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CAPITULO 4
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Central Park South, Manhattan, junio de 1918
— ¿A qué hora llegará Candy? —cuestionó Angus, mientras Terry le dedicaba una sonrisa.
—Niño... Me has hecho esa pregunta desde que despertaste —contestó el actor, al tiempo que le hacía una seña, para que saliera de la bañera—. Anda Angus... Sal de allí o terminarás resfriado.
— ¡Pero quiero quedarme un poco más!
—No... El agua ya está fría... Eso quiere decir que no puedes quedarte por más tiempo, así que obedéceme... Y sal de allí ahora...
El chiquillo obedeció la orden de su hermano y luego estiró sus pequeñas manos, para tomar la toalla que él le ofrecía.
—Y... ¿Cuánto tiempo falta para que llegue Candy? —insistió Angus.
El actor negó con la cabeza y luego le dijo:
—Ella llegará en un par de horas...
—Falta menos...¿Verdad?
—Sí... Ya falta poco... —Terry lo enredó en la toalla de baño y luego lo encaminó hacia la habitación, para poder vestirlo.
El día anterior, cometió el error de dejar que Angus se vistiera solo y aquello había resultado todo un desastre. El niño era muy pequeño y se vistió como Dios le dio a entender. Así que para no repetir aquello, decidió auxiliarlo.
—Te cayó muy bien Candy... ¿Verdad? —cuestionó el joven, mientras Angus afirmaba con su cabeza.
—Ella es muy bonita... —respondió el chiquillo.
Terry soltó una pequeña carcajada y luego le preguntó:
— ¿Por eso quieres que ella venga? ¿Por qué es bonita?
—No... También quiero que venga para jugar... —aceptó Angus—. Tengo juguetes nuevos... ¿No lo recuerdas?
Terry volvió a reír y luego, tomando el asunto con más seriedad, le advirtió:
—No quiero que vayas a darle problemas ¿Entendiste? Nada de hacer berrinches, ni travesuras... Obedécela en todo momento, hazlo como me obedeces a mí... No la hagas enojar.
— ¿Qué pasaría si ella se enoja conmigo? Si se enoja... ¿Ya no va venir?
—Así es... Si te portas mal, ella ya no vendrá.
—No me portaré mal entonces... —dijo Angus.
Minutos después, cuando el niño ya estuvo vestido, Terry lo sentó en una silla y luego le pasó un cepillo por el cabello.
— ¿Por qué Candy no es tu novia? —preguntó el suspicaz jovencito—. ¿Ella no te gusta?
—Candy me gusta mucho... —declaró el actor—. Y bueno, ella no es mi novia, porque aún no se lo pido... ¿Sabes? Para que una chica sea tu novia, primero debes pedírselo.
—La prima Bianca, tenía un novio y luego, se casó con él —recordó el chiquillo.
— ¿Bianca se casó? —cuestionó Terry con sorpresa ¿Quién demonios sería el desafortunado? Pensó él, recordando aquella muchacha, pariente muy cercana de su fallecida madrastra.
—Sí... Se casó, con su novio... —recalcó Angus—. Hubo una fiesta en la casa... Y... Mucha, mucha comida...
Terry era capaz de imaginarse aquella escena, las odiosas Bianca y Lorna, vueltas locas con una boda... En plena guerra... Solo a ellas se les pudo ocurrir...
— ¿Tú puedes casarte con Candy? ¿Verdad?
—Si ella acepta, claro que sí... Pero primero tiene que ser mi novia...
Un brillo atravesó los ojos grises de Angus y luego exigió...
— ¿Por qué no le pides que sea tu novia?
—Porque eso no es nada sencillo... —el pequeño frunció el ceño y Terry agregó—. Cuando crezcas y seas tan grande como yo, entonces lo comprenderás...
—Ya tengo hambre... —respondió el confundido chiquillo.
—El desayuno está listo... Anda... Ve a la mesa, mientras yo recojo todo esto.
Angus salió corriendo de la habitación y Terry se dedicó asear un poco.
En algo tenía que entretenerse, pues en realidad, él estaba tan ansioso como su hermano... Y a cada minuto, observaba el reloj, esperando a que fueran las once de la mañana y que Candy, golpeara en la puerta del departamento.
—No sé cuanto voy a tardar el día de hoy... —dijo Candy, antes de despedirse de George—. Desconozco el horario que Terry sigue en el teatro.
—Está bien, Señorita Candy... Yo vendré, cuando usted me lo indique...
—Igual, puedo caminar hasta el hotel... No te preocupes...
—Me sentiría mejor si yo vengo por usted... Mire... Allí hay una cabina telefónica —señaló George—. Llame al número del hotel y pida que la comuniquen conmigo... Así podré venir en cuanto salga, no hay que confiarnos... Manhattan, es algo conflictiva.
—De acuerdo... —aceptó ella, sonriéndole a Johnson—. Te llamaré para que vengas por mí.
—Perfecto, la veré después... Que le vaya muy bien, señorita —expresó George, animándola a seguir con su camino—. Déle mis saludos a los jóvenes Grandchester, por favor.
—Claro... Así lo haré.
Candy le observó con timidez y luego de desearle un buen día, caminó hacia el edificio donde vivía Terry.
Había llegado temprano, quince minutos antes... Y no sabía si subir o no... ¿Qué pensaría Terry, si ella llegaba tan temprano? La rubia negó con su cabeza y entonces se obligó a tranquilizarse. Decidió hacer un poco de tiempo afuera del lugar, esperando a que la encargada apareciera. Minutos después, cuando la Señora Brown apareció, Candy se acercó hasta la recepción.
Vamos Candy... Ya cálmate... Todo va salir bien...
Se dijo interiormente, mientras saludaba a la encargada del edificio y le pedía el acceso hacia el departamento de Terry.
—Claro que puedes pasar... —dijo la mujer con gusto—. El joven me dijo que tú, puedes subir cuando quieras... —la Señora Brown le sonrió maravillada y luego agregó...—. Sé que cuidarás a su hermano... Así que si llegas a necesitar alguna cosa, solo pídela, te ayudaré con gusto.
—Gracias... Señora... Es usted muy amable... —Candy le devolvió la sonrisa y luego se despidió de ella.
Después de aquel breve encuentro, la rubia subió al ascensor y se dirigió hacia el piso en donde se encontraba Terry.
La encargada del edificio, le había tranquilizado con su aviso, sin embargo no podía evitar sentirse nerviosa... La mirada de Terry, su sonrisa y la forma en la que él le hablaba, le incapacitaban para poder actuar con normalidad...
— ¡Ya llegó Candy! —exclamó Angus, abriendo la puerta del departamento.
Terry salió en seguida y dirigiéndole una sonrisa, la invitó a pasar.
—Hola... —la saludó con gusto—. Por favor, entra Candy... —le dijo, mientras ella afirmaba con su cabeza e ingresaba.
—Gracias... —dijo ella, con timidez.
—Solo saldré por un momento... —anunció el castaño muchacho—. Tengo una reunión con mi jefe y nada más...
— ¿No hay función esta noche? —preguntó Candy.
—No... Por ahora, las funciones son solo los sábados y domingos...
— ¿Volverás pronto? —preguntó Angus.
—Sí... Por favor, pórtate bien...
Angus afirmó con su cabeza y luego se fue hacia la habitación, para sacar sus nuevos juguetes.
—Debo irme ya... —le anunció el actor a la muchacha.
—Sí... Claro... No te preocupes que yo cuidaré de Angus.
—Gracias por venir... —respondió Terry con seguridad, al tiempo que se acercaba a ella y le regalaba un sorpresivo beso sobre la mejilla —. Te veré más tarde —agregó, esbozando aquella traviesa sonrisa, que Candy tanto adoraba...
—Sí... Que... Que te... Vaya bien... —tartamudeó ella, sin poder evitarlo.
Candy lo observó marcharse y luego cerró la puerta del departamento, sintiendo mil mariposas en su estómago.
— ¿Ya son novios? —preguntó Angus.
— ¿Qué dices?
—Terry te dio un beso... ¿Ya es tu novio?
—No...
¿De dónde saca esas cosas?... Pensó ella.
—Él me dijo que si tú aceptas, se casará contigo, pero que primero te pedirá que seas su novia —afirmó el chiquillo—. Tú le gustas mucho...
— ¿Eso dijo? —cuestionó la rubia.
—Sí... Oye Candy... ¿Quieres jugar con mis juguetes? —le preguntó Angus, olvidándose del tema de "los novios y la boda"
—Claro que sí... Vayamos a jugar... —respondió ella, sonriendo y pensando en lo lindo que le resultaba la impertinencia del pequeño Angus.
—Hola Susana... —dijo el muchacho, mientras observaba la tumba en la que descansaba el cuerpo de la chica—. Te prometí venir, en cuanto tuviera buenas noticias que darte... —anunció al tiempo que agitaba un libreto y agregaba—. Quiero decirte que hoy, Robert anunció que obtuve el papel... Seré Hamlet... Estrenaremos en el invierno, hay mucho camino que recorrer, pero lo conseguí, espero que te sientas contenta por eso.
Terry sonrió emocionado y luego siguió observando la tumba.
—Y por otro lado, tengo otra buena noticia... —le dijo contento, tal y como hacía mucho tiempo no se mostraba—. Candy está en Nueva York... Y estoy muy seguro de voy a cumplir la promesa que te hice... —Terry suspiró y luego dijo—. Aún no sé cómo, pero te juro que seré feliz... Seré muy feliz con ella...
El actor sintió que una suave brisa acariciaba su rostro y luego esbozó una sonrisa.
—Siempre te lo dije, pero no importa, te lo digo otra vez... —expresó él, dejando un ramo de rosas blancas, sobre la tumba de la muchacha—. Gracias Susana... —dijo conmovido, sin poder evitar que las lágrimas se escaparan de sus ojos—. Gracias por lo que hiciste por mí...
Terry observó la tumba por última vez y luego de recitar mentalmente una oración, se dio la media vuelta y salió del cementerio... Cerrando, por fin ese círculo, que tenía pendiente con la chica.
Ese círculo que ella misma, le pidió completar, en cuanto él se decidiera a luchar y ser feliz con la mujer a la que realmente amaba.
Nunca antes, le resultó tan gratificante, regresar a su casa...
Ser recibido por un escandaloso grito de Angus y por la bella sonrisa de Candy, era todo lo que necesitaba para sentirse dichoso.
— ¡Candy nos preparó la comida! —dijo el niño con emoción—. ¡Ven, Terry, vamos a la mesa!
Ver a la rubia poniendo la mesa y observar a Angus corriendo alrededor de ella. Le hizo sentirse como se sentía años atrás, cuando tenía tantos sueños que deseaba cumplir, sueños que involucraban directamente a Candy.
—Traje un rico postre, para festejar... —anunció Terry, colocando sobre la mesa una caja, la cual contenía un pastel.
— ¿Qué festejaremos? —preguntó la rubia con curiosidad.
—Festejaremos que obtuve el papel estelar en "Hamlet" —contestó Terry, mostrándose orgulloso d su logro.
Candy le miró emocionada y contenta lo enredó en un abrazo, para felicitarlo y dejarle ver lo contenta que estaba. Ambos permanecieron abrazados, hasta que Angus, los separó y les obligó a sentarse a comer.
Después de la comida el pequeño, tomó una siesta y en ese lapso de tiempo, Candy y Terry al fin pudieron platicar, conversaron sobre el niño y lo que ambos esperaban al ser sus tutores.
Centraron toda su plática en Angus, sin embargo, minutos después, agotaron el tema y entonces Candy, sin siquiera imaginarlo, dio la pauta para que otro tema iniciara.
—Angus hizo un castillo con las cajas —dijo la rubia con naturalidad—. Incluso con esta... —señaló el paquete que Terry aún no abría—. Supuse que es algo importante, puesto que está sellado... Así que decidí guardarlo y devolvértelo.
—Lo había olvidado... —dijo Terry, sin darle importancia.
— ¿No piensas abrirlo? —cuestionó la muchacha.
La eternamente entrometida, Señorita Pecas...
Expresó Terry, en su interior, observando los brillantes ojos verdes de la chica.
— ¿Te quedarás a mi lado, mientras yo veo el contenido de esta caja? —cuestionó el guapo castaño, tomando la mano de Candy.
— ¿De verdad quieres que me quede?
—Sí...
—Entonces lo haré, por supuesto que me quedaré...
Terry abrió el paquete y se encontró con un libro, al observarlo, inmediatamente retrocedió en el tiempo y viajó hacia el palacio de los Grandchester, cuando su padre, le habló sobre ese objeto... Tenía años sin verlo, pero lucía tal cual lo recordaba.
— ¿Ese libro es tuyo? —cuestionó la rubia.
—Este libro era del duque... —Terry observó a la muchacha y luego aclaró —. En realidad no es un libro...
— ¿Cómo es eso?
Terry ojeó con cuidado, las primeras páginas del libro y luego, se lo mostró a Candy.
—Las primeras páginas simulan un libro, común y corriente, pero en realidad, esto es una especie de caja... —explicó, dejando ver el compartimento con el que contaba el libro, los ojos de la rubia le miraron, emocionados y entonces Terry sacó los sobres que yacían allí, esperando a ser tomados.
El actor analizó los sobres y luego comenzó abrirlos, para ver lo que guardaban...
El primer sobre, contenía los documentos personales de Angus.
El segundo, un par de cheques con cantidades de dinero, que Terry ni siquiera podía imaginar en ganar algún día... La cuenta, que los expedía estaba a nombre de Richard Grandchester y el banco al que le pertenecía, era un banco americano, que por el nombre, Terry dedujo que era propiedad de los Andley.
El tercer sobre, contenía una serie de recortes de periódico... Mismos que Terry ni siquiera se molestó en analizar.
Y por último, el cuarto sobre, contenia una carta dirigida a él.
— ¿Quieres leerla a solas? —le preguntó Candy, al verlo mostrarse un tanto inseguro.
—No... No quiero estar solo cuando lea esto —advirtió, posando su mano sobre la pierna de Candy, indicándole que deseaba que permaneciera allí, a su lado.
—Está bien... —dijo ella apretando la mano del muchacho—. Me quedaré aquí, contigo...
—Gracias... —expresó él, abriendo el sobre y sacando la carta...
Terry:
Hijo mío... No sabes cuán difícil me resulta escribirte estas palabras...
Es quizás, la cosa más complicada que me ha tocado hacer en mi inútil vida... Sin embargo... Aquí estoy, dispuesto hacerle frente.
Cuando recibas este mensaje, yo ya no existiré más... Habré muerto a causa de la pandemia de gripe española. Mi destino será el mismo que el de mi esposa y tus hermanos: Richard y Martha, quienes ya se han marchado.
Siento una pena terrible, embargando mi alma... No sabes cuánto deseo poder ir America y verte nuevamente... Quiero salir de aquí y llegar a Nueva York, para poder abrazarte y despedirme de ti, deseo verte y rogarte que me disculpes, por todas esas veces que no supe comportarme contigo... No merezco tu perdón, hijo, pero aun así, deseo implorar por el.
Siempre fuiste un orgullo para mí, Terry... No importa cuánto me enojara y que tan intolerante me portara contigo, yo siempre guardaba un lugar para ti... No te lo digo porque me estoy muriendo, te lo digo, porque es lo que realmente siento.
Desde que te marchaste, puse a un investigador detrás de ti... Me enteré de cada uno de tus movimientos, algunos fueron momentos muy angustiosos, pero la mayoría representaron un júbilo para mí... Esos recortes de periódico que ya debiste haber visto, demuestran lo mucho que me importas... Los guardé con todo mi cariño, esperando a verlos contigo, algún día... Pero eso, ya no podrá ser...
Seguro que te tomó por sorpresa enterarte de que eres uno de los tutores de tu hermano... Quizás me estés odiando aún más... Pero hijo, quiero que sepas, que tú eres la única salida para Angus, tú y Candy... Ustedes son los únicos a los que puedo confiárselo...
Debes estar preguntándote "¿Por qué Candy?” "¿Cómo supo de ella?” Bueno... Pues es muy sencillo hijo... Yo, la conocí hace algunos años... Sí... Tuve el gusto de toparme con esa niña después de que te marchaste y fue inevitable no poder sentir aprecio por ella, logré ver el por qué le amabas tanto.
Es increíble, pero en un solo instante, ella me hizo ver lo equivocado que estaba contigo, y es por eso, es que yo dejé que te fueras a Nueva York a luchar por tu sueño de ser actor. Admiré mucho, el coraje que esa niña tuvo al enfrentarme... Angus necesita esa clase de persona a su lado... Y por eso la elegí. Si tú no puedes atenderlo, ella lo hará.
Espero que no te moleste... Sé perfectamente que ella y tú no están juntos, sé que renunciaste a su amor, por quedarte con la señorita que te salvó la vida, perdón por la impertinencia que cometo al hacerla participe, pero debo hacer hasta lo imposible para que tu hermano quede protegido...
Ha sido muy triste nuestra historia, hijo... Todo ha sido por mi culpa... Creí que la vida me alcanzaría para enmendar mis errores, pero no fue así. Me enteré de que estás distanciado de tu madre y solo me resta pedirte que dejes de guardar rencores contra ella y que no cometas el mismo error que yo siempre cometí. Acércate a ella y dale la dicha de participar en tu vida.
Perdóname por haberles hecho tanto daño... Perdóname por favor...
Ya no me quedan más fuerzas para seguir escribiendo... Y debo despedirme de ti, aunque en realidad, no deseo hacerlo...
Cuídate hijo, vive tu vida con calma, y se muy feliz...
Te amo mucho, Terry... Te amo, con todo mi corazón, hijo...
Los ojos de Terry, se llenaron de lágrimas y su llanto se desbordó sin que él pudiera evitarlo. Se abrazó a Candy y por primera vez, lloró por la muerte de su padre...
Candy, lo reconfortó y le ayudó a sacar a flote sus sentimientos... Sabía que Terry se había hecho el fuerte y que se había negado a llorar por la muerte de su papá y por eso, lo impulsó a sacar todo lo negativo que guardaba dentro de su corazón.
Una vez que Terry dejó de sentirse vulnerable, tomó la mano de Candy y entrelazó sus dedos con los de ella.
—Gracias, Candy... —le dijo él—. Muchas gracias por ser la luz que necesito, cada que deseo salir de la oscuridad.
Ella no pudo contener la emoción y apretando la mano del muchacho, admitió:
—Te amo demasiado, Terry.... —le dijo con decisión—. Siempre, que me necesites, yo estaré allí...
— ¿Cómo dices? —preguntó él.
—Digo que siempre que necesites, yo te apoyaré...
—No... Eso no... Dijiste algo más, antes de eso... —dijo él, mientras el rostro de Candy se cubría de un bello y natural rubor.
—Dije que te amo...
Él acercó su boca a la temblorosa boca de la rubia y sin pensarlo dos veces, posó sus labios sobre los de ella, se deslizó con suavidad y le regaló el beso que ambos soñaban con darse.
—Yo también te amo, Candy... —confesó Terry, al renunciar a los suaves labios de la chica—. Te he amado desde siempre... Quise que lo supieras desde aquella vez que viniste a verme...
—Yo lo sabía, Terry... Aunque no me lo dijeras, yo lo sabía... —ella lo besó en los labios con ternura y Terry la envolvió en sus brazos con entusiasmo.
En ese preciso momento, Angus despertó de su siesta y de inmediato se sentó sobre el sofá en el que había estado durmiendo...
— ¿Ahora sí, ya son novios? —preguntó él, haciendo que la pareja dejara sus arrumacos y le prestara atención.
—No lo sé... ¿Ya somos novios, Candy? —cuestionó Terry, observando a la rubia.
—Sí... Ya lo somos —confirmó ella, sonriendo y permitiendo que el emocionado Angus la rodeará con sus brazos.
Segundos después, cuando el pequeño, se sintió asfixiado, abandonó a Candy y anunció que deseaba otra ronda de juegos.
—Santo Dios... ¿Quién le da cuerda a ese niño? —preguntó Terry, al observarlo dirigirse de nuevo a la habitación.
—Tendremos que ir a su ritmo, no nos queda de otra... Debemos cuidarlo...
—Prácticamente somos sus padres...
—Así es, legalmente, es nuestro...
—Eso es injusto, tenemos un hijo, sin siquiera haberle escrito a la cigüeña... —reclamó Terry—. Nos hemos perdido de toda esa diversión —agregó en tono pícaro.
Candy le miró sorprendida y luego, sin poder evitarlo soltó una carcajada.
—Terry Grandchester... ¡Eres incorregible! —exclamó ella, propinándole un pellizco.
— ¿A dónde vas? —preguntó el actor, al verla levantarse del sofá.
—A preparar un té...
— ¿Estás huyendo de mí?
—Claro que no... —dijo ella, sacándole la lengua y haciéndolo reír.
Angus apareció de nuevo en la estancia y luego le pidió a su hermano:
—Enséñame a jugar Terry, por favor... —rogó, sacando el pequeño tablero de ajedrez que él había comprado.
Terry le observó y gustoso, tomó el tablero para enseñarle a jugar...
Apenas podía creerlo... Ya no concebía la vida sin Angus a su lado, muy poco tiempo, le había tomado encariñarse con él...
—El ajedrez, no es un juego fácil —advirtió Terry.
—No importa, tú me vas a enseñar a jugar... Eres mi hermano... —expresó Angus, analizando las piezas—. ¿Me ayudas? —preguntó, esbozando una sonrisa.
—Claro... Te ayudo... —dijo, al tiempo que le acomodaba los cabellos—. Yo siempre te voy ayudar... Todo el tiempo, en cada instante en el que tú me necesites, yo estaré allí, para ti... —mencionó mientras Angus lo miraba con admiración.
— ¿Jugamos, entonces? —preguntó el pequeño, con inocencia.
—Sí.. Ven... Te enseñaré el nombre de las piezas y como se colocan en el tablero —respondió el actor, sintiendo como su corazón, se llenaba de una inmensa alegría.
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¡Pues ya terminamos! Espero que les haya gustado... Infinitas gracias a todas por haberme acompañado en esta aventura, próximamente estaré posteando otro trabajo, pero ese será allá, en el lado rosa oscuro les aviso, por si quieren acompañarme... ¡Nos estemos leyendo! ¡Saludos para todas!
— ¿A qué hora llegará Candy? —cuestionó Angus, mientras Terry le dedicaba una sonrisa.
—Niño... Me has hecho esa pregunta desde que despertaste —contestó el actor, al tiempo que le hacía una seña, para que saliera de la bañera—. Anda Angus... Sal de allí o terminarás resfriado.
— ¡Pero quiero quedarme un poco más!
—No... El agua ya está fría... Eso quiere decir que no puedes quedarte por más tiempo, así que obedéceme... Y sal de allí ahora...
El chiquillo obedeció la orden de su hermano y luego estiró sus pequeñas manos, para tomar la toalla que él le ofrecía.
—Y... ¿Cuánto tiempo falta para que llegue Candy? —insistió Angus.
El actor negó con la cabeza y luego le dijo:
—Ella llegará en un par de horas...
—Falta menos...¿Verdad?
—Sí... Ya falta poco... —Terry lo enredó en la toalla de baño y luego lo encaminó hacia la habitación, para poder vestirlo.
El día anterior, cometió el error de dejar que Angus se vistiera solo y aquello había resultado todo un desastre. El niño era muy pequeño y se vistió como Dios le dio a entender. Así que para no repetir aquello, decidió auxiliarlo.
—Te cayó muy bien Candy... ¿Verdad? —cuestionó el joven, mientras Angus afirmaba con su cabeza.
—Ella es muy bonita... —respondió el chiquillo.
Terry soltó una pequeña carcajada y luego le preguntó:
— ¿Por eso quieres que ella venga? ¿Por qué es bonita?
—No... También quiero que venga para jugar... —aceptó Angus—. Tengo juguetes nuevos... ¿No lo recuerdas?
Terry volvió a reír y luego, tomando el asunto con más seriedad, le advirtió:
—No quiero que vayas a darle problemas ¿Entendiste? Nada de hacer berrinches, ni travesuras... Obedécela en todo momento, hazlo como me obedeces a mí... No la hagas enojar.
— ¿Qué pasaría si ella se enoja conmigo? Si se enoja... ¿Ya no va venir?
—Así es... Si te portas mal, ella ya no vendrá.
—No me portaré mal entonces... —dijo Angus.
Minutos después, cuando el niño ya estuvo vestido, Terry lo sentó en una silla y luego le pasó un cepillo por el cabello.
— ¿Por qué Candy no es tu novia? —preguntó el suspicaz jovencito—. ¿Ella no te gusta?
—Candy me gusta mucho... —declaró el actor—. Y bueno, ella no es mi novia, porque aún no se lo pido... ¿Sabes? Para que una chica sea tu novia, primero debes pedírselo.
—La prima Bianca, tenía un novio y luego, se casó con él —recordó el chiquillo.
— ¿Bianca se casó? —cuestionó Terry con sorpresa ¿Quién demonios sería el desafortunado? Pensó él, recordando aquella muchacha, pariente muy cercana de su fallecida madrastra.
—Sí... Se casó, con su novio... —recalcó Angus—. Hubo una fiesta en la casa... Y... Mucha, mucha comida...
Terry era capaz de imaginarse aquella escena, las odiosas Bianca y Lorna, vueltas locas con una boda... En plena guerra... Solo a ellas se les pudo ocurrir...
— ¿Tú puedes casarte con Candy? ¿Verdad?
—Si ella acepta, claro que sí... Pero primero tiene que ser mi novia...
Un brillo atravesó los ojos grises de Angus y luego exigió...
— ¿Por qué no le pides que sea tu novia?
—Porque eso no es nada sencillo... —el pequeño frunció el ceño y Terry agregó—. Cuando crezcas y seas tan grande como yo, entonces lo comprenderás...
—Ya tengo hambre... —respondió el confundido chiquillo.
—El desayuno está listo... Anda... Ve a la mesa, mientras yo recojo todo esto.
Angus salió corriendo de la habitación y Terry se dedicó asear un poco.
En algo tenía que entretenerse, pues en realidad, él estaba tan ansioso como su hermano... Y a cada minuto, observaba el reloj, esperando a que fueran las once de la mañana y que Candy, golpeara en la puerta del departamento.
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—No sé cuanto voy a tardar el día de hoy... —dijo Candy, antes de despedirse de George—. Desconozco el horario que Terry sigue en el teatro.
—Está bien, Señorita Candy... Yo vendré, cuando usted me lo indique...
—Igual, puedo caminar hasta el hotel... No te preocupes...
—Me sentiría mejor si yo vengo por usted... Mire... Allí hay una cabina telefónica —señaló George—. Llame al número del hotel y pida que la comuniquen conmigo... Así podré venir en cuanto salga, no hay que confiarnos... Manhattan, es algo conflictiva.
—De acuerdo... —aceptó ella, sonriéndole a Johnson—. Te llamaré para que vengas por mí.
—Perfecto, la veré después... Que le vaya muy bien, señorita —expresó George, animándola a seguir con su camino—. Déle mis saludos a los jóvenes Grandchester, por favor.
—Claro... Así lo haré.
Candy le observó con timidez y luego de desearle un buen día, caminó hacia el edificio donde vivía Terry.
Había llegado temprano, quince minutos antes... Y no sabía si subir o no... ¿Qué pensaría Terry, si ella llegaba tan temprano? La rubia negó con su cabeza y entonces se obligó a tranquilizarse. Decidió hacer un poco de tiempo afuera del lugar, esperando a que la encargada apareciera. Minutos después, cuando la Señora Brown apareció, Candy se acercó hasta la recepción.
Vamos Candy... Ya cálmate... Todo va salir bien...
Se dijo interiormente, mientras saludaba a la encargada del edificio y le pedía el acceso hacia el departamento de Terry.
—Claro que puedes pasar... —dijo la mujer con gusto—. El joven me dijo que tú, puedes subir cuando quieras... —la Señora Brown le sonrió maravillada y luego agregó...—. Sé que cuidarás a su hermano... Así que si llegas a necesitar alguna cosa, solo pídela, te ayudaré con gusto.
—Gracias... Señora... Es usted muy amable... —Candy le devolvió la sonrisa y luego se despidió de ella.
Después de aquel breve encuentro, la rubia subió al ascensor y se dirigió hacia el piso en donde se encontraba Terry.
La encargada del edificio, le había tranquilizado con su aviso, sin embargo no podía evitar sentirse nerviosa... La mirada de Terry, su sonrisa y la forma en la que él le hablaba, le incapacitaban para poder actuar con normalidad...
— ¡Ya llegó Candy! —exclamó Angus, abriendo la puerta del departamento.
Terry salió en seguida y dirigiéndole una sonrisa, la invitó a pasar.
—Hola... —la saludó con gusto—. Por favor, entra Candy... —le dijo, mientras ella afirmaba con su cabeza e ingresaba.
—Gracias... —dijo ella, con timidez.
—Solo saldré por un momento... —anunció el castaño muchacho—. Tengo una reunión con mi jefe y nada más...
— ¿No hay función esta noche? —preguntó Candy.
—No... Por ahora, las funciones son solo los sábados y domingos...
— ¿Volverás pronto? —preguntó Angus.
—Sí... Por favor, pórtate bien...
Angus afirmó con su cabeza y luego se fue hacia la habitación, para sacar sus nuevos juguetes.
—Debo irme ya... —le anunció el actor a la muchacha.
—Sí... Claro... No te preocupes que yo cuidaré de Angus.
—Gracias por venir... —respondió Terry con seguridad, al tiempo que se acercaba a ella y le regalaba un sorpresivo beso sobre la mejilla —. Te veré más tarde —agregó, esbozando aquella traviesa sonrisa, que Candy tanto adoraba...
—Sí... Que... Que te... Vaya bien... —tartamudeó ella, sin poder evitarlo.
Candy lo observó marcharse y luego cerró la puerta del departamento, sintiendo mil mariposas en su estómago.
— ¿Ya son novios? —preguntó Angus.
— ¿Qué dices?
—Terry te dio un beso... ¿Ya es tu novio?
—No...
¿De dónde saca esas cosas?... Pensó ella.
—Él me dijo que si tú aceptas, se casará contigo, pero que primero te pedirá que seas su novia —afirmó el chiquillo—. Tú le gustas mucho...
— ¿Eso dijo? —cuestionó la rubia.
—Sí... Oye Candy... ¿Quieres jugar con mis juguetes? —le preguntó Angus, olvidándose del tema de "los novios y la boda"
—Claro que sí... Vayamos a jugar... —respondió ella, sonriendo y pensando en lo lindo que le resultaba la impertinencia del pequeño Angus.
※ ※ ※ ※ ※
—Hola Susana... —dijo el muchacho, mientras observaba la tumba en la que descansaba el cuerpo de la chica—. Te prometí venir, en cuanto tuviera buenas noticias que darte... —anunció al tiempo que agitaba un libreto y agregaba—. Quiero decirte que hoy, Robert anunció que obtuve el papel... Seré Hamlet... Estrenaremos en el invierno, hay mucho camino que recorrer, pero lo conseguí, espero que te sientas contenta por eso.
Terry sonrió emocionado y luego siguió observando la tumba.
—Y por otro lado, tengo otra buena noticia... —le dijo contento, tal y como hacía mucho tiempo no se mostraba—. Candy está en Nueva York... Y estoy muy seguro de voy a cumplir la promesa que te hice... —Terry suspiró y luego dijo—. Aún no sé cómo, pero te juro que seré feliz... Seré muy feliz con ella...
El actor sintió que una suave brisa acariciaba su rostro y luego esbozó una sonrisa.
—Siempre te lo dije, pero no importa, te lo digo otra vez... —expresó él, dejando un ramo de rosas blancas, sobre la tumba de la muchacha—. Gracias Susana... —dijo conmovido, sin poder evitar que las lágrimas se escaparan de sus ojos—. Gracias por lo que hiciste por mí...
Terry observó la tumba por última vez y luego de recitar mentalmente una oración, se dio la media vuelta y salió del cementerio... Cerrando, por fin ese círculo, que tenía pendiente con la chica.
Ese círculo que ella misma, le pidió completar, en cuanto él se decidiera a luchar y ser feliz con la mujer a la que realmente amaba.
※ ※ ※ ※ ※
Nunca antes, le resultó tan gratificante, regresar a su casa...
Ser recibido por un escandaloso grito de Angus y por la bella sonrisa de Candy, era todo lo que necesitaba para sentirse dichoso.
— ¡Candy nos preparó la comida! —dijo el niño con emoción—. ¡Ven, Terry, vamos a la mesa!
Ver a la rubia poniendo la mesa y observar a Angus corriendo alrededor de ella. Le hizo sentirse como se sentía años atrás, cuando tenía tantos sueños que deseaba cumplir, sueños que involucraban directamente a Candy.
—Traje un rico postre, para festejar... —anunció Terry, colocando sobre la mesa una caja, la cual contenía un pastel.
— ¿Qué festejaremos? —preguntó la rubia con curiosidad.
—Festejaremos que obtuve el papel estelar en "Hamlet" —contestó Terry, mostrándose orgulloso d su logro.
Candy le miró emocionada y contenta lo enredó en un abrazo, para felicitarlo y dejarle ver lo contenta que estaba. Ambos permanecieron abrazados, hasta que Angus, los separó y les obligó a sentarse a comer.
Después de la comida el pequeño, tomó una siesta y en ese lapso de tiempo, Candy y Terry al fin pudieron platicar, conversaron sobre el niño y lo que ambos esperaban al ser sus tutores.
Centraron toda su plática en Angus, sin embargo, minutos después, agotaron el tema y entonces Candy, sin siquiera imaginarlo, dio la pauta para que otro tema iniciara.
—Angus hizo un castillo con las cajas —dijo la rubia con naturalidad—. Incluso con esta... —señaló el paquete que Terry aún no abría—. Supuse que es algo importante, puesto que está sellado... Así que decidí guardarlo y devolvértelo.
—Lo había olvidado... —dijo Terry, sin darle importancia.
— ¿No piensas abrirlo? —cuestionó la muchacha.
La eternamente entrometida, Señorita Pecas...
Expresó Terry, en su interior, observando los brillantes ojos verdes de la chica.
— ¿Te quedarás a mi lado, mientras yo veo el contenido de esta caja? —cuestionó el guapo castaño, tomando la mano de Candy.
— ¿De verdad quieres que me quede?
—Sí...
—Entonces lo haré, por supuesto que me quedaré...
Terry abrió el paquete y se encontró con un libro, al observarlo, inmediatamente retrocedió en el tiempo y viajó hacia el palacio de los Grandchester, cuando su padre, le habló sobre ese objeto... Tenía años sin verlo, pero lucía tal cual lo recordaba.
— ¿Ese libro es tuyo? —cuestionó la rubia.
—Este libro era del duque... —Terry observó a la muchacha y luego aclaró —. En realidad no es un libro...
— ¿Cómo es eso?
Terry ojeó con cuidado, las primeras páginas del libro y luego, se lo mostró a Candy.
—Las primeras páginas simulan un libro, común y corriente, pero en realidad, esto es una especie de caja... —explicó, dejando ver el compartimento con el que contaba el libro, los ojos de la rubia le miraron, emocionados y entonces Terry sacó los sobres que yacían allí, esperando a ser tomados.
El actor analizó los sobres y luego comenzó abrirlos, para ver lo que guardaban...
El primer sobre, contenía los documentos personales de Angus.
El segundo, un par de cheques con cantidades de dinero, que Terry ni siquiera podía imaginar en ganar algún día... La cuenta, que los expedía estaba a nombre de Richard Grandchester y el banco al que le pertenecía, era un banco americano, que por el nombre, Terry dedujo que era propiedad de los Andley.
El tercer sobre, contenía una serie de recortes de periódico... Mismos que Terry ni siquiera se molestó en analizar.
Y por último, el cuarto sobre, contenia una carta dirigida a él.
— ¿Quieres leerla a solas? —le preguntó Candy, al verlo mostrarse un tanto inseguro.
—No... No quiero estar solo cuando lea esto —advirtió, posando su mano sobre la pierna de Candy, indicándole que deseaba que permaneciera allí, a su lado.
—Está bien... —dijo ella apretando la mano del muchacho—. Me quedaré aquí, contigo...
—Gracias... —expresó él, abriendo el sobre y sacando la carta...
Terry:
Hijo mío... No sabes cuán difícil me resulta escribirte estas palabras...
Es quizás, la cosa más complicada que me ha tocado hacer en mi inútil vida... Sin embargo... Aquí estoy, dispuesto hacerle frente.
Cuando recibas este mensaje, yo ya no existiré más... Habré muerto a causa de la pandemia de gripe española. Mi destino será el mismo que el de mi esposa y tus hermanos: Richard y Martha, quienes ya se han marchado.
Siento una pena terrible, embargando mi alma... No sabes cuánto deseo poder ir America y verte nuevamente... Quiero salir de aquí y llegar a Nueva York, para poder abrazarte y despedirme de ti, deseo verte y rogarte que me disculpes, por todas esas veces que no supe comportarme contigo... No merezco tu perdón, hijo, pero aun así, deseo implorar por el.
Siempre fuiste un orgullo para mí, Terry... No importa cuánto me enojara y que tan intolerante me portara contigo, yo siempre guardaba un lugar para ti... No te lo digo porque me estoy muriendo, te lo digo, porque es lo que realmente siento.
Desde que te marchaste, puse a un investigador detrás de ti... Me enteré de cada uno de tus movimientos, algunos fueron momentos muy angustiosos, pero la mayoría representaron un júbilo para mí... Esos recortes de periódico que ya debiste haber visto, demuestran lo mucho que me importas... Los guardé con todo mi cariño, esperando a verlos contigo, algún día... Pero eso, ya no podrá ser...
Seguro que te tomó por sorpresa enterarte de que eres uno de los tutores de tu hermano... Quizás me estés odiando aún más... Pero hijo, quiero que sepas, que tú eres la única salida para Angus, tú y Candy... Ustedes son los únicos a los que puedo confiárselo...
Debes estar preguntándote "¿Por qué Candy?” "¿Cómo supo de ella?” Bueno... Pues es muy sencillo hijo... Yo, la conocí hace algunos años... Sí... Tuve el gusto de toparme con esa niña después de que te marchaste y fue inevitable no poder sentir aprecio por ella, logré ver el por qué le amabas tanto.
Es increíble, pero en un solo instante, ella me hizo ver lo equivocado que estaba contigo, y es por eso, es que yo dejé que te fueras a Nueva York a luchar por tu sueño de ser actor. Admiré mucho, el coraje que esa niña tuvo al enfrentarme... Angus necesita esa clase de persona a su lado... Y por eso la elegí. Si tú no puedes atenderlo, ella lo hará.
Espero que no te moleste... Sé perfectamente que ella y tú no están juntos, sé que renunciaste a su amor, por quedarte con la señorita que te salvó la vida, perdón por la impertinencia que cometo al hacerla participe, pero debo hacer hasta lo imposible para que tu hermano quede protegido...
Ha sido muy triste nuestra historia, hijo... Todo ha sido por mi culpa... Creí que la vida me alcanzaría para enmendar mis errores, pero no fue así. Me enteré de que estás distanciado de tu madre y solo me resta pedirte que dejes de guardar rencores contra ella y que no cometas el mismo error que yo siempre cometí. Acércate a ella y dale la dicha de participar en tu vida.
Perdóname por haberles hecho tanto daño... Perdóname por favor...
Ya no me quedan más fuerzas para seguir escribiendo... Y debo despedirme de ti, aunque en realidad, no deseo hacerlo...
Cuídate hijo, vive tu vida con calma, y se muy feliz...
Te amo mucho, Terry... Te amo, con todo mi corazón, hijo...
Los ojos de Terry, se llenaron de lágrimas y su llanto se desbordó sin que él pudiera evitarlo. Se abrazó a Candy y por primera vez, lloró por la muerte de su padre...
Candy, lo reconfortó y le ayudó a sacar a flote sus sentimientos... Sabía que Terry se había hecho el fuerte y que se había negado a llorar por la muerte de su papá y por eso, lo impulsó a sacar todo lo negativo que guardaba dentro de su corazón.
Una vez que Terry dejó de sentirse vulnerable, tomó la mano de Candy y entrelazó sus dedos con los de ella.
—Gracias, Candy... —le dijo él—. Muchas gracias por ser la luz que necesito, cada que deseo salir de la oscuridad.
Ella no pudo contener la emoción y apretando la mano del muchacho, admitió:
—Te amo demasiado, Terry.... —le dijo con decisión—. Siempre, que me necesites, yo estaré allí...
— ¿Cómo dices? —preguntó él.
—Digo que siempre que necesites, yo te apoyaré...
—No... Eso no... Dijiste algo más, antes de eso... —dijo él, mientras el rostro de Candy se cubría de un bello y natural rubor.
—Dije que te amo...
Él acercó su boca a la temblorosa boca de la rubia y sin pensarlo dos veces, posó sus labios sobre los de ella, se deslizó con suavidad y le regaló el beso que ambos soñaban con darse.
—Yo también te amo, Candy... —confesó Terry, al renunciar a los suaves labios de la chica—. Te he amado desde siempre... Quise que lo supieras desde aquella vez que viniste a verme...
—Yo lo sabía, Terry... Aunque no me lo dijeras, yo lo sabía... —ella lo besó en los labios con ternura y Terry la envolvió en sus brazos con entusiasmo.
En ese preciso momento, Angus despertó de su siesta y de inmediato se sentó sobre el sofá en el que había estado durmiendo...
— ¿Ahora sí, ya son novios? —preguntó él, haciendo que la pareja dejara sus arrumacos y le prestara atención.
—No lo sé... ¿Ya somos novios, Candy? —cuestionó Terry, observando a la rubia.
—Sí... Ya lo somos —confirmó ella, sonriendo y permitiendo que el emocionado Angus la rodeará con sus brazos.
Segundos después, cuando el pequeño, se sintió asfixiado, abandonó a Candy y anunció que deseaba otra ronda de juegos.
—Santo Dios... ¿Quién le da cuerda a ese niño? —preguntó Terry, al observarlo dirigirse de nuevo a la habitación.
—Tendremos que ir a su ritmo, no nos queda de otra... Debemos cuidarlo...
—Prácticamente somos sus padres...
—Así es, legalmente, es nuestro...
—Eso es injusto, tenemos un hijo, sin siquiera haberle escrito a la cigüeña... —reclamó Terry—. Nos hemos perdido de toda esa diversión —agregó en tono pícaro.
Candy le miró sorprendida y luego, sin poder evitarlo soltó una carcajada.
—Terry Grandchester... ¡Eres incorregible! —exclamó ella, propinándole un pellizco.
— ¿A dónde vas? —preguntó el actor, al verla levantarse del sofá.
—A preparar un té...
— ¿Estás huyendo de mí?
—Claro que no... —dijo ella, sacándole la lengua y haciéndolo reír.
Angus apareció de nuevo en la estancia y luego le pidió a su hermano:
—Enséñame a jugar Terry, por favor... —rogó, sacando el pequeño tablero de ajedrez que él había comprado.
Terry le observó y gustoso, tomó el tablero para enseñarle a jugar...
Apenas podía creerlo... Ya no concebía la vida sin Angus a su lado, muy poco tiempo, le había tomado encariñarse con él...
—El ajedrez, no es un juego fácil —advirtió Terry.
—No importa, tú me vas a enseñar a jugar... Eres mi hermano... —expresó Angus, analizando las piezas—. ¿Me ayudas? —preguntó, esbozando una sonrisa.
—Claro... Te ayudo... —dijo, al tiempo que le acomodaba los cabellos—. Yo siempre te voy ayudar... Todo el tiempo, en cada instante en el que tú me necesites, yo estaré allí, para ti... —mencionó mientras Angus lo miraba con admiración.
— ¿Jugamos, entonces? —preguntó el pequeño, con inocencia.
—Sí.. Ven... Te enseñaré el nombre de las piezas y como se colocan en el tablero —respondió el actor, sintiendo como su corazón, se llenaba de una inmensa alegría.
FIN
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¡Pues ya terminamos! Espero que les haya gustado... Infinitas gracias a todas por haberme acompañado en esta aventura, próximamente estaré posteando otro trabajo, pero ese será allá, en el lado rosa oscuro les aviso, por si quieren acompañarme... ¡Nos estemos leyendo! ¡Saludos para todas!