GUERRERAS APASIONADAS DE TERRY PRESENTA : ¨UNA LUZ EN LA TORMENTA¨ Capitulo 3 2da parte BY SISY BENETT

Apago su automóvil  y automáticamente giro su mano para mirar la hora en su reloj de pulsera. Eran las 4 en punto de la tarde, levanto la vista y pudo divisar la entrada del  callejón que llevaba al Pub dónde lo había citado Hugh Grovesnor.

Sin pensarlo más decidió bajar del auto busco su sombrero que había dejado sobre el asiento del copiloto, pero entonces se dió cuenta que este se había caído hacia el suelo del auto. Cuando estiro la mano para buscarlo su mano encontró  algo mas que su sombrero. Algo que no pudo reconocer con el simple tacto, lo que incremento su curiosidad. Así que intrigado estiró su brazo nuevamente para alcanzar aquello hasta lograr asirlo por lo que entendió después eran unas correas elásticas.

Tan pronto tuvo frente a sus ojos aquel objeto, no pudo evitar hacer un gesto de desagrado por la mala impresión que siempre le causaba el ver aquella  armazón  de  goma negra que ostentaba dos grandes cuencas vidriosas sin ojos, con un largo pico cilíndrico de metal.

Aquello  no era otra cosa que una máscara anti—gas. Terry juzgo de inmediato que no podía ser la suya, pues la de él permanecía en algún lugar de la cajuela de su auto. Al observarla bien juzgo que por sus dimensiones seguro le pertenecía a alguno de sus tres hijos, que de seguro la habían dejado olvidada, sabrá Dios desde cuándo se decía así mismo mientras reflexionaba para sí que apenas unas semanas atrás hubiera sido realmente preocupante el que unos de sus hijos no llevara consigo una máscara anti—gas. Ya  desde el inicio de la crisis por la posible invasión del ejército Nazi a  Checoslovaquia y la posible inminente   declaración de Guerra contra el país Germano, había hecho que el gobierno Británico tomara acciones preventivas para alertar e instruir a sus ciudadanos. Lo  más importante era como protegerse en caso de que su potencial enemigo  los atacará usando gas cloro o gas mostaza en lo que se conocía cómo la Guerra Química.

La campaña para que todos los ciudadanos  adquirieran y aprendiera a cómo usar aquellas máscaras era incesante. Por muchas semanas en todas las instalaciones públicas y privadas era obligatorio no solo  tener una de estas si no también practicar su correcto  uso,  prácticamente  a diario así como ejercicio de simulacro de evacuación los cuales que se debían acatar rigurosamente tan pronto se escucharán las alarmas en toda la ciudad.

Pero después del acuerdo  firmado por los líderes de Francia Alemania y  Reino Unido, el miedo por una guerra  y sus consecuencias se había disipado en gran parte de la  población y el que uno de sus hijos hubiera dejado olvidado su máscara, era una simple prueba de ello.

La idea de que su familia ya no tuviera que temer por una posible guerra a corto plazo, le daba tranquilidad pero al mismo tiempo, algo le decía que no debía estar tan seguro de que en el futuro la situación de tranquilidad y Paz que tenían en ese momento pudiera durar mucho tiempo.

Si algo había aprendido Terence Graham Granchester a sus 41 años de edad  era que no debía nunca dar nada por sentado. Él no era un hombre de pensamientos fatalista, pero ante la incertidumbre del futuro,  su  pensamiento pragmático le hacía pensar que lo mejor era simplemente estar preparado, y para ello necesitaba toda la información que pudiera obtener con respecto a lo que ocurría en el continente (Europa) con la única finalidad de velar por la seguridad de su familia.

Esa mañana muy temprano había recibido una llamada de Hugh para informarle que había conseguido ponerse en contacto con  un viejo amigo suyo, quien trabaja en la Cancillería del estado. Y  que este, finalmente había consentido en suministrarles una información que prometía ser muy valiosa y que con toda seguridad les podría dar una mejor idea de que podían esperar en los próximos meses. Así que Hugh había concertado  una reunión en la cual también asistiría su amigo Keith Park quien era el actual Jefe de escuadrón de caza en  el Cuartel general del aire  de la R.A.F en Uxbridge.

Salió del auto y decidió guardar la máscara junto a la suya en el maletero del auto. Hacía mucho frío esa tarde. Subió las solapas de su abrigo gris hasta cubrir por completo su cuello mientras se dirigía al callejón que lo llevaría al Pub.

A lo lejos se podía ver el gran aviso del nombre de uno de los establecimientos más legendarios y antiguos del centro de Londres.  "Ye Olde Mitre Tavern — 1546" rezaba aquel letrero de grandes letras azules con  bordes amarillos.

Entro en aquel lugar que si bien no estaba completamente lleno sus mesas en la entrada ya estaba  ocupadas. En los mesones largos de madera antigua las grandes jarras de cervezas  era el común denominador del lugar. Y una vez más Terry volvió a cuestionarse por qué Hugh lo había citado en aquel lugar  tan concurrido, y sobre todo a esa hora, cuando se supone tratarían asuntos extremadamente delicados.

Levantó la vista para buscar a alguno de  sus amigos cuando uno de los meseros se acercó a él para darle la Bienvenida y dirigirlo al segundo piso del establecimiento.

Al llegar a la mesa en donde ya lo esperaba Hugh junto a otro caballero que él no pudo reconocer, por lo que supuso se trataba del funcionario de la Cancillería con quien se entrevistarían esa tarde.

No paso mucho tiempo de haber tomado asiento cuando se les unió Keith Park. Una vez hechas la presentaciones de rigor ordenaron unas ronda de 4 pintas. En ese  lapso de tiempo el alto y distinguido hombre castaño no dejaba de observar con detalle el ambiente de aquel lugar al igual que la actitud algo nerviosa de aquel hombre que había sido presentado como  Gerald Sinclair, quién había servido en la Marina Real  junto a Hugh Grovesnor durante la primera Guerra Mundial.

Gerald Sinclair, a sus 43 años había logrado tener  una larga y exitosa carrera en el ministerio del exterior, y en los últimos dos años ejercía el cargo como Director de la oficina central de la Cancillería, lo cual le permitía tener  acceso directo a todos los documentos, en su mayoría clasificados.

Aquel hombre se le notaba intranquilo, su manos que antes no dejaban de estrujar la pipa aún sin encender  que tenía entre sus manos ahora buscaba como guardarla en el   bolsillo externo de su abrigo sin éxito.

—Soy un tonto.. he dejado mi tabaco en casa. Dijo tratando de disculpar su repentina. Ansiedad. —fumar mi pipa me es de gran ayuda cuando necesito relajarme como ahora.

Hugh al igual que Terry  había notado el nerviosismo de su antiguo compañero de armas por ello en un intento de calmar su ansiedad  le ofreció un cigarrillo mientras le hablaba de  cada uno de sus amigos y que debía estar seguro que eran caballeros de su más absoluta confianza.

—Gracias Hugh...! No dudo de la honorabilidad de los caballeros Hugh, después de todo  el que sean  tus amigos mejor dicho, amigos del Duque de Westminster  es una gran referencia  Sin hablar de la reputación de cada uno de uno de ustedes mis estimados caballeros les precede. —Dijo él hombre después de haber aspirado una gran bocanada del cigarrillo que le hubiera ofrecido su noble amigo— Si mi esposa llegará a enterarse que estoy tomando una cerveza con Sir Terence Granchester seguro se pondría furiosa por no haberla invitado a beber con nosotros. Debe saber Lord Granchester que Mildred, mi esposa es una gran admiradora de su trabajo, claro... que Yo también por supuesto. —Rio algo apenado, antes de tomar un buen trago de la cerveza que le acababan de servir.

Aquella confesión hizo que los sentados a aquella  mesa sonrieran y mirarán ahora con más confianza a aquel hombre del cual esperaban escuchar lo que se ocultaba detrás de la noticia del acuerdo en Múnich.

—Sé que todos están ansiosos por escuchar de mi lo que ya muchos sospechan pero al menos deberíamos darle un par de tragos más a nuestras cervezas. Eso no solo me hará más fácil poder decirles lo que se sino que también a ustedes de entender el cómo y por qué todo nuestro mundo está por cambiar. —Hizo una pausa viendo fijamente a los ojos de cada uno de los hombres que tenía en frente—  Créanme amigos míos lo van a necesitar.

Y así fue que Gerald Sinclair, comenzó su relato. Contándoles sobre cómo desde que llegó a la Cancillería había leído informes de inteligencia en el cual se explicaba en detalles cada uno de los programas y políticas y leyes aprobadas por el gobierno Nazi. Programas de rearmamento militar, y fortalecimiento de su fuerza Aérea conocida como Luftwaffe y muchas más actividades que violaban abiertamente el acuerdo de Versalles. Todas estas ignoradas y subestimadas y disculpadas por todo el gabinete Downing Street, a pesar de sus constantes advertencias. Sinclair cerró sus puños sobre la mesa cuando contó esto último.

—Podrán entender que  no podía seguir manejando toda esta información y simplemente no hacer nada. Y solo un hombre pareció estar interesado en denunciar lo que pasaba en Alemania así que fue a él a quien  le suministre cada informe. Probablemente ustedes pudieron leerlo en el Daily Mail o el Morning Post.

—Claro tenía que ser Winston, lo imaginé!. —Replico Hugh— Era obvio que Churchill manejaba información directa desde Alemania. Todos en el senado lo comentaban.

—Es cierto, Mi Padre muchas veces me comentó, que muchos en el senado creían que Churchill solo estaba exagerando cuando hacía esas denuncias en el Parlamento. Pero es más que obvio que nadie quería  escuchar sobre nada que les hiciera entender que podríamos estar al borde de la guerra con Alemania. Y ahora con lo del acuerdo imagino que los discursos pacifistas así como lo ocurrido en Múnich solo terminará siendo una táctica dilatoria para lo que creo será algo inevitable... Es eso lo que vino a contarnos. ¿O me equivoco Sinclair? Le pregunto Terry mirándolo directamente a los ojos.

—¡Así es...! —Respondió Gerald de manera pausada.— Tal vez mucho lo llamarán en el futuro 'política de apaciguamiento" lo cierto es que me temo que tarde o temprano este país entrará en Guerra con Alemania. Y no soy el único en saberlo casi con certeza.

Todos quedaron en silencio mientras el Director de la oficina Central de la Cancillería de Reino Unido, les explicaba como gracias a un trabajo de inteligencia había llegado a sus manos un documento clasificado de gobierno alemán. Se trataba de la minuta de una reunión de alto mando militar alemán con su Comandante en Jefe Adolf Hitler dónde se explicaba en detalle su plan  para el avance de expansión territorial  de lo que él llamaba el Tercer Reich y la supremacía Aria, para ello era imprescindible la conquista y el sometimiento no solo del territorio sino de toda la población del resto de Europa.

Sus planes de conquista comenzaría con el reclamo con los territorios de los Sudeste en Checoslovaquia para luego avanzar  hacia hasta invadir por completo el país y continuar hasta llegar a todos los países del este de Europa.  Un capítulo aparte y muy especial también estaba la invasión de Bélgica y Francia. El Führer al igual que todo su alto militar sabe que tal sometimiento solo podría llevarse a cabo mediante la fuerza y por ello estaban más que dispuestos, estaban preparados para hacerlo.

—"Para ello se han venido preparando los últimos 5 años" así reza  en uno de sus tantos párrafos. Al lado de palabras como: Raza Aria y Supremacía, exterminio.  Claro todo en Alemán por su puesto, aun así esas palabras  aún están en mi mente y no he podido  sacarlas de ahí. —Espeto Sinclair con semblante desencajado—  Por supuesto esos documentos ya están en poder del MI6, Y Yo solo espero que toda esa información está vez no sea archivada y posteriormente olvidada, sino todo lo contrario que sirva de alerta de todo lo que podría estar por venir. Y para lo cual debemos prepararnos.
Aquel hombre visiblemente agotado emitió una larga exhalación antes de continuar. —Quiero que sepan que si me animé a poner en riesgo mi carrera y el futuro de mi familia, al contarles todo esto, ha sido porque creo firmemente que  todos desde sus posiciones podamos promover el fortalecimiento de nuestra fuerza de defensas. Tal vez hoyas que nunca nos llamen Belicistas pero debemos estar preparados. Si otra cosa más de lo que aparece en ese informe se hace realidad, será una prueba definitiva de que Hitler está más que dispuesto a cumplir con cada uno de los pasos para llevar a cabo su plan de conquista.

Cuando el hombre hubo terminado, todos guardaron silencio  tratando  de procesar lo que acababan de escuchar.

— Les he dejado sin habla... Lo entiendo, para mí tampoco ha sido nada fácil los últimos años. Ver como una amenaza tan oscura se cierne sobre nuestra patria y nuestras familias.

—Tiene usted mucha razón Sinclair...!  —Hablo Keith Park,— ahora depende de cada uno de nosotros el saber qué hacer con esta información. Aunque entendiendo que la naturaleza de esta no debería tardar en llegar a lo más alto del comando militar.

—¡Eso espero… Realmente cuento con ello!. Solo por eso acepté está reunión. Espero que Hugh y usted Granchester puedan transmitir esto que acabo de decirles a sus pares en la cámara de Lores y usted Comandante Keith a su superiores.   —Haciendo una pausa antes de continuar, está vez dirigió sus palabras directamente al oficial de la R.A.F— Comandante se  de sus proezas durante la Guerra y sé que al igual que Yo ahora usted ha sido declarado No apto para volar nuevamente, lo que  en caso de una Guerra  deberemos luchar desde tierra lo mejor que podamos. Aun así me pongo a sus órdenes como Comandante en jefe del grupo de caza.  Así como de sus superiores en el caso que deseen saber más sobre La Luftwaffe así como de todo su alto mando, aviones o cualquier otra cosa... Todo riesgo de invasión comenzará por un ataque aéreo a nuestras islas. Las costas puertos y ciudades estarán a Merced de la fuerza aérea alemana si no  se toman las medidas necesarias para fortalecer la nuestra.

—Así es, nuevamente tiene razón Sinclair, no sabe cuan valioso y esclarecedor ha sido todo lo que nos ha dicho está tarde. Realmente agradecemos su servicio.

—No hay nada que agradecer, creo que el destino nos has puesto en un lugar en el que no podemos más  que hacer todo lo mejor que podamos. Ahora me temo debo retirarme, Recuerda amigo mío que debo asistir a un compromiso familiar al que prometiste acompañarme. Y la verdad no quisiera llegar tarde. — Le dijo a Hugh Grovesnor mientras se ponía lentamente de pie.

—Por supuesto Gerald, no te preocupes aunque me temo que no llegaremos a tiempo está vez. Ya pasan de las 6:30 de la tarde.  —Le respondió él Duque poniéndose de pie al igual que lo hicieron Terry y Keith.

Terry quien tampoco se había percatado de la hora miro su reloj y no pudo ocultar su sorpresa al darse cuenta de lo tarde que a él también se le había hecho. Y pensó en el disgusto de su mujer, pero sobre todo en su hija. Por lo cual exclamó con premura.

—Creo que nuestra más que interesante tertulia nos ha hecho olvidar la hora, Yo también tengo  un muy importante compromiso familiar. Y debo marcharme  de inmediato.

—Bueno siendo así, —Gerald Sinclair levanto su vaso de cerveza invitando a los demás a hacer el mismo.  Brindemos...  "Por nuestras familias, por Inglaterra…! Salud!
-¡Salud!

Con ese brindis termino aquella reunión que había dejado a todos en mucho que pensar.

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Corrió todo lo que pudo apenas si había parado  en todo el camino en algún semáforo y Para dejar a Keith Park  quien lo había acompañado hasta llegar  a la Galería de Arte Nacional a dónde se llevaría a cabo la presentación de Marianne.

Estaba angustiado de pronto tenía tantas cosas en que pensar. A medida que subía las escaleras a paso redoblado, comenzaba a escuchar con más claridad las notas finales  del minué de La Suite Bergamasque. Que era parte del repertorio que su pequeña interpretaría al piano esa tarde.

Lamentó con furia contra de si el haberse perdido el inicio de su presentación, pero tenía que llegar antes de que comenzará a tocar la siguiente pieza.  Escucho el aplauso del público encantado por lo que acababa de escuchar. Cuando finalmente llegó al gran salón que habían seleccionado para dar aquel concierto. Ahí en el umbral levantó la vista y quedó impactado por la visión que tenía frente a él.

Aún de pie estaba esa hermosa jovencita que sonreía tímidamente ante los aplausos del público presente. Terry aún impresionado no atino más que a unirse en el aplauso. Se sentía apenado y furioso consigo mismo. Pero toda esa angustia se disipo en el instante que pudo  ver el brillo de sus ojos tan azules como los de él, se encontraron. De inmediato  la tímida sonrisa de Marianne se transformaba en una más amplia  y  feliz. Una sonrisa tan hermosa como la de quien  tenía el  poder de iluminar el  más oscuros de sus días con solo sonreírle, tal como lo hacía su hija en ese momento. Haciéndolo olvidar la oscura nube de tormenta que acechaba sobre la vida de todos en  el futuro.

Entonces los aplausos se fueron  callando poco a poco hasta que se escuchó su dulce y cándida voz alzarse por encima de ellos.

—Quería agradecerle a todos por sus aplausos y por estar aquí en una ocasión tan importante para mí. Quería agradecerle a la maravillosa Pianista Myra Hess quien ha sido la organizadora de este hermoso  concierto por  haberme invitado, por lo cual me siento muy honrada.. Y por último quiero dedicarles está última pieza de esta Suite del Maestro Claude Debussy, pero también quisiera dedicar esta pieza  a  mi familia  que me acompañan esta tarde de manera muy especial Padre, quien fue quien me enseñó  no solo a tocar el piano, si no a hacerlo con el corazón. Algo que es muy necesario para poder hacerle justicia a esta hermosa pieza que les voy a interpretar. Sin decir más  la joven Maríanne se dirigió al enorme piano de cola en y comenzó a tocar.

Terry quien ya estaba muy conmovido por las palabras de su hija, no pudo evitar sentir como los sentimientos de orgullo, admiración y amor por ella, se agolpaban en su pecho, ya casi sin aliento busco la mirada esmeralda de su mujer  entre la multitud pero no la pudo hallar. Volvió su mirada sobre Maríanne quien ahora concentrada avanzaba en su magistral ejecución de Claro de Luna.

No era la primera vez que la escuchaba tocar, sin embargo en ese momento la emoción al escucharla y al verla, ahí brillando sobre aquel escenario lo conmovía profundamente.
Sin poder evitarlo sus ojos se llenaron de lágrimas. Cuando se llevó las manos a la cara, para intentar secarse la lágrima que había escapado de sus ojos. Escucho esa voz que  era siempre un aliciente para él.

—Me parece que necesitas un pañuelo. —dijo en voz baja, solo para que él pudiera escucharla.

El solo busco su mirada, ella estaba a su lado hermosa y elegante como siempre. Entonces  se acercó al su oído de ella para hablarle
.— Se que estás molesta. Lo siento!

Ella le devolvió el gesto, respondiendo.

— ¡No estoy molesta... Estoy furiosa! — Se retiró mirándolo mientras fruncía levemente su ceño. Pero Tan pronto vio en sus ojos  el abatimiento que habitaba  en su alma, su corazón se encogió de preocupación y ella no pudo más que darle un suave y rápido beso en sus labios con la esperanza de que con ello él se sintiera confortado. Y tomando su mano le dijo.  — No te preocupes todo va a estar bien.

Continuará...