Les dejo la parte final, de mi Songfic.
Agradezco a quienes lo han leído y por sus comentarios.... gracias!!!
LEA AQUÍ PARTE 4
Songfic: Cuanto te quiero
Art: Betty Graham
- Susana tendrá que entender que no la amo, que lo único que puedo hacer por ella es ayudarla con su rehabilitación y proporcionarle a ella y su madre una vivienda, para que puedan vivir cómodamente. Candy ¡no me pidas que me quedé a su lado! y menos después de lo que acaba de suceder entre nosotros.
- ¡Pero Terry!
- ¡Shhh! No digas nada mi amor, solo déjame amarte.
¿Y quién se queda lo que construimos?
Y lo que nos destruimos
Que venga aquel invisible valiente a borrar tu pasado
Que venga y quite el calor de los besos que daban mis labios
Que desdibuje en tus sábanas blancas los días y noches
Y después vaya a comprarse una vida.
Candy se estremeció y correspondió a sus caricias. Terry se colocó nuevamente encima de su cuerpo, para hacerle de nuevo el amor, pero ahora de manera más intensa y apasionada.
- ¡Te amo Terry! – Afirmó Candy, aferrada a el cuerpo de su amado.
- ¡Y yo a ti más mi amor! – Exclamó Terry, derramando su semilla en el interior de Candy.
- Después de esto no me pidas que me aleje de ti, tal vez, como consecuencia, en tu vientre haya plantado el fruto de nuestro amor. – Dijo Terry emocionado, mientras descansaba al lado de su pecosa.
Candy instintivamente, se llevó su mano al vientre plano y con una sonrisa respondió.
- Nada me haría más feliz mi amor. – Candy se incorporó un poco, para poder besar efusivamente el rostro de su adorado rebelde. La idea de tener un hijo de Terry, la hacía sentir muy dichosa.
Y que lo nuestro
Se quede nuestro
Que yo de amarte
No me arrepiento
Lo que vivimos
Fue tan sincero
Cuánto te quise
Cuánto te quiero
Cuánto te quiero
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Dos meses después la pareja de rebeldes, celebraba su matrimonio en el jardín de la mansión Ardley de Lakewood, en compañía de sus fieles amigos. Así como también sus madres, la hermana Lane y Señorita Pony, junto con los pequeños del hogar.
Entre los invitados se encontraban, varios integrantes del clan Ardley, que la tía Elroy se había empeñado a invitar.
Los rebeldes, querían una pequeña boda y sobre todo discreta, pero Elroy al enterarse, que el novio de Candice era el hijo del honorable duque de Grandchester, no dudo en hacer un magno evento, donde gran cantidad de reporteros, se hicieron presentes.
Los reporteros, no se daban abasto, llenarían las columnas de sus diarios, relatando lo acontecido ese día, ya que, entre los invitados, se encontraban, la famosa actriz Eleonor Baker, acompañada del brazo del imponente duque de Grandchester, quienes fungían como los padres del apuesto novio.
El orgulloso padre adoptivo, William Albert Ardley, le dedicaba unas emotivas palabras a la nueva pareja de esposos, mientras todos los invitados brindaban por la felicidad de los novios.
Candy y Terry habían descubierto, al llegar a Chicago que su gran amigo Albert, era el tío abuelo, y el patriarca de la familia Ardley.
A su llegada a Chicago, los rebeldes se sintieron preocupados, cuando llegaron a el departamento Magnolia, buscando a su amigo Albert, para compartir con él, la dicha de estar de nuevo juntos, pero en su lugar, solo habían encontrado una carta de despedida.
Decidieron entonces, ir en búsqueda del tío abuelo, para pedir la aprobación de su enlace matrimonial, pero cuando se encontraron con Albert, habían quedado atónitos y a la vez felices, pues sabían lo mucho que su gran amigo, los quería y apoyaría sin dudar su decisión.
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En un lugar de Nueva York, mientras la boda se celebraba, Susana lloraba en su habitación al no poder haber hecho nada por retener a Terry a su lado.
Días antes Susana había recibido la visita del duque de Grandchester, en su nuevo hogar.
Susana vivía ahora en una confortable vivienda, regalo del hombre al que ella hubiera querido fuera su esposo, Terrence Grandchester.
Terrence había cumplido con la promesa de no dejarlas desamparadas a ella y a su madre, así como también de contratarle, una enfermera particular, que se encargaría de acompañarla a sus citas de rehabilitación, y de asistirla, en todo lo relacionado a su condición.
Richard Grandchester, en su visita, les había dejado una advertencia a las Marlow. No volverían acercarse a su hijo Terrence, y si lo hacían se atendrían a las consecuencias, al meterse con el hijo de un poderoso duque.
Susana no tuvo más remedio en obedecer y maldecir una y otra vez su suerte. En cambio, su madre, se dedicó en disfrutar las comodidades, que les habían proporcionado, pues Richard Grandchester, también les había aportado una generosa suma de dinero.
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Mientras tanto los nuevos esposos Grandchester, disfrutaban de su gran fiesta. Estaban felices de poder realizar su sueño, y de poder compartir su alegría junto a todas las personas que estimaban.
- Te ves hermosa pecosa, ¿sabes cuánto te quiero? – Dijo Terry mientras bailaba con su ahora esposa, acariciando delicadamente con sus manos su espalda e imaginando, como haría para deshacerse de la infinidad de botones, con los que contaba, el vestido de novia.
- No más que nosotros a ti mi amor – Candy se separó un poco del cuerpo de su esposo, para ver su cara de sorpresa.
- ¿Nosotros? – Preguntó Terry confundido.
- Si mi amor, tu hijo y yo, ¡estoy embarazada! – Los ojos de Candy brillaban de felicidad.
Terry alzó en el aire a Candy, tomándola por su cintura, y giró con ella y le declaró una y otra vez:
Y que lo nuestro
Se quede nuestro
Que yo de amarte
No me arrepiento
Lo que vivimos
Fue tan sincero
Cuánto te quise
Cuánto te quiero
Cuánto te quiero
FIN