Hola, chicas, bonito viernes para todas. Agradezco por sus comentarios tan lindos, son mi motivación para seguir escribiendo. Besos.
La caligrafía era exquisita, se podía notar por los trazos. Candy comenzó a hojear el diario. Lo cerró de inmediato cuando vio que la señorita Pony empezó a moverse y de los nervios se le cayó al piso.
—Mi dia-rio, dónde es-tá mi di-ario, balbuceaba la mujer arrastrando las palabras.
La rubia, para su tranquilidad,
lo colocó en sus manos y con voz baja le dijo:
—Señorita Pony, no se altere, aquí está el diario.
—Can‐dy e‐res tú, qué haces aquí.
—He venido para cuidarla y así tenga una pronta recuperación.
—Tú no cambiarás nunca, seguirás siendo siempre tú, tan Candy.
—Has visto mi diario, ¿te ha gustado?
—Sí, está muy bonito.
—Te voy a confiar mi diario. Si gustas lo puedes leer.
—Lo guardaré, pero no lo leeré, es su intimidad.
—No hay nada escrito en él de lo que tenga que avergonzarme, así que te doy mi permiso.
La joven le sonrió como siempre, dulcemente, y le respondió con un emotivo —gracias.
[Toc, toc]
—Permiso, es hora de tomarle los signos vitales señorita Pony, dijo una enfermera de nombre Diana.
—Muy bien, pero antes tengo el gusto de presentarte a la señora Candice, una persona muy querida por todos en este orfanato.
—Mucho gusto señora Candice.
—Es un placer, Diana, pero puedes llamarme simplemente Candy.
—Está bien, le respondió la muchacha.
Candy llevaba consigo el diario para guardarlo, pero el gusanito de la curiosidad le pudo. Así que, empezó a leer las primeras hojas que decían:
Querido diario,
Me llamo Paulina, pero todos de cariño me dicen Pony. Te convertirás en mi confidente.
Hoy estoy feliz porque mi madre me ha regalado este cuaderno para hacerlo mi diario personal.
Agradezco a Dios por el hogar en el que vivo con mis padres y hermanas.
Me siento en paz porque mi formación cristiana me ha enseñado que todos somos iguales ante los hijos del creador.
Estoy interesada en aprender todo porque he descubierto que mi vocación es ser maestra, ya que me gusta enseñar a los niños que trabajan para mi padre.
A escondidas de él me reúno con los niños en el granero para compartir alimentos y enseñarles a leer y a escribir.
Mi padre es buena persona, con pocos prejuicios. Es muy estricto y cuando se da una orden se debe cumplir.
Estoy aprendiendo a tejer y bordar.
La tía Faith me dijo que cada vez que sienta felicidad, tristeza, tenga un sueño por cumplir, una frase o un pensamiento los exprese escribiendo.
Mis memorias quedarán grabadas en ti.
Serás un tesoro para mí y te pondré a buen recaudo de los ojos de Emma y Charlotte. Abby es prudente.
Quiero mucho a la tía Faith, me ha cuidado desde que nací. Siempre me recuerda que soy su sobrina “especial” porque gracias a mí consiguió novio y no se quedó para vestir santos en las iglesias del pueblo.
En 1850, se comprometió con el doctor Isaac Samuel Potter. Tienen tres hijos: Isaac, Benjamin y Rebecca.
Siempre dice que fue “debate a primera vista” su relación con él; la verdad no entiendo por qué es debate si se supone que debe ser amor a primera vista, pero bueno la tía Faith es la tía Faith.
Ha regresado a casa porque la salud de mi madre se ha vuelto frágil, solo pasa en cama y mi padre está muy preocupado por ella.
Partieron a New York esta mañana.
Mi mamá tenía los ojos llorosos y antes de irse nos dejó a sus hijas obsequios especiales, el mío es un collar con una cruz blanca.
—Señorita Pony, usted me regaló algo tan preciado que aún conservo desde aquel día, dijo Candy mientras acariciaba lo que para ella también era un tesoro.
Extraño mucho a mi padre, extraño estudiar con él. Las clases con la señorita Matilda Scott no son lo mismo.
La rubia quería seguir y seguir leyendo, pero llegó Terry para llevarla a dar una caminata.
La siguiente hoja del diario tenía como título: La fiesta de Abigail.
CONTINUARÁ....
EL DIARIO DE PONY
CAPÍTULO 5
La caligrafía era exquisita, se podía notar por los trazos. Candy comenzó a hojear el diario. Lo cerró de inmediato cuando vio que la señorita Pony empezó a moverse y de los nervios se le cayó al piso.
—Mi dia-rio, dónde es-tá mi di-ario, balbuceaba la mujer arrastrando las palabras.
La rubia, para su tranquilidad,
lo colocó en sus manos y con voz baja le dijo:
—Señorita Pony, no se altere, aquí está el diario.
—Can‐dy e‐res tú, qué haces aquí.
—He venido para cuidarla y así tenga una pronta recuperación.
—Tú no cambiarás nunca, seguirás siendo siempre tú, tan Candy.
—Has visto mi diario, ¿te ha gustado?
—Sí, está muy bonito.
—Te voy a confiar mi diario. Si gustas lo puedes leer.
—Lo guardaré, pero no lo leeré, es su intimidad.
—No hay nada escrito en él de lo que tenga que avergonzarme, así que te doy mi permiso.
La joven le sonrió como siempre, dulcemente, y le respondió con un emotivo —gracias.
[Toc, toc]
—Permiso, es hora de tomarle los signos vitales señorita Pony, dijo una enfermera de nombre Diana.
—Muy bien, pero antes tengo el gusto de presentarte a la señora Candice, una persona muy querida por todos en este orfanato.
—Mucho gusto señora Candice.
—Es un placer, Diana, pero puedes llamarme simplemente Candy.
—Está bien, le respondió la muchacha.
Candy llevaba consigo el diario para guardarlo, pero el gusanito de la curiosidad le pudo. Así que, empezó a leer las primeras hojas que decían:
Querido diario,
Me llamo Paulina, pero todos de cariño me dicen Pony. Te convertirás en mi confidente.
Hoy estoy feliz porque mi madre me ha regalado este cuaderno para hacerlo mi diario personal.
Agradezco a Dios por el hogar en el que vivo con mis padres y hermanas.
Me siento en paz porque mi formación cristiana me ha enseñado que todos somos iguales ante los hijos del creador.
Estoy interesada en aprender todo porque he descubierto que mi vocación es ser maestra, ya que me gusta enseñar a los niños que trabajan para mi padre.
A escondidas de él me reúno con los niños en el granero para compartir alimentos y enseñarles a leer y a escribir.
Mi padre es buena persona, con pocos prejuicios. Es muy estricto y cuando se da una orden se debe cumplir.
Estoy aprendiendo a tejer y bordar.
La tía Faith me dijo que cada vez que sienta felicidad, tristeza, tenga un sueño por cumplir, una frase o un pensamiento los exprese escribiendo.
Mis memorias quedarán grabadas en ti.
Serás un tesoro para mí y te pondré a buen recaudo de los ojos de Emma y Charlotte. Abby es prudente.
Quiero mucho a la tía Faith, me ha cuidado desde que nací. Siempre me recuerda que soy su sobrina “especial” porque gracias a mí consiguió novio y no se quedó para vestir santos en las iglesias del pueblo.
En 1850, se comprometió con el doctor Isaac Samuel Potter. Tienen tres hijos: Isaac, Benjamin y Rebecca.
Siempre dice que fue “debate a primera vista” su relación con él; la verdad no entiendo por qué es debate si se supone que debe ser amor a primera vista, pero bueno la tía Faith es la tía Faith.
Ha regresado a casa porque la salud de mi madre se ha vuelto frágil, solo pasa en cama y mi padre está muy preocupado por ella.
Partieron a New York esta mañana.
Mi mamá tenía los ojos llorosos y antes de irse nos dejó a sus hijas obsequios especiales, el mío es un collar con una cruz blanca.
—Señorita Pony, usted me regaló algo tan preciado que aún conservo desde aquel día, dijo Candy mientras acariciaba lo que para ella también era un tesoro.
Extraño mucho a mi padre, extraño estudiar con él. Las clases con la señorita Matilda Scott no son lo mismo.
La rubia quería seguir y seguir leyendo, pero llegó Terry para llevarla a dar una caminata.
La siguiente hoja del diario tenía como título: La fiesta de Abigail.
CONTINUARÁ....