CAPÍTULO XI CELOS,
PARTE III
Candy salió de la mansión hacía los jardines, quería respirar el olor de las Dulce Candy, despejar sus pensamientos, los celos que tuvo al mirar los galanteos de Terry para Annie, dieron paso a un enorme vacío, una intensa desolación, que no había sentido desde aquella terrible noche en Nueva York, pero ahora, las cosas eran diferentes, ¡Terry estaba ahí! Y ¡Ella, involucrada en una relación que no quería!, el no saber de él, pensándolo con Susana y después de lo acontecido con Archie, se resignó a continuar con su vida, si, con esa vida, que tal vez no le ocasionara felicidad por la separación con Annie, así como por sus propios sueños de amor frustrados.
Las lágrimas iban resbalando por sus mejillas, no hacía nada por detenerlas, quería sacar su mejor sonrisa como siempre, pero le era imposible, ¿Cómo sonreír? ¡Cuando su alma se desgarraba!, ¡Cuando sentía que podría deshacer a Annie con sus manos!, pero no podía evitarlo, ¡La rabia acaparó sus sentidos al verla tan cerca de Terry! Se reprochaba esos sentimientos, pero ¿Qué más daba?, ¡Su casi hermana no quería escucharla!, ¡Terry tampoco creía en ella!, las cosas eran así, no haría nada por cambiarlas, ¡Tal vez en otra vida! Se dijo suspirando hondamente, mirando al cielo.
Archie salió al balcón en busca de su prometida, pero lo primero que vio fue a Terry fumando un cigarrillo, mientras que Annie tomaba una copa de champaña, ambos platicaban. El chico, sintió alivio de no encontrar a Candy con el aristócrata, pero la curiosidad de saber de qué hablaban, lo hizo esconderse entre los pilares, sin embargo, no alcanzaba a escuchar, lentamente le dio la vuelta al pilar, pero al hacerlo no se percató de que la cadena de su reloj de bolsillo se atoraba con las ramas de una planta, haciendo notoria su presencia. Cuando los jóvenes se percataron de él, mirándose a los ojos asintieron en continuar con su plan, por lo que Annie se acercó tomando de la mano a Terry y otorgando una sonrisa fingida a su interlocutor. — ¡Creo que tenemos compañía, Terry! ¡Hola, Archie! ¡Felicidades por tu compromiso! — Decía la chica, quien a pesar de su amable felicitación destilaba odio en sus palabras. — ¡Por favor! ¡Sé que la que menos se alegra de mi compromiso eres tú!, ¿Qué hacen aquí? ¡Ninguno de los dos ha sido invitado! — Increpó el chico desafiando con la mirada a Terrence.
— ¡Te equivocas, Cornwell! ¡Yo soy invitado por Albert, y mi acompañante es Annie, a quien no es necesario que te presente!, ¿Verdad? — Respondió el castaño con su postura altiva y arrogante. — ¡Por lo que no veo el motivo de tu falta de cordialidad!, ¡Nosotros sólo estamos disfrutando de la velada! — Prosiguió tomando de la cintura a Annie, — ¡No, cariño! ¡No es falta de cordialidad! ¡Archie está nervioso de que te encuentres con su prometida y…! — Intervino Annie. — ¡Te equivocas! — Respondió Archie, quien dibujó una enorme sonrisa en su rostro, al ver que Candy se dirigía hacia ellos. — ¡Amor!, ¡Mira quién ha venido!, ¡Nuestros grandes amigos! — Exclamó, extendiendo su mano a la rubia, quien se había quedado detrás de Terry y Annie. Candy tímidamente tomó la mano de Archie, quien la jaló para tomarla por la cintura y darle un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de sus labios, ella no hizo nada por resistirse, no obstante, sentía la furiosa mirada de Terry, quien hacía todo lo posible por no agarrar a golpes al elegante, pero era inevitable reprimir el potente palpitar de sus sienes, relajando su mandíbula y haciendo uso de sus dotes histriónicas se dirigió a la pecosa. — ¡Hola, Candy! ¡Aprovecho la oportunidad para felicitarte por tú próximo matrimonio! — Mordazmente continuó. — ¡Siempre es bueno iniciar cosas nuevas que nos provean de amor!, ¡De todo lo que nos hace falta para ser felices! ¡No es así, linda! — Prosiguió, acercando su cara a la de Annie, quien recargó su cabeza en el pecho del castaño. Candy al ver eso bajó la mirada, pero ante la voz de Annie se volvió atenta a sus palabras. — ¡Sí, Candy! ¿Quién diría que estaríamos así? ¡¿Verdad?! ¡No te sorprendas, Terry y yo queremos lo mejor para ustedes! — Dijo mirando fijamente a Candy, quien esbozó una ligera sonrisa, iba a contestar, pero sus labios no se movieron, las ideas se le fueron, no sabía cómo reaccionar y qué decir, eran tantas cosas que sentía al ver la actitud de esas dos personas que amaba tanto, que sentía como una astilla se incrustaba en su estómago, la decepción por las palabras que horas antes le había dicho Terry y verlo ahora así, tan cerca de Annie, que poco a poco el dolor dio paso al coraje, así que contestó. — ¡Me alegra que se sientan bien!, ¡Disfruten la velada!, ¡Annie me gustaría hablar contigo a solas!, — ¡Lo siento, Candy!, ¡No quiero dejar solo a Terry!, — ¡Pero es necesario que hablemos, Annie! — ¡Déjala, cariño!, ¡Volvamos a la fiesta!, ¡Nos han de estar buscando! — Intervino Archie con cara de fastidio.
— ¡Sí, vuelvan!, ¡No vaya a ser que con unas copas más nos dé por recordar viejos tiempos! O ¿No, Candy? — Comentó con una sonrisa retorcida y sardónica Terry. — ¡No te pases de insolente, Grandchester!, ¡No lograrás sacarme de balance y dar un espectáculo esta noche! — Contestó Archie lo más tranquilo que pudo. — ¡Vamos, querida! — Prosiguió jalando a Candy por la cintura. — ¡No le hagas caso, cariño!, ¡Lo que Archie teme es que vayamos a hacer algo que ponga en riesgo su compromiso! ¡O que comprometa a su prometida! — Intervino Annie, — ¡Basta! — Levantó la voz Archibald — ¡No temo a nada, ni a nadie! — Al decir esto, volvió a jalar bruscamente a Candy dirigiéndose al salón.
— ¿A qué se refiere, Annie? — Preguntó Candy a su prometido. — ¡No lo sé, querida! ¡Ya sabes que esta ciega de rencor y cualquier cosa que diga estará llena de despecho! — ¡Pero quiero que me diga de una vez todo!, ¡Tratar de arreglar las cosas con ella!, ¡A lo mejor es buen momento, Archie!, ¡Nunca pensé que estuviera aquí y menos con…! — No acabó la frase porque el chico se detuvo intempestivamente. — ¡¿Con Terry?! ¡Dime Candy! ¿Te importa mucho? ¿Todavía estás enamorada de ese aristócrata engreído? — La tomaba de los brazos ejerciendo demasiada fuerza que lastimaba a la chica. — ¡Archie! ¡Me estás lastimando! — ¡Respóndeme, Candy! ¿Todavía amas a ese tipo? — ¡Archie, y…o! — Ella intentaba hablar, quería decirle que sí, lo seguía a mando, que le dolía verlo con Annie, que…, pero la fuerza de las manos del chico le hicieron reaccionar. — ¡Suéltame! — Exigió zafándose del agarre. — ¡Lo que sienta es asunto mío! ¡Finalmente me casaré contigo! ¿No? — ¡Lo siento, querida, pe…ro no sabes los celos que siento!, ¡No quiero perderte! ¡Justo ahora que estoy a punto de lograr mi sueño dorado!, ¡Se aparece ese tipo aquí y si te hace dudar y…o! — Candy no supo qué decir, sólo miraba la desesperación cincelada en ese rostro hermoso, el sufrimiento era evidente en el chico. Ella iba a decirle algo, pero la voz de Albert la interrumpió. — ¡Hey, chicos! ¡La tía abuela los está buscando! ¿Sucede algo? — Preguntó. — Archie con la mirada turbia respondió apresuradamente. — ¡No! ¡Ya vamos! Quería evitar a toda costa que Candy le dijera lo que él se negaba a entender.
Terry apretaba su copa al grado de romperla y cortándose la mano, Annie con una sonrisa burlona le dijo. — ¿Te has convencido? ¡Entre esos dos hubo algo desde el colegio! ¡Tal vez tú no quieras hacer nada, pero yo sí!, ¡No me verán la cara de estúpida! — ¡Tú estás llena de odio, Annie! ¡Hasta ahora te dejas ver como realmente eres!, ¡Siempre has envidiado a Candy!, ¡Lo único que quieres es hacerle daño a ella! ¡Y eso no te lo permitiré!, ¿Estás consciente de ello? — Reparó el castaño. — ¡No lo sé, Terry!, ¡Tal vez tus celos lleguen más lejos, que tú amor! ¡Porque no me negarás que te mueres de celos, al igual que yo! — ¡Tal vez!, ¡Pero a diferencia tuya yo si amo a Candy!, ¡No estoy obsesionado!, ¡Si ella es feliz con el elegante, me haré a un lado!, ¡Su felicidad es todo lo que me importa! — Contestó el actor, que ya se amarraba su herida con un pañuelo que Annie le había dado. — ¿Entramos o nos quedaremos, aquí?’ — Repuso la chica. — ¡Entra tú! Enseguida te alcanzo. — ¡Está bien, voy al tocador! Te veo ahí dentro. Cuando la joven se retiró Terry dio un fuerte golpe al pilar, la irá lo consumía, se sentía extraño, por un momento no supo qué hacía ahí. Su impulso por buscar a Candy ante la nota periodística, no le dejó pensar, que tal vez las cosas habían cambiado en ella. Pero ¡No!, Se negaba a aceptar esa idea, la respuesta de ella ante su beso, le decía todo, ¡No, no era posible!, ella lo seguía amando, pero ¿Entonces? ¿Por qué hacía todo esto? ¿Por qué aceptaba el acercamiento de Archie, sus caricias? ¡Maldita sea, Candy! ¿A qué estás jugando?, ¿Me quieres matar de celos o quieres que mate al elegante? — Esto último lo dijo en voz alta. — ¡Creo que a volverte loco! — Le contestó Albert con una sonrisa en su rostro. — ¡Amigo, creo que te estas equivocando! ¡No es con ese método que lograrás que Candy hable!, ¡Al contrario!, ¿Qué pensabas al traer a Annie contigo? ¡Eso no me lo contaste! Solo me dijiste que hablaste con ella, pero de eso a ¡Traerla! — Te lo contaré después, Albert, es un poco largo. — ¡Está bien!, hay que entrar, la fiesta sigue; — Respondió Albert, tomando a su amigo del hombro para dirigirse de nuevo a la reunión.
Patty y Stear observaban la entrada de cada uno de los jóvenes, no sabían qué pasó, pero de algo estaban seguros, la cara de todos no reflejaba los sentimientos de ninguno, salvo Candy, que no mostraba emoción alguna. — ¡Tenemos que hablar con Terry! — Comentó Patty, — ¡Lo sé, pero ahora no es un buen momento! — Respondió Stear. — ¡Entonces!, ¿Cuándo? ¡Ya no tardan en anunciar el compromiso! — Estaban en eso, cuando de pronto se escuchó el tintineo de una copa anunciando un brindis, todos voltearon al pie de las escaleras, donde se encontraba la tía abuela dispuesta a anunciar el motivo de la velada. — ¡Buenas noches a todos!, ¡La familia Ardlay está muy complacida de contar con su presencia en esta noche que es muy importante para nosotros! — La mirada de todos los presentes se centraba en la mujer, conocida como la matriarca que había criado a todos los jóvenes de la dinastía. — ¡Es un orgullo comunicarles el compromiso entre Archivald Cornwell Ardlay y la señorita Candice White Ardlay!, ¡Hija adoptiva del patriarca de nuestro clan!, ¡Es importante decirles, que las nupcias serán el próximo mes!, ¡Pronto les llegará la invitación! — A pesar de la sorpresa por la premura de la boda, los invitados entre comentarios sesgados comenzaron a aplaudir, dejando de hacerlo cuando Elroy dijo. —¡Salud!
Candy volteó a mirar a su prometido, quien tampoco entendía el anuncio de su tía, pero finalmente estaba contento, la rapidez de su boda, aligeraría todo, se casaría con Candy y se irían a una larga luna de miel, para su regreso, todo habría pasado, Annie ya no podría hacerle daño a su amada. Estaba ensimismado en sus pensamientos, que no se percató de que su novia se había ido, quiso ir a buscarla, pero las felicitaciones de los invitados impedían su paso, ya que lo detenían constantemente, pero ansioso buscaba entre las personas, no veía a la joven. Al recorrer con la mirada a todos los presentes se topó con la mirada llorosa de Annie, sus ojos azules reflejaban un intenso dolor, coraje, celos y odio. Por un momento, le sostuvo la mirada, sin embargo, no quiso seguir, centró su atención en lo que le decía una mujer mayor, que le hablaba muy bajo.
Terry le dirigió a Albert una mirada gélida, cuestionando lo que acababan de escuchar. El rubio se acercó a él. — ¡Calma, Terry! ¡No entiendo lo que está pasando!, ¡Ni por qué la tía abuela hizo semejante anuncio! — ¡Creo que está más que claro! — Resopló el actor. — ¡Tú tía sabe exactamente que se tienen que casar lo más pronto posible, Albert! ¡Es mejor que me vaya! ¡Es momento de aceptar que Candy tiene derecho a hacer su vida!, ¡A ser feliz!, ¡Eso fue lo que nos prometimos y yo…! — Continúo dubitativo. — ¡Yo, a pesar de todo el amor que le tengo, debo marcharme! — Decía, mientras se daba la vuelta. — ¡Espera, Terry! — ¡Es inútil, Albert!, ¡Acéptalo, tú también! —
Terry se dirigió a la cabaña, prepararía sus cosas y se iría, ya no quería estar ahí, sentía que en cualquier momento el nudo que tenía en la garganta, la impotencia y frustración se harían evidentes, ¡No! No permitiría que nadie lo viera así, mientras tomaba la decisión se detuvo en el jardín posterior, encendió un cigarrillo, se recargó en un árbol y fumaba sumergido en sus pensamientos, se cuestionaba el por qué siempre había sido así, por un lado, o por otro, los dos, ya sea por ella o por él siempre encontraban obstáculos para realizar sus anhelos. Ahora le tocaba a él retirarse, dejarla para no hacerla sufrir, como ella lo hizo cuando sucedió lo de Susana, ¿Por qué no lo haría él?, exhaló la última calada a su cigarro y prosiguió su camino, casi llegaba a la cabaña, pero prefirió caminar un poco por los jardines, quería recorrerlos y quedarse con la imagen de ese lugar en el que no volvería a estar. Sus pasos eran lentos, quería soltar todo lo que traía dentro, ese dolor que le presionaba el pecho, pero a la vez se reprochaba el haberse tardado en dejar a Susana, ¿Qué pensaba?, ¡Que Candy lo esperaría toda la vida! ¡Iluso!, sin embargo, de algo se sentía seguro, nunca regresaría con Susana, una vez recobrado su amor propio, no estaba dispuesto a soportar a esas dos mujeres, ¡Se había recuperado a sí mismo! ¡Volvía a ser ese hombre, que por medio de su rebeldía escondía su tristeza y soledad!, ¡Ese que era temido por su tenacidad, su coraje y determinación y eso le reconfortaba! Unas insolentes lágrimas amenazaban con salir de sus ojos azules, obscurecidos por la tristeza, amén de una enorme desolación, que daba paso a la pérdida de su único amor.
Una piedra que caía en el lago llamó su atención, al voltear miró a Candy, la chica tiraba piedritas con demasiada fuerza, como si al aventarlas lanzara su coraje, se veía molesta, con los ojos acuosos, pero reprimía el correr del líquido salado. Al verla sus sentimientos se intensificaron, se veía hermosa, ya no era la misma Candy que lo había dejado en Nueva York, ahora era una mujer, que pronto se casaría con otro, al pensar en ello, sus celos renacieron, iba a acercarse a ella, pero se detuvo, ¡No! ¡Ya no la molestaría más! Decidido se dio la vuelta rápidamente, pisó una rama que crujió al romperse, provocando que Candy lo viera. — ¿Ahora me espías? — Le gritó — El chico se siguió, no quería hablar más con ella, no tenía caso. La rubia que tenía el coraje contenido por lo acontecido con Annie corrió hacía él. — ¿Qué haces aquí? — Le decía mientras trataba de darle alcance. — ¡Contéstame! — Le dijo mientras lo sujetaba del brazo. Terry un poco sorprendido no soportó más, bruscamente se soltó de su agarre, dirigiéndole una fiera mirada le dijo. — ¿Qué quieres, Candy? ¡Yo sólo caminaba!, ¡No pensaba buscarte más!, ¡Haré lo que tu hiciste, me alejaré, sin hacer nada más!, ¡No te preocupes!, ¡Cásate y haz todo lo posible por ser feliz! — Candy dio un paso atrás sorprendida por la reacción de él, de momento sintió como todo el coraje que tenía se evaporaba, al momento que ella se hundía en un abismo. El llanto pugnaba por salir, ¡No quería dejarlo ir!, pero tampoco estaba dispuesta a ser la misma, que a través del llanto intentara solucionar todo. Tomó valor, al recordar los galanteos que, momentos antes el chico tuviera hacia Annie y sin pensarlo más le reprochó. — ¡Haces bien! ¡Creo que tú también debes reinventar tu vida!, ¡Para eso te sobran las mujeres!, pero ¡Lo que no entiendo, como teniendo tantas!, ¡Tenías que escoger a Annie para tus…! — ¿Para mis qué, Candy?, ¡Cuida tus palabras! — Interrumpió el castaño. — ¿Tú me dices que cuide mis palabras? ¡Cuida mejor tú tus acciones, Terry! Podrías conquistar a cualquier mujer, lo que es conocido por todos, pero no te pensé tan desleal para jugar con Annie.
El joven de un movimiento rápido tomó bruscamente a la chica por la cintura y con su peso la recargó en un árbol — ¿Qué es lo que quieres, Candy? — Decía, mientras con una voz suave y profunda le hablaba acercándose a sus labios. Ella embelesada con el aliento de él, cerró los ojos esperando ansiosa el beso que pensó le daría, sin darse cuenta de que Terry no mostraba amor en su mirada, sino dolor, celos, ira contenida. Sus labios estaban a punto de unirse, cuando una carcajada burlona e hiriente sustituyó la unión anhelada. — ¡Señorita Ardlay!, ¡Creo que su comportamiento no será bien visto por su familia!, ¡Mucho menos por su prometido!, ¡Guárdese para él!, ¡Yo soy todo un caballero y nunca le faltaría a una dama! — Siguió con una sonrisa de medio lado y haciendo una elegante reverencia. Candy que, por un momento, pensó que, podrían hablar, se quedó muda, ¡¿Se estaba burlando de ella?!, ¡Sintió como si un dique se hubiera fracturado dando paso a un torrente de lágrimas que bajaban por su cara! — ¡Eres un engreído, Terry! ¡Ahora me convenzo de que eres así con todas las mujeres, pero no conmigo! — ¿Eso qué, Candy?, ¿Qué pensabas?, ¡Que permanecería aquí muriendo de celos!, ¡Que te rogara, suplicara que no te cases, que vuelvas conmigo! ¿Tendría algún caso? ¡Intenté hablar contigo!, ¡Vine por ti!, ¡Pero ahora entiendo que no fue buena idea! ¡Tú has decidido retomar tu vida con otra persona y yo…! — El actor, no pudo terminar, una palabra más y acabaría corriendo a su lado, suplicando su amor, sus ojos acuosos, hicieron que él le diera la espalda, no quería que ella lo mirara así, tenía que conservar el orgullo que flaqueaba ante al amor herido por el monstruo de los celos.
Se encontraban en el portal de agua, a pesar de la obscuridad, la noche era tranquila, algunas estrellas se dejaban ver en el cielo, sólo el caer del agua en la cascada del portal interrumpía el silencio que imperaba en ese momento. Al término de un rato, él prefirió retirarse, no quería forzar más la situación, finalmente había entendido que ella, buscaba su felicidad y él menos que nadie tenía derecho a quitársela.
— ¿Así que te vas? — Retomó la palabra ella. — Él se detuvo por un momento, quería sumergirse por última vez en esa mirada verde. — ¡Sí, hablaré con Albert!, ¡Espero partir esta misma noche, o mañana temprano! ¡Adiós, Candy! — Ella que todavía se sentía burlada le contestó. — ¡Es mejor así, Terry!, ¡Vete con Annie, con Susana o con quién tú quieras…! — Gritó, pero se detuvo al escuchar la voz de Archie que le gritaba. — ¡Y tú vuelve a tu fiesta, tu prometido te llama! — El joven apresuró el paso dejándola ahí, mientras caminaba liberaba las lágrimas de pérdida, no quería estar más, se iría, tal vez regresaría a Nueva York a hablar con su madre, después se tomaría unas largas vacaciones, tenía que recuperarse, comenzar en otro lado, olvidar.
Candy llegó al encuentro de Archie, quien a lo lejos vio a Terry, — ¿Dónde estabas? — Le cuestionó de inmediato con un tono molesto. — ¡En el portal de Agua, quería asimilar lo que está pasando! — ¡No mientas, Candy! ¿Estabas con él? ¡Responde! — Decía mientras la sujetaba fuertemente por los hombros. — ¡Suéltame!, ¿Qué te pasa? — Reparó ella, soltándose decididamente de su prometido. El chico al notar la molestia de ella reaccionó. — ¡Discúlpame! ¡Es que los temores se apoderan de mí cada vez que pienso que tú sigues amándolo!, ¡No lo soporto!, ¡Por favor perdóname! ¡Volvamos a la fiesta, todos nos estarán buscando! — ¡Creo que debemos hablar, Archie! ¡No sé por qué debemos casarnos en un mes!, ¡No es necesario! — Contestó ella, tratando de serenarse, su instinto libre afloraba al sentirse obligada a casarse, aunque, ya estaba aceptado, no era así como habían planeado las cosas. — ¡No sé de qué debemos hablar, Candy! ¡Es obvio que la tía abuela sospecha algo y yo no permitiré que tu reputación quede en entre dicho! — ¡¿Mi reputación?! ¡Bien sabes que no me has contado lo que sucedió, y yo no me acuerdo de nada! — ¡Dejemos eso para después, Candy!, ¡Nuestra fiesta nos espera! — Respondió el rubio, apresurando su paso, tomando a la chica del brazo, no le diría nada hasta que estuvieran casados.
En el salón, Stear y Patty se acercaron a Annie al verla sola, era obvio que su acompañante había desaparecido, al igual que Candy y Archie, se les hacía extraño estar lejos, todos amigos desde el colegio, iban juntos a todos lados, aunque ambos sabían las intenciones de su amiga, no querían dejarla sola. — ¡Se me hace increíble ver de tu acompañante a Terry! — Comentó Stear — ¡Lo sé! ¡Yo tampoco me lo hubiera imaginado!, ¡Nunca tuvimos relación alguna, pero tal parece que todo puede suceder en cualquier momento! — ¿De qué hablas, Annie? — ¡Por favor!, ¡No me digas que Patty, no te ha comentado nada! — Respondió la castaña irónicamente. — ¡Al igual que tu novia, sabes lo que me hicieron esos dos! — Patty intervino para evitar una discusión. —¿Qué pretendes hacer, Annie?, ¡El compromiso ya fue anunciado y era lo que querías evitar! ¿No? — ¡No lo sé, Patty!, ¡Pero no se saldrán con la suya!, ¡De eso me encargaré yo!, ¡Por ahora me voy, ya no tiene caso que me quede aquí! — ¡Te mandaré en un auto de la familia! — Reparó Stear. — ¡No! ¡De los Ardlay no quiero nada!, ¡Gracias! — Concluyó la chica dirigiéndose a la salida.
Elisa y Neal observaron la escena un tanto intrigados, a ellos también se les había hecho extraño que Annie llegara a la fiesta acompañada de Grandchester, así como su mutismo ante el evento. — ¡¿Sabes, hermanito?! ¡Creo que muchas de nuestras respuestas las tiene Annie!, ¡Tenemos que saber qué es lo que ha pasado entre esos tres!, ¡Iré a hablar con esa tonta, ella nos dirá algo!, ¡Mientras tú, ve a la habitación de Archie, a ver si encuentras algo! — ¿Estás segura, Elisa? ¡Mira que el tío nos advirtió…! — ¡Ya Neil, has lo que te digo! ¡Solo así obtendremos información y eso querido, nos dará poder para terminar con la huérfana! — Respondió la pelirroja con una sonrisa malévola…
Continuará…