―eso es lo que él te ha dicho, lo que para mí realmente no tiene credibilidad, eres demasiado parcial cuando se trata de ellos Elroy, ―recalcó William.
―y tu estas demasiado predispuesto, te comportas como si hubiera cometido el peor de los crímenes, cometió un error, algo que no debe definirlo.
―si hubiera sido un error habría tratado de corregirlo, pero al contrario se fue de paseo por Europa con las ganancias por la inversión que con tanto esfuerzo hizo Eliot Britter.
―estás haciendo acusaciones sin fundamento, el trajo a su familia a Europa, aprovechando los negocios que tenía que cerrar y ya te dije lo que pasó con esa inversión.
―acusaciones sin fundamento, acaso envió siquiera una rectificación, No, hizo la inversión a su nombre y tomó los beneficios, ahora dime cuales son esos negocios que vino a cerrar, si se muy bien que solo se la ha pasado haciendo lo mismo por todos lados, aprovechándose de los demás y del buen nombre del clan.
― ¡William!
―voy a advertir una sola vez, más le vale a Raymond Leagan que cambie su forma de hacer negocios o tendrá que salir del Clan, no voy a permitir que nuestro nombre sea usado para acciones que no van de acuerdo a nuestros valores.
―estas siendo injusto, un pequeño error y lo tratas como a un criminal reincidente, estas siendo demasiado duro.
―hermana, te recuerdo que fuiste tu quien expulsó a Angus y su familia del clan sin contemplaciones, por un error mucho menor que este, un error que no era suyo, por cierto, pero cuando se trata de tu yerno te vuelves demasiado permisiva, me duele ver cómo te ciegas, pues me temo que eso no cambiará.
―admití mi error con Angus, realmente es algo que me pesa, no necesitas restregármelo en la cara, en cuanto a Raymond, no volverá a suceder, así que por favor dejemos el tema allí.
―espero que así sea, no pienso tolerar más problemas causados por ellos, ―sentenció William, comprendiendo su hermana la seriedad de tales palabras.
Los viajes de negocios de William no se detenían, hacía unos días estaban en Italia, hasta donde viajó Elroy para reunirse con él y de paso visitar a los Leagan.
Raymond actuó con total inocencia, aludiendo que en esos días estaba por corregir el error a la hora de poner las inversiones a nombre de Eliot Britter, como si fuera algo sin ninguna importancia, como si se tratara de un centavo partido por la mitad y no de una gran cantidad de dinero.
El trabajo no se detenía para el patriarca, él además verificaba que cada empresa del clan estuviera trabajando como debía, Candy seguía aprendiendo con Beatriz, quien también ayudaba en los negocios, la joven no paraba en todo el día, ahora estaban poniendo en práctica las clases de idiomas de Candy, en los diferentes países que estaban visitando.
Dorothy aprendía junto a la pequeña, ambas aprovechaban a practicar mucho sus lecciones, tanto así que ya podían hacer solicitudes sencillas a los empleados que las atendían en las mansiones o villas en que se hospedaban.
Tales avances no fueron algo de la noche a la mañana, ya que dichas lecciones iniciaron desde que Candy fue adoptada, aunque sus primeros profesores no la trataron bien, si cumplían con dar las clases que debían, en las que la niña siempre puso mucho empeño, con la llegada de Beatriz su aprendizaje solo mejoró.
La cocinera de la actual villa en que estaban, amaba enormemente a la pequeña, consintiéndola con todos los postres que la niña pedía, porque si, para eso sí que no importaba el idioma, lo primero que Candy aprendía a pronunciar y muy bien eran las frases para pedir postre.
Como los negocios se ligaban directamente con la parte social, tenían que asistir a varias reuniones, aunque en la mayoría eran totalmente para adultos, si hubo algunas en las que la pequeña señorita Andrew fue invitada a asistir.
Fue en una de esas reuniones en las que Candy tuvo el infortunio de coincidir con los molestos hermanitos infernales, digo, con Eliza y Neal, quienes después de los meses transcurridos y al estar en otra ciudad, olvidaron las advertencias recibidas anteriormente, pues nada más llegar y ver que la pecosa estaba junto a un grupo de niños no tardaron en buscar humillarla.
―pero mira Neal a quien tenemos aquí.
―eso veo Eliza, que suerte has tenido huérfana inmunda, mira que atreverte a codearte con personas superiores a ti, una zarrapastrosa como tú no tiene nada que hacer aquí.
―ash, lo que me faltaba, aléjense de mi par de berrinchudos malcriados, ―respondió Candy a los insultos de los hermanitos infernales.
―tengan mucho cuidado con ella, ―dijo Eliza al grupo de niños y niñas a su alrededor, ―esta no es más que una huérfana arribista, que tuvo la suerte de ser recogida por el tío abuelo William, pero ya se sabe las malas mañas que aprendió en el sucio orfanato en que se creció.
―no te atrevas a ofender el hogar de Pony, una cosa es que trates de humillarme a mí, pero no te voy a permitir que ensucies el nombre del lugar en que crecí, ―reclamó Candy.
―es una salvaje, ustedes mismos lo han visto, ―acusó Neal.
―Candy, questi ragazzini ti stanno dando fastidio? (Candy, ¿acaso te están molestando estos niños?), ―preguntó en italiano, una de las niñas de la villa anfitriona.
―Sono dei mocciosi viziatelli, non dar loro retta, Fiorella (son unos mimados, no les hagas caso Fiorella,) ―respondió Candy con un poco de dificultad, pero siempre en italiano, dejando atónitos a Eliza y Neal quienes no sabían ni decir hola y no entendían que estaban diciendo.
―Se osano mancarti di rispetto, chiederò a mio padre di cacciarli via, Candy. (si se atreven a faltarte el respeto le pediré a mi padre que los corra Candy,) ―ofreció muy serio Donato, quien no permitiría que ofendieran a su nueva amiga.
―Cosa sta succedendo? (¿Qué sucede?,) ―preguntó Elroy, siempre en italiano, al haber escuchado el intercambio, sintiéndose decepcionada al darse cuenta de que sus favoritos seguían comportándose mal y, por si fuera poco, estaban más retrasados en italiano que Candy.
―mis niños, ¿están bien?, ―de inmediato intervino Sara, quien llegaba junto a Elroy.
Eliza y Neal se acercaron de inmediato a las mujeres, pero antes de abrir su boca para seguramente quejarse de Candy, Elroy les dirigió una severa mirada que los hizo callar.
―Signora, benvenuta a casa nostra, è un piacere averla con noi. stiamo solo controllando che la nostra ospite, la signorina Andrew, si trovi bene, poiché abbiamo sentito che questi ragazzi le parlavano in modo alquanto sgarbato (señora, sean bienvenidas a nuestro hogar, es un placer recibirlas, solo estamos verificando que nuestra invitada, la señorita Andrew se encuentre bien, ya que escuchamos que estos niños estaban hablándole en tonos desagradables.), ―intervino Donato.
―I miei piccoli non farebbero mai una cosa del genere, deve esserci un malinteso (mis pequeños no harían tal cosa, debe tratarse de un malentendido,) ―replicó sara.
―señoras, comprendemos y hablamos su idioma, pero preferimos darles la oportunidad de resarcirse, ―les habló Fiorella en perfecto inglés, ―espero no se repita, no nos gustan ese tipo de comportamientos.
Los niños se retiraron tomando la mano de Candy, quien era seguida muy de cerca por Dorothy, dejando ignorados a Eliza y Neal.
―mamá, esa huérfana no puede pasar sobre nosotros, ―se quejó Eliza furiosa.
―les pediré que se abstengan de faltar el respeto a la señorita Andrew, mis señores la tienen en alta estima y no solo ellos, pueden preguntar a cualquiera y verán que es sabido que tiene hasta la aprobación de los reyes de Inglaterra, ―les advirtió muy seria la nana de los anfitriones en inglés, para luego retirarse siguiendo a los niños.
―esto es una humillación, ―reclamó Sara furiosa.
―tienes razón, lo es, acaso has olvidado lo que sucedió en Lakewood Sara, no les advirtió el tío abuelo William que no se atrevieran a molestar a Candice, olvidaron su lugar, deben recordar que todos poseemos un estatus.
― ¡tía abuela!, ―quiso debatir sara.
―no en todos los lugares en que se encuentren su estatus será el más alto y lo saben, no lo olviden, pero sin importar eso, la hija del patriarca del clan sí que está en una posición superior a la suya, les advierto que él no está nada contento con ustedes, ha advertido que si vuelven a cometer una falta más los expulsará del clan y nada podré hacer para detenerlo.
―no tía abuela, no puede permitirlo, claro que puede evitarlo, ―pidió de inmediato sara.
―Candice cuenta con el apoyo total del consejo del clan, William no mostrará piedad, él es implacable contra quienes se meten con la niña, así que no quiero tener que volver a repetir esto, compórtense.
―comprendo tía abuela, ―respondió la señora Leagan, tragándose su orgullo.
―en cuanto a ustedes dos, una vez lleguemos a casa voy a encargarme de que tomen en serio sus clases de idiomas, es realmente vergonzoso que mejor Candice que hasta hace unos meses inició sus clases de idiomas sepa un poco de italiano y no ustedes que se supone lo han practicado desde hace más de un año.
Candy siguió jugando felizmente con los niños, quedando Eliza y Neal relegados, al no entender el italiano era inútil para ellos tratar de socializar y aunque los hijos de los anfitriones demostraron que, si hablaban su idioma, estos se negaron a hacerlo, al haber tenido una mala impresión de ellos.
Esa situación parecería injusta si se tratara de otro tipo de niños, pero ellos han tenido toda clase de oportunidades de aprender no uno, si no varios idiomas, pero han sido flojos en sus estudios, creyendo que podían imponer su voluntad y caprichos en donde llegaran.
Con esa actitud habían estado asistiendo a diversas reuniones, en donde sin importar si se hablara en francés, portugués o italiano, dependiendo del país en que estaban, ellos seguían hablando en inglés, lo que ellos no notaron por su orgullo y necedad, era que los otros niños apenas y les respondían el saludo por cortesía.
William llego a verificar como estaba su pequeña, viéndola jugar y divertirse libremente se sintió tranquilo, le preocupaba que no se le tratara bien o que buscaran humillarla, lo que él no sabía es que habían sido miembros de su propio clan quienes intentaron hacerlo.
―papá, ―saludó Candy, saliendo al encuentro de su padre.
― ¡Candice!, que modales son esos, una señorita debe ser recatada en sus demostraciones, es que acaso no te enseña bien Beatriz, voy a tener que hablar seriamente con ella acerca de tu educación, ―regañó de inmediato Elroy, ganándose una mala mirada de William.
―lo siento tía, ―se disculpó de inmediato Candy bajando su cabeza.
―mi pequeña, está muy bien que guardes respeto hacia tus mayores, eso demuestra lo educada que eres, pero nunca temas ser tu misma, siempre respetando el lugar en que estés, más importante aún, jamás temas demostrar el cariño que me tienes, ahora, dime, ¿te estas divirtiendo?, ―enfatizó William.
―si papá, mucho, ―respondió la niña recuperando su sonrisa.
―me alegra mucho, ve a jugar pequeña, no olvides buscarme si me necesitas.
Candy se alejó a seguir jugando con sus nuevos amigos, Elroy permanecía seria, mostrando su contrariedad.
―estas siendo demasiado alcahuete William, no puedes criar esa niña como si fuera una campesina salvaje.
―hermana, realmente aprecio que te preocupes por la educación de Candy, ya que imagino que es por el cariño que has llegado a tenerle y no solo por ver únicamente lo malo en ella, ―habló muy serio William.
―sabes que solo estoy procurando mantener en alto el prestigio de la familia, ―respondió indignada Elroy, ante la velada acusación en las palabras de su hermano.
―siempre y cuando eso no interfiera con mi autoridad como padre, respetando los valores del clan estará bien, por lo que te voy a pedir que no intentes regañar a Beatriz, no te olvides que ella no es tu empleada, si no mía, empleo que ella hace más por cariño y respeto que por necesidad, sin olvidar que todo lo que ella hace cuenta con mi aprobación.
―William, estas sobre reaccionando, ahora resulta que no puedo ni siquiera corregir a Candice cuando se comporte de forma incorrecta.
―no he dicho eso, pero ya que estamos, dime, ¿Qué fue lo incorrecto que hizo mi hija?, solo estaba saludándome, con el cariño con el que un hijo debe saludar a su padre, deja de buscar excusas Elroy, no puedes ni disimular que ella te desagrada, esta bien, el cariño no se obliga, pero ya que no la quieres, respétala como lo que es, mi hija, porque no voy a tolerar que sea tratada como si no lo fuera, ―sentenció mirando a Sara y sus hijos, que se habían mantenido escuchando todo, haciéndose los de los panes, como buena tanda de meques que eran.
Sara se quedo con la boca abierta, por la indirecta bien directa, dada por el patriarca y eso que él no sabía lo que sus hijos hicieron, comprendió que la tía abuela tenía razón, debían de andar con pies de plomo con esa chiquilla o acabarían perdiendo todo.
―Mia cara ragazza, sei tornata, ti sei divertita? La famiglia D'agostino è una delle più illustri non solo a Roma, ma in tutta Italia (mi querida niña, has regresado, ¿te divertiste?, la familia D’agostino son de las mas distinguidas no solo de Roma, sino de toda Italia,) ―explicó Lorenza la cocinera.
― Sì, nonna, grazie mille, sono stati molto gentili e si sono comportati molto bene con me (si nana, muchas gracias, eran muy agradables y se portaron muy bien conmigo,) ―respondió con cuidado en italiano y muy sonriente la pequeña Candy.
― Oh, ma penso che sia ora di andare a dormire. Non preoccuparti piccola mia, ti ho lasciato un bicchiere di latte caldo e dei biscotti sul tuo comodino (oh, pero creo que ya es hora de dormir, no te preocupes mi pequeña, te deje un vaso de leche tibia y dos galletas en tu mesita de noche,) ―aseguró Lorenza, recibiendo un enorme abrazo y sonoro beso de Candy.
―Grazie, nonna Lorenza, grazie (gracias nana Lorenza, gracias,) ―fue lo ultimo que dijo la pequeña, antes de salir corriendo, siendo seguida muy de cerca por una sonriente Dorothy.
―Grazie mille, signora Lorenza (muchas gracias señora Lorenza,) ―agradeció Dorothy a la cocinera.
―Non ringraziarmi, Dorothy, quella ragazza è un angelo e ci ha tutti in suo potere (no hay nada que agradecer Dorothy, esa niña es un ángel y nos tiene a todos envueltos en su dedo meñique,) ―respondió feliz Lorenza.
Al día siguiente la familia Leagan partió hacia Portugal, Elroy se quedó en la ciudad, no los acompañó, ella tenía varios asuntos de los que ocuparse, por lo que no pudo verificar ni la educación, ni la disciplina de los niños.
A lo largo del tiempo en que estuvo en esa ciudad, Candy continúo haciendo amistades, unas mas sinceras que otras, pero al menos lo suficientemente prudentes como para mantener sus comentarios para si mismos cuando no fueran agradables, procurando no meterse con la pequeña.
En Lakewood una rubia llevaba días tratando de llegar a la mansión de las rosas, nunca antes estuvo allí, pero recordaba las conversaciones con él, en las que describía la hermosa propiedad, hablando con tanto amor de sus dos hijos, de la razón por la que esta era llamada así, por su hija mayor, quien amaba las rosas y las cultivaba con mucha dedicación.
Le costo mucho llegar hasta allí, estuvo prácticamente caminando todo el camino, uno muy largo desde el convento en el que estuvo durante años, recuperando sus fuerzas poco a poco, durante su primer año estuvo navegando entre la consciencia y la inconsciencia, tanto así que nadie creía que sobreviviría.
Una vez se recuperó lo suficiente, comenzó a enviar cartas, había memorizado la dirección, pero una tras otra era ignorada, nunca recibió respuesta, temía lo que fuera a encontrar, pero ella no se iba a dar por vencida, ella haría valer sus derechos si era necesario, pero no permitiría que la duda siguiera gobernando su vida.
Su esposo tenia que responderle, el porque durante todos estos años no la ha buscado, porque ha tenido que estar sola, sufriendo sin consuelo y sin respuestas el dolor de perderlo a él y a su bebé, en especial después de ver aquellas fotografías en el periódico de Chicago.
Faltaba poco, pero sus fuerzas se habían agotado hacia mucho, apenas pudo tocar la enorme puerta de la entrada, antes de caer desmayada.
―que extraño, estoy seguro de que escuche que tocaban, pero no veo a nadie.
― ¿con quién hablas Lucas?, ―preguntó una mucama que se acercaba a dejar un jarrón con agua al encargado de la puerta.
―con nadie Lidia, es que me pareció escuchar que alguien tocaba, pero no hay nadie, ―respondió el hombre tomando el jarrón y bebiendo el agua de inmediato.
―pero si allí hay una mujer tirada, que ¿acaso no revisaste?, ―reclamó, con preocupación la mucama.
― ¿Cómo?, señora, señora, ―el hombre abrió la enorme puerta con prisa, tratando de auxiliar a la rubia desmayada.
―Lidia ayúdame, pásame el agua, se nota que ha caminado mucho, a lo mejor ni ha comido, de seguro toco pidiendo ayuda, debe tener mucha sed, ―explico Lucas, dando sorbos de agua a la rubia, quien aún débil los bebió.
―señora ¿esta usted bien?, ―preguntó la mucama, ― ¿Cómo se llama?
―gra-cias, soy Bianca, ―respondió con apenas voz la rubia.
― ¿está perdida?, ¿hacia donde se dirige?, ―interrogó Lucas.
―espero que no muchacho, busco la mansión de las rosas, ―pero antes de decir nada más la mujer volvió a desmayarse, preocupando a los jóvenes empleados.
―pongámosla mas cómoda, llévala a la sombra, en esta banca Lucas, pobre debe estar exhausta, ―el joven de inmediato siguió la indicación de Lidia.
―recomiendo que avisemos a la señora Rosemary, ―sugirió el joven.
―tienes razón, con todo lo que ha pasado ya solo nos falta que sea alguien importante, ―respondió Lidia haciendo señas de inmediato a otro empleado que estaba un poco lejos de ellos.
El otro empleado se acercó y escuchando la indicación de los otros dos salió a prisa a la mansión, para avisar a los señores Brown.
―mmmm, ―comenzó a reaccionar la rubia.
―señora Bianca, esta usted bien, ―volvió a cuestionar Lucas.
―no mucho, la mansión de las rosas, mansión Andrew, ―repetía la rubia.
―es aquí, pero, ¿a quien busca?, ―fue ahora la mucama quien quiso saber.
―a mi esposo, soy Bianca Andrew.
Continuara…
Nota: un agradecimiento especial para Australia por su valiosa ayuda en las traducciones al italiano.