¡Hola, amigas!
En mi ataque diario de hoy, les quise compartir este peque mini que me hice rapidín entre ayer y hoy.
No diré quién es la parejita sobre la cual lo hice, tendrán que leer para adivinarlo, jejeje
Sin más, acá se los dejo, espero les guste
En mi ataque diario de hoy, les quise compartir este peque mini que me hice rapidín entre ayer y hoy.
No diré quién es la parejita sobre la cual lo hice, tendrán que leer para adivinarlo, jejeje
Sin más, acá se los dejo, espero les guste
NOMBRE
Ciertamente, es una hermosa tarde de Enero.
A través de la ventana, vi como el sol se despedía de todos los americanos, pero la felicidad que hoy alberga la residencia de los Grandchester en Nueva York seguro perdurará cuando salga la luna. Y es que no todos los días nace el heredero de una antigua y respetada familia inglesa, ¿cierto?
−Entonces-esa voz fuerte y aristocrática que me hace temblar se coló rompiendo el silencio que había en la habitación−, ¿sigue dormido?
Desvié mi mirada del ocaso para estudiar una vez más el pequeño cuerpecito tendido sobre la cuna, relajado y tranquilo, ajeno a todo lo que estaba más allá del mundo de los sueños.
Mi pequeño hijito. Aún siendo tan pequeño, ya lo concibo como el ser más hermoso que mis ojos han visto. Y hablando de ojos, tiene los míos, cosa que a su padre le encantó en cuanto lo vio por primera vez. A mí en cambio, me agradó descubrir que tiene el cabello castaño y las facciones de su padre. Sin duda, algún día será un hombre muy asediado por la atención femenina. Bueno, ya tiene la mía, y tan sólo es un bebé con pocas horas de haber nacido.
−Sí. Creo que el también quedó cansado del parto−me estremecí cuando sentí sus manos rodear mi cintura para abrazarme. Me limité a apoyar mi cabeza en su pecho, sintiéndome reconfortada con su presencia.
−Tú también deberías estar descansado−me recordó algo serio y aunque le doy la razón no cambiaría estos momentos por unas pocas horas de sueño−. Hoy estuviste fantástica, querida.
− ¿Cómo en una comedia shakesperiana? –intenté picarlo para sacarle una sonrisa.
−No−abrazada a él no puedo verlo, pero siento en sus palabras que está sonriendo cuando me responde−. Cien veces mejor que eso, diría yo.
Sonrío también, mientras recuerdo la difícil prueba que hoy atravesé.
Cientos de mujeres han pasado por esto a lo largo de la historia, pero vamos, ¡yo he conseguido hacerlo! ¡Le he dado vida a una personita que ahora depende totalmente de mí! Y a pesar de los horribles dolores del parto, no cambiaría nada de lo que tuve que afrontar, porque gracias a eso ahora tengo a mi bebé, al hijo de nuestro amor. No importa lo que digan los demás, este pequeño ha nacido del amor más puro e inocente que jamás soñé sentir, y los detalles sobre la relación o el origen de sus padres no pueden cambiar eso.
−No pienses en cosas que no tienen importancia ahora−sus palabras me hacen sonreír más. Éste hombre ahora es capaz de leer mis pensamientos, incluso sin verme−. ¿Por qué mejor no me dices si ya decidiste cómo lo llamaremos?
−Creía que lo decidiríamos juntos−lo empujo suavemente para terminar el abrazo y poder verle a los ojos. Él aprovecha para llevarme de vuelta a la cama. Tras recostarme, se vuelve para comprobar al bebé que descansa aún en la cunita junto a mi cama−. Además, ya sabes que yo no tengo que pensarlo mucho. Sólo hay un nombre que quiero para él.
−No vamos a llamarlo como yo, querida−niega sin ceder, mientras acaricia la mejilla del bebé con el suave roce de sus nudillos. Nuestro hijo suspira dormido y consigue sacarle una sonrisa tan fácil que no puedo evitar enternecerme−. Ya tendrá el apellido Grandchester, y creo que eso es más que suficiente.
−Pero tu nombre a mí me encanta−le recuerdo tomando su mano para obligarlo a que tome asiento junto a mí.
−También a mí me encanta el tuyo, pero siendo un varón no creo que podamos ponerle un nombre femenino, ¿verdad? –su comentario absurdo me hace reír−. Aunque no me preocupa. Nos lo reservaremos para cuando tengamos una niña.
−De acuerdo. Nada de copiar el nombre de su padre. ¿Qué nombre sugieres?
−Me gustaría uno que tenga un origen inglés−una de mis rubias cejas se levanta al detectar el orgullo que siente por su propio origen−. Ya sé que a ti no te importan demasiado estas cosas, pero te guste o no, tu hijo tiene ascendencia inglesa y noble.
−Pues…no tengo ningún inconveniente con darle un nombre inglés. Pero también me gustaría que su nombre tuviera algo de escocés.
− ¿Escocés? –me pregunta al instante confundido.
−Por haber sido concebido allí. ¿Recuerdas? –le pregunto y disfruto muchísimo al ver como un ligero rubor se adueña de sus mejillas.
A veces siento que soy yo la arrojada y él el puritano. Me pregunto si es porque soy americana y él inglés…
−Bien. Entonces puede tener dos nombres−me concede él recuperando la compostura−. Tú escoges uno escocés, y yo el inglés.
−Me temo que tendrá que ser al revés, querido, porque no conozco ningún nombre escocés.
− ¿Y entonces por qué me pides que…?
−Porque estoy más que segura de que tú si conoces alguno−sonríe haciendo un gesto de resignación y sé que he ganado esta partida−. Tengo uno inglés, pero no sé si te guste.
−Yo tengo uno escocés. Pero estoy más que seguro de que no va a gustarte−extiende una de sus manos hacia mí para regresar uno de mis rizos rebeldes detrás de mi oreja−. Honestamente no me gustan demasiado los nombres escoceses, pero si algún día él pregunta por qué lleva uno le diré que fue todo obra de su madre.
−Acepto la penitencia. ¿Quieres saber el nombre que pensé para él?−él asiente silenciosamente y yo me limito a hablar− Me gusta Terrance.
− ¿Terrance?
−Es inglés. Significa poderoso, gobernante del pueblo, y no tengo ninguna duda de que algún día con todo el atractivo que heredó de ti y de mí, será capaz de ganarse y gobernar muchos corazones−le explico haciéndolo reír con mi profecía−. También tiene un origen germánico, así que tiene historia. Y su diminutivo es Terry.
−También Terruce−añadió y se tomó unos segundos en silencio para sopesar mi opción−. Terrance. Me gusta.
−Bien, entonces nos quedamos con Terrance−sentenció y antes de darle tiempo a replicar, preguntó¬−. ¿Y el tuyo?
−Graham. Es escocés, aunque también tiene un origen anglosajón. Y creo que su significado, que es guerrero, le servirá a nuestro hijo para recordar que siempre debe luchar contra las adversidades de la vida.
−Deberá hacerlo a menudo, siendo un hijo ilegítimo, ¿no crees?–Bastardo. Al instante me arrepiento por el pensamiento. No soportaría que alguien le dijera algo así a mi hijo. No soportaría que él tenga que llevar esa carga por nuestra irresponsabilidad. Y sin embargo, sé que tendrá que hacerlo, porque no importa cuánto amor haya entre Richard y yo, sin una licencia matrimonial entre ambos, él se verá acusado de ser el resultado de una aventura entre una actriz americana y un noble inglés que visitaba América mientras viajaba en su aeroplano.
−Él es y será siempre mi heredero y primogénito, Eleanor−los brazos de Richard me envuelven, dándome el consuelo y la protección que necesito en estos momentos−. No importa lo que suceda, nada nunca cambiará eso−busca mis ojos para estudiar si le creo y mi confianza ciega en él le da la respuesta que busca−. Además, no entiendo porqué te preocupas tanto. Recuerdo que hace unos meses no parecías estar muy interesada en el matrimonio−añade con una sonrisa irónica intentando picarme. Y lo logra.
−Hace unos meses no tenía pensado convertirme en una madre soltera−le respondí devolviéndole su ironía antes de mirar nuevamente a mí bebé−. Además, no me preocupa tanto mi carrera o tu noble origen como él, Richard. No quiero que sienta en modo alguno el rechazo de una sociedad que puede desairarlo sólo porque sus padres no están casados.
−Pues no ha de sentirlo si nos casamos pronto, ¿cierto? Apenas ambos estén en condiciones de viajar, nos iremos a Inglaterra los tres, conseguiré una licencia matrimonial y listo. Unidos para siempre hasta que la muerte nos separe−siento que desvía su mirada también sobre nuestro hijo. Es increíble cómo ya estoy conectada a este pequeño ser−. De hecho, ya estamos unidos hasta que la muerte nos separe, por él. Él nos unirá siempre y por mucho más que eso.
−Supongo que sí−asiento con desgane antes de volver a un tema más animado y absolutamente más apropiado para éste momento−. Entonces, ¿Terrance Graham?
−Terrance Graham Grandchester. Suena bastante bien, la verdad.
−Mi pequeño Terry, será para mí−sonrío nuevamente sintiendo que el amor que siento por él puede soportarlo todo−. Terry Grandchester, el nuevo heredero de la aristocrática familia Grandchester.
−El único heredero, querrás decir−me corrige Richard antes de inclinarse para robarme un beso que le entrego gustosa−. Y el único primogénito Grandchester que nació del amor, sin duda.
Si. Amor. Procuraré enseñarle el significado de esa palabra a mí pequeño.
El amor te hace hacer cosas arriesgadas, cosas que nunca en la vida llegaste siquiera a considerar; te hace reír y te hace llorar también, pero vale la pena buscarlo sólo por el instante de la risa y la felicidad que concede. Amor. Algo que le permitió a mi querido Terry nacer, porque sin el amor, mi hijo nunca habría nacido.
FIN
Ciertamente, es una hermosa tarde de Enero.
A través de la ventana, vi como el sol se despedía de todos los americanos, pero la felicidad que hoy alberga la residencia de los Grandchester en Nueva York seguro perdurará cuando salga la luna. Y es que no todos los días nace el heredero de una antigua y respetada familia inglesa, ¿cierto?
−Entonces-esa voz fuerte y aristocrática que me hace temblar se coló rompiendo el silencio que había en la habitación−, ¿sigue dormido?
Desvié mi mirada del ocaso para estudiar una vez más el pequeño cuerpecito tendido sobre la cuna, relajado y tranquilo, ajeno a todo lo que estaba más allá del mundo de los sueños.
Mi pequeño hijito. Aún siendo tan pequeño, ya lo concibo como el ser más hermoso que mis ojos han visto. Y hablando de ojos, tiene los míos, cosa que a su padre le encantó en cuanto lo vio por primera vez. A mí en cambio, me agradó descubrir que tiene el cabello castaño y las facciones de su padre. Sin duda, algún día será un hombre muy asediado por la atención femenina. Bueno, ya tiene la mía, y tan sólo es un bebé con pocas horas de haber nacido.
−Sí. Creo que el también quedó cansado del parto−me estremecí cuando sentí sus manos rodear mi cintura para abrazarme. Me limité a apoyar mi cabeza en su pecho, sintiéndome reconfortada con su presencia.
−Tú también deberías estar descansado−me recordó algo serio y aunque le doy la razón no cambiaría estos momentos por unas pocas horas de sueño−. Hoy estuviste fantástica, querida.
− ¿Cómo en una comedia shakesperiana? –intenté picarlo para sacarle una sonrisa.
−No−abrazada a él no puedo verlo, pero siento en sus palabras que está sonriendo cuando me responde−. Cien veces mejor que eso, diría yo.
Sonrío también, mientras recuerdo la difícil prueba que hoy atravesé.
Cientos de mujeres han pasado por esto a lo largo de la historia, pero vamos, ¡yo he conseguido hacerlo! ¡Le he dado vida a una personita que ahora depende totalmente de mí! Y a pesar de los horribles dolores del parto, no cambiaría nada de lo que tuve que afrontar, porque gracias a eso ahora tengo a mi bebé, al hijo de nuestro amor. No importa lo que digan los demás, este pequeño ha nacido del amor más puro e inocente que jamás soñé sentir, y los detalles sobre la relación o el origen de sus padres no pueden cambiar eso.
−No pienses en cosas que no tienen importancia ahora−sus palabras me hacen sonreír más. Éste hombre ahora es capaz de leer mis pensamientos, incluso sin verme−. ¿Por qué mejor no me dices si ya decidiste cómo lo llamaremos?
−Creía que lo decidiríamos juntos−lo empujo suavemente para terminar el abrazo y poder verle a los ojos. Él aprovecha para llevarme de vuelta a la cama. Tras recostarme, se vuelve para comprobar al bebé que descansa aún en la cunita junto a mi cama−. Además, ya sabes que yo no tengo que pensarlo mucho. Sólo hay un nombre que quiero para él.
−No vamos a llamarlo como yo, querida−niega sin ceder, mientras acaricia la mejilla del bebé con el suave roce de sus nudillos. Nuestro hijo suspira dormido y consigue sacarle una sonrisa tan fácil que no puedo evitar enternecerme−. Ya tendrá el apellido Grandchester, y creo que eso es más que suficiente.
−Pero tu nombre a mí me encanta−le recuerdo tomando su mano para obligarlo a que tome asiento junto a mí.
−También a mí me encanta el tuyo, pero siendo un varón no creo que podamos ponerle un nombre femenino, ¿verdad? –su comentario absurdo me hace reír−. Aunque no me preocupa. Nos lo reservaremos para cuando tengamos una niña.
−De acuerdo. Nada de copiar el nombre de su padre. ¿Qué nombre sugieres?
−Me gustaría uno que tenga un origen inglés−una de mis rubias cejas se levanta al detectar el orgullo que siente por su propio origen−. Ya sé que a ti no te importan demasiado estas cosas, pero te guste o no, tu hijo tiene ascendencia inglesa y noble.
−Pues…no tengo ningún inconveniente con darle un nombre inglés. Pero también me gustaría que su nombre tuviera algo de escocés.
− ¿Escocés? –me pregunta al instante confundido.
−Por haber sido concebido allí. ¿Recuerdas? –le pregunto y disfruto muchísimo al ver como un ligero rubor se adueña de sus mejillas.
A veces siento que soy yo la arrojada y él el puritano. Me pregunto si es porque soy americana y él inglés…
−Bien. Entonces puede tener dos nombres−me concede él recuperando la compostura−. Tú escoges uno escocés, y yo el inglés.
−Me temo que tendrá que ser al revés, querido, porque no conozco ningún nombre escocés.
− ¿Y entonces por qué me pides que…?
−Porque estoy más que segura de que tú si conoces alguno−sonríe haciendo un gesto de resignación y sé que he ganado esta partida−. Tengo uno inglés, pero no sé si te guste.
−Yo tengo uno escocés. Pero estoy más que seguro de que no va a gustarte−extiende una de sus manos hacia mí para regresar uno de mis rizos rebeldes detrás de mi oreja−. Honestamente no me gustan demasiado los nombres escoceses, pero si algún día él pregunta por qué lleva uno le diré que fue todo obra de su madre.
−Acepto la penitencia. ¿Quieres saber el nombre que pensé para él?−él asiente silenciosamente y yo me limito a hablar− Me gusta Terrance.
− ¿Terrance?
−Es inglés. Significa poderoso, gobernante del pueblo, y no tengo ninguna duda de que algún día con todo el atractivo que heredó de ti y de mí, será capaz de ganarse y gobernar muchos corazones−le explico haciéndolo reír con mi profecía−. También tiene un origen germánico, así que tiene historia. Y su diminutivo es Terry.
−También Terruce−añadió y se tomó unos segundos en silencio para sopesar mi opción−. Terrance. Me gusta.
−Bien, entonces nos quedamos con Terrance−sentenció y antes de darle tiempo a replicar, preguntó¬−. ¿Y el tuyo?
−Graham. Es escocés, aunque también tiene un origen anglosajón. Y creo que su significado, que es guerrero, le servirá a nuestro hijo para recordar que siempre debe luchar contra las adversidades de la vida.
−Deberá hacerlo a menudo, siendo un hijo ilegítimo, ¿no crees?–Bastardo. Al instante me arrepiento por el pensamiento. No soportaría que alguien le dijera algo así a mi hijo. No soportaría que él tenga que llevar esa carga por nuestra irresponsabilidad. Y sin embargo, sé que tendrá que hacerlo, porque no importa cuánto amor haya entre Richard y yo, sin una licencia matrimonial entre ambos, él se verá acusado de ser el resultado de una aventura entre una actriz americana y un noble inglés que visitaba América mientras viajaba en su aeroplano.
−Él es y será siempre mi heredero y primogénito, Eleanor−los brazos de Richard me envuelven, dándome el consuelo y la protección que necesito en estos momentos−. No importa lo que suceda, nada nunca cambiará eso−busca mis ojos para estudiar si le creo y mi confianza ciega en él le da la respuesta que busca−. Además, no entiendo porqué te preocupas tanto. Recuerdo que hace unos meses no parecías estar muy interesada en el matrimonio−añade con una sonrisa irónica intentando picarme. Y lo logra.
−Hace unos meses no tenía pensado convertirme en una madre soltera−le respondí devolviéndole su ironía antes de mirar nuevamente a mí bebé−. Además, no me preocupa tanto mi carrera o tu noble origen como él, Richard. No quiero que sienta en modo alguno el rechazo de una sociedad que puede desairarlo sólo porque sus padres no están casados.
−Pues no ha de sentirlo si nos casamos pronto, ¿cierto? Apenas ambos estén en condiciones de viajar, nos iremos a Inglaterra los tres, conseguiré una licencia matrimonial y listo. Unidos para siempre hasta que la muerte nos separe−siento que desvía su mirada también sobre nuestro hijo. Es increíble cómo ya estoy conectada a este pequeño ser−. De hecho, ya estamos unidos hasta que la muerte nos separe, por él. Él nos unirá siempre y por mucho más que eso.
−Supongo que sí−asiento con desgane antes de volver a un tema más animado y absolutamente más apropiado para éste momento−. Entonces, ¿Terrance Graham?
−Terrance Graham Grandchester. Suena bastante bien, la verdad.
−Mi pequeño Terry, será para mí−sonrío nuevamente sintiendo que el amor que siento por él puede soportarlo todo−. Terry Grandchester, el nuevo heredero de la aristocrática familia Grandchester.
−El único heredero, querrás decir−me corrige Richard antes de inclinarse para robarme un beso que le entrego gustosa−. Y el único primogénito Grandchester que nació del amor, sin duda.
Si. Amor. Procuraré enseñarle el significado de esa palabra a mí pequeño.
El amor te hace hacer cosas arriesgadas, cosas que nunca en la vida llegaste siquiera a considerar; te hace reír y te hace llorar también, pero vale la pena buscarlo sólo por el instante de la risa y la felicidad que concede. Amor. Algo que le permitió a mi querido Terry nacer, porque sin el amor, mi hijo nunca habría nacido.
FIN
¿Qué les pareció, chicas?
A que no se imaginaban que el bebito Grandchester era Terry
Jajajaja, una lástima que no terminara siendo el final feliz para sus papás
Aunque supongo que Terryto siempre los unió hasta el final después de todo...
Y bueno, ya saben por qué y cómo fue escogido el nombre de nuestro biscochito inglés jejeje
Espero les haya gustado, y si no, ustedes me avisan
¡Saluditos!
A que no se imaginaban que el bebito Grandchester era Terry
Jajajaja, una lástima que no terminara siendo el final feliz para sus papás
Aunque supongo que Terryto siempre los unió hasta el final después de todo...
Y bueno, ya saben por qué y cómo fue escogido el nombre de nuestro biscochito inglés jejeje
Espero les haya gustado, y si no, ustedes me avisan
¡Saluditos!