Te lo pongo aquí Geza
Despertó con un gusto salado en la boca, recostado se sintió arrullado por un rítmico vaivén que le hacía sentir muy bien. El golpeteo del agua contra su singular embarcación era suave pero constante.
El cielo aún estaba teñido de rojo, ese hermoso rojo que pudo disfrutar antes de cerrar los ojos por el cansancio.
Se asomó y se vio rodeado de la inmensidad del mar pintado de una calidez asombrosa. A lo lejos se podía ver una tormenta alejandose de él, el sonido característico de truenos y lluvia cayendo se apagaba poco a poco tras de sí.
¿Qué estaría haciendo en medio del mar al atardecer? Tan lejos de casa, sin sentirse cansado ni adolorido, con un maravilloso cielo libre. La cálida fuente de luz frente a él iluminaba todo a su alrededor y de pronto lo entendió.
¡Era un pirata! Se vio ataviado con la casaca característica de un pirata inglés, con pistola al cinto pero… ¿Y el perico? ¿La pata de palo? ¿El parche? ¿Las barbas?
Todo pirata que se respete necesita todo eso para emprender el viaje, de otra manera los bucaneros que lo encuentren en el trayecto literalmente “se le subirían a las barbas”.
No, eso no pasará nunca en un navío como el suyo, tan majestuoso. ¡Eh! ¡Un momento! Estaba navegando en su vieja sombrilla, aquella con la que incontables veces voló por las noches para atrapar estrellas.
¡Claro! ¡No podría ser de otra manera! Ese sería el navío que lo llevaría a puerto en este viaje hacia la luz del lejano horizonte. Y como todo buen pirata debía dejar un rastro de él como testimonio de su viaje en las aguas del océano. Mensajes lanzados dentro de botellas que llegarán seguro a su destino de alguna manera. Escribió con calma uno a uno varios mensajes de esperanza y amor para todos aquellos que tenía guardados en su corazón, cada mensaje sería una parte del mapa para encontrar su tesoro pirata. Un tesoro que no hallarían sepultado en ninguna playa desierta, ni escondido en ninguna cueva misteriosa. No… su tesoro lo había repartido ya entre todos y cada uno de ellos… Su propio corazón.
Y con esta certeza continuó su viaje...
Listo Geza!!!