Él no lo podía soportar más, la furia y los celos lo tenían dominado. El vaso el cual estaba lleno de alguna bebida alcohólica, estaba haciendo algún ruido extraño al parecer reaccionando a la fuerza que en ese momento estaba ejerciendo la mano masculina en él; para él ver esa escena antes sus ojos era como sentir que alguien viniera de repente y lo moldeara a golpe ahí mismo; si, era su culpa que ella estuviese bailando, en aquel lugar, con otro y no con él. Si acaso hubiera…No, se negó si quiera a pensar en tal tonterías.
Le dolía, claro que le dolía, aunque se negaba aceptarlo, los sentimientos que sintió una vez por esa chica aun seguían calando en su ser, y al parecer, con el tiempo, ha ido creciendo desmesuradamente y apenas se daba cuenta.
Cuando despertaba por las mañanas en la misma cama que había estado ocupando desde quien sabe qué tiempo, creía oler su hechizante aroma, sentir la calidez del cuerpo femenino, pero al despertarse la sentía vacía, inmensamente enorme para un solo cuerpo…para un solo ser. No quería aceptar que la extrañaba, su orgullo de hombre herido se negaba en aceptarlo, pero cuando escuchaba en la radio la canción que lo acerco, aquel día, a la mujer que había prendado todo su ser, se echaba a llorar como cual niño es despojado del lado de su madre. Arrullaba su cabeza, mientras estaba en la esquina del enorme lecho, abrazando sus rodillas con tal ímpetu, que amenazaba en hacerse daño asimismo. Pensaba y pensaba que ya nada sería lo mismo…nada.
Una vez que ellos decidieron formalizar su relación, compartiendo más que una cama, más un te amo, más que... Ellos eran nómadas de su cuerpo, de su amor, ella era su mujer y él, él era su hombre. No podía aceptarlo, se rehusaba en mirar tal escena, mientras se anidaba en los momentos felices que compartieron una vez, hace tiempo… pero el ruidito que provenía del vaso lo sacó de sus pensamientos indicándole que ya, que le parara o no le serviría para retener mas el liquido que él estaba consumiendo. Él seguía mirándola, como ella bailaba con otro la canción que ellos tantas veces habían compartido…era su canción, y ella no lo respetaba.
Él observo un piano encima de la tarima de aquel bar, dejó el vaso a medio beber solo, encima del mostrador mientras que él se arrastraba hasta donde estaba aquel majestuoso piano en color negro, arrastró el banco hacia afuera y tomo asiento y dirigió su mirada a ella que lo miraba algo sorprendida…de la boca masculina salió una sonrisa algo irónica y sínica.
Sus dedos comenzaron a acariciar las teclas del piano mientras cantaba revivía aquellos momentos cuando él, apunta de gritos, le negaba unas simples flores porque, según él, eso eran simples cursilerías…trivialidades…simples objetos que no demuestran nada.
Comenzó a tocar y con ello transmitía todo las emociones que había tenido clavado todo ese tiempo. Comenzó a entonar una melodía de disculpa hacia ella: “la música narra lo que uno por cobardía no dice en su momento”.
Ella casi llora, pero decidió reprimirla por respeto al hombre que se encontraba a su lado… se limito solo a escuchar.
Él seguía clavando su mirada en las teclas y, en cada oportunidad que tenían, sus miradas se reencontraban.
Había terminado de acariciar las teclas y los oídos de los presentes, el público, incluyéndola a ella y a…él, se levantaron eufóricos aplaudiendo y agradeciendo por compartir tan hermosa melodía, él bajó del escenario y mientras se abría paso entre la multitud que seguían parados aplaudiendo, recibía palmadas en su espalda. Felicitaciones y sonrisas contagiosas.
Tomó el vaso, que minutos atrás tenia, y bebió el liquido que contenía esta de una, saco su billetera pago pero antes pido al cantinero que le regalara lápiz y papel…él lo hizo…le señalo a la persona que debía de entregárselo junto con unas especificas instrucciones…se coloco su gabardina en color piel y un sombrero del mismo color…se marcho.
*_*_*_*_*_*
Había llegado a aquel bar con un amigo que la pretendía. Había visto, por casualidad, al hombre, que años atrás, supo cómo hacerla feliz y a la vez infeliz…, con su falta de romanticismo, todo por lo que una vez creyó, se fue por la borda.
Por cada estupidez que le llegaba a él a la cabeza, se armaba una discusión: si ella quería ir a bailar con él o con algunos de sus amigos, era la escusa perfecta para él gritarle, dejarla allí echa un mar de lágrimas e irse hasta llegar a altas horas de las madrugadas.
Sentía aun algo por él, pero no era aquel sentimiento superficial que la hizo escapar de casa a sus 17 años para irse con berrinchudo niñito…Ya era lo suficientemente madura para pensar y saber qué es lo que debe y no hacer.
Se había decidió ir de su lado, ya no lo aguantaba, su actitud inmadura, egoísta y poco romántica hizo que, tiempo después, tomara dicha decisión
Ahora encontrárselo allí, sentado en aquel banco de bar, con sus codos apoyado en el gran mostrador y dedicándole una mirada mientras ella bailaba, era algo que le hacía revivir, también los buenos momento vivido con él…ver como se había subido al escenario sin despegar su mirada castaña a los color esmeralda de ella, había provocado un torrente de emociones en su interior.
Sus miradas chocaban al paso de cada toque de las manos masculinas en las teclas del piano, ella había entendido que aquello era dedicado a ella, la musca aquella, que acariciaba los oídos de los presentes y los de ellas, era inconfundible.
Cerró sus parpados para poder imaginar que estaba encima de aquel piano aquella adolscente atolondrada que se había hecho inmensidades de tonterías casa para estar con él, y que él le estaba brindando el escenario de romanticismo que ella tanto había anhelado. Sus parpados recibieron la humedad de las lágrimas que estaban amenazantes de derribar la barrera para caer y morir en cualquier parte…
La hermosa melodía había terminado y todos los presentes incluyéndola a ella y a su acompañante, que era ajeno a todo aquello, aplaudían eufóricos y agradecían a él por brindar aquella entonación.
Lo había visto tomar su gabardina en color piel y sombrero mientras… se fue.
*_*_*_*_*
Al momento de que ella se disculpara para ir a visitar el cuarto de baño, un mesero se había presenciado a ella y le había hecho entrega de lo que parecía ser un pedazo de servilleta… con algo escrito que decía:
…Espero que él si te compre flores, que sostenga tus manos como yo no lo hice, que te de todas sus horas, mientras tenga la oportunidad…Que te lleve a todas las fiestas y no te grite enfrente de los demás aprovechando que tiene unos trago demás en la cabeza…Espero que él si se gane tu confianza y que haga todas las cosas que yo debí haber hecho cuando “era tu hombre”…
ATT: Neal L.
Había posado su espalda en la fría pared de aquel baño y se había deslizado al mismo tiempo que sus lagrimas se deslizaban por su rostro .
Última edición por igzell el Mar Abr 07, 2015 12:21 pm, editado 1 vez