LEE AQUÍ EL CAPÍTULO 12
William y Terius, se conocieron años atrás en uno de los bares que frecuentaban en Nueva York, y esto gracias a que tenían un conocido en común, Daniel Ligan. Ligan, era el típico amigo de todos y amigo de nadie a su vez. Él iba a donde quería, pero también, así como llegaba, se desaparecía a conveniencia. Muchos lo creían pariente de los Ardlay, o incluso de los Granchester, pero no era lo primero, ni lo segundo. Era un alma fiestera, le encantaba conocer gente nueva, beber y socializar. Creía que por ahora no necesitaba formalizar con alguna de las tantas mujeres que sucumbían ante sus encantos, y es que el hombre en cuestión, aparte de gozar de buen porte, era elegante, astuto, y contaba con buena posición económica.
Por eso es que verlo llegar a la recepción, no sorprendió ni a William ni a Terius.
Neil conoció a Brighton en un club durante su estadía por negocios en Chicago, y le había parecido una muchacha interesante; así que, al llegar la saludó con algo de coquetería. No obstante, minutos después, cuando la misma Annie le presentó a Candy, el joven hombre se quedó sin palabras.
«¡Por fin! Mis súplicas han sido escuchadas, el amor de mi vida ha caído del cielo, enfundada en ese vestido rojo». Pensó con una sonrisa endiablada.
—Mucho gusto doctora Candice, Neil Ligan, a sus pies—. Dijo con galantería, besando con lentitud y delicadeza la mejilla de la rubia.
—El gusto es todo mío—. Respondió ella con amabilidad.
Pero poco le duró la dicha al moreno, porque al lado de Candice, se incorporó alguien ya muy conocido para él.
—¿Albert? Pero, qué coincidencia... —Sonrió y estrechó la mano de su amigo de copas.
—Me alegra verte por acá —. Will le sonrió. Pero entonces Neil detalló que la mano del rubio estaba sobre un hombro de Candice, Claro, no tardó en comprender dicho gesto de posesión, creando en él un gesto de confusión.
—Por cierto, ella es mi hermana —. Aclaró el rubio de inmediato, con esa mirada amenazante que el moreno comprendió.
Ligan analizó la situación a la velocidad de la luz, Albert era conocido suyo desde hace años, sabía que era un buen tipo, honorable y respetuoso, nunca lo había visto tomar a las mujeres solo por diversión, él era un loco romántico chapado a la antigua. El moreno desvío la mirada y trató de aflojarse la corbata, estaba en aprietos y lo sabía; ya que Albert mejor que nadie conocía lo picaflor que era, además, cada vez que se metían en líos, en su mayoría, Ligan era quien los empezaba, provocando riñas por cualquier insignificancia, y lo peor de todo era que una vez iniciaban los golpes, él salía huyendo. Siempre lo había hecho así, y no solo con Albert sino con Terius. Pretender a la encantadora doctora, sería firmar su sentencia de muerte, porque estaba más que seguro que si le hacía daño a Candice, Albert no solo le quebraría cada uno de los huesos de la cara, sino que sus bolas estarían en peligro. Resolvió lo siguiente: Mandaría al diablo a Albert, a él le había gustado la doctora y si tendría que cambiar para demostrar que era digno de su amor, lo haría, pues ese hermoso ángel, lo valía.
—Es muy encantadora—. Respondió saliendo de su letargo. Recibiendo un gesto serio de parte del rubio—. ¿Por qué esta belleza nunca me fue presentada? — Siguió provocándolo.
Neil estaba seguro que con un poco de esmero lograría enamorar a la señorita. Esa era la mejor noche de su vida, y pensó en cierto castaño de ojos azules, sonrió para sus adentros, finalmente él podría presumir de haber conocido a una mujer espectacular, una mujer con la que ya soñaba procrear unos hijos hermosos.
Su castillo de ilusiones se esfumó cuando escuchó una peculiar carcajada—. Ja, ja, ja. Pero que coincidencia verte por acá Neil—. Se incorporó a ellos Terius, y le palmeó con fuerza la espalda.
«Esto debe ser una maldita pesadilla, ¿qué diantres hace este bastardo aquí?», se preguntó internamente.
—Granchester, pero que agradable verte... — Lo saludó en un tono desdeñoso.
—Vaya, pero que alegre que se conozcan entre todos ustedes. ¡Quién lo diría! —Agregó Candice dando el último sorbo a su cóctel.
—Si, y nos conocemos más de lo que crees—. El castaño añadió, para luego sonreírle a ella con dulzura—. ¿Me concedes esta pieza Candy? — Le extendió la mano y apartó la copa de sus manos.
—Por supuesto que sí Terry—. Le respondió con su despampanante sonrisa.
Neil tragó bilis, al escuchar cómo se trataban con confianza y ¿cariño? Albert estaba igual que él, juntos cruzaron los brazos y vieron a la pareja alejarse y perderse entre los pocos invitados. Ligan volvió con la doctora quien lo había invitado, Will por su parte invitó a bailar a algunas amigas de su hermana.
Terry y Candy, bailaban muy animados. Habían esperado tanto para ese reencuentro que en esa noche solo existían ellos dos, bueno, así era, hasta que pronto los primos de Candice, acompañados de lindas señoritas, llegaron a la pista también.
Candice reía y bailaba de lo más feliz, y cómo no estarlo, sí estaba rodeada de las personas que más importaban en su vida. En cambio, el panorama para Terry era muy diferente, él intercambiaba miradas serias con Archie, Stair, Anthony.
Terius se vio tentado en tomarla por la cintura y estrecharla entre sus brazos, besarle esos labios que tanto extrañaba.
—No sé si son ideas mías, pero siento que más de un par de ojos nos controlan—. Susurró al oído de ella.
Candice río sin darle importancia. Neil qué los observaba a la distancia, disfrutaba la agonía de su eterno rival. Graham pasó una de sus manos por su cabello, y fue en ese momento en el cual se preguntó, ¿cómo era que Candice había logrado tener novio?, sí sus primos y hermano, parecían hienas listas para devorar a cualquiera que se le acercara. En verdad le intrigaba, y se lo preguntaría. Y entonces, cuando Terius menos se lo esperó, ahí estaba el moreno, pidiéndole una pieza de baile a la doctora.
«Hijo de puta». Lo maldijo el castaño en su interior.
La doctora tuvo que disculparse de Terry, para no ser descortés con Ligan. El moreno tuvo la suerte de bailar con ella piezas lentas. Terius bebía su güisqui cuidando de no hacer añicos el vaso en su mano, ya que Ligan no tenía que esforzarse mucho para hacerla reír y de vez en vez, se atrevía en hablarle al oído.
Graham resolvió en caminar por el lugar, observó la ciudad a través de una gran ventana, recorrió cada espacio, sin contener la curiosidad, abrió una puerta donde supuso que ese sería el consultorio de Candice, el espacio era muy acogedor, cálido, de colores divertidos y tiernos a su vez. Le gustó en verdad.
—No creo que tu seas el pacientito —. La rubia detrás de él, advirtió con diversión.
—Si doctora, aunque no lo crea, soy el paciente—. Emocionado de verla llegar, dijo con su voz suave.
Ella llevó a sus labios la copa de su coctel y dio un sorbo—Ah sí... Y cuénteme cuáles son sus síntomas, se acercó peligrosamente a él.
—Algo le sucede a mi cabeza, no dejo de pensar en una hermosa mujer, ¿será eso normal doctora? —Entonces él se acercó aún más, anulando el espacio que los separaba.
—Mmm... —Ella dio otro sorbo a su copa y la dejó, se acercó al escritorio y de la gaveta sacó un estetoscopio—. Primero que nada, quiero ver si todo está normal por acá... —Se le acercó, y antes de colocar el aparato en el amplio pecho de él, Terry le quitó el aparato y sin contenerse acunó su bello rostro entre sus manos y la besó. Ella le respondió acariciando su rostro también, él bajó sus manos y la aprisionó por las caderas. Candice no dejó que se apartara disfrutando del sabor exquisito de su boca. Él con un gesto temerario, deslizó sus habidas manos sobre sus piernas acariciándolas sobre la suave tela de su vestido.
—Sabes a…
—Uvas—. Articuló ella, ya que el coctel que acababa de beber era a base de uvas, así lo había pedido.
—Eres una tramposa—. Él le recriminó, y de nuevo la volvió a besar con más fervor.
No era el primer beso que se daban, ya que en el viñedo se habían probado, y ahí fue donde Terry le confesó su debilidad por sus besos con sabor a fresas…
—No son fresas, es labial con sabor a uvas—. Le había respondido ella.
—Pues, desde ahora, ese será mi sabor favorito—. Susurró él, luego de robarle otro beso.
—¿Candy, estás acá? — Los tacones de Annie se escucharon cerca, así que ellos se separaron.
Brighton llegó a ellos, pero iba acompañada de su nueva mejor amiga.
«Susana, Pero, ¿Qué hace ella acá?» Se preguntó estupefacto el castaño.
Continuará en:
Última edición por AstridGraham el Sáb Mayo 04, 2024 10:33 am, editado 1 vez (Razón : Link de wattpad.)