Al entrar todo el mundo se quedo mudo al ver que Terry la traía del brazo y que sonreía ampliamente, nunca le habian visto sonreir asi y menos tomar a alguien de la mano con tanta delicadeza. La chica fue la envidia de las mujeres del lugar y la comidilla de toda la fiesta en realidad, pues según veía, ellos tenían una relación mas que especial. A lo lejos Albert les miraba sonriente, habia cumplido su cometio al fin.
- No pensé que volviera a ver a mi Julieta. –dijo Terry con una sonrisa mientras le daba la vuelta con la mano en su cintura.
Candy le miro y sonrio tímidamente, se escuchaba raro que el le llamara asi en aquella situacion, recordó aquel momento en la colina justo cuando la música cambiaba a una melodía en especial, ambos habian bailado en aquella ocasión, en el festival de mayo disfrazados de los mismos personajes que hoy lo hacían. Entonces recordó que en aquella ocasión tambien fue Albert quien envio aquel disfraz de Romeo y Julieta para ella.
- Ahora que lo pienso… Albert me dijo que vistiera de Julieta… dijo que …
- Que cosa?
- Dijo que aquí encontraría algun Romeo que me acompañara. –comento tímidamente sin atreverse a ver el rostro de Terry.
- Que bueno que fui yo y no otro Romeo.
- Albert no hace las cosas porque si, creo que el sabia que tu vendrías a la fiesta…
- Creo que le debo una. – menciono para ver sobre el hombro de ella y encontrarlo a lo lejos mientras alzaba una copa hacia ellos.
- Porque?
- Porque al fin puedo tener a Julieta entre mis brazos y a Candy White cerca de mi.
Ella se sonrojo y siguió dejándose guiar de los brazos de Terry por todo el salón. Ninguno sabia que pasaría en el futuro, pero al menos esa noche podían seguir siendo Romeo y Julieta sin tener que morir de amor.