** Musas Ardley ** “Igual que un gato” ** Reto de guerra ** George
“Igual que un gato” – George
George Johnson es como un gato, sigiloso, digno y con actitud fría. Pero no es como un gato de angora, mimosos, regalones, que les gusta que les mimen o apapachen (según se prefiera leer), que les regalan platitos con crema y se la pasan durmiendo en suaves cojines, sin que los dueños de tales mininos se preocupen por el pelo que tiran sobre los muebles, que se ocupan de cepillarlos día a día, acicalándoles y bañándoles en tinas con burbujas y hasta juguetes, dándoles un trato más propio de un niño pequeño, de mascotas.
No, George Johnson es como un gato callejero, sabe ganarse el sustento como buen cazador y rapiñero, como lo hace un gato en las calles de París, donde él se crió, precisamente compitiendo muchas veces con multitud de gatos callejeros, rebuscando, al igual que ellos, en los botes de basura fuera de los mercados, a fin de ganar el sustento diario.
Igual que un gato callejero, George niño se mantenía limpio de la manera que podía, a veces incluso aprovechando la lluvia que caía a raudales y era el agua que Dios no le escatimaba y que sus congéneres humanos, muchas veces sí lo hacían.
Igual que un gato callejero, George fue arrojado a las calles de París, siendo muy pequeño, y dependió de sus propios medios para sobrevivir.
Igual que un gato callejero, George Johnson puede caminar sin que sus pasos se sientan, sus ojos oscuros saben leer en los demás las intenciones y sus músculos se tensan, igual que los felinos, dispuesto a “atacar”, si es necesario, a fin de lograr la mejor ventaja para él y la familia a la cual sirve.
Y, si George fuese un gato callejero, al igual que estos, hubiera podido ronronear satisfecho, cuando fue rescatado por sir William C. Andley, y se vio limpio, alimentado y durmiendo, por primera vez en muchos años, en un mullido lecho, empezando una nueva vida, lejos de las sucias callejuelas parisinas y viajando en compañía del patriarca de un poderoso clan, que le acogía para darle la oportunidad de una nueva vida.
E igual que un gato rescatado de la calle, George entregó su lealtad al ilustre caballero y su familia, y les defendería con su propia, tal como un gato lo haría con fauces y garras, durante el resto de su vida.
*** FIN ***
“Igual que un gato” – George
George Johnson es como un gato, sigiloso, digno y con actitud fría. Pero no es como un gato de angora, mimosos, regalones, que les gusta que les mimen o apapachen (según se prefiera leer), que les regalan platitos con crema y se la pasan durmiendo en suaves cojines, sin que los dueños de tales mininos se preocupen por el pelo que tiran sobre los muebles, que se ocupan de cepillarlos día a día, acicalándoles y bañándoles en tinas con burbujas y hasta juguetes, dándoles un trato más propio de un niño pequeño, de mascotas.
No, George Johnson es como un gato callejero, sabe ganarse el sustento como buen cazador y rapiñero, como lo hace un gato en las calles de París, donde él se crió, precisamente compitiendo muchas veces con multitud de gatos callejeros, rebuscando, al igual que ellos, en los botes de basura fuera de los mercados, a fin de ganar el sustento diario.
Igual que un gato callejero, George niño se mantenía limpio de la manera que podía, a veces incluso aprovechando la lluvia que caía a raudales y era el agua que Dios no le escatimaba y que sus congéneres humanos, muchas veces sí lo hacían.
Igual que un gato callejero, George fue arrojado a las calles de París, siendo muy pequeño, y dependió de sus propios medios para sobrevivir.
Igual que un gato callejero, George Johnson puede caminar sin que sus pasos se sientan, sus ojos oscuros saben leer en los demás las intenciones y sus músculos se tensan, igual que los felinos, dispuesto a “atacar”, si es necesario, a fin de lograr la mejor ventaja para él y la familia a la cual sirve.
Y, si George fuese un gato callejero, al igual que estos, hubiera podido ronronear satisfecho, cuando fue rescatado por sir William C. Andley, y se vio limpio, alimentado y durmiendo, por primera vez en muchos años, en un mullido lecho, empezando una nueva vida, lejos de las sucias callejuelas parisinas y viajando en compañía del patriarca de un poderoso clan, que le acogía para darle la oportunidad de una nueva vida.
E igual que un gato rescatado de la calle, George entregó su lealtad al ilustre caballero y su familia, y les defendería con su propia, tal como un gato lo haría con fauces y garras, durante el resto de su vida.
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