Al llegar a su apartamento Terry se percató que la señora Jackson había olvidado comprar su té favorito, sin nada más que hacer decidió salir a comprarlo en la pequeña tienda que se encontraba a 3 calles del edificio en el que se encontraba su apartamento. Mientras caminaba, pensaba en todas las cosas que quería escribirle a Candy, si por él fuera, en ese instante tomaba el tren que lo llevara al hogar de Pony, pero aún faltaban las funciones del resto de esa semana y la de la siguiente que serían las últimas en la ciudad. Su plan era tomar el último tren rumbo a Indiana para pedirle por fin matrimonio a la mujer que amaría hasta el último de sus alientos.
-Cómo quisiera que el tiempo pasara rápido, para poder tenerte entre mis brazos y no soltarte nunca, nunca- pensaba Terry.
Una silueta vestida de rosado de pie en la acera del edificio llamó su atención. Conforme se iba acercando, esa persona le era familiar, atrás había quedado la jovencita que conoció en el San Pablo y que tomó entre sus brazos como despedida una fría noche de invierno en esa misma ciudad. Se percató que apenas si había ganado altura, contrario a lo que dictaba la moda actual, sus largos rizos sostenidos solo por un sombrero cloche revoloteaban con la brisa vespertina mientras los rayos del sol hacían brillar su cabellera. Sin poder resistir más, corrió hacia ella.
-¡Candy!- la llamó fuertemente voz vacilante, pidiéndole al creador no fuera un producto de su imaginación.
Al escuchar aquel llamado, Candy se giró lentamente, mientras sus ojos se cristalizaban y una dulce sonrisa cruzaba su rostro.
-¡Terry!- susurro Candy con la voz entrecortada.
Azul y verde se miraban fijamente, ambos corazones latiendo al unísono, cuando repentinamente Candy se lanzó a los brazos de Terry, él la tomó fuertemente entre sus brazos aspirando el exquisito aroma de su amada como un dulce bálsamo para su alma afligida.
Terry necesitaba saber que no era una alucinación, así que con reticencia se alejó brevemente de su amada, tomando con ambas manos el rostro níveo de su amada, admirando esos bellos ojos verdes de los que se enamoró, enmarcados por espesas y largas pestañas que lo miraban con adoración, sus sonrojadas mejillas salpicadas por esas traviesas pecas y esos sonrosados labios que fueron su perdición los cuales le dedicaban la más bella de las sonrisas. No se percató que había estado llorando hasta que las delicadas manos de Candy limpiaron aquellas traicioneras lágrimas.
-Te he extrañado tanto- dijo Candy- hace diez años mientras miraba tu barco zarpar prometí algo que jamás pude cumplir... Y ha llegado el momento de cumplir esa promesa... Te amo Terry Granchester.
Nada lo había preparado para aquella declaración, su alma y corazón habían regresado a él trayendo consigo a su amada pecosa.
-Yo también te amo Candy, cada día que pasé lejos de tu lado fue como estar muerto en vida, cuando te fuiste... Dejaste un vacío aqui- llevó la mano de su amada a su pecho.
Lentamente Terry acercó su rostro al de Candy, a su vez Candy levantó su rostro, despacio cierra sus ojos acercado sus delicados labios a los de su amado, sellando así, su amor.
Aquella ciudad que en una noche fría de invierno los vió separarse, ahora en una cálida tarde a principios de verano los veía nuevamente unirse.
Los transeúntes miraban la escena algunos indiferentes, algunos escandalizados y otros enternecidos aquel hermoso reencuentro de un par de corazones dispuestos a atravesar las adversidades para poder por fin amarse sin restricciones.
Forever's gonna start tonight.....