Hola queridas amigas, paso a dejarles actualización de este fic.
Les comento que tengo la intensión de entregar un sencillo recuerdo en agradecimiento a sus lecturas y comentarios. Así que lo único que deben de hacer, es decirme ¿de qué se trata la portada de ésta noche? Solo tomaré en cuenta quienes comenten en este post. Iré cerrando la dinámica el día sábado 27.
TU AMOR ME SABE BIEN.
Capítulo 11.
Chicago, Illinois.
Como no podía ser de otra manera, La Mansión de las Rosas se encontraba en todo su esplendor tras el regreso de la señora Elroy. Y con la visita de los guapos muchachos Ardlay, aquellas enormes y elegantes paredes eran testigos de la felicidad que flotaba en el ambiente. Tanto Will como los demás muchachos no habían podido reunirse desde hace meses, ya que sus responsabilidades laborales no se los permitían. Así que esa tarde-noche, el reencuentro fue perfecto.
Los jóvenes le contaban a Candice con gran emoción sus últimas aventuras en Escocia. Claro, el único que hacía falta era Stair quien ya estaba de vuelta trabajando en La Base Aérea de Aviano, en el noreste de Italia.
—No puedo creer que ellos hayan ido al mercado del pueblo—. Candice respondió incrédula a lo que Tony le contaba.
—Ja y ¿por qué no? — Will alzó su ceja.
—Porque ustedes no saben hacer compras, es más, apuesto a que ni saben diferenciar entre el cilantro y el perejil...— La doctora se echó a reír, contagiando a la anciana mujer.
—Pues, aunque no lo creas gatita, lo hicimos y muy bien—. Archie manifestó con orgullo.
—Oh sí… Tan bien, que las mercaderas les regalaron producto de más— Soltó en tono divertido Tony, avergonzando a Will y Archie, ya que aquello era cierto, las señoras estaban encantadas de ver a los hermosos muchachos comprando en sus humildes puestos, y aprovecharon en piropearlos hasta el cansancio.
La señora Elroy descansaba en su enorme cama y sus sobrinos nietos la rodeaban, apenas y si cabían los cinco, pero estar así les encantaba, desde chiquillos lo hacían y no pensaban terminar con esa costumbre.
—¿Y a quién se le ocurrió ir a comer a la orilla del lago? — La rubia les preguntó, chupando un bombón que Will le dio.
—Por supuesto que a mí, ¿a quién más? — Su hermano afirmó.
Tony continuó relatando—Ya conoces las costumbres de la tía, estábamos cansados de tanta formalidad así que nos pareció estupenda la idea para salir de la rutina. Por eso en lo que Will y Archi iban de compras, Stair y yo nos encargamos de llevar la churrasquera— Hizo una pausa, tratando de acomodar sus palabras, ya que quería omitir cierta parte vergonzosa— Así que cuando ellos volvieron del mercado, nos delegamos los que haceres, William y Stair se encargarían de azar la carne, la tía y yo hicimos la ensalada, y Archie, él quiso alejarse para supuestamente pescar más de algo.
—Ah si… Claro, claro… Tal y como lo cuentas suena bonito y perfecto hijito—. Elroy se incorporó en el relato— A ver, cuéntale el desastre que hiciste con la ensalada…
—Tía pero eso es algo sin importancia…— El joven rubio de ojos celestes, quiso cambiar de tema— Mejor cuéntale Will cómo es que tú y Stair nos iban a mandar directo al hospital…
Will se carcajeó fuertemente recordando la anécdota, Candice lo vio atenta — Pues le dije al tarado ese…
—William por favor, ese lenguaje hacía tu primo— Lo retó la anciana mujer.
—Disculpe tía, pero es que no hay otra manera para definir la torpeza de mi querido primo— Él seguía riendo— Bueno, pues verás Candy, se supone que habíamos acabado de asar la carne pero entonces fue cuando me di cuenta de que a algunos pedazos les faltaba cocción. Stair me empezó a discutir, porque según él, eso era término medio. Así que con el tenedor alcé un trozo de la carne que yo había asado y se lo puse frente a las gafas para que notara la gran diferencia entre una y la otra. Él siguió con su alegato, diciendo que mi carne era al carbón, porque ya estaba quemada, según él—. William pausó para recomponerse ya que estaba por caerse de la cama— El muy… — Omitió el insulto ante el carraspeo de la señora Elroy— El muy inteligente, agarró un trozo de la carne y la partió con el cuchillo, y obviamente los hilos de sangre escurrieron—. Para este punto del relato, todos reían, es que con Stair siempre había más de algo gracioso que recordar— Ves, ¡está cruda!, le dije. Ah pero no, volvió a decir que eso era término medio, que había leído en algún lado de que debía salir jugosa. ¡Más pendejo no podía ser! — Exclamó negando con la cabeza.
—¡¡¡William!!! — La tía abuela lo reprendió de nuevo.
Él se encogió de hombros— Disculpe tía, es que usted ya sabe cómo es él. Asumí que nunca antes había asado carne, sino que solo había leído por ahí, y sabes que me dijo el muy… “Pues como la vi jugosa, pensé que ya estaba perfecta”, y alzó los hombros de lo más normal. Pero lo peor fue que se fue y me dejó terminando de asar todo incluyendo los demás embutidos.
Todos estaban que se partían de la risa, ya que Will al ser el mayor, siempre se llevaba la peor parte en todo, entonces Archie contó lo de la ensalada de Tony—. Ah, pero mi querido primito acá presente tampoco se salva—. No se lo dejaría pasar.
—¡Diablos! Qué no fue culpa mía, yo le había preguntado a la tía cuanto le echaba de pimienta y ella me dijo que todo…—Él se defendió.
—¿Cómo así? ¿Es que le echaste bastante pimienta a la ensalada? — Candice preguntó, quería saber más.
—Pues ya conoces a la tía, que cuando se le va la onda, se le va.
—¡Anthony! — No tardó la reprimenda de la anciana.
—Ja, Ja, Ja… No se enoje tía, sabe que lo digo con cariño. Pero fíjate Candy, que yo le pregunté cuánto le echaba y ella por estar pensando en las muelas del gallo, me dijo que todo. ¿Todo? Repetí mi pregunta, porque era una bolsa como de medio kilo. “Sí hijito todo”— Él remedó la voz de la señora, ganándose un almohadazo por parte de Candy.
—Mi voz no es tan chillona— Se quejó la abuela—. Además, y por poco adelantas mi entrada con San Pedro.
—¿Qué pasó pues? — Candice quería saber.
—Pues como ella no estaba poniendo atención, se echó un poco de la ensalada a la boca y empezó a toser cada vez más fuerte, se puso morada, o roja, no, creo que se veía entre roja y gris— Ahora era Archie quién no dejaba de reír.
Elroy aseveró—Ríanse ahora, pero en ese momento bien que se asustaron ¿verdad?
—Así que todo fue por tu culpa… — La joven sentenció y le jaló unos mechones de cabello al rubio, cosa que le desagradaba, y en su mini pelea cayeron de la cama, y siguieron rodando por la alfombra.
—Bueno y tú gatita cuéntanos cómo te fue en California—. Archie le preguntó estirando sus pies y acomodándose mejor.
La rubia se paró y antes de sentarse en uno de los sofás, le quitó a Will la bolsa de Cheetos.
—Me fue bien, la camioneta está de lujo, no me dio ningún tipo de problemas, es súper cómoda para manejar. Me fascina. Pero más bien los problemas me los dio, ustedes ya saben quién… Pero bueno, eso ya es parte del pasado—. Todos asintieron, no querían saber nada de Brighton.
—Un pajarito me contó que te vieron muy feliz con alguien—. Su hermano trató de sonar de lo más casual.
Candice se puso nerviosa, «¿Cómo rayos es que lo sabe?» se preguntó.
—Pues que pajarito, ¡más chismoso y metiche! — Alzó la mandíbula algo molesta— Y sí, conocí a alguien que es agente inmobiliario y es todo un caballero, no cómo ustedes…— Recriminó a Tony que le pasó arrebatando la bolsa de los Cheetos.
—No me digas que ahí fue donde conociste a Terry—. William se sentó de golpe.
—¿Y de dónde más? — Ella le sonrió con picardía.
—Te dije que le pusieras custodios 24/7— Archie dijo al rubio mayor.
—¿Cómo así que custodios de 24/7? No me van a decir que mandaron a seguir a Candy— Elroy los regañó.
—¿Por qué demonios me mandaste a seguir? Ya no soy la niñita pecosa con dos coletas, ya soy una mujer adulta, entiéndelo de una buena vez…
—Pecosa si sigues siendo— Tony intervino.
—¡Cállate! — Ella le gritó. Él rubio alzó los hombros.
—Pequeña, te prometo que no te mandé a vigilar, este idiota —, Dijo refiriéndose a Archibald— habla por querer hablar, y bueno, pues yo solo quise seguirle el juego.
—Es verdad gatita, solo fue una broma—. Él le dijo con sinceridad.
Candice se quedó en silencio, meditando si creerles o no, ya que ellos siempre habían sido demasiado protectores, y esa había sido una de las razones por la cual solo había tenido un novio en su vida.
—Yo no conozco a Terry, cuéntame hija—. Elroy le pidió y a Candice se le tiñeron las mejillas de color rojo, todos la vieron con interés.
Continuará...