba?
—Ya déjame, estoy bien.
—Te tendremos inválido por varias semanas —Se queja Archie recostándose a un lado suyo —En serio, Candy esta muerta del susto.
—¿Y que querías que le dijera? Tranquila Candy estoy bien, es solo una fuerte exprimida en mi berenjena y mis nueces.
Archie estatalló en ruidosas carcajadas.
—No te rías. Ya te quiero ver soportando ese dolor. Creí que se había cortado de raíz.
—¿Qué tu qué? —Replicó el dúo al mismo tiempo.
—¿Acaso la pierna no fue lo único que te lastimaste?
—Creo que era mejor eso a la cabeza.—Explica el chico, alzando la cadera sobre la cama y bajando sus pantalones, mostrando a sus primos la otra zona afectada por su caída.
—¡Aush! —Es lo único que dice Stear llevándose una mano a sus partes nobles, y Archie hizo una mueca al imaginar lo doloroso que debió resultarle a su primo tremendo golpe.
Por una pequeña ranura de la puerta, Niel quien escuchó y miró todo, bajó la mirada para observar el tamaño de su amiguito. Lo suyo era una simple semilla de berenjena en comparación de la de Anthony —ahogó un suspiro.
LAS BANDOLERAS DE TERRY NO BUSCAMOS SUPERAR A NADIE SINO A NOSOTRAS MISMAS