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Capítulo 4
Parte II
Destino Nueva York.
Parte II
Destino Nueva York.
Con el tiempo de parte de ellos, llegaron a Nueva York justo antes de las dos de la tarde, Candy estaba mucho más que emocionada por salir del tren, ver a Terry después de tanto tiempo era lo que más quería. No quería reprochar lo de las cartas, quizás no era su culpa sino el tiempo el que le impedía no escribirle, aun así, tenía su objetivo claro, quitarle las ideas de guerra a Stear. Ahí era en donde requería que Terry hiciera de las suyas, que fuera su conciencia de algún modo u otro.
—¡Vaya! Así que esta es la famosa Nueva York —La voz de Patty era de sorpresa, apenas salieron de la estación y pisaron las calles de la ciudad no dejaron de sentirse curiosos ante lo que veían ya que nunca antes habían estado en una ciudad tan grande.
—¡Ay por Dios! Esta ciudad es enorme y tiene muchos autos —dijo Candy sorprendida y anonadada por tanto bullicio, recibiendo un manotazo por parte de Stear.
—No debería sorprenderte esto, Candy. Además, tú fuiste quien propuso venir hasta acá.
—Así es. Ahora debemos prepararnos y buscar a Terry —menciono Archie sacando del interior de su chaleco un mapa —Debe estar en la Compañía Teatral Strafford en este instante. Le tomaremos por sorpresa.
—¡Me encanta esa idea! —Dijo Candy dando saltos de la emoción —¡Deprisa!
—Un momento Candy. Debemos primero descansar un poco —sugirió Annie a la rubia quien no podía dejar de sentirse emocionada.
—¿Por qué ustedes no van y reservan un hotel? —Esta vez, la sugerencia llego de parte de Patty —Stear, Candy y yo podemos ir al teatro mientras tanto. A esta hora debe estar en ensayos y es buen momento para encontrarlo.
Stear observo la emoción de Candy en ese momento, se sentía bien por ver un rostro diferente en ella, uno que solo Terry era capaz de sacar. Sintió en ese momento que estar en Nueva York era parte de su misión, no dejar que Candy estuviera sola, irse sin asegurar el bienestar de la rubia sería una bajeza, y así como ella y los demás estaban intentando hacer que cambiara de opinión, el haría algo por ellos, algo para que lo recordaran siempre.
—¡Estoy de acuerdo! Quiero ver al idiota de Terry, necesito ver si tiene algún otro artilugio que quiera que repare para él. Además, quizás podamos aprender algo de teatro ¿Qué dices, Patty? —Cuando Stear dijo esas palabras, el rostro de Patty cambio, y él se dio cuenta, porque quizás le dio a entender que algo en el cambiaría estando ahí.
—¡Vamos! —Vitoreo Patty al sentir que Stear la tomaba en cuenta para hacer algo juntos.
Candy, Annie y Archie por un instante vieron un gesto diferente en el inventor, y estuvieron de acuerdo en lo que en ese momento se había planeado. Annie y Archie fueron a reservar un hotel que estuviera cercano a Broadway para no perder tiempo alguno, y por su parte, Candy, Patty y Stear buscarían a Terry.
…..
Desde temprano, los encargados del mantenimiento de los reflectores del teatro habían estado trabajando en la instalación de los mismos, ya que pronto se estrenaría una obra importante en Strafford y requerían buena iluminación. Terry caminaba de un lado a otro, porque realmente no le interesaba ensayar, quería recibir a sus amigos que en cualquier momento llegarían, quería comprar rosas para Candy, disculparse con ella y sobre todo, cumplir con el verdadero objetivo que se había planteado al irse de Londres solo… hacerse lo suficientemente autosuficiente como para estar al lado de Candy, y ese, era el momento ideal.
—¡Quédate tranquilo! —Regaño Karen al ver como se tropezaba de cuando en cuando en su carrera —Te sacaras un ojo.
—Lo siento, es que estoy nervioso. No sé en qué momento llegara Candy y quiero que todo sea perfecto.
—Sí, sí. Ya llegara tu domadora a tomar su lugar, pero que eso no te enloquezca al punto de olvidar tus responsabilidades.
—Es que… ¡Vaya, tienes que verla, Karen! Es tan hermosa que no puedo creer que ella pueda soportarme.
—¡Lo que estas es enamorado! —respondió Karen recostando su mejilla en su rodilla y enterneciéndose ante ese muchachito enamorado que ahora no sabía ni donde estaba parado.
—No sé si estoy enamorado o loco. Pero sé que no puedo estar un momento más separado de Candy, necesito que apenas llegue, se quede conmigo de una buena vez y para siempre.
Escondida detrás de una pared, Susana escuchaba esas palabras y sentía celos y rabia por el simple hecho de que ese muchacho ni siquiera podía dedicarle una palabra que no fuera hipócrita o por mera caballerosidad, había intentado que perdieran el contacto, pero de igual manera ellos habían reconectado y ahora esa chica iba en camino hacia él. No debía permitirlo, ya lo había hecho una vez en Chicago, volvería a hacerlo del modo que fuera posible.
—¡Terry! —Llamo la rubia a Terry, quien en seguida le dedico una mirada de fastidio.
—¿Qué ocurre?
—Tenemos que ir a ensayar.
—Están reparando el sistema de reflectores. No podemos estar ahí, puede que sea peligroso.
—No podemos perder tiempo. —Exclamo seriamente la rubia mientras veía Terry cambiar de actitud hacia ella.
—Oye, no sé qué es lo que te pasa, Susana, pero no podemos estar ahí con tantas herramientas y cable suelto. —Reclamo la pelirroja poniéndose de pie y tomando de un brazo a Terry —Además, nosotros tenemos algo muy importante que hacer.
—Pues apresúrate y vayamos a ensayar. No pasara nada.
—Tranquilízate, ya voy —Se quejó el actor poniéndose de pie con fastidio. —Pero me iré temprano, no quiero estar hasta tarde ensayando. Tengo mucho que hacer.
—¿Qué es tan importante como para que no quieras ensayar hoy?
—Viene la prometida de Terry —acoto la chica tomando así por sorpresa a Terry que denominara de esa manera a Candy —Y por supuesto, Terry como el Romeo que es quiere recibir a su Julieta y a sus paladines.
Susana apretó las manos furiosa por el hecho de que todo el estado de ánimo de Terry cambiara solo porque su novia iba en camino a verle. Y lo peor, era que el denominativo había cambiado “prometida” entre los planes de Terry estaban quizás proponerle matrimonio a esa chica. Si hacia eso, lo perdería para siempre, no debía permitir que Terry saliera del recinto, por nada del mundo debía encontrarse con la tal Candy.
…..
Luego de despedirse de la pareja, Candy, Patty y Stear decidieron ir a la compañía teatral para sorprender a Terry, quizás el no esperaría que llegaran tan pronto a la ciudad, no querían perder el tiempo en lo absoluto. Stear llevo a las chicas a una florería primero para comprar unas flores, Candy quería sorprender a Terry llevándole algunos narcisos al teatro, sin embargo, fue Patty esa tarde quien se embeleso con las flores.
—¡Me encantan! Que hermosos los tulipanes.
—Y eso que no es temporada —dijo Stear escogiendo unos para ella, habían de diversos colores, pero el que más atrajo a Stear fueron los tulipanes rojos —¿Qué te parecen estos? Se parecen a ti.
—Me gustan mucho Stear —La chica acepto esas flores, sintiendo su rostro encenderse al estar con Stear en ese momento, le vio a los ojos y abrió la boca al verlos encendidos y brillando, casi podía admitir que se había reflejado en ellos.
—¿Te sientes bien?
—Si, solo que estoy feliz de que estemos aquí. Nunca antes había salido de esta manera contigo.
—Bien, estamos de vacaciones. Debemos aprovechar todo el momento posible.
—Siempre te iras de cualquier modo —dijo Patty agachando la cabeza —Solo aceptaste venir aquí para complacernos.
—No digas eso. Claro que quería venir con ustedes aun sabiendo que quieren que cambie de opinión, pero eso no implica que dejare de divertirme con ustedes —explico el inventor —Así que, para que veas que voy en serio, te invito a una cita.
—¿Qué? —Exclamo la castaña con sorpresa —¿una cita nosotros dos solos? ¿Sin chaperona y sin los demás?
—Por supuesto. Eres mi novia, y se supone es lo que hacen ¿No?
—Si… se supone. Y claro que acepto ir contigo —dijo sonriendo la chica, y ante esa respuesta, Stear la toma entre sus brazos para elevarla unos centímetros del suelo y hacerla girar, sacándole carcajadas sonoras.
Candy desde otro puesto de flores escucho y admiro a la pareja de enamorados, de sus labios se desplegó una sonrisa al darse cuenta lo felices que se ven, esperando que su objetivo se llevara a cabo. Que Stear se siguiera enamorando cada vez mas de Patty al punto de querer renunciar sus planes de guerra, así evitarían una tragedia. Se tranquiliza al ver que tomados de la mano se acerca la pareja a ella para poder seguir con su camino a la compañía teatral, ahora eran ellos quienes le instigaban a ir por Terry, a retomar el tiempo perdido por la distancia.
Estando cerca del teatro, el corazón de Candy latía aberrantemente, sabía que él estaba cerca, estaba nerviosa ¿Cómo estaría? ¿Había crecido? ¿Le seguiría gustando como antes? No sabía cómo actuar ante él, se sentía como una tonta enamorada, cosa que realmente era en ese momento, y al descubrir el enorme y llamativo pendón el aliento se le escapo, estaba tan cerca de Terry que sus impulsos le llevaron a acelerar sus pasos y adelantarse de Patty y Stear. Todos en el teatro se sorprendieron al ver llegar a una chica rubia de coletas que llevaba flores amarillas en una de sus manos, acompañada de una pareja que usaba gafas, el mundo del teatro se abrió ante ellos y en medio de toda esa luz y ajetreo, y una persona la reconoció casi al instante a pesar de haberla visto una sola vez.
—¿Candy? —Dijo una chica de cabello rojizo acercándose a ella y a sus amigos —¿Eres Candy? ¿la novia de Terry?
—Si ¿Quién eres tú?
—¡Lo siento! Creo que no me recuerdas. Soy Karen Claise, compañera de Terry ¿Cuándo llegaron? Creo que se adelantaron al idiota de mi amigo.
—Hemos llegado hoy a la ciudad ¿Terry nos estaba esperando? —pregunto Stear curioso.
—¡Si! De hecho, ha preparado todo para recibirlos. Sobre todo a ti, Candy.
Esa aclaratoria provoco el sonrojo en Candy, realmente él los estaba esperando, y deseaba con todo su corazón verlo y regocijarse a su lado. La rubia se dio la vuelta para ver a Stear, quien asintió con la cabeza, esa era su manera de decirle que fuera con él, que en ese momento, todo valía la pena.
Junto con Karen, Candy fue a través de un pequeño pasillo, escuchando claramente esa voz que la cautivaba hablar de forma poética, esa voz tan fuerte y varonil que a medida que se acercaba le iba robando el aliento, en ese instante supo que no podía seguir separada de Terry un instante más. Y como un satélite siendo atraída por la fuerza gravitacional a su planeta, Candy se acercó más y más hasta encontrarse en el escenario en donde Terry ensayaba su papel de Romeo, en efecto, se veía tan guapo, tan imponente, la luz de los reflectores lo hacía verse como si se tratara de un diamante, en sus ojos veía la chispa del rebelde de San Pablo ahí presente… en él, nada había cambiado.
—¡Terry! —Llamo la rubia, y en ese momento, la atención del actor se fue a la voz que había dicho su nombre. Sin embargo, Terry no estaba solo, en el escenario estaba Susana Marlowe ensayando con el chico. Lo había retenido lo suficiente ese día como para que no saliera, pero ese día tenía que ir la misma Candy a buscarlo acompañado de dos personas más, aquello no podía ser cierto.
—¡Pecosa! —escucho decir a Terry con emoción, incluso un apodo le tenía a esa chica que se hacía acreedora del corazón de Terrence Graham. Ella debía separarlos de algún modo u otro, quería a Terry para sí misma, quería que esa chiquilla se esfumar de sus vidas de una buena vez.
El actor y la rubia pecosa dirigieron sus caminos hasta estrecharse mutuamente entre sus brazos, teniendo testigos de aquel encuentro que era necesario para los dos, en donde el tiempo se detuvo y solo querían permanecer ahí, siendo iluminados por las luces de los reflectores. Sin embargo, algo que ninguno de los presentes tuvo en cuenta, era que un par de reflectores había sido mal instalados en la prisa de los actores ensayar, los ojos de Stear se alzaron al escuchar un chirrido espantoso que venía de lo alto de la tramoyeria del teatro y posterior, como los reflectores cayeron en picada al suelo, con Terry y Candy en su trayectoria.
—¡Cuidado! —Advirtió Stear alarmado, apresurándose a ir a salvar a Terry y a Candy, al mismo tiempo que alguien más iba en ese objetivo.
El estruendo de los reflectores cayendo en el suelo silencio el lugar, y en ese momento, unas flores amarillas cayeron en algún lugar del escenario.
Continuara…
. Que ninguno salga herido. Que tensión. Buenísima historia. Gracias 
