Imagen editada por Gezabel
Casi me iba a dormir sin publicar esta penúltima historia de mi parte :-``:
La Llave Maestra
Candice estaba realmente nerviosa al entrar en aquel lático con ayuda de la llave maestra que sostenía en sus manos. Había descubierto algo sorprendente en aquel lugar que era arropado por la oscuridad, entró con pasos lentos, no quería a ser algún ruido o peor, pisar una de esas maderas podridas y provocar un gran estruendo alertando a todos de que alguien estaba en el latico.
Había entrado en aquella casa como enfermera personalizada de un viejo moribundo el cual se asustaba al verse en un espejo, le parecía algo realmente absurdo ¿Es que acaso sufría algún trastorno que no le hacía aceptar de que ya estaba viejo y que su vida de Don Juan había acabado? O eso era lo primero que le había llegado a la mente.
Y luego estaba la mujer aquella, la esposa del anciano bajo su cuidado, que consentía los caprichos de un viejo loco y moribundo al no aceptar ningún espejo y tapaba cualquier cosa que reflejara las imágenes de ellos, se limitó a voltear los ojos al recordar las locuras que debía de aguantar desde que llegó apenas hace una semana a esa casa.
Las habitaciones, todas, estaban bien aseguradas, Candy se asomó a una de ellas, que por descuido de la vieja, estaba abierta y pudo ella notar que había un montón de cosas algo perturbadoras para su gusto, intentó ahogar un grito al tapar su boca con ambas manos pero cuando volteó a su espalda, cual susto se llevo al toparse con la anciana. Colocó ambas manos a su pecho mientras sentía que el alma regresaba a su cuerpo.
La anciana la riñó por fisgona y luego la mandó a su habitación cerrando la puerta de Candy-cada noche, desde aquel momento-, con llave. Candy se sintió a partir de esa noche como una convicta, la cual estaba cumpliendo condena por lo que al parecer, era un crimen.
A la mañana siguiente descubrió que el viejo apenas si quería comer de la mano de la anciana, este, a pesar que su mujer consentía cada berrinche, seguía negándose a las atenciones de ella para con él. El viejo minusválido sacaba su lengua cuando la rubia estaba atendiéndolo como si quisiera decirle algo, Candy trataba pacientemente de entenderlo pero se le era realmente difícil, cuando se le ocurrió la genial idea de ponerlo a escribir ya que este podía mover algunas partes de su cuerpo, agregando a la hoja de papel sus manos, aunque se notaran algo temblorosa aun servían para algo.
Cuando la anciana fue a llevarle la comida a su esposo observó como Candy instaba a escribir a su “amado” esposo, cual vieja reacciono de la peor manera dejando caer la bandeja llena de un muy rico almuerzo y se abalanzó hasta donde la rubia y comenzó a jalarle las risadas greña, Candy, aunque no quería, pero el momento lo ameritaba, se defendió con brusquedad ante una “insignificante anciana” la cual dio a parar a un costado de la habitación.
Candy salió de la habitación como alma que lleva el diablo y fue directo a su aposento, la vieja, echa un mar de lágrimas, la había alcanzado y le había pedido perdón por lo ocurrido pero disque no aguantaba por la situación que estaban pasando…Candy no la dejó terminar y la miró con compresión y lastima…se quedó.
Las cosas comenzaron a ponerse mas rara, por asi decirlo, cuando por las noches escuchaba los alaridos proveniente de arriba y cuando intentaba salir de la habitación se hallaba, nuevamente, encerrada. La vieja, al otro dia, le dijo que no había escuchado nada, que al parecer ella había sido víctima de un mal sueño, pero Candy asi no lo creía, estaba segura que esos gritos que escuchaba noche por noche, no era un simple sueño como decía la anciana.
La noche había arropado el lugar, una vez mas Candy escuchó aquellos alaridos y una vez mas intentaba salir de la habitación pero esta, como en otras ocasiones, se encontraba cerrada con llaves. Asi que optó por pegarle a la gran hoja de madera con sus puños para que alguien, o sea la vieja aquella, se acercara y le abriese la puerta. Y asi fue.
-¿Lo escuchó?-había preguntado la rubia pero la vieja seguía dando su negativa-No me mienta. Yo se que usted también escuchó lo que yo también…-la vieja agacho la cabeza y jugando con sus arrugadas manos las cuales se habían convertido en ese instante en el recipiente de sus lagrimas, asintió.
-Asi es, hija mia-habia dicho-. No te lo había querido decir porque no quería que, al igual que las demás enfermeras que han atendido a mi marido, te marcharas-decia la vieja con voz temblorosa.
-¿Decirme qué?-había preguntado la rubia. Se sentía realmente ansiosa por saber lo que la vieja estaba ocultando tan celosamente todo ese corto tiempo.
-Que en esta casa habita una maldición, una maldición echada por una muy mala mujer hace añales-habia respondido, candy volteo sus ojos ante la absurda respuesta que había dando la anciana.-Se que no me lo crees, pero la prueba ha sido esos gritos que has escuchado desde que entraste a trabajar a esta casa…De nada vale que te vayas de aquí, ellos te seguirán, te lo dice alguien que lo ha intentado…Mira como ha quedado mi pobre marido Robert-decia la vieja mientras que aun tenía su mirada cabizbaja y secaba con sus nudillos las lagrimas que insistían en caer.-Es por eso que te he encerrado…Todo aquel escándalo fue solo una treta para mantenerte a salvo pero ahora que lo sabes…
-Entiendo.-solo a tino a decir mientras se acercaba a la vieja y la estrechaba en sus brazos-.No se preocupe, estaremos bien-solo decía esas palabras para calmar a la anciana. Mientras que acariciaba la amplia espalda de la anciana Candy pudo dar con la llave que la mujer utilizaba para casi todo en aquella casa, mientras proseguía con su trabajo de consoladora, sacaba, con sumo cuidado, la llave del bolsillo delantero de la gran bata de la mujer que estaba sollozando en el pecho de la rubia.
A los pocos minutos la había mandado a acostar prometiéndole que se encerraría en su habitación y que haría caso omiso a aquellos gritos que retumbaban en toda la casa…le aseguró a la anciana, también, que no se apartaría de su lado, la anciana asintió y se retiro.
Solo fueron cuestiones de segundo para que Candy le hiciera mas caso a la curiosidad que a la razón que le pedía a gritos que no subiera al latico, pues claro, esta hizo caso omiso a las advertencia de la anciana y de su propia razón.
Cuando pudo alumbrar el oscuro con la luz artificial cuando ella, tanteado por las paredes sin antes medir las consecuencias de encontrarse con algún insecto venenoso o electrucutase con algún cable suelto, encontró el interruptor. Sus ojos se abrieron de la impresión al ver un pentaculo dibujado en el piso y a su alrededor tenia unos cuantos velones, mientras mas adelante había unas botellas con formas extrañas en una vidriera y en una mesita reposaba un libro; ella por instinto lo hojeo…al poco rato sintió que algo la había golpeado en la cabeza…cayó al suelo.
Mientras se encontraba en el piso, tratando de acomodar la vista meneando la cabeza y pestañeando cada dos o tres segundo, pudo visualizar a la anciana que estaba dándole la espalda y rebuscando cosas en la vidriera donde había visto las botellas con formas extrañas.
Sentía que su cabeza estaba rodando por todo el lugar, intentó pararse pero su cuerpo no reaccionaba a ninguna de las ordenes que ella le daba, seguía pestañeando porque no sabía si estaba mirando bien…el cuerpo robusto de la anciana al fin se había volteado hacia ella sosteniendo con ambas manos unas botella…la vieja sonreía placenteramente mientras se acercaba hasta la rubia.
La boca de Candy se sentía algo seca, la anciana se agachó hasta donde la rubia, sostuvo con una de sus manos, la cabeza de Candice mientras le daba de beber algún liquido de una de las extrañas botella, lo que la rubia supuso que era agua era una poción de transferencia…
La visión de candy se nubló aun mas…cuando despertó se vio asi misma delante suyo, supuso que estaba en un sueño donde tenia un doble…cuando se vio ambas manos se las observó algo arrugada ¡Estaba atrapada en el cuerpo de la anciana!, cuando le acercaron algún espejo y vio su nueva apariencia comenzó a gritar como una loca…
Recordó todo lo que había sucedido y se dio cuenta que todo aquello había sido una trampa, una muy ruin trampa…observó como unos hombres, vestidos todos de blanco, se acercaban hasta ella y le colocaban una especie de camisa de fuerza…ella se removía rehusándose a todo aquello mientras más adelante observó al hombre que la había llevado hasta ese lugar:
-“Albert”-había susurrado al ver como besaba el cuerpo que antes le había pertenecido a ella, quedo con la boca entre abierta y sus pupilas rodaban tratando de entender lo que había sucedido…cuando la subieron a la ambulancia observó a un lado al anciano-¿Tu eres…?-había tratado de formular una pregunta, pero esta ya se había confirmado con el asentimiento del anciano.
FIN